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De Amistad y Enemistad entre Ateneístas y Humanistas en Torno a la biografía de Mariano SIlva y Aceves 1887-1937
De Amistad y Enemistad entre Ateneístas y Humanistas en Torno a la biografía de Mariano SIlva y Aceves 1887-1937
De Amistad y Enemistad entre Ateneístas y Humanistas en Torno a la biografía de Mariano SIlva y Aceves 1887-1937
Libro electrónico255 páginas3 horas

De Amistad y Enemistad entre Ateneístas y Humanistas en Torno a la biografía de Mariano SIlva y Aceves 1887-1937

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Si en la historia de la educación y de las letras en México hay personajes identificados con el grupo del Ateneo de la Juventud y que son reconocidos del todo como Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Pedro Henríquez Ureña, Antonio Caso y Julio Torri, hay un postergado. Tal es el caso de Mariano Silva y Aceves, estudiado en los últimos años por Serge
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 abr 2019
De Amistad y Enemistad entre Ateneístas y Humanistas en Torno a la biografía de Mariano SIlva y Aceves 1887-1937
Autor

Hí©ctor Díaz Zermeño

Es licenciado, maestro y doctor en historia por la UNAM. Cuenta con la licenciatura en educación primaria y la maestría en historia por la Normal Superior. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel II. Pride D en la UNAM FES Acatlán desde 2003. Ha sido acreedor a la Cátedra Nabor Carrillo y en dos ocasiones la de José Vasconcelos. Gozó de la Beca C.B. Smith de la Universidad de Texas en Austin. Obtuvo medalla y diploma Gabino Barreda en el Doctorado por la UNAM. Ha publicado ocho antologías sobre México en el Siglo XIX y doce ensayos que incluyen una traducción del inglés; varias sobre la historia de la educación en México; la Prensa en la guerra con los EE.UU,; las traiciones de Santa Anna; la biografía de Aureliano Blanquet; las oligarquías de intelectuales en la educación superior; la Masonería en la independencia de Hispanoamérica; la lucha entre yorkinos y escoceses en la prensa. Ha sido invitado como Main Speaker en tres ocasiones por el College of the Mainland, de Houston Texas. Actualmente se desempeña en la UNAM FES Acatlán y en el posgrado de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras.

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    De Amistad y Enemistad entre Ateneístas y Humanistas en Torno a la biografía de Mariano SIlva y Aceves 1887-1937 - Hí©ctor Díaz Zermeño

    84.

    Capítulo 1 Entorno histórico en la República Mexicana. De su Nacimiento, hasta la caída de Porfirio Díaz. 1887-1910

    En la República Mexicana

    Durante el año de 1887, época que naciera nuestro biografiado, don Porfirio Díaz se encontraba de nuevo y por segunda ocasión como presidente de México desde 1884, por el mérito político de haber sido el único candidato a la presidencia, debido al descrédito en que había caído el gobierno anterior de su compadre Manuel González. Una vez que tomó las riendas del poder nombró a su suegro, Manuel Romero Rubio, Secretario de Gobernación. De esta forma tanto Rubio como González, quedaban invalidados para una posible candidatura a la presidencia, pues hubieran sido los candidatos más probables y competitivos en futuras contiendas presidenciales. Con ello y después de reformar la Constitución se abrió el campo para sucesivas reelecciones, perpetuándose en el poder hasta 1910, con un gobierno más autoritario que dictatorial, por ser el único, el indispensable, el ser necesario, pero que finalmente se hizo detestable por sus notas disonantes, provocando la Revolución Mexicana1.

    Encuadrado en este amplio espectro político porfiriano y según su Fe de Bautismo, el presbítero Antonio Montero, exorcizó, puso el óleo, el sagrado crisma y bautizó solemnemente a un infante de nombre José Mariano Francisco de Jesús, hijo legítimo de don Pedro Silva y de doña Concepción Aceves, el 26 de julio de 1887, en la ciudad de La Piedad, Michoacán2. Para Luis González, el invierno con que cerró el año de 1887 en que naciera don Mariano, y abriera el de 1888 fue uno de los más alegres y confiados de toda la historia de México, pues el frío apenas se sintió. No hubo heladas fuera de las comunes e indispensables para destruir las plagas que generaba el temporal de lluvias. Ese invierno fue ideal, pues a partir de ese momento se empezó a celebrar el primer día del año, hasta esa época diversión propia de británicos. Desde entonces esa fiesta es tan mexicana como las posadas precursoras de la Noche Buena3.

