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La revolución de los territorios y de las energías: Patagonia, aguas, glaciares y borde costero: libres
La revolución de los territorios y de las energías: Patagonia, aguas, glaciares y borde costero: libres
La revolución de los territorios y de las energías: Patagonia, aguas, glaciares y borde costero: libres
Libro electrónico296 páginas3 horas

La revolución de los territorios y de las energías: Patagonia, aguas, glaciares y borde costero: libres

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Durante 2011 el movimiento ambientalista contra el megaproyecto eléctrico Hidroaysén conquistó amplio apoyo social, logrando convocar a una histórica marcha en Santiago. Aquellas jornadas de sensibilización ecológica hicieron visible un conflicto profundo que iba más allá de la emblemática defensa de la Patagonia y que ponía en cuestión algo más amplio que los temas energéticos y ambientales: es el modelo de desarrollo nacional, la relación del Estado con los ciudadanos, la estructura del poder, los mecanismos de participación y el tipo de democracia. La revolución de los territorios y de las energías se instala en dicho debate a partir de la convicción de que este sistema "ya no se sustenta ni en lo económico, ni en lo ambiental, ni en lo social, ni en lo cultural".
IdiomaEspañol
EditorialLOM Ediciones
Fecha de lanzamiento14 dic 2016
ISBN9789560006387
La revolución de los territorios y de las energías: Patagonia, aguas, glaciares y borde costero: libres

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    La revolución de los territorios y de las energías - Antonio Horvath

    Antonio Horvath Kiss

    La revolución de los territorios y de las energías

    Patagonia, aguas, glaciares y borde costero: libres

    LOM PALABRA DE LA LENGUA YÁMANA QUE SIGNIFICA SOL

    © LOM Ediciones

    Primera edición, 2016

    ISBN Impreso: 978-956-00-0638-7

    ISBN Digital: 978-956-00-0872-5

    Autorización de mapas y referencias geográficas de este libro: «Autorizada su circulación por Resolución N° 81, del 15 de Septiembre de 2015, de la Dirección Nacional de Fronteras y Límites del Estado. La edición y circulación de mapas, cartas geográficas u otros impresos y documentos que se refieran o relacionen con los límites y fronteras

    de Chile, no comprometen, en modo alguno, al Estado de Chile, de acuerdo con el Art. 2°, letra g) del DFL N°83 de 1979, del Ministerio de relaciones Exteriores.»

    Todas las publicaciones del área de Ciencias Sociales y Humanas

    de LOM ediciones han sido sometidas a referato externo.

    Diseño, Composición y Diagramación

    LOM Ediciones. Concha y Toro 23, Santiago

    Fono: (56-2) 688 52 73 • Fax: (56-2) 696 63 88

    www.lom.cl

    lom@lom.cl

    Introducción

    A través de propaganda, artículos y distintos espacios en los medios de comunicación, se ha jugado con la opinión pública señalando que si no se efectúan megaproyectos hidroeléctricos con largas líneas de transmisión, centrales termoeléctricas en el borde costero del Océano Pacífico y, alternativamente, plantas nucleares, los chilenos nos quedaremos sin luz eléctrica, es decir, a oscuras. Este tipo de presiones acontece también en muchos países y responde a un modelo donde los oligopolios se hacen cargo de la energía. Hermann Scheer, principal impulsor de las energías renovables en Alemania, explica muy bien este fenómeno en su libro El imperativo energético (2010), donde afirma que independientemente del modelo político, de mercado o dirigido, esta controversia obedece con claridad a intereses de unas pocas empresas públicas o privadas eléctricas muy concentradas. Estos son planteamientos más propios de paradigmas del siglo

    xx

    que promueven el desarrollo como crecimiento económico con tendencias a grandes soluciones y cuyo costo no se hace cargo del daño ambiental, de la contaminación, del alto grado de deterioro social y cultural, y en los recursos naturales y en servicios como el turismo. Estos daños se producen especialmente en el nivel local y terminan afectando a toda la sociedad.

