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La Oración de Daniel para los padres: Cómo pedir el favor, la protección y la bendición de Dios sobre nuestros hijos
La Oración de Daniel para los padres: Cómo pedir el favor, la protección y la bendición de Dios sobre nuestros hijos
La Oración de Daniel para los padres: Cómo pedir el favor, la protección y la bendición de Dios sobre nuestros hijos
Libro electrónico157 páginas3 horas

La Oración de Daniel para los padres: Cómo pedir el favor, la protección y la bendición de Dios sobre nuestros hijos

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LA ORACION PUEDE DEFINIR EL DESTINO DE UNA GENERACION

Nunca antes una generación había sido tan atacada y abusada-incluso desde antes de nacer-como la de nuestros jóvenes.  Debemos reconocer este ataque satánico y responder con mayor intensidad y devoción.  Necesitamos orar por esta generación escogida.

La oración de Daniel para los padres está basado en el relato bíblico de Daniel y sus compañeros  de cautiverio, quienes no solo sobrevivieron, sino que prosperaron en un entorno que no podría haber sido más antagónico.  Los secretos de Daniel para el éxito nos enseñan como padres a orar por nuestros hijos durante sus difíciles años de desarrollo.  Los padres aprenderán principios claves para orar con eficacia, a fin de que sus hijos tengan:
  • Buena salud
  • Excelencia educativa
  • La determinación de servir a Dios
  • El favor divino
  • Desarrollo y una influencia sobrenatural
Nuestros hijos y nietos no nacieron para convertirse en las últimas víctimas del ataque de Satanás, ¡sino para ser los nuevos conquistadores!
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento4 ago 2015
ISBN9781629987941
La Oración de Daniel para los padres: Cómo pedir el favor, la protección y la bendición de Dios sobre nuestros hijos

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    La Oración de Daniel para los padres - George Sawyer

    Comencemos.

    PARTE 1

    EL FUNDAMENTO

    Capítulo 1

    NUESTRAS ORACIONES MARCAN LA DIFERENCIA

    En el año tercero del reinado del rey Joacim de Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia vino a Jerusalén y la sitió.

    —DANIEL 1:1

    FUE UN CHOQUE de dos mundos, en el que todo sentido de orden existente desapareció. A los ojos de los jóvenes que se vieron inmersos en este caos, esta gente y sus costumbres eran extrañas y desconocidas. Había caras, nombres, e imágenes nuevas; así como nuevos sonidos, presiones e influencias. Pero esta cultura no solo era diferente, sino que en muchos aspectos contrastaba, e incluso se oponía, a todo a lo que los jóvenes habían aprendido en sus casas.

    ¿Qué es lo que está ocurriendo aquí? Al comienzo del libro de Daniel, la nación de Israel está inmersa en un largo y constante alejamiento de Dios y de su Palabra. Con el tiempo, su rebelión y desprecio hacia Dios terminaron penetrando su gobierno, religión y sociedad en general, y Dios ya no los podía bendecir o protegerlos. Terminaron en cautiverio, cosechando las consecuencias de lo que sembraron.

    La una vez venerada nación se había convertido en una presa fácil. Los ejércitos de Babilonia marcharon hasta ella y entraron en su aparentemente inexpugnable ciudad capital. Allí, destruyeron y quemaron todos los símbolos de la seguridad y la fe de Israel, y saquearon todo aquello de valor monetario. Incluso, capturaron a algunos de los ciudadanos más destacados de Judá y marcharon cruelmente con su botín de guerra hasta Babilonia, en un desfile de derrota y vergüenza.

    Pero ese no fue el final de los planes de Babilonia para estos cautivos.

    Además, el rey le ordenó a Aspenaz, jefe de los oficiales de su corte, que llevara a su presencia a algunos de los israelitas pertenecientes a la familia real y a la nobleza. Debían ser jóvenes apuestos y sin ningún defecto físico, que tuvieran aptitudes para aprender de todo y que actuaran con sensatez; jóvenes sabios y aptos para el servicio en el palacio real, a los cuales Aspenaz debía enseñarles la lengua y la literatura de los babilonios.

