La damisela de la señora de giada
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La joven Ono-no Komachi entra en servicio en el palacio imperial y se convirtió en la dama de compañía de una de las concubinas del emperador. Muy pronto tiene que ver con un hecho inexplicable: en los suburbios de Heian-kyo aparece un misterioso palanquín de oro flotante.
La joven dama de la corte se casa con un guardia extraordinario. Sin embargo, es asesinado durante la represión de una revuelta en una de las provincias más remotas.
Para intentar aplacar el dolor, la joven damisela se dedica desenfrenadamente a la poesía. La emperatriz, la señora de Giada, paga muy bien a Ono-no Komachi y su trabajo. Y muy pronto la chica se convierte en su dama de compañía personal.
Dependerá de ella revelar el secreto del pabellón de la Ciruela, desenmarañar una serie de eventos misteriosos que suceden en la capital Heian-kyo y frustrar un atentado a la vida del emperador.
Olga Kryuchkova
Olga Kryuchkova began her creative career in 2006. During this time, the author had more than 100 publications and reprints (historical novels, historical adventures, esotericism, art therapy, fantasy). A number of novels were co-written with Elena Kryuchkova.
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La damisela de la señora de giada - Olga Kryuchkova
Krjučkova Olga
Krjučkova Elena
LA DAMISELA DE LA SEÑORA DE GIADA
Novela femenina histórica - mística, de aventura
Breve Preámbulo
La joven Ono-no Komachi entra en servicio en el palacio imperial y se convirtió en la dama de compañía de una de las concubinas del emperador. Muy pronto tiene que ver con un hecho inexplicable: en los suburbios de Heian-kyo aparece un misterioso palanquín de oro flotante.
La joven dama de la corte se casa con un guardia extraordinario. Sin embargo, es asesinado durante la represión de una revuelta en una de las provincias más remotas.
Para intentar aplacar el dolor, la joven damisela se dedica desenfrenadamente a la poesía. La emperatriz, la señora de Giada, paga muy bien a Ono-no Komachi y su trabajo. Y muy pronto la chica se convierte en su dama de compañía personal.
Dependerá de ella revelar el secreto del pabellón de la Ciruela, desenmarañar una serie de eventos misteriosos que suceden en la capital Heian-kyo y frustrar un atentado a la vida del emperador.
PERSONAJES
Ono-no Komachi - heroína principal, poetisa
Yosihara - hijo de Komachi y Kunyoshi.
Midori – hija de Komachi y Seiki
Kaori – hermana mayor de Komachi
Ono-no Atsutada-marido de Kaori, empleado del Departamento de Justicia
Kanako– hija de Kaori y Atsutada
Oina – concubina emishi de Atsutada.
Ono-no Koiso – padre de Atsutada
Оno-nо Sumire – madre de Atsudada
Munakata - hijo de Oina y Atsutada
Оno-no Sigemori – marido de Komachi
Таirа Kuniosi – segundo marido de Komachi
Тachibana Akira – funcionario del departamento de hacienda, segundo marido de Kaori
Кiochara Tomomori – padre de Komachi y Kaori
Кiochara Tokuko – madre de Komachi y Kaori, tsumadoi de Tomomori
Кiochara Kirotsugu – primo de Komachi y Kaori
Fujiwara Katoko– concubina del emperador Nimmyo, del pabellón de la Ciruela
Fujiwara Fukutomaro – padre de Katoko
Таchibana Kenshi – dama de compañía de Katoko, amiga de Komachi
Таchibana Tzibaki – madre de Kenshi
Таchibana Asamada – padre de Kenshi
Таchibana Takanobu – abuelo de Kenshi
Таchibana Nanami – abuela de Kenshi
Nimmyo– emperador de Japón
Таchibana Katiko – madre del emperador
Fujiwara Junshi – emperatriz, esposa del emperador Nimmyo, hija de Fuwjiara Fujutzugu, madre del príncipe heredero Michiyasu, señora de Giada.
Fujiwara Fujutzugu– padre de Junshi, mano derecha del emperador Nimmyo
Fujiwara Akirakejko – esposa del emperador Montoku (príncipe Michijysu)
Ki-no Тaneko – concubina del emperador Nimmyo, hija de Ki-no Nathora y hermana de la concubina del príncipe Michiyasu, Ki-no Shizuko
Principe Tzunejasu – hijo del emperador Nimmyo y de Ki-no Taneko
Tachibana Kageko – concubina del emperador Nimmyo, hija de Ugikimi, hermana de Tjusi y Fusako
Sigeno Tzunako – concubina del emperador Nimmyo
Principe Motoyasu – hijo del emperador Nimmyo y de Sigeno Tzunako
Principe Michiyasu – hijo del emperador Nimmyo y de Fujiwara Junshi, futuro emperador Montoku
Principe Korechito – hijo de Akirakejko y Michiyasu.
