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Nivelemos el campo de oración: Aliente a otros que hablen con Dios y escuchen su voz
Nivelemos el campo de oración: Aliente a otros que hablen con Dios y escuchen su voz
Nivelemos el campo de oración: Aliente a otros que hablen con Dios y escuchen su voz
Libro electrónico142 páginas2 horas

Nivelemos el campo de oración: Aliente a otros que hablen con Dios y escuchen su voz

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¿Sabía que Dios quiere escucharlo?

¡Sí a usted! La oración no es solo una actividad para «profesionales», mientras que el resto de nosotros nos sentimos como espectadores. ¡Todos pueden entrar en acción! En Nivelemos el campo de oración, las ideas de Donna Barrett lo ayudarán a explorar la oración como una oportunidad ilimitada para hablar con Dios y escucharlo, así como para ayudar a otros a hacer lo mismo. "Si usted quiere profundizar, orar con mayor confianza, y ver cosas mayores en su vida, su iglesia y su comunidad, lo aliento a que se sumerja en el poder de la oración y nivele el campo de oración con este recurso vivificante. ¡Cambiará la manera en que usted ora!" - Dr. Melissa Alfaro, Copastora de El Tabernáculo AD, Presbítero ejecutivo de las AD de menos de 40 años "El amor genuino que Donna Barrett tiene por la iglesia y su pasión por la oración brilla en esta guía práctica y cautivante." - Dick Eastman, Presidente de International Every Home for Christ, Presidente de America’s National Prayer Committee "Al leer este libro el lector se convertirá en una persona de oración. La oración atrae a Dios a nuestra vida y hace posible que podamos ver milagros." - Rev. Thomas Trask Ex superintendente general del Concilio General de las Asambleas de Dios
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 jul 2019
ISBN9781607316008
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    Muy buen libro. Lo leí porque es de una escritora de las Asambleas de Dios :)

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Nivelemos el campo de oración - Donna L. Barrett

Dios

Introducción   

¿Siente que la oración es importante, pero no es su «punto fuerte»? ¿Si fuera totalmente sincero, admitiría que la oración le parece aburrida? O quizás no esté seguro de que cambia las situaciones o es la mejor manera de aprovechar su tiempo. Tal vez le parezca que la oración es intimidante porque no le sale bien, no sabe cómo orar, ni cómo usar las «palabras correctas», o como tener la perseverancia para permanecer en la oración.

Si respondió sí a cualquiera de estos pensamientos, este libro es para usted. Muchas veces, la oración se asemeja a una actividad realizada en un campo deportivo. Usted sabe, un grupo selecto de atletas, en extraordinarias condiciones físicas, que forman dos equipos, con mucha práctica y altamente entrenados. ¡Hacen lo suyo con tanta habilidad que los espectadores en las gradas se quedan sorprendidos y asombrados! Aunque un aficionado pueda patear una pelota de un lado a otro en su jardín, esa persona sabe muy bien que no puede jugar en el campo de juego al nivel de los profesionales. Es muy fácil crear una categorización similar para aquellos que oran.

Y aunque no los llamamos «profesionales», usted sabe muy bien de quién estoy hablando. Les encanta asistir a los servicios de oración y ni pestañean cuando alguien les pide que oren. Sus palabras fluidas emocionan a quienes los escuchan. Hasta los hemos nombrado y dado títulos: los llamamos «guerreros de oración» e «intercesores». Pero ¿dónde quedamos el resto de nosotros? ¿No quiere Dios escuchar a cada uno de nosotros? ¿No quiere Dios hablar a todas las personas, no solo a unos pocos representantes? ¡Por supuesto que sí!

Quizás se siente intimidado a orar debido a personas cercanas y queridas. Una noche, después de predicar en un servicio, un caballero amable, esperó hasta que los otros se fueran para hablar conmigo. Miró a su alrededor para asegurarse de que no hubiera nadie que lo pudiera escuchar y me dijo en una voz suave pero intensa: «Lo que usted habló esta noche es la situación exacta en la que me encuentro en cuanto a la oración: intimidado. Me siento superado por mi esposa. Aunque soy parte de la junta directiva de la iglesia y he sido creyente por muchos años, cuando me casé con mi esposa me puse en un segundo plano en lo que se refiere a la oración. Ella ora mucho más que yo. Sus palabras son elocuentes y bíblicas y puede hacer largas oraciones sin ningún esfuerzo. Cuando nos casamos, yo rendí el área de la oración familiar a ella porque sentí que ella oraba mejor que yo. Lo que dijo esta noche me ayudó a darme cuenta de que Dios también quiere escucharme, y que necesito entrar a la oración por mí mismo».