    Las experiencias en distintos países del mundo que han sufrido alzas bruscas de precios del petróleo, cortes de suministro de gas –como Alemania y Chile–, junto con las consecuencias del calentamiento global, producto de los gases de efecto invernadero, enseñan que hoy es más atractivo y necesario implementar políticas con participación ciudadana –de carácter vinculante– para poner en actividad los potenciales de las energías renovables no convencionales (ERNC) –eólica, hidroeléctrica, geotérmica, solar, biomasa y mareomotriz–; avanzar en eficiencia energética, aprovechar la cogeneración y transformar a los consumidores residenciales, comerciales, de transportes y de instalaciones industriales en generadores. Hoy los avances tecnológicos permiten obtener energía de forma cada vez más conveniente, directamente del sol, del calor de la tierra, de las caídas de agua, del viento, del movimiento del mar y de la vegetación terrestre y marina. En paralelo, se realizan investigaciones para obtener energía de la fusión nuclear, en sistemas captadores del dióxido de carbono y reciclaje de cenizas, que hay que observar con particular interés crítico, por el efecto ambiental, impacto económico y riesgos que implican, y también porque se utilizan como excusa para posponer el uso de las ERNC. También hay esfuerzos para generar energía y ocuparla además en transporte a partir del uso de hidrógeno, que a su vez requiere de mucha energía para ser producido. Con las tecnologías de la información y el internet industrial es posible ajustar las demandas con las de la producción de energías renovables, algunas bien variables, y así regular su almacenamiento, incluyendo fórmulas que involucren a todos los actores, de manera que conviertan los antiguos esquemas de productores-consumidores en sistemas inteligentes y, de paso, impulsen cambios relevantes en nuestros hábitos y estilos de vida.

    Los distintos potenciales que tiene el territorio y el mar, con su diversidad natural y cultural, requieren para su valoración, recuperación o puesta en actividad, según sea el caso, de planificación estratégica a través de instrumentos participativos como el ordenamiento territorial, la zonificación del borde costero y el manejo integrado de cuencas. En Chile no hemos implementado la práctica de la planificación, herramienta que debe estar en la primera etapa de cualquier actividad o proyecto, garantizando reglas del juego claras para todos, incluso en el caso de los tradicionales proyectos de centrales hidroeléctricas y térmicas, sean estas medianas o mayores. Esta fórmula permite soluciones integrales y socialmente aceptadas.

    La denominada crisis energética que vivimos en nuestro país, producto de una alta concentración económica, tiene alcances políticos y mediáticos importantes, al punto de que los ciudadanos de Chile son cada vez más conscientes de la necesidad de informarse por sí mismos y participar, tanto para evitar abusos como para buscar mejores alternativas energéticas. Esta situación es propicia para lograr los acuerdos base a nivel local, regional y de los distintos territorios –por ejemplo las cuencas– para avanzar hacia una política energética nacional de largo plazo que armonice los emprendimientos de todo tipo con un proyecto de sociedad vital, diverso y positivo.

    Un caso concreto ocurre con las alternativas de desarrollo energético para una zona de privilegio ecológico reconocida a nivel mundial: la Patagonia chilena. Los megaproyectos hidroeléctricos con largas líneas de transmisión son, sin duda, incompatibles con el desarrollo turístico, la conservación y la producción de servicios con un sello de origen natural. Del mismo modo, el extenso y diverso borde costero de Chile es objeto de amenazas y daños por efecto de descargas de residuos industriales líquidos que se vierten en las cuencas, depósitos de antiguos relaves mineros y aguas servidas sin tratar, y por proyectos termoeléctricos a carbón y gas. Las faenas mineras en la cordillera de los Andes, en sectores antes casi inaccesibles cuya línea de nieve es cada vez más alta, por el efecto del cambio climático y por el uso de tecnologías invasivas, junto con grandes demandas de energía, ponen en jaque a ecosistemas frágiles, fuentes de agua, glaciares, patrimonios naturales, atractivos turísticos, y a la agricultura y a las ciudades de los valles cercanos.

