La presencia de Campeche en "Los grandes muertos" de Luisa Josefina Hernández
Por Silvia Molina
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La presencia de Campeche en "Los grandes muertos" de Luisa Josefina Hernández - Silvia Molina
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Luisa Josefina Hernández —dramaturga, novelista, ensayista y traductora, mujer de grandes pasiones, aislada del ambiente literario y refugiada en Cuernavaca desde hace muchos años— ha producido una obra que impresiona por su vastedad: más de sesenta piezas de teatro, diecisiete novelas publicadas y diez traducciones, amén de sus notas de crítica y ensayos¹ y de las novelas que todavía guarda en el cajón.
Una escritora que no tuvo tiempo —ni ganas—, de promoverse: le parecía deshonesto. Una escritora que las editoriales no supieron vender y que la crítica fue olvidando, a pesar de haber obtenido el Premio Villaurrutia en 1983 por Apocalipsis cum figuris. Sin embargo, Luisa Josefina Hernández es una de las mejores escritoras mexicanas del siglo xx, quizá la más llamativa porque dedicó su vida a la escritura, sin más recompensa que saber que escribía por enamoramiento literario, no por publicar. Cinco décadas produciendo a la par que atendía a sus cuatro hijos y su intensa labor académica.
Retirada, ni siquiera se reconoce como escritora. Cuenta a la doctora Gloria Prado cómo se ve a sí misma: ¿Qué otra cosa puede hacer una maestra jubilada que se pasa una gran parte del día cosiendo, tejiendo, bordando, haciendo tapices y tocando el piano?
²
Luisa Josefina Hernández nació en la ciudad de México, el 2 de noviembre de 1928. Fue la única hija de don Santiago Hernández Maldonado y de doña Faustina Lavalle Berrón,³ ambos de familias conocidas en la ciudad de San Francisco de Campeche, quienes le dieron una educación según los cánones del estado y de su condición social, pues como toda niña campechana de su edad aprendió a tocar el piano y a hablar otros idiomas. Si su presencia en el puerto no fue significativa; es decir, si no vivió en él, sí lo fueron para su obra las visitas a sus familiares, el ambiente de su casa y las historias que contaba su madre, como lo veremos más adelante.
Luisa Josefina dice de sus padres:
Mi padre era abogado, juez de lo civil; mi madre, señora de su casa. Eran de distinta clase social. Mi mamá, una mujer pretenciosa de pueblo; mi padre, un hombre humilde. Aunque ambos eran de Campeche, se conocieron aquí […] Mi padre fue un liberal que había sido precursor del movimiento revolucionario. Antirreligioso. Llevaba una vida tremendamente ascética. Actuó en 1900 a favor de la emancipación de los mayas a quienes se trataba como