Mujeres Pioneras En La Región De La Desembocadura Del Río Balsas
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Con un lenguaje sencillo y ameno, las veinte mujeres protagonistas, nos relatan momentos de sus vidas, de sus familias y de su comunidad, correspondientes al periodo comprendido entre los aos de 1930 y 1970, principalmente.
A travs de estos monlogos podremos conocer hechos y costumbres de los primeros pobladores de Melchor Ocampo del Balsas, hoy Lzaro Crdenas, y de sus poblaciones aledaas en los estados de Guerrero y Michoacn.
Es relevante descubrir que la mitad de las protagonistas son originarias de poblaciones en el estado de Guerrero, como: Petatln, Zacatula, El Naranjito y La Unin. La mayora de ellas lleg a Melchor Ocampo durante la dcada de los aos cuarenta, guardando siempre vivos recuerdos de sus primeros aos de vida.
Este trabajo de investigacin nos recrea con ancdotas acerca de la vida cotidiana, en una regin histricamente aislada del desarrollo del pas, donde la condicin de las mujeres, por tradicin, ha sido marginal y relegada a labores del hogar. Sin embargo, sus relatos nos ilustran sobre sus actividades productivas y su aporte a la economa familiar. Algunas de ellas, siendo madres solteras, lograron costear la educacin a sus hijos, en ocasiones hasta una carrera profesional.
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Mujeres Pioneras En La Región De La Desembocadura Del Río Balsas - Xavier Campos Oregon
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Fecha de revisión: 28/06/2013
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CONTENTS
FOTOS DE LA PORTADA
NOTA ACLARATORIA
DEDICATORIA
AGRADECIMIENTOS
PRÓLOGO
GLOSARIO
1 ENGRACIA GÓMEZ VARGAS
2 URBANA RODRÍGUEZ VELÁZQUEZ
3 MARÍA MUÑOZ SOTELO
4 MARÍA LUISA SOTELO ROBLEDO
5 LUISA GARIBO ESQUIVEL
6 ASCENSIÓN CHONA
ALEMÁN GÓMEZ y 7 JUANITA ALEMÁN GÓMEZ
8 RITA CAMACHO BARRAGÁN
9 OTILIA CARIÑO
MACIEL CANALES
10 HILDA NAMBO SUAZO y 11 DORINA NAMBO SUAZO
12 MARÍA FRANCISCA OREGÓN GARCÍA
13 MARÍA RAMÍREZ GONZÁLEZ
14 ROSALBA RODRÍGUEZ IBARRA
15 AGUSTINA GÓMEZ TORNEZ
16 FELICIANA CHANA
MARTINEZ CABRERA
17 Maestra ROSA ONTIVEROS TOVAR
18 MARÍA TERESA VIZCAÍNO CARAPIA
19 ETELVINA CAMPOS PLANCARTE
20 SEVERINA RUIZ PEÑALOZA
COMENTARIOS FINALES
FOTOS DE LA PORTADA
Primera fila: María Francisca Oregón García y María Teresa Vizcaíno Carapia.
Segunda fila: María Muñoz Sotelo, Juanita Alemán Gómez, maestra Rosa Ontiveros Tovar, Severina Ruiz Peñaloza, María Luisa Sotelo y Etelvina Campos Plancarte.
Tercera fila: Urbana Rodríguez Velázquez, Otilia Maciel Canales, Rita Camacho Barragán, Rosalba Rodríguez Ibarra, Feliciana Chana
Martínez Cabrera y Dorina Nambo Suazo.
Cuarta fila: Engracia Gómez Vargas, Agustina Gómez Tornez, Ascensión Chona
Alemán Gómez, Luisa Garibo Esquivel, María Ramírez González e Hilda Nambo Suazo.
NOTA ACLARATORIA
Debido a que todos los acontecimientos narrados a continuación son verídicos, quiero aclarar que la publicación de este libro tiene como objetivo principal el preservar la historia de la comunidad nativa del poblado costeño de Melchor Ocampo del Balsas, donde han convivido y se han emparentado los habitantes originarios de los estados limítrofes de Michoacán y Guerrero. Por lo tanto, espero que no se malinterprete, ni que los familiares y los vecinos de las personas mencionadas se sientan ofendidos por los testimonios vertidos en este documento. De antemano les pido perdón a todos ellos.
Por la misma razón, algunas anécdotas que se consideraron delicadas o muy privadas, fueron suprimidas del texto. Todas las mujeres protagonistas de estas biografías trataron siempre de ser muy cautas en sus comentarios sobre los vecinos, para no incomodar a los familiares sobrevivientes y descendientes de ellos.
