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Usted puede confiar en los comunistas
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Usted puede confiar en los comunistas

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LA TESIS de este libro es que los comunistas son comunistas. Son exactamente lo que dicen que son; creen lo que dicen que creen; su objetivo es el objetivo que han proclamado repetidamente a todo el mundo; su organización es la organización que ellos han descrito en sus más mínimos detalles; y su código moral es el que ellos han propalado sin rubor.
Una vez aceptado el hecho de que los comunistas son comunistas y comprendidas las leyes de su pensamiento y conducta, desaparece todo el misterio y nos enfrentamos con un movimiento aterrador por su soberbia organización, movilidad estratégica y programa universal.
En la batalla contra el comunismo, no existe un sustituto del conocimiento preciso y específico. La ignorancia es dañina e inactiva. Las mejores intenciones aliadas con los motivos más sinceros son inefectivos y fútiles, si están divorciados de un conocimiento adecuado.
Proporcionar ese conocimiento es el propósito de este libro. Tiene un poco de técnico. Parte de él parecerá apartarse mucho de las necesidades cotidianas y de las actividades de la vida. Sin embargo, dicha información es esencial para sobrevivir.
Se oye decir a menudo: "No puede usted confiar en los comunistas". Eso es incorrecto; usted puede confiar en los comunistas.
Son sumamente dignos de crédito. Usted puede estar seguro de que una célula cancerosa obedecerá las leyes de su crecimiento sin leyes. Usted puede esperar que un asaltador de bancos echará mano al dinero y tratará de escapar. De un modo semejante, puede usted creer que los comunistas actuarán de acuerdo con las leyes esenciales de su ser.
Cuando la gente actúa de acuerdo con principios claramente definidos se puede confiar en ella y predecir su actuación. Mientras nosotros sigamos creyendo que los comunistas piensan, sienten y creen como nosotros, el movimiento comunista será, tal como lo ha descrito Winston Churchill, un rompecabezas envuelto en un enigma.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 dic 2018
ISBN9780463194652
Usted puede confiar en los comunistas
Autor

Fred Schwarz

Escritor y analista político especializado en investigar, la estrategia, la táctica y las técnicas de formación, propaganda y terrorismo promovido por los partidos comunistas en los cinco continentes.

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    Usted puede confiar en los comunistas - Fred Schwarz

    Usted puede confiar en los comunistas.

    Fred Schwarz

    © Fred Schwarz

    Título original de esta obra:

    You can trust the Communists

    Editada por

    Prentice-Hall, Inc., Englewood Cliffs, N. J.

    Traducción de Carlos Rodríguez De La Vega

    © 1962 Libreros Mexicanos Unidos, S. A. General Prim núm. 9 México 6, D. F.

    Primera edición: octubre 1962, Primera reimpresión: septiembre 1962

    Reimpresión Diciembre de 2018

    ©Ediciones LAVP

    www.luisvillamarin.com

    Cel 9082624010

    New York USA

    ISBN: 9780463194652

    Smashwords Inc.

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio sea mecánico, foto-químico, electrónico, magnético, electro-óptico, por reprografía, fotocopia, video, audio, o por cualquier otro medio sin el permiso previo por escrito otorgado por la editorial.

    Usted puede confiar en los comunistas

    I. ¿Confiar en los comunistas?

    II. Cómo se recluta a un comunista

    III. Cómo se moldea a un comunista El partido comunista: origen y organización

    IV. El comunismo actuando Frentes comunistas y organizaciones cautivas

    V. La técnica de hacerse con el poder Filosofía de la violencia

    VI. Técnicas efectivas para hacerse con el poder

    VII. La consolidación del poder. La dictadura del proletariado

    VIII. Los aliados del comunismo

    IX. El lavado cerebral

    X. Una dialéctica difícil, torcida y peligrosa

    XI. Un programa para sobrevivir

    I

    ¿Confiar en los comunistas?

    LA TESIS de este libro es muy sencilla: que los comunistas son comunistas. Intento demostrar que ellos son exactamente lo que dicen que son; creen lo que dicen que creen; su objetivo es el objetivo que han proclamado repetidamente a todo el mundo; su organización es la organización que ellos han descrito en sus más mínimos detalles; y su código moral es el que ellos han propalado sin rubor.

