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En la mira de Nicanor Parra
En la mira de Nicanor Parra
En la mira de Nicanor Parra
Libro electrónico158 páginas1 hora

En la mira de Nicanor Parra

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Artículos escritos para revistas y periódicos, referencias críticas, textos prologales, diálogos de mesa y sobremesa, conversaciones al botón de lo cotidiano o al arte del birlibirloque, libretas de apuntes, notas en hojas al lápiz grafito, recortes de prensa y, en fin, papeles varios que conllevan, a su vez, años muchos y diversos en sus motivadoras acciones y en sus circunstancias. Sencillamente aproximaciones a la vida y a la obra del antipoeta. Que una y otra –vida y obra– viene a mí en un permanente y admirativo apego desde el día mismo de unos años sesenta y tantos en el verse y reverse, puertas al campo, por La Reina arriba o Conchalí norte abajo. Así sean aquellos siempre sorprendentes ires y venires por las ínsulas nada de extrañas del litoral central de Chile. Aquí o allí un Nicanor Parra resueltamente vivencial y esencial. La dispersión, entonces, de una materia que ahora forma este breve libro o cuaderno de páginas anotadas o archivo muy personal en torno al antipoeta en su planetaria y deslumbrante órbita.
Jaime Quezada
IdiomaEspañol
EditorialMAGO Editores
Fecha de lanzamiento7 dic 2012
ISBN9789563172379
En la mira de Nicanor Parra

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    En la mira de Nicanor Parra - Jaime Quezada Ruiz

    Colección Grandes Escritores

    En la mira de

    Nicanor Parra

    (Aproximaciones a la vida y obra del antipoeta)

    Jaime Quezada

    © Copyright 2014, by Jaime Quezada

    Primera edición digital: Octubre 2014

    Colección Grandes Escritores

    Director: Máximo G. Sáez

    editorial@magoeditores.cl

    www.magoeditores.cl

    Registro de Propiedad Intelectual Nº 245.927

    ISBN: 978-956-317-237-9

    Diseño y diagramación: Catalina Silva R.

    Lectura y revisión: María Fernanda Rozas

    Imagen de portada y de solapa: Edith Phillips

    Edición electrónica: Sergio Cruz

    Derechos Reservados

    Nota con cara de excusa

    Artículos escritos para revistas y periódicos, referencias críticas, textos prologales, diálogos de mesa y sobremesa, conversaciones al botón de lo cotidiano o al arte del birlibirloque, libretas de apuntes, notas en hojas al lápiz grafito, recortes de prensa y, en fin, papeles varios que conllevan, a su vez, años muchos y diversos en sus motivadoras acciones y en sus reveladoras circunstancias. Sencillamente aproximaciones a la vida y a la obra del antipoeta. Que una y otra –vida y obra– viene a mí en un permanente y admirativo apego desde el día mismo de unos años sesenta y tantos en el verse y reverse, puertas al campo, por La Reina arriba o Conchalí norte abajo. Así sean aquellos siempre sorprendentes ires y venires por las ínsulas nada de extrañas del litoral central de Chile. Aquí o allí un Nicanor Parra resueltamente vivencial y esencial. La dispersión, entonces, de una materia que ahora forma este breve libro o cuaderno de páginas anotadas o archivo muy personal en torno al antipoeta en su planetaria y deslumbrante órbita.

    Jaime Quezada

    Santa Sofía de Lo Cañas, septiembre, y 2014.

    Año del Centenario de Nicanor Parra

    Cuándo piensan erigirme una estatua

    Ya estaría bueno

    La paciencia también tiene su límite

    n. p.

    En un lugar llamado San Fabián de Alico

    (Notas para una biografía de Nicanor Parra)

    Año 1914. El mundo arde en llamas. Estalla la Primera Guerra Mundial. Alemania invade Bélgica y el noroeste de Francia. El general Foch gana la primera batalla del Marne. La resistencia aliada contiene los ataques alemanes. «Vencerá quien posea mayor poder de resistencia, más material de guerra y mucho más material humano», dicen los corresponsales en la guerra. En Chile, el Presidente Ramón Barros Luco, representante de los caballeros políticos liberales de su tiempo, asegura la neutralidad chilena en el conflicto, pero zozobra el país entre rotativas o permanentes cambios ministeriales y la crisis económica como resultado inmediato de la guerra europea.

    Gabriela Mistral, con su trilogía de Los sonetos de la muerte, obtiene el premio de los Juegos Florales de Santiago e impone definitivamente su nombre en la literatura chilena y latinoamericana, dejando atrás su Lucila Godoy Alcayaga («que hablaba a río, a montaña y a cañaveral»). Pablo Neruda todavía es el niño Neftalí Ricardo Reyes Basoalto acompañando a su padre ferroviario en los trenes lastreros por los pueblos lluviosos de la Araucanía o deslumbrado por los tan únicos y radiantes coleópteros de los bosques de Temuco.

    En San Fabián de Alico, aldea precordillerana, agrícola y campesina de la provincia de Ñuble, cerca de Chillán, nace, un 5 de septiembre, Nicanor Parra Sandoval. Y a más de 400 kilómetros al sur-oriente de Santiago de Chile. Hijo mayor de un profesor primario y de una modista de trastienda, como contará después el propio autor en un poema. Aunque también dirá autobiográficamente o parodiándose a sí mismo: Nací el 12 de Marzo de 1905 / o tal vez / el 17 de febrero de 1899 / está x averiguarse.