    Gracias a su gran diversidad natural, es claro que Chile tiene mejores opciones en las energías renovables y en el uso armónico y respetuoso del territorio y del mar. Por lo tanto, es urgente difundirlas y darles sustento político, legal y social. Este libro ha sido escrito de la forma más didáctica y sincera posible, en los tiempos que me dan los vuelos hacia y desde Aysén; cuenta también las dificultades que llevan estos desafíos, pretende ayudar al debate ciudadano de todos los sectores de nuestra sociedad y motivar los acuerdos necesarios para que definamos una política de energía inclusiva, del uso del territorio y del mar, de desarrollo y crecimiento orgánico de las regiones de nuestro país, y, entre otros objetivos, fije las capacidades de carga con los ecosistemas naturales y culturales que garanticen su sostenibilidad.

    Chile goza de una posición privilegiada en un cuadrante casi completo del océano Pacífico, posee buenos puertos, cuenta con fuentes de minerales clave para la energía, como litio y cobre; tiene el desierto más árido del mundo, importantes cuencas con ciclos hidrológicos asociados a la cordillera de los Andes, con glaciares que alcanzan una superficie de 20.575 km², lo que constituye la tercera reserva de agua más grande del mundo, después de la Antártica y Groenlandia. Estos potenciales se dan con otros factores socioculturales, como el endemismo de ecosistemas y la alta diversidad natural, étnica y cultural. El significativo número de universidades y de centros de investigación en todas las regiones de Chile y una institucionalidad que permite hacerle reformas, nos otorga una condición estratégica y relevante en la valoración y cuidado del planeta. De mantenerse el centralismo y la actual tendencia al desarrollo de megaproyectos, y la concentración energética y en otras áreas de la economía, se dañará irreversiblemente nuestro territorio, transformándolo en un conjunto de zonas de sacrificio, tal como sucede en otros lugares del mundo. Aún estamos a tiempo para decidir por mejores opciones.

    Energías renovables para Chile

    Si superponemos Chile al hemisferio norte de la Tierra, podremos apreciar que nuestro país comprendería desde el Polo Norte, pasando por los países escandinavos y Europa y llegaría hasta el centro de África. Esta imagen demuestra en forma didáctica la rica diversidad que tiene nuestro país, desde climas fríos con glaciares y alta precipitación, hasta el desierto más árido del planeta. Aquellos países del hemisferio norte, poco a poco están generando todo tipo de energías renovables no convencionales, como pequeñas hidroeléctricas, geotérmica, aprovechando el viento y el sol, y privilegian cada vez más las que menos daño producen al medio ambiente y que permiten opciones de desarrollo armónico desde los niveles locales y regionales. Todo ese movimiento debe lidiar con las dificultades de abandonar una matriz basada en energías de origen fósil, como carbón, gas y petróleo; basada en megaproyectos hidroeléctricos o nucleares y que, al igual que en Chile, configura un mercado oligopólico, con empresas que, además de concentradas, se han internacionalizado. Por su alta diversidad, nuestro país tiene un alto potencial de energías renovables no convencionales, y en la medida que crezca la conciencia de sus ventajas, debemos fomentar su participación en las soluciones de las necesidades de energías de los distintos sectores. Ello, además, constituye una oportunidad, dada nuestra alta dependencia respecto de los combustibles fósiles importados.

    En Chile tenemos el desierto de Atacama, de 105.000 km², que es el más árido del mundo. Poseemos además un enorme perímetro de 84.042 kms. de costas en el Pacífico Sur; 500 volcanes, muchos de ellos –más de 60– activos; un gran número de caídas de agua en los faldeos de la cordillera de los Andes; abundantes vientos, y una importante vegetación, tanto terrestre como marina. Esta diversidad nos da un potencial de energías renovables y de un importante número de posibilidades en otras áreas que envidiaría cualquier país del planeta. El potencial aprovechable solar es de 100.000 MW (megawatts); el mareomotriz, de 164.000 MW; el de la geotermia de 16.000 MW; el de las pequeñas y medianas centrales hidroeléctricas, ubicadas entre las cotas 1.000 y 500 sobre el nivel del mar, desde Aconcagua hasta Magallanes, de 33.000 MW; el de la energía eólica, de 5.000 MW, y el de la biomasa, de 6.000 MW. Es decir, tenemos un total de 324.000 MW, según estudios y referencias concretas que analizaremos en este texto.

    Superposición de Chile en el Hemisferio Norte,

    ejercicio didáctico para demostrar su gran diversidad.