Las mujeres de hoy están en camino de destronar el mito de la feminidad; comienzan a afirmar concretamente su independencia, pero sólo con gran esfuerzo logran vivir integralmente su condición de ser humano. Educadas por otras mujeres en medio de un mundo femenino, su destino normal es el matrimonio, que las subordina prácticamente al hombre; el prestigio viril está muy lejos de haber desaparecido, pues reposa todavía sobre sólidas bases económicas y sociales.
El Segundo Sexo
Simone de Beauvoir (1908 – 1986)
Escritora Francesa
DEDICATORIA
A mi madre, la Sra. María Francisca Oregón García, por tratarse de su pueblo, de sus familiares, de sus amigos y vecinos, y porque su relato ha resultado ser un homenaje a su comunidad.
A los habitantes criollos y frasteros de la pequeña tenencia de Los Llanitos, la cual al paso de los años se convirtió en el floreciente municipio de Melchor Ocampo del Balsas y en 1972 inició su transformación hacia el gran Polo de Desarrollo del Pacífico Mexicano
. A todas esas personas que durante el periodo comprendido entre los años 1930 a 1970, con sus vivencias en su hacer cotidiano dieron vida a estas páginas.
A la memoria de mi padre:
Sr. Aurelio Campos Campos (12 / Nov / 1915 – 30 / Oct /2008), por su ejemplo de tenacidad, de perseverancia, de lucha constante y de pasión por el trabajo.
AGRADECIMIENTOS
A todas las mujeres protagonistas de estas historias por confiarme sus experiencias, sus anécdotas, sus opiniones y sus fotografías, para que las nuevas generaciones las conozcan y las preserven. Igualmente les doy las gracias a todos sus familiares y vecinos por ayudarme a complementar y a corregir la información proporcionada, como: nombres, fechas, acontecimientos y lugares. Principalmente a: Irene Maciel Canales, Manuel Rodríguez Velázquez, Efraín Mendoza Lombera, y Jesús Serna ‘El Costeño’.
Al señor Jesús Velázquez Garibo, por darme la oportunidad de publicar en su revista VISIÓN L. C. todas estas anécdotas, por la promoción de las mismas, por sus sugerencias y por retroalimentarme con las opiniones de los lectores.
En especial a mi madre, la señora María Francisca Oregón García, cuya biografía escrita por ella misma, fue el origen de esta obra. Además, su información sobre personajes y sucesos enriqueció, completó y corrigió muchas de las historias. También a la Sra. Rita Camacho Barragán por ayudarme a corregir algunas de las biografías.
A todos los vecinos del antiguo municipio de Melchor Ocampo del Balsas, que con su información complementaron este trabajo de investigación. Gracias a sus narraciones tuve la oportunidad de profundizar en el conocimiento de la historia de la región.
A mi hermana Romelia Campos Oregón y a la maestra Juanita León Núñez por la revisión, las sugerencias y las correcciones hechas a este texto.
A la maestra Alma Lorena Torres Alcaraz, promotora de lectura, por sus comentarios y sugerencias.
A mi amigo y compañero de juegos de la infancia y adolescencia Rodolfo Salgado Aguíñiga, por ser el primero en expresarme su preocupación por rescatar la historia de esta región
PRÓLOGO
La idea de escribir esta obra surgió realmente por casualidad, aunque ya había pensado escribir sobre los habitantes nativos del Municipio de Melchor Ocampo del Balsas, aún no tenía ningún proyecto definido. Todo empezó cuando mi hermana Rita Elizabeth realizó un álbum fotográfico de la familia que incluía la autobiografía manuscrita de mi madre María Francisca Oregón García. Al leer el manuscrito de mi madre, tuve la idea de pasar a computadora su historia, lo cual realicé haciéndole solamente mínimas correcciones.
Para entonces el Sr. Jesús Velázquez Garibo me había solicitado que escribiera regularmente artículos para su revista VISIÓN L. C. La biografía de mi madre me pareció interesante por lo que decidí publicarla en la revista. Después de su publicación, muchas personas le comentaron a Jesús que les había gustado el tema y le pidieron más autobiografías.
Así fue como empecé a entrevistar a algunas señoras nativas o pioneras de esta ciudad. Posteriormente y después de unas 5 biografías, tomé la decisión de publicar este libro, que contiene únicamente historias de mujeres. Quise exponer la labor de las amas de casa porque generalmente ha sido menospreciada a favor de los maridos, quienes se otorgan todo el crédito del progreso familiar, tanto intelectual como económico.
El reproducir estos monólogos en primera persona nos permite conservar el lenguaje original y el relator recibe todo el crédito de su historia. Sin embargo, consideré necesario corregir algunas expresiones que no son gramaticalmente aceptadas, por ejemplo: haiga, pa’qué, juido, pos, alquilar,…etc. Concuerdo con las razones del antropólogo social norteamericano Oscar Lewis que nos dice:
Al preparar las entrevistas para su publicación, he eliminado mis preguntas y seleccionado, eliminado y organizado sus materiales en autobiografías congruentes. Si se acepta lo que dice Henry James de que la vida es toda inclusión y confusión, en tanto que el arte es todo discriminación y selección, entonces estas autobiografías tienen al mismo tiempo algo de arte y algo de vida. Creo que esto de ninguna manera reduce la autenticidad de los datos ni su autenticidad para la ciencia. Para aquellos de mis colegas que estén interesados en la materia prima, tengo a su disposición las entrevistas grabadas.
