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Francisco: El Ingenio o las Delicias del Campo
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Francisco: El Ingenio o las Delicias del Campo
Libro electrónico172 páginas2 horas

Francisco: El Ingenio o las Delicias del Campo

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Francisco. El ingenio o las delicias del campo, escrita por Anselmo Suárez y Romero, cuenta los amores de dos esclavos, Francisco y Dorotea. A continuación resumimos su argumento:

- Francisco, nacido en África y traído a Cuba, es un siervo dócil y obediente. Le pide permiso a su ama doña Dolores Mendizábal para casarse con Dorotea. Sin embargo, doña Dolores se niega para favorecer los deseos de su hijo Ricardo, que quiere poseer a la esclava.
- Francisco deja encinta a Dorotea, forzando así sus aspiraciones matrimoniales.
- Entonces Doña Dolores, colérica ante tal acto de desobediencia, envía a Francisco a un ingenio azucarero. Allí sufre toda la dureza del trabajo esclavo, y destina a Dorotea a limpiar en casas de francesas.
- Ricardo, enamorado de Dorotea y constantemente rechazado, somete a Francisco a suplicios inhumanos en el ingenio. Hasta que Dorotea se entrega para salvar a su amante de una muerte cierta, que finalmente no consigue evitar.
- Francisco se ahorca. Dorotea también fallece después de su regreso a La Habana.La novela Francisco fue la primera obra costumbrista que se atrevió a tocar el tema de la esclavitud y mostrarlo como una práctica abominable. Ello en un momento en que la mano de obra esclava constituía parte esencial de la economía cubana. La novela es relativamente breve, pero dramática en extremo, dura y conmovedora. Tiene brillantes descripciones de la sociedad cubana, de La Habana y de los ingenios azucareros.
La novela Francisco fue escrita en 1838 por impulso de Domingo del Monte, para ser entregada al delegado inglés Richard Robert Madden. Este publicó un álbum antiesclavista en Londres con textos de varios escritos cubanos. La copia que llevó Madden a Inglaterra se perdió. Más tarde, Suárez y Romero escribió un prólogo para su obra en Nueva York (1875) y su novela se publicó en 1880.
El valor de esta obra no está en su trama sentimental. Es valiosa por la descripción de la vida en los ingenios azucareros cubanos, las costumbres, cantos y ritos africanos. Por esta razón, Domingo del Monte quiso agregarle un subtítulo irónico: El ingenio o las delicias del campo.
IdiomaEspañol
EditorialLinkgua
Fecha de lanzamiento15 oct 2018
ISBN9788490070758
Francisco: El Ingenio o las Delicias del Campo

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    Francisco - Anselmo Suárez y Romero

    9788490070758.jpg

    Anselmo Suárez y Romero

    Francisco

    El Ingenio o las Delicias del Campo

    Edición de Mario Cabrera Saqui

    Barcelona 2024

    Linkgua-edición.com

    Créditos

    Título original: Francisco. El Ingenio o las Delicias del Campo.

    © 2024, Red ediciones S.L.

    e-mail: info@linkgua.com

    Diseño de cubierta: Michel Mallard.

    ISBN CM: 978-84-9007-824-2.

    ISBN tapa dura: 978-84-1126-169-2.

    ISBN ebook: 978-84-9007-075-8.

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

    Sumario

    Créditos 4

    Brevísima presentación 7

    La vida 7

    La esclavitud en Cuba 8

    Advertencia 11

    Capítulo I 21

    Capítulo II 41

    Capítulo III 67

    Capítulo IV 91

    Capítulo V 109

    Capítulo VI 135

    Libros a la carta 153

    Brevísima presentación

    La vida

    «Sacudido profundamente por la suerte de su patria irredenta, Anselmo Suárez y Romero, notable narrador y costumbrista, escribió al margen de uno de sus manuscritos: ¡Oh, Cuba mía! ¿Bajaré a la tumba sin verte libre?. En 1878 murió sin haber visto a su patria independiente. Había nacido en 1818. Participó muy joven en las tertulias de Domingo del Monte (1804-1853).

    A solicitud de este animador de la cultura, escribió Francisco, novela a la que su amigo quiso dar el más sarcástico título de El ingenio o las delicias del campo. Nunca pudo ver editada esta obra ya que la censura colonial lo impidió. Pero en 1859 publicó su Colección de artículos, muchos de ellos de carácter costumbrista.