    —DANIEL 1:3–4

    Los babilonios querían adiestrar a los mejores y más destacados israelitas para que sirvieran a su nación, una nación sumida en la idolatría y sin conocimiento del único Dios verdadero. Los jóvenes que eligieron mostraban aptitudes para todo tipo de disciplina, y eran inteligentes y dotados. Los babilonios querían aprovechar esos dones y habilidades para ponerlos al servicio de su reino impío. Su plan era para enseñarles la lengua, la literatura, las costumbres y los propósitos de Babilonia, y conseguir que se olvidaran, o al menos que renunciaran a su Dios.

    Pero no hay forma de que estos jóvenes israelitas puedan alcanzar su máximo potencial desconectándose de Aquel que les dio sus dones y talentos. Para vivir la vida en su nivel más alto, debemos conocer personalmente al Dios misericordioso que nos creó. Debemos darnos cuenta de que nuestros talentos y dones provienen de Dios y están destinados a ser utilizados para servir a sus propósitos. ¿Qué harían entonces estos jóvenes hebreos?

    No es casualidad que los babilonios enfocaron en los jóvenes su plan de adiestramiento. Satanás busca constantemente como víctimas a los más vulnerables, los jóvenes, por ser los menos capaces de defenderse. ¿Por qué? Él quiere atacar y destruir sus sueños, sus esperanzas, y el potencial que Dios les dio antes de que tengan la oportunidad de desarrollarlo.

    ¡A Satanás suele atemorizarle más el futuro de una persona que su pasado! Cada generación nace con una asignación de muerte por parte de Satanás y una misión de vida abundante por parte de Dios. Es por ello que debemos orar por esta nueva generación.

    Siempre ha existido una estrategia infernal para aplastar los sueños antes de que se hagan realidad, para exterminar todo aquello que nazca del vientre del diseño de Dios. Piense en Moisés. Él nació en una crisis, en un momento crucial de la historia, como la respuesta de Dios a las oraciones de su pueblo por una liberación. Pero si el faraón hubiera logrado su cometido, Moisés jamás habría nacido.

    En un plan que solo pudo haber sido inspirado por el demonio, el faraón emitió un decreto que exigía que todos los bebés varones nacidos de los esclavos israelitas debían ser ejecutados al nacer. Sin embargo, en una gran muestra de amor y valentía, los padres de Moisés se negaron a obedecer el decreto del Faraón. Ya sabemos el resto de la historia. Moisés dejó un legado impresionante, y todo porque sus padres protegieron a su hijo y le confiaron a Dios su futuro.

    Avancemos rápidamente hasta hace dos mil años. Dios vino a librarnos del poder del pecado. Jesucristo nació de una virgen en un humilde establo en Belén. Nuestro Dios perfecto permitió que su divinidad se revistiera de humanidad. Cuando esto ocurrió, una alarma se prendió en el infierno y Satanás una vez más encontró una marioneta humana a través de la cual atacar a este joven Libertador. Herodes, al igual que el faraón, decretó que todos los bebés varones de Israel debían ser ejecutados al nacer. ¿Por qué? Satanás quería exterminar al Libertador antes de que Jesús pudiera cumplir el propósito para el cual Dios lo puso en la tierra.

    Primero lo hizo con Moisés y después con Jesús, y hasta el sol de hoy a Satanás no se le ha ocurrido nada nuevo. Actualmente sigue tratando de eliminar a los libertadores que Dios está enviando a esta generación. Una vez más, su objetivo son los jóvenes. Desde hace más de cuarenta años Estados Unidos ha permitido legalmente el ataque del maligno a los más vulnerables: los bebés en desarrollo en el útero. Parece que el miedo y la intensidad de Satanás han alcanzado niveles sin precedentes, incluso para él. Debe sentirse muy intimidado por los planes que Dios tiene para esta generación, ya que ni siquiera puede esperar a que nazcan para eliminarlos.