Los hijos de Sánchez
Por otra parte, algunas palabras utilizadas en el lenguaje cotidiano de esta región son desconocidas para las personas de otros lugares, por tal motivo, se incluye un glosario con las palabras que creí importante aclarar.
Espero sinceramente que esta obra sea de interés para todos y me gustaría que se convirtiera en una lectura recomendada por los maestros de las materias de: Ciencias Sociales, Lectura y Redacción, Métodos de Investigación, etc.
Al realizar la presente investigación me interesaron aspectos como: orígenes de las familias, anécdotas escolares, nivel de estudios, actividades económicas realizadas, cómo, cuánto y de qué forma obtenían sus recursos, los nombres de sus familiares y vecinos, anécdotas de acontecimientos cotidianos, fechas, costumbres y creencias, enfermedades, causas de muerte, formas de curarse y remedios utilizados.
GLOSARIO
018_a_figure.jpg1.- Sra. Engracia Gómez Vargas
1 ENGRACIA GÓMEZ VARGAS
Tengo 87 años, nací el 19 de junio de 1920 en Zacatula, pero me crié en Los Llanitos porque al año nos venimos a vivir aquí. No tuve hermanos aunque mi papá tuvo una hija en El Habillal, pero no la registró y no lleva su apellido. Mi mamá se llamaba Julia Vargas Vélez y mi papá Lucas Gómez Oregón.
Mi papá tuvo 5 hermanos; Juana era la mayor, luego seguían, mi papá, Víctor, Cristina ‘la Niña’, Lorenzo ‘Lencho’ y Marcelino ‘Chelo’. Mi abuelo por parte de mi papá se llamaba Marcelino Gómez y mi abuela Candelaria Oregón. Los Gómez nacieron en la Isla del Cayacal, donde vivieron muchos años. Mis abuelos maternos se llamaban Felipe Vargas y Amada Vélez, él era de Zacatula y ella de San Luis La Loma, Guerrero.
Aprendí a leer poquito porque la escuela era de paga. Me daba clases una señora que se llamaba Felisa, que vivió un tiempo aquí y después se fue para Feliciano, Guerrero. Luego el General Cárdenas trajo a Diego Hernández Topete quien nos daba clases en una hujera que había por donde vivía Aurelio Sánchez, calles Comonfort y 5 de Mayo. Íbamos como unos 3 chamacos, pues aquí casi no había gente. Tomábamos las clases debajo de los árboles y cada quien llevaba su silla para poder escribir. ¡Qué más si no había nada!
De niña yo era mala con los demás niños, les pegaba, los subía a una burra y los tumbaba. Les decía:
- Súbete, para que te pasees en la burra.
Ya cuando andaban montados, le chuchaba a la burra, ella reparaba y los tumbaba. Por eso no me querían.
Un día, en la casa, me mordió un perro con rabia. El perro era de nosotros y no estaba ni grande. Yo estaba sentada en una silla y ahí me pepenó la pata. En eso iba llegando Lola, mi prima, la hija de Víctor Gómez, - después mujer de Hilario Camacho- ahí se la encontró y la mordió también. Yo tenía entre 10 y 12 años, Lola estaba más chica. Entonces mi mamá dijo:
- Bueno, ¿qué traerá ese perro, hija?, mira ya mordió a esta otra niña también.
El perro ya no volvió, nada más se oían las lloreras de los demás perros que andaba mordiendo, y mi mamá dijo:
- ¡Ahhh, pues tiene rabia!
Entonces no había medicina y nos curaron con zopilote. Nos lo dieron en caldo por 3 días, un zopilote por día. A las dos nos mordió el perro y a las dos nos dieron zopilote. Lo bueno es que nosotras nunca sentimos nada. En una lata de 18 litros echaban el zopilote con agua, lo ponían a hervir entero con todo y plumas, y sin sal; yo creo que sí le sacaban las tripas. Le daban lumbre día y noche, lo tapaban con una tabla sellada con masa alrededor, para que no se saliera la peste, pero se salía de todos modos. Se consumía hasta que quedaba medio litro de caldo. Nos daban un cuartito de caldo a cada una, sin la carne. Están gordos los zopilotes porque comen pura mortandad, ¡ay, pero apestan refeo!