Fujiwara Furukо – concubina del principe Mitijasu
Fujiwara Takakikо – concubina del principe Mitijasu,hija de Fujiwara Iosimi
Tachibana Ugikimi – mano derecha del emperador Nimmyo
Tachibana Fusako – hija de Ugikimi, concubina del principe Mitijasu, hermana de Tjusi y Kageko
Tachibana Tjusi– hija de Ugikimi, concubina del principe Mitijasu, hermana de Fusako y Kageko.
Ki-no Shizuko – concubina del principe Michiyasu, hija de Ki-no Nathora
Principe Koretaka – hijo del principe Michiyasu y de Ki-no Sizuko
Tomo Sajaka– concubina del principe Mitijasu, dama de corte.
Minamoto IOsiari - hijo de Tomo Sajaki y del principe Mitijasu
Principe Kumjasu – hijo del emperador Nimmyo y de Fujiwara Katoko
Mikuni Noriko – concubina del emperador Nimmyo, muerta poco después de la llegada de de Katoko a la corte
Fujiwara Takushi – concubina del emperador Nimmyo
Principi Munejasu, Tokjasu, Sanejasu y la princesa Sinsin – hijos del emperador Nimmyo y de Fujiwara Takushi
Fujiwara Fusatzuku – padre de Takushi, ministro de la corte
Fujiwara Koun – primo de Fusatzugu, director del laboratorio de perfumeria de la corte
Fujiawara Murayama – pariente de la señora Junshi, director del laboratorio cosmético de la corte
Minatomo Tokiva – mano derecha del emperador Nimmyo
Tadamori Nakatomu – kannushi
Abe-no Keichiro – onmyoji, empleado del departamento Onmyodo, tío de Seiki
Abe-no Seiki – onmyoji, sobrino de Keichiro
Abe-no Fujiuta – padre de Seiki
Arakawa, Takamura – onmyoji, amigos de Seiki
Fujiwara Okadaа – director del departamento Onmyodo
Tatabana Jasima – onmyoji, empleado del departamento Onmyodo
Kiseki – demonio
Ariwara-no Narihira– poeta y pintor, principe. Hijo del principe Abo y de la princesa Ito, hermano menor de Ariwara-no Yukihira
Ariwara-no Yukichira - poeta, hermano mayor de Ariwara-no Narihira.
De las autoras
Ono-no Komachi (822-825 dc. — 900 dc — es una poetisa japonesa del periodo Heian, una de los seis mejores poetas de waka[1], es parte de los Seis inmortales, los Autores Rokkasen (seis poetas-genios japoneses, compositores del genero waka en el IX siglo) de la lírica de amor.
El nombre de Ono-no Komachi también está en el novero de los treinta y seis inmortales- canon clásico de la poesía japonesa medieval.
Desafortunadamente, hoy tenemos información fragmentada sobre la vida de la poetisa. No tenemos su nombre verdadero, sus años de vida, los lugares auténticos de nacimiento y de muerte, ni siquiera los nombres sus padres.
De acuerdo a algunas hipótesis, nació en la prefectura de Akita, y su padre fue el gobernador de la provincia norteña de Deva. Es posible que Komachi prestara servicio en la corte del emperador Nimmyo.
La historia de su vida está salpicada de leyendas. Parece que fue célebre por su belleza celestial
y por la crueldad en su relación con sus admiradores.
Una de las leyendas más conocida es aquella de cuando el joven cortesano Fukakusa se enamoró de la hermosa poetisa y le revelo sus sentimientos. Komachi puso una brutal condición: durante cien noches su admirador tenía que ir a su casa y pasar la noche en el umbral.
El cortesano enamorado, armado de valor por la atención de la bella sin par, decidió demostrar la fuerza de sus sentimientos y fue a su casa cada noche, durmiendo en el patio. Siguió andando al umbral de la casa de la poetisa a pesar de la lluvia y la tempestad, pero la última noche, la nonagesimanovena, se congeló y murió sentado.
Según una creencia popular, la imagen de un chico persiguió a Komachi incluso en la vejez, hasta el final de sus días.
