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Portal 26
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Libro electrónico101 páginas1 hora

Portal 26

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En el corazón de Madrid habita un misterioso anciano, sobre el que circulan varias leyendas en torno a su existencia.

El destino hará que cuatro personas sin nada en común se crucen con él, experimentando cambios radicales en sus vidas.

Una historia apasionante que no dejará indiferente al lector, hará cuestionarse cómo afrontamos asuntos del día a día y cómo las decisiones que tomamos pueden marcar nuestro futuro.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 abr 2019
ISBN9788468536576
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    Portal 26 - José Romero Arcas

    10

    Capítulo 1

    Era una calurosa noche de agosto, las terrazas del centro de Madrid estaban a rebosar de gente; sobre todo las de la Plaza Mayor. Se podía observar el trasiego de gente pasear por las calles contiguas con el fin de evadirse del calor, intentando aprovechar la poca o casi inexistente brisa nocturna.

    No muy lejos de allí, se podía ver un pequeño grupo de personas comandadas por un guía que pertenecía a una pequeña empresa de turismo low cost llamada Madrid Fun Tours. Principalmente se dedicaban a pequeños tours urbanos tanto diurnos como nocturnos. Sus rutas guiadas además de llevar un guía, también eran interactivas, ya que se podía profundizar en los lugares de la ruta gracias a su aplicación de Smartphone, ése era uno de sus principales atractivos. Esa noche la temática era Lugares misteriosos de Madrid, el grupo era bastante variopinto en cuanto al tipo de gente que lo componía. Había algunos que mostraban interés, pero en cambio otros no hacían nada por tratar de disimular su aburrimiento, llegando incluso a escaparse algún bostezo de alguno de los visitantes.

    Cuando llegaron al último emplazamiento, éste llamó poderosamente su atención, lo que no sospechaban es que este lugar cambiaría la vida de más de algún miembro del grupo. Una vez hubieron parado, Manuel el guía se dirigió al grupo y esbozando una amplia sonrisa a la vez que proyectaba energía a través de su oratoria, comenzó su explicación…

    - ¡Bueno Familia!, ¿lo estáis pasando bien?, pues vamos a terminar la visita al Madrid misterioso aquí. Estamos en la Calle Toledo, concretamente en el número 26, como podéis ver es un edificio bastante antiguo que data de 1891 y que posteriormente fue reformado en 1903.

    Nuestra historia se desarrolla en años posteriores, para ser más específicos en 1992. En el primer piso, justo al lado de ese maravilloso cartel de Se Vende, el primero escalera izquierda para ser más precisos, vivió la familia Mendigorría Sanz.

    Don Alberto Mendigorría fue hijo de un gran empresario madrileño, era un joven instruido que cursó estudios empresariales en la Universidad Complutense de Madrid en 1967.

    Al concluir sus estudios se hizo cargo de la empresa familiar provocando una gran expansión de la misma, lo que le convirtió en uno de los hombres más ricos del país.

    Se casó con su prometida doña Isabel Sanz y se establecieron en este piso que compró Don Alberto antes del enlace. Fruto de este matrimonio nacieron dos hijos, Alberto y Alejandro.

    Alberto junior siguió los pasos de su padre y se fue a probar suerte a Estados Unidos donde acabó estableciéndose. Alejandro, el hijo menor, cayó en una profunda depresión al irse su hermano, acabo rodeándose de malas compañías lo que provocó que se refugiara en las drogas y el alcohol.

    Una noche, cuando Don Alberto llegó a casa encontró una patrulla del cuerpo nacional de policía en su casa y a su mujer Doña Isabel llorando desconsolada, le acababan de comunicar; que su hijo Alejandro había sufrido un accidente de tráfico en el que había fallecido al chocar frontalmente con otro vehículo. Las causas principales del accidente fueron la conducción imprudente bajo los efectos del alcohol.

    Dos semanas más tarde Doña Isabel incapaz de soportar la pérdida de su hijo menor se quitó la vida.

    A partir de ese momento, según cuenta la historia, Don Alberto dejó sus obligaciones en la empresa y delegó todo en uno de sus hombres de confianza para poder vivir en paz y recluido en este piso.

    Dedicó gran parte de su vida a hacer voluntariado en distintas asociaciones y organizaciones benéficas, de él se decía que, en más de alguna ocasión, llegó a usar gran parte de sus recursos económicos e influencias con el fin de ayudar a algunas personas de bien a salir adelante. Estas acciones hicieron que se ganara el apodo del Santo o el Genio de la calle Toledo 26.

    Nada se sabe ya de este desdichado hombre, algunos dicen que una mañana la policía le encontró muerto sentado en su sillón favorito, otros dicen que abandonó el país para romper con su pasado y otros aseguran haber visto su sombra en más de una ocasión asomada a la ventana.

    Lo que sí dice la leyenda, es que, si tienes la ocasión de hablar con Don Alberto, podrás pedirle lo que quieras y te lo concederá; no se sabe ni cómo ni de qué manera, pero lo que si aconsejan es que pidas bien y con cabeza.

    - ¡Bueno Familia! –dijo el guía- ¿os lo habéis pasado bien?, como os dije la visita ha llegado a su fin. Os deseo que tengáis buenas noches y por favor no os olvidéis de puntuarnos en la aplicación. ¡Muchas Gracias!

    Y con estas palabras el guía se marchó con la satisfacción de un trabajo bien hecho, en cambio algunos de los componentes del grupo se quedaron como hipnotizados mirando el viejo ventanal del piso.

    Momentos más tarde el grupo se dispersó por completo siguiendo cada uno su camino.

    Una pareja de las que iba en el grupo empezó a comentar este último sitio misterioso…

    - ¿tú que crees?, ¿habrá algo de verdad en esa historia?

    - ¡Por favor Rocío!, no seas boba, sólo son patrañas.

    - ¡Joder Arturo!, no se te puede decir nada. ¿Nunca te has creído nada?

    - Tonterías como ésa no.

    Arturo era un hombre con una mentalidad extremadamente lógica, fría y calculadora, jefe de departamento de unos grandes almacenes, esa noche había ido a la ruta guiada con un ligue del trabajo, Arturo no era un hombre de compromisos sentimentales; según él, eso eran obstáculos en la carrera profesional.

    Por otro lado, iban otros tres componentes del grupo comentando también la historia de la familia Mendigorría, estos eran Jessica o La Jessy como la conocían popularmente en su barrio, su amiga Vanesa y un vecino suyo Pedro.

    Jessica trabaja de cajera en una gasolinera cercana a su barrio, junto a su amiga Vanesa; Pedro es albañil, pero ya lleva bastantes años en paro.

    - ¡Ostias Jessy Tía!, ¿te imaginas encontrarnos con el viejo ese?, a mí me da algo, es que me meo en las bragas.

    - ¡Pues si está bien yo me lo follo! –dijo Jessy estallando en carcajadas-

    - ¡Joder tía!, eres mazo putón.

    - ¡Ya os vale! –Añadió Pedro- pues si ese tío concede lo que quieras yo le pediría un millón de euros como poco y me doy una vida que te cagas.

    Unas pocas horas más tarde, Luis, otro de los componentes del grupo llegaba a su casa o más bien a casa de su madre. Llevaba ya tres meses desempleado y comenzaba a desesperar por lo que su madre, Mercedes, prácticamente le obligó a salir esa noche con Andrea, una excompañera de trabajo también en desempleo en una situación prácticamente idéntica a la de Luis.

    - ¡Hola Mamá!

    - ¡Hola hijo!,

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