    Una vez aceptado el hecho de que los comunistas son comunistas y comprendidas las leyes de su pensamiento y conducta, desaparece todo el misterio y nos enfrentamos con un movimiento aterrador por su soberbia organización, movilidad estratégica y programa universal, el cual, sin embargo, es perfectamente comprensible y predicable de un modo casi matemático.

    En la batalla contra el comunismo, no existe un sustituto del conocimiento preciso y específico. La ignorancia es dañina e inactiva. Las mejores intenciones aliadas con los motivos más sinceros son inefectivos y fútiles, si están divorciados de un conocimiento adecuado. Consideramos a una madre que tiene una niña pequeña, a. la cual está dedicada.

    Por esta hija está dispuesta a hacer todo lo que pueda esperarse de una madre. La alimenta con un régimen bien equilibrado, para darle un cuerpo sano; le proporciona la mejor educación, para desarrollar su mente, se preocupa por su bienestar espiritual y le da un hogar acogedor.

    En torno a esta jovencita, existen hombres especializados en atraerse la confianza de tales criaturitas, dándoles caramelos y animándolas a subir a su automóvil para después vejarlas. Si la madre se descuida de darle a su hija la información específica para hacer frente a dicha situación, será una falta en sus deberes y todo su cariño no valdrá para nada cuando llegue la crisis. Nada hay que substituya al conocimiento específico.

    Proporcionar ese conocimiento es el propósito de este libro. Tiene un poco de técnico. Parte de él parecerá apartarse mucho de las necesidades cotidianas y de las actividades de la vida. Sin embargo, la información que contiene es esencial para sobrevivir.

    Se oye decir a menudo: No puede usted confiar en los comunistas. Eso es incorrecto; usted puede confiar en los comunistas.

    Son sumamente dignos de crédito. Usted puede estar seguro de que una célula cancerosa obedecerá las leyes de su crecimiento sin leyes. Usted puede esperar que un asaltador de bancos echará mano al dinero y tratará de escapar. De un modo semejante, puede usted creer que los comunistas actuarán de acuerdo con las leyes esenciales de su ser.

    Cuando la gente actúa de acuerdo con principios claramente definidos se puede confiar en ella y predecir su actuación. Mientras nosotros sigamos creyendo que los comunistas piensan, sienten y creen como nosotros, el movimiento comunista será, tal como lo ha descrito Winston Churchill, un rompecabezas envuelto en un enigma.

    Los movimientos de los cuerpos celestes parecían ser misteriosos e impredecibles hasta que Copérnico descubrió las leyes que los gobiernan. Cuando comprendamos la filosofía del comunismo, el propósito de unificación escondido en su conducta tan frecuentemente caótica y contradictoria, será patente a nuestros ojos

    Marxismo-Leninismo

    Nikita Khrushchev ha dicho: Si alguno cree eme hemos olvidado el marxismo-leninismo, se equivoca. Esto solo ocurrirá cuando los camarones aprendan a silbar. Nosotros podemos estar seguros de que los comunistas practican el marxismo-leninismo.

    ¿Qué cosa es marxismo-leninismo? Desnudándolo hasta dejarlo en su pura esencia, el marxismo es la doctrina de la universalidad de la lucha de clases y el leninismo es la doctrina del papel histórico que juega el partido comunista para consumar la lucha universal de clases en la victoria mundial del comunismo.

    La doctrina básica del marxismo-leninismo dice que existe un estado de guerra y que el partido comunista ha sido creado para ganar esta guerra. La guerra fue descubierta originalmente, no declarada, por Carlos Marx. Se desarrolla entre dos clases sociales que él llamó el proletariado y la burguesía.

    La burguesía es la clase de los propietarios, la clase que posee los medios de producción. El proletariado fue definido por él como la clase de los jornaleros. Entre estas dos clases, Marx reclamó el mérito de haber descubierto un estado de guerra. La burguesía desea utilidades; el proletariado desea salarios elevados. Si suben los salarios, disminuyen las utilidades. Si suben las utilidades, bajar los salarios. De este modo hay un conflicto fundamental entre estas dos clases. A este conflicto le llamó Marx la lucha de clases.