    Jamás una generación había sido tan atacada y abusada tanto dentro como fuera de la matriz. Estamos hablando de líderes, liberadores y campeones potenciales. Debemos reconocer y responder a este asalto satánico con una mayor intensidad y devoción. Debemos orar por esta generación escogida. Estamos en una guerra por el destino de una generación y, como consecuencia, por el futuro que ellos definirán. El enemigo es grande, pero nuestro Dios es mucho más grande. El enemigo es poderoso, pero nuestro Dios es todopoderoso. El enemigo es astuto, pero nuestro Dios tiene la sabiduría suprema.

    Nuestros hijos y nietos no nacieron para que fueran víctimas del asalto de Satanás a nuestra juventud, sino para convertirse en los nuevos conquistadores. Se supone que debemos ganar esta batalla espiritual, ¡y lo haremos si logramos entender el poder innato que tiene la oración hecha bajo el influjo del Espíritu Santo!

    En 2 Corintios 10:3–5 dice: Pues aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo.

    Romanos 8:31 dice: ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?.

    Unos versículos más adelante, la Palabra dice: ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? [ . . . ] Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor (Romanos 8:35, 37–39).

    Dios es más grande que cualquier obstáculo, y por medio de Cristo podemos triunfar sobre el enemigo. Nuestra herencia como hijos de Dios es la victoria.

    ¿QUÉ HAY EN UN NOMBRE?

    A Satanás le gusta insistir en que la inteligencia funciona únicamente en ausencia del conocimiento del único Dios verdadero. Cuán defectuosa, estrecha y poco profunda. Actualmente, dondequiera que miremos a nivel educativo y cultural, encontraremos un desarrollo intelectual que carece de una comprensión del destino. El fallecido pastor Myles Munroe declaró: Cuando no se conoce el propósito, el abuso es inevitable.¹

    En su ataque a los jóvenes israelitas en Babilonia, uno de los primeros objetivos de Satanás fue su identidad. Al poco tiempo, ya les había cambiado los nombres. En lugar de sus nombres, que hablaban de su herencia hebrea y de su propósito en Dios, recibieron nuevos nombres babilónicos. Daniel, Ananías, Misael y Azarías se convirtieron en Beltsasar, Sadrac, Mesac y Abed-nego (Daniel 1:6–7).

    ¿Por qué era esto tan importante? Porque una vez que nos hemos desconectado del propósito de Dios para nuestra vida, y de su sociedad en el cumplimiento de ese propósito, podemos ser fácilmente influenciados para que sigamos otro destino sustituto.

    Las Escrituras y la vida me han convencido de que nosotros jamás sabremos verdaderamente lo que somos a menos que lleguemos a conocer a Jesucristo personalmente. Desde que estamos en el vientre de nuestra madre, Dios ya ha comenzado a preparar su amoroso plan para nuestra vida. El salmista escribió: Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! [ . . . ] Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos (Salmo 139:13–14, 16). Sin embargo, la capacidad de conocer y vivir este plan depende completamente de si conocemos personalmente a Cristo. Vivir la vida al más alto nivel es el resultado de la intención de Dios más nuestra decisión de seguirlo.

    El nombre Daniel en hebreo significa Dios es mi juez. Cada vez que Daniel oía su nombre, recordaba proféticamente que él se debía al gran Jehová del cielo. Pero, ¿qué nombre le pusieron en Babilonia? Beltsasar, que significa: Baal protege mi vida. Baal era un ídolo babilónico tan vil, que incluso niños inocentes eran quemados como sacrificio en la depravada adoración de este dios demoníaco.² Jeremías 19:5 dice: Han construido santuarios paganos en honor de Baal, para quemar a sus hijos en el fuego como holocaustos a Baal, cosa que yo jamás les ordené ni mencioné, ni jamás me pasó por la mente. Una vez más vemos el ataque flagrante contra los niños. Este patrón de Satanás de atacar a los niños, específicamente a los bebés, se repite a lo largo de la historia de su estrategia macabra contra la raza

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