    Estos potenciales podrían ser aun superiores. A las cifras ya indicadas podemos agregar la energía hidroeléctrica obtenible desde las diferencias de altura que tienen los canales de riego, con 1.400 MW, y la cogeneración, es decir, el aprovechamiento de la electricidad generada en los sistemas de calefacción, aire acondicionado y procesos industriales, área en la que los estudios hablan de cifras cercanas a los 2.000 MW. El abrupto perfil de la cordillera de los Andes permite un mayor potencial hidroeléctrico en pequeñas y medianas centrales. A lo anterior se pueden sumar las denominadas centrales de pasada que, salvaguardando los caudales ambientales y los requerimientos de otros usos, permiten incrementar el potencial energético. Las centrales de embalse de usos combinados para bebida, regadío y energía, recreación y turismo, también pueden resultar convenientes en la zona norte y centro-sur, ya que allí se carece de una buena regulación del agua y los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes. El ahorro y la eficiencia de la energía es un tema imprescindible para una política energética participativa. De lograr avances en este sentido seremos capaces de reducir la demanda en 2.600 MW al año 2020.

    Parte de la reserva hidroeléctrica disponible se puede apreciar esquemáticamente en un corte transversal de la cordillera de los Andes. Este potencial, calculado en forma didáctica y teórica por la Asociación Chilena de Energías Renovables, ACERA, entre la cota 1.000 y la cota 500 msnm –es decir, sin inundar ningún valle–, alcanza los 18.000 MW entre el valle del Aconcagua y Puerto Montt y 15.000 MW entre Puerto Montt y Magallanes. Si ampliamos los desniveles para embalses pequeños y medianos y agregamos centrales de pasada, este potencial se puede acrecentar significativamente. En un simple vuelo comercial entre Santiago y Puerto Montt se puede apreciar la gran cantidad de caídas de agua sin desarrollar, a las que se pueden agregar, en algunos casos, embalses de uso múltiple. Los canales y embalses de regadío existentes entre las regiones de Atacama y la Araucanía también tienen potencial hidroeléctrico. Evaluando centrales superiores a 2 MW y caudales de 4 m³/seg, se pueden obtener 862 MW; y al incluir las centrales menores a 2 MW el potencial aumenta a 1.400 MW.

    Reserva Energética disponible de caídas de agua entre las cotas 1000 y 500 msnm (ACERA).

    El potencial de los grandes proyectos hidroeléctricos ha sido estudiado por la Empresa Nacional de Electricidad desde la década de los cincuenta, cuando esa institución era estatal. La suma de estos megaproyectos no alcanza ni siquiera al 10% del potencial de la que tienen las ERNC.

    El desierto de Atacama es el que más radiación solar recibe en el mundo. Esta fuente de energía puede desarrollarse gradualmente a través de paneles fotovoltaicos y concentradores solares. Los últimos permiten obtener energía solar a través de espejos parabólicos (a un foco) o planos (a torres) para calentar aceite y, finalmente, incrementar la temperatura de una combinación de sales –muy similar al salitre– que se guardan en grandes termos capaces de liberar calor en los momentos en que no se cuenta con sol, calentar agua y generar electricidad las 24 horas del día. De la misma manera este tipo de energía y la eólica se utiliza para llevar agua potable o salada a embalses y utilizar la hidroelectricidad en horas en que la energía es más cara o para darle continuidad. Además, todo el país presenta condiciones para la aplicación de energía solar a pequeña y mediana escala, como se hace cada vez más frecuentemente en Europa, otros países y algunos estados de Estados Unidos. En un futuro próximo se utilizará la tecnología espacial mediante lentes y espejos que concentrarán la luz solar, a determinados puntos del planeta. Este y otro tipo de alternativas de energía solar también requerirán de cuidadosas evaluaciones de impacto. Por ejemplo las altas temperaturas en torno a los focos del sistema de torres solares resultan mortales para las aves. Los adelantos tecnológicos a escala humana serán muy relevantes, como los paneles fotovoltaicos de cada vez más alto rendimiento y bajo costo, y también los que guardan energía para los periodos de ausencia de sol.