    Marx enseñaba que la burguesía es la clase que compone la sociedad capitalista. Ha creado al Estado como un instrumento para oprimir y explotar al proletariado. En reacción, el proletariado crea al partido comunista para hacer la guerra contra el Estado. De este modo la guerra de clases se manifiesta en sí como una guerra entre el partido comunista y el Estado.

    Mediante el proceso histórico, el partido comunista ha ascendido al poder en Rusia, China y Europa Oriental. La burguesía sigue en el poder en los Estados Unidos y sus aliados. De este modo la lucha de clases se ha transferido del plano nacional al internacional. La doctrina fundamental del marxismo, por lo tanto, es que Rusia y los Estados Unidos están en guerra; que China y los Estados Unidos están en guerra, no que ellos pudieran estar en guerra; ni tampoco que ellos podrían estar en guerra; ni que ellos van a estar en guerra; sino que están en guerra.

    Esta guerra está declarada históricamente; es universal; abarca todos los aspectos de la sociedad; no puede darse en ella un vestigio de tregua. Los comunistas no la escogieron; la han reconocido simplemente. Su deber es continuar la guerra hasta la victoria total y completa.

    Las armas de esta guerra no son meramente los clásicos cañones, tanques, bombas y aviones. Las armas son universales. La educación es un arma; el idioma es un arma; el comercio es un arma; la diplomacia es un arma; la religión es un arma; el intercambio cultural es un arma. Los comunistas consideran cada acto y juzgan cada situación como parte de la lucha de clases.

    Cuando el Ballet Bolshoi actúa en los Estados Unidos, toma parte en la lucha de clases; cuando un grupo de clérigos americanos visita a Rusia, es una acción dentro de la lucha de clases; cuando el Soviet toma parte en negociaciones por la paz, entabla una batalla en la lucha de clases. Su participación en las Naciones Unidas es parte de esta lucha. La doctrina básica comunista es: Estamos en guerra. Este es el marco de referencia dentro del cual debe ser considerada y juzgada cada acción y cada pensamiento.

    No hacen falta dos para hacer una pelea. Basta con la idea en la mente de uno de ellos. Permítaseme un ejemplo: Durante la guerra contra el Japón, yo era médico en el Hospital General de Brisbane. Brisbane, capital del estado de Queensland, en Australia Nororiental, era cuartel general del general MacArthur y de las tropas estadounidenses que avanzaban sobre las Filipinas y el Japón.

    Un día vino un hombre al Hospital el cual me contó que había tenido que meter un dedo en la garganta para provocar el vómito debido a que los americanos querían envenenarlo. Lo miré un tanto perplejo.

    —"¿Cómo sabe usted que lo iban a envenenar? —le pregunté.

    Los he visto vigilándome mientras yo comía.

    ¿Por qué lo iban a envenenar a usted?

    Yo no lo sé.

    Busqué una explicación de su actitud.

    ¿Su señora ha estado paseando con americanos?

    Fue la única vez que se alteró. Se puso indignado y me dijo:

    Oh, no, nada de eso.

    Ellos no lo van a envenenar a usted.

    Sí, van a hacerlo.

    Yo sé que no lo harán. Yo sé que van a hacerlo.

    No estaba enojado; él ni gritaba, ni aullaba, ni chillaba. Sus ojos no eran penetrantes, ni su mirada fija. No mostraba ninguna característica externa de locura. Se le veía perfectamente normal. Sin embargo, diagnostiqué en él un caso mental y lo envié a la sala correspondiente. No era, sin embargo, un caso difícil. Vino su mujer y se lo llevó para su casa

    Unos días después, un oficial americano entró en un W.C. público en Queen Street, Brisbane, y fue asesinado de un tiro con una escopeta de cañón corto. El asesino huyó. La policía, creyendo que el criminal era un hombre como ellos, que pensaba como ellos y tenía motivaciones como ellos, investigó sin éxito. Se pusieron a pensar en los motivos normales del asesinato por robo, celos, venganza, delirio alcohólico, pero no pudieron encontrar una pista.