Otra historia cuenta como uno de los poetas de la corte, rojo por la envidia, decidió acusar a Ono-no Komachi de plagio. De noche, secretamente, le robó una poesía que apenas había escrito. El envidioso la insertó en una colección de poetas arcaicos, y en la mañana anunció que Komachi no componía sus versos, si no que los robaba de autores antiguos.
Entre los cortesanos hubo una ola de incredulidad, pero la poetisa soltó la risa y, después de mojarse los dedos con un poco de agua, mojo las páginas del libro antiguo.
A los versos escritos hace mucho no les paso nada, mientras que de aquellos insertados el día anterior por el envidioso poeta, les empezó a salir tinta negra[2]...
La poetisa se convierte en la heroína de muchos dramas teatrales que cuentan su vejez. Muchos pintores de diversas épocas prefirieron pintar a la poetisa no en su encantadora belleza, si no en la arrugada vejez.
Komachi ha sido comparada con la legendaria princesa Sotoori. Ki-no Tsurayki[3] Se dice de ella: Ono-no Komachi desciende de la antigua princesa Sotoori. Sus liricas están llenas de sugerencias, pero no hay vigor. Es como si esta bellísima mujer hubiera sido atormentada por la tristeza
.
Hoy se cuentan cerca de 117 composiciones de Ono-no Komachi, pero la paternidad de muchos de ellos no es segura. Sus poesías han sido incluidas en muchas colecciones japonesas.
El nombre de Ono-no Komachi se ha convertido en un sinónimo de belleza.
En el libro, como en las obras de arte, es expuesta una nueva versión de la vida de la poetisa, acrecentada por el rico patrimonio ficticio. En la obra se cuenta la leyenda de las cien noches y de muchos otros acontecimientos.
Capítulo 1
El segundo año de gobierno del emperador Nimmyo[4], Heian
Los rayos dorados del sol primaveral de la mañana iluminaban la ciudad con una luz mórbida. Era llamada Heian[5] o Heian-kyo, la Capital de la paz y de la serenidad. También conocida como Miyako
, que significa Capital
.
La capital del gobierno japonés había sido diseñada con el diseño en red
sobre el cual había sido construida la ciudad china de Chang'an[6]. Heian había sido construida como un rectángulo, rodeada por un pozo.
Las calles eran rectas, dividían la ciudad como las líneas rectas del mapa chino. En las primeras filas, en la parte nororiental, cerca del palacio del mikado[7] se erigían las casas de los cortesanos de la aristocracia. Estas se extendían entre la Primera y la Segunda línea, donde las calles Tsutimikado, Konoe, Nakamikado y Oimikado se intersectaban con las calles principales Chigasin-no Toin, Nisin-he Toin y Chorikava.
Desde el lejano día, en que fue fundada la ciudad, los representantes de la más alta nobleza comenzaron a mudarse de las provincias, ya que poseer una casa una casa en Heian aumentaba su estatus. El costo de ello tocaba cifras exorbitantes. Cada aristócrata, tanto de la capital como de la provincia, soñaba con establecer su nido familiar lo más cerca posible al palacio del emperador. Muchos lo lograron. En poco tiempo, la Primera y la Segunda fila fueron habitadas por altos funcionarios, aristócratas y por ricachones, que disfrutaban de la vida.
A partir de la Tercera línea fueron construidas las casas de los funcionarios y de los habitantes más modestos de Heian.
...Amplias areas en Heian estaban ocupadas por las fincas de los aristócratas. Sus vastos jardines habían sido planificados de tal manera que, en todo del año, fuera posible encontrar una esquina pintoresca desde la cual admirar la naturaleza. Algunos terratenientes habían colocado en sus jardines pequeños almacenes o, incluso, habían realizado sus propios sistemas de riego, pequeños estanques con peces dorados, conectados entre ellos por elegantes puentes curvos. Cerca de los estanques habían erigido elegantes pabellones para descansar y pescar. Casi siempre en las plácidas aguas flotaban flores de loto blancas y rosas. A veces, lejos del agua, se encontraban los ídolos familiares...
Pero, últimamente, entre los discípulos se estaba difundiendo cada vez más el culto del budismo, al grado que se erigían en los jardines estatuas de piedra de Buda, donde se reunían en oración y se abandonaban a la meditación.