    Desde el nacimiento y hasta el año de la caída de don Porfirio Díaz, en 1910, la infancia, adolescencia y primera juventud de don Mariano Silva se vio envuelta, desde el punto de vista socio económico, con la creencia de la necesidad y la viabilidad de un México rico, convirtiendo ésta, en una filosofía nacional con algunas consecuencias felices y otras desafortunadas, pues por un lado se sobreestimó la riqueza natural del país, subestimando el número y calidad de los habitantes. Por otra parte, fue un periodo en que la burguesía que apenas nacía, levantaba los resortes vitales de la nación sin compromiso alguno de beneficiarla en forma recíproca, dando lugar al optimismo iluso de la inmigración extranjera y al despilfarro de las tierras baldías para acelerar el crecimiento demográfico de México y salir de una agricultura mezquina, incluyendo el llamado al capital extranjero, para ligarlo al país con sus inversiones en ferrocarriles, caminos, telégrafos, teléfonos y vapores modernos. Fue una época en que se condenó y atacó al indio por anticuado e insensible al lucro4, postura a la que se opondría don Mariano al pasar de los años.

    Durante los primeros 23 años de vida, Silva se vio influenciado por diferentes corrientes educativas. Primero, en su Estado natal, Michoacán, su familia lo induciría en una educación clerical y literaria latinista que luego, al pasar al Distrito Federal al estudio de las leyes, lo impregnaría del positivismo de fines del siglo XIX, combinándolo con su amor a las humanidades desde el momento que conociera y formara parte del grupo original de los ateneístas de la juventud, como lo veremos con mayor detalle más adelante.

    Si bien la etapa del porfiriato tuvo muchos claroscuros, sin lugar a duda que la llamada paz porfírica, facilitó el desarrollo de la Escuela Nacional Preparatoria y, el apoyo que Porfirio Díaz proporcionó a los científicos, permitió sentar las bases legislativas de lo que sería en 1910 la Universidad Nacional de México y la Escuela de Altos Estudios, seguidas luego de la Universidad Popular, instituciones en las que Silva y Aceves trabajaría la mayor parte de su vida.

    En Michoacán

    El nacimiento de Silva, en el Estado de Michoacán, coincidió con el gobierno del Licenciado Dorantes, caracterizado por haberse rodeado de los antiguos mochos morelianos como parte de la política de reconciliación de Díaz hacia, inclusive, los conservadores más recalcitrantes. Con motivo de su deceso se convocaron a elecciones, resultando gobernador el señor Aristeo Mercado por la influencia decidida del Presidente Díaz.

    Mercado había desempeñado puestos y comisiones civiles durante la campaña en contra de la Intervención y el Imperio. Luego había pasado a ser diputado al Congreso Nacional y del Estado. Oficial Mayor de Gobierno y Secretario General. Su cultura nunca pasó de ser mediana y su carácter apocado, por lo que su obra en Michoacán fue mínima, sin ningún interés por proteger o promover la instrucción pública, dedicado más bien a proteger dos o tres empresas particulares que intentaron enriquecerse durante su mandato, descuidando por completo los servicios públicos del Estado, en contraposición a lo que ocurría durante la misma época en Estados, como Nuevo León, México, Guanajuato y Jalisco. Sin embargo, era prudente y sabía escuchar.

    Característica de su gobierno, igual que el de don Porfirio fue dar preferencia a los intereses de los extranjeros, en detrimento de los nacionales, ya fuera con la venta de terrenos baldíos o de propiedad nacional, constituyendo los latifundios típicos de la época; despojando a las comunidades indígenas de los bienes que disfrutaban en común o bien oprimiendo a los pequeños propietarios para hacerlos vender sus terrenos a los voraces acaparadores o, finalmente por medio de concesiones para establecer fábricas o industrias gravosas al erario y lesivas para los pueblos. Así se explotaron las minas, todas de extranjeros, como las de Angangueo, Tlalpujahua, Inguarán, Huetamo y otros lugares, donde el capital francés fue respaldado por la administración del Sr. Mercado.

    También las zonas agrícolas más importantes de Michoacán quedaron en manos de extranjeros: la Lombardía y Nueva Italia pertenencia de italianos, a los señores Cussi; las feraces tierras de la ciénaga de Zacapu, a los señores Noriega, de origen español, igual que los propietarios de Curiemo, de apellido Cobián, los dueños de Villachuato y de las grandes haciendas del Distrito de Maravatío. La hacienda de Queréndaro era de alemanes, los señores Haegembeck, igual que las haciendas de Puruándiro, los señores Markassusa. Por el rumbo de Huetamo, los señores Irigoyen, de origen español. De esa forma, las tres cuartas partes del territorio michoacano constituían una colonia del extranjero. Para el colmo, según el testimonio viviente de Jesús Romero Flores, el resto del Estado estaba en manos de lo que había podido acaparar el clero, a pesar de las leyes de desamortización, quien también tenía acaparada la enseñanza en Colegios para hijos de ricos. Un pueblo de miserables y de analfabetas fue el saldo del régimen porfirista en sus treinta años de administración5, pero a pesar de todo y en forma paradójica, en esos mismos colegios clericales, como veremos más adelante, hubo excepciones de personalidades cultas como don Mariano y los maestros que lo

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