    Una semana después, en un suburbio de Brisbane, fue asesinado otro oficial americano por la misma escopeta de cañón cortado. Esta vez atraparon al asesino. Era el hombre que yo había tratado en el hospital.

    Había estado trabajando en un camión repartidor de pan, yendo de hogar en hogar, repartiendo pan a las amas de casa, manejando dinero, dando cambio, jugando con los niños.

    Aparentemente estaba normal. Pero él creía en una mentira enterrada en lo más hondo de su mente consciente e inconsciente. Sabía que los americanos querían matarlo. No deseaba que así fuese, pero él sabía que querían matarlo. Un hombre debe defenderse. Tomó una escopeta, le serró los cañones y la culata y la llevó consigo para su defensa personal. Entró en el W. C. Vio al oficial americano.

    Supo que su vida estaba en peligro. Sacó la escopeta, mató al oficial y escapó para salvarse. Una semana después repitió el mismo proceso. Fue juzgado, convicto de locura criminal y sentenciado a un manicomio.

    No hacen falta dos para hacer una pelea. Basta una idea en la mente de uno de ellos. Esos oficiales americanos no habían visto a aquel hombre en su vida. No tenían una actitud hacia él que no fuese de benevolencia.

    Pero él creía que estaban empeñados en destruirlo. Una escopeta disparó de repente y murió un hombre. No hacen falta dos para causar una pelea. Basta una idea fija en la mente de uno de ellos.

    Los comunistas creen que están en guerra con nosotros. A esta convicción no la hará cambiar en los más mínimo ninguna actitud del mundo libre.

    Si mañana, los dirigentes de las naciones libres tuvieran que acceder a cada exigencia de los dirigentes comunistas, si tuvieran que neutralizar cada base del Comando Aéreo Estratégico, si tuvieran que ceder a sus demandas en Alemania, si tuvieran que neutralizar a Formosa, si tuvieran que reconocer a la China Roja y admitirla en las Naciones Unidas, si los Estados Unidos llegasen a retirar todas sus armas y soldados adentro de las fronteras continentales de los Estados Unidos, los comunistas creerían simplemente que habían logrado grandes victorias en la lucha de clases.

    Tendrían que emprender otro paso hacia nuestra conquista y destrucción final. Nosotros tenemos que reconocer esto y defendernos contra ellos, o bien ignorarlo y ser destruidos. No nos queda otro remedio.

    La paz

    Como los comunistas están en guerra, desean la paz naturalmente. Siempre que usted se encuentre con un comunista, topará con un amante de la paz. Paz es una de las palabras doradas de su vocabulario. Ellos tienen movimientos de paz de todas clases; tienen campañas por la paz, premios de la paz, conferencias de la paz, procesiones de la paz. Cada comunista es un devoto de la paz.

    La mayoría de la gente, viendo las preparaciones militares de los comunistas, advirtiendo el enorme porcentaje de su presupuesto dedicado a objetivos militares, observando su modo brutal y sin miramientos de reprimir cualquier intento de sus naciones cautivas para librarse, clasifican a los comunistas de hipócritas redomados.

    Lo cual está muy lejos de ser la verdad. Los comunistas no son hipócritas. Están sincera y genuinamente dedicados a la paz. Si usted somete a un comunista maduro a una prueba detectora de mentiras y le pregunta si desea la paz con todo su corazón, la pasará con banderas desplegadas. Ellos viven por la paz; se desviven por la paz; morirían con gusto por la paz.

    ¿Cuál es la paz que ellos desean? Durante la guerra contra el Japón, la mayoría de los norteamericanos deseaban sin duda la paz. La paz era el pensamiento que confortaba a las madres cuyos hijos peligraban en distantes campos de batalla; paz era la palabra que sostenía a las esposas, solas y ansiosas sin sus maridos; paz era el objetivo que hacía trabajar a los soldados que sabían del tedio, la soledad y el peligro de la guerra.