    Como escritor de costumbres, Suárez enfoca diversas facetas de la vida rural cubana. Describió con poético estilo los paisajes cubanos, algo idealizados, con una prosa suavemente musical como en Palmares. En su celebrada novela resultan valiosas sus descripciones de la vida de los esclavos en los ingenios de azúcar, sus horas de trabajo, sus bailes y cantos traídos de África. Esos cuadros costumbristas poseen el valor de recoger ricas informaciones sobre el régimen esclavista, base económica de los productores de azúcar. En la sección Costumbres del campo de su Colección de artículos también esboza los hábitos de vida de los campesinos y de los esclavos rurales que pudo observar directamente durante sus estancias en el ingenio Surinam.»

    Salvador Bueno

    La esclavitud en Cuba

    No fue Francisco mi primera producción literaria; pero solamente había escrito los cuadros titulados Una noche de retreta, Un viejo impertinente, Un recuerdo, y Carlota Valdés, cuando emprendí, en 1838 y acabé en 1839, aquella novela, excitado por Domingo del Monte, a quien había pedido Mr. R. Madden algunas composiciones de escritores cubanos con objeto de saber el estado de la opinión acerca de la trata y de los esclavos, entre los jóvenes pensadores de Cuba.

    Cuando publiqué mi Colección de artículos, en 1859, quise que entrasen a componer parte de ella los Fragmentos. El censor los rechazó apenas hubo leído los primeros párrafos, y si siempre había comprendido yo que mi novela no podía publicarse mientras existiese entre nosotros la esclavitud, lo cual influyó incuestionablemente para que en su oportunidad no tratase de mejorarla, los Fragmentos son, bajo todos sentidos, una prueba de que en la actualidad sería vano el intento de reproducir a Francisco metiendo la hoz en sus capítulos para cortar lo malo y salvar lo bueno. Aun la copia que se llevó Mr. Madden para Inglaterra, y por cuya adquisición estoy dando pasos, tal vez infructuosos por lo tardíos, no es verdaderamente igual a los borradores con cabal fidelidad transcritos ahora, porque José Zacarías González del Valle, que fue, en aquella época, el mejor de mis amigos, me excedía hasta tal punto, a pesar de ser tres años menor que yo, en instrucción y gusto, que sus correcciones, mutilando cuanto le parecía y arreglando algunas frases, acaso quitarían a la novela muchos de sus principales defectos para sustituirlos con bellezas acreedoras a los aplausos que entonces equivocadamente se me tributaron, tomándose por exclusivamente mío lo que más había sido parto de otro ingenio. A ese error achaco los desmesurados elogios de Cirilo Villaverde.

    Anselmo Suárez y Romero

    Advertencia

    No fue Francisco mi primera producción literaria; pero solamente había escrito los cuadros titulados Una noche de retreta, Un viejo impertinente, Un recuerdo, y Carlota Valdés,¹ cuando emprendí, en 1838 y acabé en 1839, aquella novela, excitado por Domingo del Monte, a quien había pedido Mr. R. Madden² algunas composiciones de escritores cubanos con objeto de saber el estado de la opinión acerca de la trata y de los esclavos, entre los jóvenes pensadores de Cuba. Desde el campo remitían los borradores a José Zacarías González del Valle,³ para que los corrigiese y copiase, y un traslado que él sacó con él título de El Ingenio o las delicias del campo, más apropiado, en concepto de Del Monte, que el de Francisco, pasó a poder de Mr. Madden, permaneciendo desde entonces los borradores, en la misma forma en que salieron de mi pluma. La copia que ahora coloco en este volumen no difiere de los originales, ya casi ininteligibles en muchos puntos, sino en la ortografía, habiendo reproducido fielmente aquéllos, aun en infinidad de palabras y frases que el lector tildará desde luego, como lo hacía yo conforme las iba leyendo. En nada he variado tampoco el plan, dejándolo intacto en su conjunto y en sus detalles.