¿Le resulta familiar? Cuando se trata de la oración, tenemos que nivelar el campo de oración, extirpar el estatus de la profesionalidad de unos pocos que hace que otros se sientan más como espectadores que participantes. ¡Tenemos que ayudar para que todos entren en acción!

Mi primer recuerdo sobre la oración es el mío, recitando una conocida rima tejida en una manta de punto de cruz que colgaba sobre mi cama con frases como, «si muero antes de despertar» y «que el Señor mi alma lleve». No era ni personal ni reconfortante, pero yo la oraba.

Mi siguiente recuerdo, cuando era una niña de primaria, es pasando al altar después del mensaje del domingo por la mañana en la iglesia a la que asistíamos irregularmente. Me arrodillé en el altar y una anciana seria se puso a mi lado rápidamente.

Parecía que estaba en una misión buscando insistentemente una respuesta a su pregunta: ¿Por qué quieres orar? En verdad no sabía por qué. Solo me sentía atraída a Dios y quería hablar con él. Después de hacerme la misma pregunta tres veces, me sentí obligada a responderle, así que le pedí que orara por mi tío que estaba en el proceso de un divorcio. Ella oró por él, mientras yo escuchaba su oración, y luego regresé insatisfecha a mi asiento.

Mi siguiente recuerdo en el altar ocurrió años después, otro domingo por la mañana en una iglesia diferente (Highway Tabernacle Assembly of God en Youngstown, Ohio). En ese tiempo tenía quince años, y esta vez codeé a mi hermana, Brenda, que es dos años mayor que yo, para que me acompañara al frente. El pastor, Jay Alford, nos guió a repetir la oración que cambiaría mi vida. La oración incluyó estas palabras: «Jesús, perdona mis pecados, entra en mi vida, y sé mi Señor y Salvador».

La oración. ¿Cómo se aprende a orar? A veces hablamos de esto y publicamos en Facebook: «Estaré orando por ti» como si tuviéramos un entendimiento común de lo que significa. A menudo no tenemos ni idea. Después que sucede un desastre, los reporteros hacen una solicitud generalizada de oración, supone que todos sabemos cómo orar, ¿pero, sabemos hacerlo?

Se han escrito muchos libros sobre la oración. ¿Por qué escribí este libro? Este libro sobre la oración es el resultado práctico de toda una vida de lucha con los altibajos y las observaciones acerca de la oración, primero como adolescente y luego como una joven adulta seguidora de Jesús. Luego, cuando asumí la función de pastora, necesitaba orar por mí misma y por otros, así como dirigir a otros en la oración. Como miembro del clero en la comunidad, fui invitada a orar a todo tipo de eventos, desde el inicio de una carrera de autos que era parte de un programa de televisión, a desfiles, reuniones del consejo municipal, funerales, y graduaciones.

A través de todos esos años, sentí una amplia gama de emociones relacionadas con la oración: gozo, frustración, satisfacción, y un poco de desilusión. Sentí gozo al entender que el Creador del universo no solo estaba dispuesto y quería escucharme y hablar conmigo. ¡Sí! Apenas podía entender esa realidad. Si el personal de una empresa se reúne con su director ejecutivo para recibir la visión, dirección y liderazgo, imagínese el privilegio de tener una «reunión del personal» con el Dios del universo, un tiempo individualizado para hablar sobre la visión de Dios, su dirección y sus deseos para mí. (¡Él también quiere eso para usted!)

Pero, a veces también me sentí frustrada, al darme cuenta de que no sabía cómo orar o escuchar la voz de Dios. Me parecía más lógico entregarle una solicitud de oración a mi pastor o escuchar a otro orar. Además, también es frustrante observar a las personas ocupadas en diferentes tipos de actividades en la iglesia que no participaban en la oración. A mi me parece que cuando Jesús nos da su ejemplo sobre cómo orar, y la Biblia dice mucho al respecto no solo instruyéndonos a orar sino también ordenándonos a hacerlo, que sus seguidores debieran ser personas de

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