    La energía solar en Chile se ha utilizado desde hace más de un siglo para desalinizar agua, para elaborar productos deshidratados y, también, para cocinar con las denominadas ollas brujas del Norte Chico. En algunas de estas aplicaciones hemos sido pioneros en el mundo. En el año 1872, el ingeniero inglés Charles Wilson construyó una planta desalinizadora en la salitrera Lastenia, al interior de Antofagasta, que producía 22.500 litros de agua dulce por día y que operó hasta el año 1907. Hoy, para desalinizar, se utilizan sofisticadas plantas de osmosis y otras tecnologías que requieren bastante energía eléctrica. También se mantiene la tecnología al alcance de todos, como las solares con simples estanques con tapa de vidrio o plástico que recogen el vapor del agua originalmente salada.

    El ingeniero Christof Horn Feja realizó una labor pionera al valorar el potencial de aplicación de la energía solar, e ideó muchas fórmulas prácticas para desalinizar en forma económica e impulsó la instalación de paneles fotovoltaicos desde los años 70. En el informe que realizó el año 2006 para las Comisiones de Energía y Medio Ambiente del Senado, hace una comparación entre la energía solar que reciben Punta Arenas (situada en los 53°8’5"S y 70°55’O) y Bremen en Alemania, (53°5’N y 8°80’E). La capital del extremo austral de Chile recibe en promedio 3,39 KW/hora, mientras que la ciudad alemana del norte del país, 3,26 KW. Alemania aprovecha el 51% de su energía solar en las ERNC, con una fuerte participación de sistemas pequeños con Net metering (mecanismo que permite a una persona o empresa generar su propia energía eléctrica y vender excedentes al sistema eléctrico), y llega con otras ERNC a 20.000 MW de potencia dejando de lado y cerrando sus plantas nucleares. En un cálculo del potencial del desierto de Atacama, Christof Horn, con un principio muy conservador y aprovechando sólo el 10 %, llega a cifras espectaculares. El desierto recibe cada año 1,65 MW hora/metro², es decir 1 km² = 1.650.000 MW/hora al año; si se divide por 365 días, se obtienen 4.520 MW/hora/día. Bastará con transformar el 10% de esta energía en electricidad para obtener 450 MW/hora como promedio diario por cada km² de colectores. Los rendimientos de los colectores fotovoltaicos están subiendo rápidamente y ahora llegan hasta el 20%. Con una superficie de 50.000 km², multiplicados por los 450 MW/hora, se obtienen 22.500.000 MW/hora/día, lo que es equivalente a 1.875 centrales eléctricas de 500 MW generando las 24 horas a 937.000 MW de potencia instalable. En el potencial antes señalado hemos propuesto la cifra muy conservadora de 100.000 MW, que indica un informe de las Universidades Técnica Federico Santa María y de Chile, para los años 2008-2023.

    Concentrador solar parabólico (España), permite calentar aceite y sales para guardar el calor durante la noche y generar electricidad mediante vapor de agua.

    La geotermia, conocida como la energía del calor que proviene de la Tierra o que está almacenada bajo la corteza terrestre, tiene un atractivo potencial en Chile, manifestado por numerosos volcanes y aguas termales. Este calor se concentra en profundidades alcanzables mediante técnicas de perforación o por el afloramiento de aguas termales y géiseres. También se están aplicando en forma experimental tubos con gases instalados en perforaciones para generar energía con el movimiento de estos, ocasionado por la diferencia térmica.

    Chile forma parte del cordón de fuego del Pacífico y tiene una actividad tectónica y volcánica que se encuentra dentro de las más altas del mundo, debido a la interacción de tres placas de la corteza terrestre. Además, nuestro territorio cuenta con más de quinientos volcanes, sesenta de ellos activos, y altos gradientes de temperatura en la cordillera de los Andes.

    La capacidad geotérmica instalada en el mundo es cercana a los 10.000 MW (8.930 MW en el año 2005 en 24 países), y por su alto factor de planta (cercano al 90%) y bajo impacto ambiental es cada vez más estudiada y aplicada. Se destacan por su uso países como Estados Unidos, Filipinas, México, Indonesia, Italia, Japón y Nueva Zelanda. El total de la energía almacenada en los primeros 10 kilómetros de la corteza terrestre, posibles de

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