    El lector me hará, sin duda, un cargo por haber respetado hasta ese grado una producción que bajo tal forma no es digna de darse a la prensa. Yo lo acepto; pero voy a decir lo que me ha sucedido. A ruegos de varios amigos he intentado algunas veces retocar en el fondo y en el estilo a Francisco; mas pronto conocí que, escrita la novela por mí hace tantos años, con el candor y el desaliño de un joven sin conocimientos de ninguna especie, porque hasta de numerosas faltas ortográficas están plagados los originales, lo que surgía, desde las primeras páginas limadas, era una nueva obra, y no la misma que brotó como un involuntario sollozo de mi alma al volver la vista hacia las escenas de la esclavitud. Así es que he rasgado todas las copias con enmiendas que comenzaba a hacer, prefiriendo que se mantenga el trabajo primitivo con el color ingenuo, imposible de ser imitado en el ocaso de la vida. Cuando publiqué mi Colección de artículos, en 1859, quise que entrasen a componer parte de ella los Fragmentos. El censor⁴ los rechazó apenas hubo leído los primeros párrafos, y si siempre había comprendido yo que mi novela no podía publicarse mientras existiese entre nosotros la esclavitud, lo cual influyó incuestionablemente para que en su oportunidad no tratase de mejorarla, los Fragmentos son, bajo todos sentidos, una prueba de que en la actualidad sería vano el intento de reproducir a Francisco metiendo la hoz en sus capítulos para cortar lo malo y salvar lo bueno. Aun la copia que se llevó Mr. Madden para Inglaterra, y por cuya adquisición estoy dando pasos, tal vez infructuosos por lo tardíos, no es verdaderamente igual a los borradores con cabal fidelidad transcritos ahora, porque José Zacarías González del Valle, que fue, en aquella época, el mejor de mis amigos, me excedía hasta tal punto, a pesar de ser tres años menor que yo, en instrucción y gusto, que sus correcciones, mutilando cuanto le parecía y arreglando algunas frases, acaso quitarían a la novela muchos de sus principales defectos para sustituirlos con bellezas acreedoras a los aplausos que entonces equivocadamente se me tributaron, tomándose por exclusivamente mío lo que más había sido parto de otro ingenio. A ese error achaco los desmesurados elogios de Cirilo Villaverde.⁵

    Pero confieso que después de tantos años como han transcurrido desde que, mirando de cerca nuestra vida campestre, trazaba con indócil mano los capítulos de Francisco, siempre que los vuelvo a leer, recibo la misma impresión que cuando los escribía. Sin querer, me lleno de tristeza, y acabo, sin poder remediarlo, por derramar lágrimas. Suelo reírme de mil palabras y giros mal usados y de multitud de redundancias y repeticiones enfadosas; pero en cuanto contemplo a Dorotea y a Francisco, víctimas de una institución horrenda, pienso que la crítica literaria, más severa habrá de ahogar sus censuras para compadecer a aquellos dos esclavos desventurados, juntando su llanto con el mío. Es el triunfo que me enorgullecerá.

    Muy distante estoy de figurarme que mi novela puede en nada compararse a La cabaña del tío Tomás, de la angloamericana Enriqueta Beecher Stowe; pero debo advertir que mis dolores y lamentos, por más que infringiesen todas las leyes del buen gusto, precedieron algunos años a las elocuentes páginas de aquella esclarecida mujer.

    Habana, y julio 23 de 1875.

    1 Estas primeras obras de Anselmo Suárez y Romero: Una noche de retreta (1838) y Un vicio impertinente (1838), se hallan incluidas en el tomo VI, titulado Costumbres habaneras, de los manuscritos inéditos del autor que se conservan en la Biblioteca Nacional. Un recuerdo (1838) y Carlota Valdés (1838) las recogió en su Colección de Artículos (1859).

    Carlota Valdés, que fue su primera producción, se publicó en El Álbum (tomo III, La Habana, 1838), que editaba Luis Caso y Sola.