El caldo nos lo daban a güevo y en un ratito nos lo tragábamos; empinábamos el vaso y ¡arriba! No nos daban nada para quitarnos el sabor a peste que nos quedaba. Mi mamá nos dio nada más un vaso y nos dijo:
- Yo ya no les doy otro, está muy fea la toma.- ¡Y nosotras a las lloreras!
Entonces nos dijeron que nos iban a llevar al Popote donde vivía ‘mama’ Juana. Allá, ella nos cocía el remedio y nos mandaba con un hermano de mi abuelita que nos llevaba con un chicotón a donde ella no viera y ¿quién nos defendía?, ¡nadie! Cuando veía que nos llevaban a darnos esa cochinada, ella se quedaba a las lloreras.
Cuando yo estaba chica vivíamos cinco familias: Nosotros aquí, frente a la Pérgola, Víctor Gómez en la esquina de 5 de Mayo y Reforma; los Garibo en la esquina de Guillermo Prieto y Reforma, -donde después vivió Andrés Valle y ahora está el banco Scotian. - Para el lado del río vivían los Málaga; por allá como que iba uno para el río, calle 2 de Abril, vivía Isabel Garibo, el papá de Luisa y Próspero. Donde está la biblioteca tenía su casita un señor que se llamaba Juan Oregón, que era empleado de La Orilla; su señora se llamaba Cuberta y se murió aquí, después de él. Ya todos los Málaga vivían aquí: Rumualdo, Derio, Baldomero y Goyo.
Leonardo Oregón Suazo, el papá de Pachita, venía seguido a la casa, nos reconocíamos como familia. Él era de aquí, pero vivía en Zacatula. Margarito Oregón era hermano de mi abuela, nunca se casó y tenía mucho dinero enterrado. Sus últimos años los vivió en la casa de ‘mama’ Juana, porque ya no podía caminar. Se murió sin decirle a nadie dónde tenía enterrado el dinero. Anteriormente, la gente guardaba el dinero donde sea porque no se lo robaban, a veces lo enterraban y a veces lo ponían en ollas dentro de la casa.
El marido de Inés Barragán era del Habillal y era hermano de Derio Camacho. Derio llegó ya tarde, primero se vino a trabajar a La Orilla donde fue el último vaquero, cuando ya los extranjeros no estaban aquí, de ahí se vino para acá. Viviano Armenta fue el último de los administradores de la hacienda. Yo todavía no nacía cuando los franceses estaban aquí. Decía mi madre que uno mismo de sus trabajadores de confianza, se les había volteado y les había caído en la noche, junto con otros. Mataron a un francés y los demás se fueron y jamás volvieron. Mi papá alcanzó a trabajar con ellos de lonchero, cuando tenía unos 15 años, les llevaba la comida a los trabajadores. Yo alcancé a ver las monedas de oro con las que ellos pagaban, había grandes y chiquitas.
La gente empezó a llegar del estado de Guerrero y de donde quiera, nunca hubo problema, por eso luego se pobló. Los Solís venían de Guerrero, María venía sola, sin marido y sin hijos, y cuando murió le dejó la casa a su sobrino el Colo
. Pichina Ayón era de La Mira, cuando llegó, traía a sus hijas y a su mamá Agustina de la Cruz; Maximino Serna, su yerno, venía con sus dos hermanos Juana y Jesús.
El papá de Juan Nila era payaso; Juan también, nada más que él estaba chiquillo, tenía unos 10 años. Venía toda la familia, el papá, la mamá, los hermanos de la señora y otro muchacho que era su yerno. Traían mucha gente, daban funciones en la plaza, pero luego ya se quedaron aquí.
No conocí al papá de los Málaga, nada más a ellos. Yo creo que eran de por aquí cerquitas porque eran de los viejos. A los Garibo los conocí grandes, ya cuando todos los hermanos vivían solos. Don Zeferino Farías no era de aquí, vino de Guerrero, pero fue de los primeros que llegaron.
Aurelio Campos se vino del Manguito a vivir a Zacatula, luego supe que se había casado con Pachita Oregón. Después se vinieron a vivir aquí cuando ya había gentecita y ya no estábamos tan solos.
El primer cine se llamaba Río Balsas
y lo puso Adalid Aburto el Carrizo
. Después llegaron Fernando Sotelo y Rosa Luna a poner otro. En aquel tiempo había un señor que era de Guacamayas y era peluquero y ahí donde quiera resultaban peluquerillos, cochinos, pero pelaban. Mucho después José López y su tío pusieron su peluquería.
Supe que a ‘Toño’ Camacho, el hijo de Doña Inés Barragán, lo mató Fidencio Godoy, después de que ‘Toño’ mató a Andrés Aguilar y a su niño recién nacido. En el billar, Andrés le había dado una pescozada a Toño, y no se agarraron ahí porque no los dejaron. Toño no pensó que Fidencio andaba con Andrés. Fidencio siempre cargaba la costalilla colgada del