    Si se les hubiese pedido que definiesen qué era la paz, la hubieran descrito sin duda como la terminación de las hostilidades mediante la derrota del enemigo por los Aliados. Bajo ninguna circunstancia se habría entendido por paz una victoria de los japoneses. Para el pueblo americano la paz significaba solo una cosa: su victoria.

    Los comunistas creen que están en guerra. Desean la paz con todo su corazón. Pero para ellos la paz es aquella consumación dorada que tendrá lugar cuando la fuerza progresiva del comunismo aplaste totalmente el imperialismo norteamericano y culmine en la conquista comunista del mundo. La paz en su definición, es la conquista del mundo por los comunistas.

    Como esto es cierto, cualquier acción en pro de la con-quista del mundo por los comunistas es una acción pacífica. Cuando los ejércitos de la China comunista rodearon a los tibetanos, arrebatándoles sus tierras y alimentos, provocándolos a hacer una revuelta frenética y desesperada, matándolos después en masa, ellos estaban consumando la paz. Cuando Khrushchev ordenó a los tanques rusos marchar sobre Budapest y disparar contra las casas de departamentos, reduciéndolas a escombros y enterrando dentro a hombres, mujeres y niños, en su corazón tenía una canción de paz.

    Los comunistas usan la palabra paz en el sentido propio de ellos, con sinceridad total. Nosotros la interpretamos en nuestro sentido. Somos las víctimas, no de su hipocresía sino de nuestra propia ignorancia.

    No son hipócritas los comunistas. Sufren delusiones paranoicas de intensa sinceridad. Tan embebidos se encuentran en el espejismo del marxismo-leninismo, que se hallan fuera del radio de acción del argumento y de la convicción racionales. Todos los fenómenos que observan, son interpretados por ellos dentro de la estructura de sus conclusiones preconcebidas.

    Si fueran hipócritas, sería mucho más fácil tratar con ellos. Usted puede hacer un trato con un hipócrita; usted puede asustar a un hipócrita. Cuando usted trata con paranoicos de esquemas delusionales altamente organizados, el único recurso de usted es conocer y entender estos esquemas y tomar las medidas adecuadas para protegerse a sí mismo contra la conducta que se deriva de dichas delusiones.

    La verdad

    Los comunistas dicen invariablemente la verdad, pero es la verdad marxista-leninista. Los que creen que los comunistas dicen mentiras por interés del comunismo, están equivocados. De hecho, no le es posible a un comunista mentir por el interés del comunismo. Por definición, si se afirma algo en interés del comunismo, es la verdad.

    Entre bromas, Pilato preguntó: ¿Qué cosa es la verdad? Los cristianos creen que Dios es la Verdad. La verdad es un atributo de Dios mismo. Un Dios absoluto creó una verdad absoluta. La verdad existe. Los comunistas afirman que esto es una tontería. No hay Dios; no hay valores absolutos; todo es relativo; la verdad misma es un valor relativo de la lucha de clases. Lenin dijo:

    El partido comunista es la mente, la conciencia y la moral de nuestra época. La moralidad proletaria viene determinada por las exigencias de la lucha de clases. La verdad es un arma en la lucha de clases y cualquier afirmación que anticipe la conquista del comunismo es verdadera. Podemos creer que los comunistas siempre dirán aquello que adelante el triunfo del comunismo.

    Podemos creer que ellos dirán siempre la verdad marxista-leninista. Se están gastando millones de dólares en producir hermosa literatura que enseña esta verdad. La verdad, de acuerdo con esta literatura, es muy simple: donde llega al poder el comunismo todos son felices, prósperos y libres; Norteamérica, por otra parte, es la nación más vil, malvada y degenerada que nunca ha visto el mundo.

    Un ejemplo excelente de la verdad marxista-leninista está contenida en un lindo magazine fotográfico, publicado en inglés por los comunistas de Corea del Norte. Se dedica la mayor parte de la revista a hablar de la radiante felicidad y gloriosa prosperidad de Corea del Norte bajo el comunismo. Pero al final, presentan el retrato de les Estados Unidos. En una página titulada Matanza cometida por los salvajes americanos, aparecen seis fotografías de cadáveres extraídos de una fosa colectiva y que yacen sobre el suelo,

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