    2 Richard Robert Madden, curiosa combinación de economista y filántropo, desempeñó en Cuba el cargo de Comisionado de Su Majestad Británica ante el Tribunal Mixto de Arbitraje en asuntos de la trata, creado por el Tratado entre S. M. el rey de España y de las Indias, y S. M. el rey del Reino Unido de la Gran Bretaña, firmado en Madrid el 23 de septiembre, de 1817 y ratificado el 22 de noviembre del mismo año. A su regreso a Inglaterra, Madden publicó dos obras tituladas: Poems by a slave in the Island of Cuba, recently liberated; translated from the Spanish by R. R. Madden, M. D., with the History of the early life of the negro poet written by himself; to which are prefixed two pieces descriptive of Cuban Slavery and the Slave Traffic by R. R. M.-London Thomas Ward and Co., 27 Paternoster Row. and may be had at the office of the British and Foreign anti-slavery society, 27 TTew Broad Street, 1840; y The Island of Cuba: its resources, progress and prospects, considered in relation especially to the influence of its prosperity on the interests of the British West Indis Colonies by R. R. Madden M. R. I. A.-London; Charles Gilpin, 5, Bishopsgate Without.-Dublin: James B. Gilpin, 59, Dame-Strect.-1849. El contenido de esos libros está formado por sus observaciones y estudios personales, realizados durante su estancia en Cuba, y de los datos obtenidos en el círculo intelectual que rodeaba a Domingo del Monte. Entre estos datos deben mencionarse, como documentos valiosísimos, el cuestionario que le sometió el propio Del Monte en asuntos relacionados con el estado de la Iglesia, la esclavitud y la economía de Cuba, y que éste contestó detalladamente: la autobiografía, cartas y poesías del poeta esclavo Juan Francisco Manzano; las Elegías cubanas de Matamoros; una poesía de José Zacarías González del Valle sobre los esclavos; y la novela Francisco, de Anselmo Suárez y Romero, cuyos originales, copiados por José Zacarías González del Valle, se llevó con él a Londres. Al referirse a esta novela en carta escrita a Domingo del Monte en octubre de 1839 dice Madden: «Mi querido Sr. Del Monte: anoche leí la obrita titulada El ingenio o las Delicias del campo, y ahora comprendo a Byron cuando dijo que la verdad es más extraña que ficción. Poco mérito literario tiene por cierto este trabajo; pero en cambio la verdad y la vida brotan de cada uno de sus renglones. ¿Cómo es que pudo nunca decir Saco que la esclavitud en Cuba era una suave servidumbre? ¿Por qué un hombre de la medida de Saco había de decir lo que no sentía, tan solo por desarmar la hostilidad que los hacendados mostraban a sus ideas civilizadoras? Encuentro en esta piececita de El ingenio unos detalles minuciosos de descripción, una observación tan correcta y precisa, y una rectitud de principios y sentimientos, que rara vez he visto sobrepujar. ¡Ay, amigo mío! ¡Cuánta inteligencia, cuántos talentos y cuánta virtud, se hallan condenados aquí por el destino a gastar y evaporar en el vacío su aroma y dulces frutos!»

    «Pero he dicho mal; ni se gastarán ni se evaporarán: no son por ahora más que el germen. A su tiempo darán su fruto sazonado esas semillas, y pido a Dios les dé calor y vida. Excede a todo encomio el mérito de usted al dirigir la inteligencia de la juventud de Cuba por una atmósfera tan sana, inspirándole los sentimientos sólidos y dignos sobre asuntos como el que presenta la pieza a que me refiero...»

    «Con respecto a la piececita El ingenio, le recuerdo que no he recibido la segunda parte, y que no parece que termina la historia en la cuarta. Le suplico me la complete, y si no puede remitírmela ahora, entréguela a Mr. Clark. También quisiera recibir antes de mi partida la copia que me ofreció usted de la definición de voces cubanas.»*

    ____________________

    * Nota de Anselmo Suárez y Romero: «En vísperas de partir Mr. Madden, le entregó Del Monte la novela en cuerpo y alma, como me escribía Valle en 6 de dic. de 1839; y si mi memoria no me es infiel, Mr. Madden volvió a hablar de aquélla en otra carta dirigida a Del Monte desde el Cabo de Buena Esperanza».

    «La definición de voces cubanas a que Mr. Madden se contrae, es una especie de diccionario que formó Del Monte acerca de las expresiones locales usadas por mí en la novela».

    En otra carta de José Zacarías González del Valle a Anselmo Suárez y Romero, fechada en 5 de septiembre de 1838, leemos los siguientes datos que son muy valiosos para conocer la génesis de Francisco:

    «Ya Del Monte me había dicho que le prometiste escribir algo para un Álbum que piensa regalarle de composiciones negreras al comisionado inglés Mr.

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