...La nobleza de la corte se había establecido en las zonas norte de la capital y, además, construyó palacios del estilo shinden-zukuri. Era la nueva tendencia desde China. El palacio principal, el shinden, se encontraba en el centro del terreno. A los lados y detrás de estos se erigían construcciones auxiliares, que estaban unidas entre ellas por corredores cubiertos. Es interesante mencionar que, entre los edificios secundarios occidentales y orientales, corría un corredor cubierto hacia sur. De esta manera se obtenía un patio interior con un jardín en los pabellones.
Los pabellones estaban pintados de rojo, y tenía muchos elementos arquitectónicos de oro, para subrayar la importancia del propietario. Además, las partes de madera estaban cubiertas recogerte por cincelados finos.
Al este y al oeste de la ciudad había dos mercados, donde los ciudadanos podían adquirir varios productos. En la parte septentrional de la capital se erigían dos templos. Los otros edificios religiosos se encontraban fuera de la ciudad.
El invierno había llegado a su fin, el clima era templado. La ciudad se despertaba poco a poco en la hora de la Liebre[8]. Las calles comenzaron a llenarse de los funcionarios con los rostros extremadamente concentrados – estaban atravesado una jornada intensa. Se dirigían hacia los numerosos departamentos, situados en el terreno del palacio imperial.
Los comerciantes abrían sus bodegas y verificaban que tan atractivos eran los productos descompuestos. ¡No eran solo cosas de Heian! Los trozos de seda, los adornos y otros artículos de lujo provenían de China.
La servidumbre de las casas de la Primera línea, aquellas que se encontraban cerca del palacio imperial, se apresuraba por la mañana para hacer las compras necesarias. Además, ¿dónde se conocían las últimas noticias si no en el mercado?
En realidad, ya desde las primeras luces del alba el palacio imperial era una ciudad llena de vida. La multitud de damas de compañía de la señora del Diaspro[9] Katiko[10], de la emperatriz y de las concubinas del emperador se despertaban a la hora de la Liebre, se apresuraban a prepararse para realizar su trabajo cotidiano.
Komachi se levantó de su modesto camastro, saco de la caja (eran muchos los baúles de las jóvenes damas de compañía) un kimono limpio, y se dispuso en su meticulosa rutina matutina.
Esa vez eligió un kimono de algodón rosa por dentro, y para la parte externa, un kimono color frambuesa, con flores violetas bordadas. Completaba la vestimenta un cinturón amarillo limón con preciosos bordados color durazno. Komachi había recogido sus largos cabellos negros en una cola de caballo, embellecido con un cierre con ámbar.
...Los padres de Komachi, Kiochara Tomomori y su bellísima tsumadoi Kiochara Tokuko, dejaron este mundo cuando era apenas una niña. Tokuko, madre de la chica, murió en el parto, mientras que el padre falleció después de haber sufrido por cinco años de viudez. Poco tiempo después de haber enviudado, le quiso construir un porvenir a su hija mayor, Kaori, que en aquella época había cumplido catorce años, se convirtió en la dama de compañía más joven de la emperatriz en el palacio y la dio felizmente como esposa a un empleado del departamento de justicia, Ono-no Atsutada, de la estirpe Ono. Después de pocos años de matrimonio nació su hija Kanako.
Después de la muerte de Tomomori, Kaori y Atsutada adoptaron oficialmente a la pequeña huérfana Komachi, criándola y dándole una buena educación[11].
––––––––
Komachi sabía escribir, hacer cuentas, leía diferentes obras literarias y además había aprendido a escribir con los caracteres chinos. Muy pronto la chica comenzó a componer poesías, sorprendiendo a la hermana y a su consorte con sus dotes literarias.
Cuando Komachi cumplió doce años, convirtiéndose oficialmente en mayor de edad, Kaori comenzó a pensar en el futuro de su hermana. Después de muchas reflexiones, decidió esperar un año más, cuando la chica fuera un poco más grande, para hacerla entrar en servicio en el palacio. La misma Kaori, de hecho, había prestado servicio como dama de compañía y aún mantenía buenos contactos.
Apenas Komachi cumplió trece años, se convirtió en la dama de compañía más joven de la concubina del emperador Nimmyo[12], la señora Fujiwara Katoko[13] del pabellón de la Ciruela, hija de un empleado de alto rango Fujiwara Fukutomaro. Desde hace unos meses estaba en servicio con la señora.