    Su padre, Nicanor Parra Parra (el ingenioso Nicanor Parra Parra / Que es el Parra propiamente tal / Antipoeta x derecho propio), además de profesor de escuela o de primeras letras era un hombre con gran sentido del humor y poseedor de un «costal de díceres», que componía versos, tocaba el violín y la guitarra: «La guitarra no la tocaba por razones culturales –dice Nicanor– sino simplemente a la hora de la sobremesa, después de una fiestoca. Era una especie de trovador, de juglar».

    Por su parte, Violeta Parra cuenta que los primeros cantos que llegaron a sus oídos fueron los «que cantaba mi madre (El otro día en la rama / vi cantar un jilguerillo / me dije, este es el correo / con quien mandé mi suspiro) y los que cantaba mi padre, hombre de ciudad, profesor de primeras letras y de música. El repertorio de mi padre estaba formado por habaneras, valses, tonadas y canciones pueblerinas, cantos de salón, románticos, característica esencial que distinguía los cantos urbanos de fines de siglo con los cantos folclóricos de la misma época»¹

    Su madre, Clara Sandoval Navarrete –«la mamá», la llama Nicanor con sentido afecto filial–, de origen campesino, nacida y criada en el campo, cerca de Chillán, que no había ido casi a la escuela, pero de gran intuición, de un gran sentido de la naturaleza y de un gran sentido de los objetos y de los quehaceres domésticos. En uno de sus poemas la recuerda: Qué mujer esta Clara Sandoval... / cuando no se la ve detrás de su máquina / cose que cose y vuelta a coser / hay que dar de comer a la familia- / quiere decir que está pelando papas / o zurciendo / o regando las flores / o lavando pañales infinitos.

    Ese «costal de díceres» era, también muy propio y singularísimo en ella, con frases características y espontáneas de su diario vivir: «Este anda buscando por donde hallar»; «A ustedes les enfada el bien, cuando les falte la madre, entonces van a ver bueno»; «Déjalo no más, este hace diítas que anda entre la pila y l’agua bendita»; «Hace tiempecito, que le están prometiendo matrimonio, pero el novio es como la n’a y la cosa ninguna»; «¿Venías con la boca mirando que te caíste? »; «Aquí no hay un pan que rebanar» (refiriéndose a la desobediencia general de sus diez hijos); «De repente me voy a ir al mismo diablo, y mi mal no es ninguno» (cuando se colmaba con las desavenencias conyugales); «Anda a decirle a la cuñ’á Isaura, que no tengo ni p’a remedio»; en fin, «Este niño no tiene dentro…»

    Primeros años de infancia de Nicanor en medio de una familia numerosa: abuelas, tías, hermanas, hermanos. Con un padre un poco ausente, que abandona el hogar las más de las veces atraído por noches de bohemia y afanes de buscavidas. Y una madre que trabaja de la mañana a la noche, tratando de mantener la estructura familiar. Sin embargo, ese mismo padre, las más de las veces también, lo llevará en carreta, a caballo, en tren por Chillán, por San Carlos, por Ñiquén, por Coihueco y otros pueblos y aldeas de la provincia de Ñuble. Un conocer tempranamente costumbres y decires de la gente campesina. O alimentándose de huevos de pájaros silvestres. Entonces los árboles aún no tenían forma de muebles y los pollos circulaban crudos x por el paisaje.

    Recuerdos de infancia. Imágenes «mágicas que yo no he logrado todavía descifrar plenamente, ni mucho menos destruir», y que perdurarán para siempre en la memoria del futuro poeta.

    Muchos de esos recuerdos de infancia tienen que ver con aquel andar p’arriba y p’bajo de un padre que apenas ganaba para mantener la casa y de una madre que ayudaba a esa casa, además «del montón de chiquillos que tenía», con lo poco y nada que le dejaban las costuras. El «anda a decirle a la cuñ’á Isaura, que no tengo ni p’a remedio», era, sin duda, una frase resueltamente dramática y cierta.


    ¹ Parra, Violeta. Cantos folklóricos chilenos. Santiago de Chile: Editorial Nascimento, 1979.

    Poemas & antipoemas

    Se acabó el engolamiento

    I

    Nicanor Parra –«ni muy listo ni tonto de remate», como se define a sí mismo nada menos que en un epitafio– viene a romper con todo un ordenamiento generacional y continuo de la poesía chilena y latinoamericana del siglo XX y con una manera de escribir esa poesía (desorden en el cielo de esa poesía), con una obra que, según los doctores de la ley, no debiera haberse publicado: Poemas y antipoemas. Todo el derrumbe de un alquímico lenguaje de pequeño dios en beneficio de la exaltación de un lenguaje nuevo o recuperado de lo cotidiano, dejando en evidencia que el poeta –homo sapiens, homo faber–, es un hombre como todos: «se acabó el engolamiento».

    Este hombre como todos es el llamado a decir –contar y cantar– las cosas por su nombre, el lenguaje de su tribu en un recuperar los decires desde sus raíces e invenciones creativas (madrigales, canciones, sinfonías) a las tablas lecturales del mundo moderno (con sus trampas y vicios). La advertencia

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