Sigmund Freud contestó a todas estas preguntas de manera definitiva: “Los sueños -dijo- son la vía regia de acceso al inconsciente”. Pero, ¿cómo liberarse de las trabas que impone la conciencia para alcanzar los tesoros del inconsciente? Al cabo de sus estudios, fue dando diferentes respuestas a esta pregunta.
En un principio se valió de la hipnosis, de ciertas drogas e incluso de lo que hoy se conoce como “imposición de manos”. En efecto, colocando sus propias manos sobre la cabeza del paciente, creyó encontrar una forma de penetrar en ese misterioso mundo inconsciente que había permanecido oculto para la ciencia durante siglos.
❖ Con el tiempo, sin embargo, desechó cada uno de estos métodos y se quedó con la asociación libre. Todos tenemos la capacidad de asociar libremente, pero esta actividad, que se ejercita y se agudiza con la práctica, necesita de la presencia de un otro que la haga posible, dado que, siempre que asociamos, lo hacemos para otro, para alguien. Y ese alguien es, sin duda, el analista.
❖ Ahora bien, los tratamientos psicoanalíticos suelen ser largos y costosos y tienen ciertas implicancias que exceden, una excelente herramienta de autoconocimiento.