No se puede decir que el trabajo le gustara a la chica. La cosa más agradable, desde su punto de vista, era que percibía un salario. Todo lo demás le daba fastidio y malestar. Y el mayor fastidio consistía en tener que compartir la habitación con muchas otras cortesanas. Las habitaciones individuales eran asignadas solamente a las damas de compañía casadas, con lo cual Komachi aún no tenía nada que ver. A veces, de manera excepcional, la emperatriz o la mamá del mikado podían conceder una habitación individual a su favorita. Pero eso sucedía raramente...
Incapaz de contenerse, Komachi bostezó. Su deseo más grande era regresar al calor de su futón[14] para poder dormir un poco más. De hecho, se dormía por la mañana, ya que compañera de habitación, la que dormía justo a su lado, había roncado toda la noche. Lo que más sorprendía a la chica era que las otras damas de compañía no se habían dado cuenta de aquel ruido. ¿Tal vez estaban acostumbradas, o tal vez dormían como piedras?
¡Cómo estoy cansada de escuchar a todas estas señoras!
pensó con aire afligido la joven damisela, maquillándose cuidadosamente delante de un pequeño espejo, para cubrir las ojeras, debidas a la constante falta de sueño.
En aquel momento sentía envidia de las damas casadas que tenían habitaciones individuales, aunque tan solo fueran dos tatamis. ¡Ellas no tenían que escuchar el ronquido y el escándalo de diez mujeres! Sin embargo, Komachi aún no tenía el deseo de casarse o de convertirse en una tsumadoi. No obstante, la juventud y el breve tiempo que llevaba trabajando en el palacio, ya había escuchado mucho sobre la infidelidad y la volubilidad de los cónyuges.
No mucho tiempo después sucedió algo: uno de los altos funcionarios, tres veces más grande que la chica, le propuso convertirse en su tsumadoi. Komachi, gentilmente, pero con firmeza, le respondió que no. El funcionario se afligió, pero no por mucho. Muy pronto hizo la misma propuesta a otra joven damisela, la cual acepto. Komachi supo que había hecho bien en rechazarlo.
...Después de que se terminó de maquillar, la chica guardo el espejo. Así terminaba su rutina matutina: el maquillaje cubría las ojeras, y el rubor daba a su rostro un color saludable. Después de haber suprimido con trabajo otro bostezo, la joven damisela salió de la habitación con las otras damas. Se dirigieron a la habitación de la señora Katoko, per saludar a su soberana y recibir las nuevas tareas. La dama de compañía más grande era responsable de la rutina matutina de la concubina junto con otras criadas de confianza.
Komachi entró detrás de todas, cerca de su amiga, la también joven damisela, Kenshi.
Kenshi descendía de la estirpe de los Tachibana, de una rama caída en desgracia. No mucho tiempo antes la joven había cumplido catorce años. Como tenían casi la misma edad, en poco tiempo las dos jóvenes damiselas se habían hecho amigas, y siempre hablaban de las últimas noticias del palacio o habían hecho observaciones sobre los hábitos de las cortesanas y de los funcionarios.
La joven Tachibana estaba vestida con un kimono rojo brillante en la parte interior, que se desvanecía en durazno, y rosa en la parte externa, adornado con motivos alegres. El cinturón blanco estaba enriquecido con adornos dorados y motivos floreados. La dama de compañía tenía los cabellos recogidos en una cola alta, que había atado con un listón rosa, del mismo color que la parte superior del kimono.
¿Has escuchado las novedades?
susurró de repente la chica al oído de la amiga.
¿Cuáles?
Komachi la miró con sorpresa.
La exponente de la estirpe Tachibana a veces daba la impresión de ser una chica tranquila y de buena educación. A veces sus ojos mostraban la astucia, propia del zorro de nueve colas, y Komachi sabía muy bien lo que quería decir: Kenshi había descubierto algo verdaderamente interesante.
Espero que esta información no sea peligrosa
susurró la damisela, cuya imaginación había pensado que la amiga había sido testigo de un terrible complot o de una historia amor prohibida.
No, no te preocupes
respondió Kenshi. Sus ojos se volvieron aún más inteligentes, y bajo la voz, en tono conspiratorio, y comenzó a hablar con un hilo de voz: Esta es la historia del fantasma de una bella mujer...
Komachi sintió un escalofrío atravesarle la espalda. ¡No amaba las historias de fantasmas y espíritus! ¡Siempre la sumían en el terror! A diferencia de su amiga, que adoraba estas historias. ¿Qué? ¿Hay un fantasma de una bella mujer aquí? ¿En el palacio?
preguntó, tratando de no demostrar que estaba atemorizada.
Kenshi quería responder, pero las damas habían llegado a la