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La Revolución Bolivariana Democratiza Los Dd Hh Básicos
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Libro electrónico502 páginas7 horas

La Revolución Bolivariana Democratiza Los Dd Hh Básicos

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Sobre el libro:
La Revolucin Bolivariana es un proceso en marcha y est creando colectivamente y democrticamente, paso a paso, golpe a golpe un nuevo modelo de estado. El estado bolivariano es autntico se fundamenta en la historia, las ideas solidarias de Simn Bolvar y la prioridad de los derechos humanos bsicos de seguridad y subsistencia de todos los venezolanos sin exclusiones. Es revolucionario primero porque incorpora participativamente a un sector mayoritario de la poblacin incluyendo a los pobres y a los militares-- que haban sido histricamente marginados y excluidos de la poltica, la economa y la sociedad. Segundo, porque el nuevo modelo de Seguridad y Subsistencia es lo opuesto a su predecesor histrico: el modelo de Seguridad Nacional o Pacto de Punto Fijo. La Seguridad Nacional fue impuesta desde los Estados Unidos durante la guerra fra a toda su rea de influencia y ha causado estragos: guerras, muertes, torturas y la violacin sistemtica de los derechos humanos en Venezuela, en Latinoamrica y en muchas partes del mundo. Tercero, porque el modelo bolivariano ofrece una respuesta democrtica y solidaria al capitalismo salvaje que propone el neo-liberalismo en la actualidad. Venezuela hoy nos ofrece algo radicalmente diferente, es la posibilidad optimista de una democracia nueva, solidaria, soberana, socialista, moderna, no dogmtica y por qu no, ecolgica.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento10 ene 2012
ISBN9781463313746
La Revolución Bolivariana Democratiza Los Dd Hh Básicos
Autor

Carlos González Irago

Carlos Gonzalez-Irago was born in Caracas, Venezuela (1958). He studied in Spain, graduating from the Universidad Complutense in Madrid with a degree in Journalism. He has worked as an editor/journalist for several Spanish, Venezuelan and Californian newspapers. Gonzalez Irago has conducted academic research in Canada, Nicaragua, Venezuela, El Salvador and Mexico. His first book was a study on the Sandinista revolution in Nicaragua with the title “Patria y Libertad: the Human Rights Philosophy of Augusto C. Sandino,” and was published in 1995. He holds a Ph. D. in Philosophy and two M.A. degrees, History and Philosophy, in addition to a number of other educational certificates and awards from the California State University system. He has served on the Bilingual Advisory Committee of the Oakland Unified School District and held various teaching positions in the San Francisco Bay Area and New Jersey. In 2011, Gonzalez Irago graduated with a doctoral degree in Latin-American Philosophy at the Universidad Centro Americana (UCA) "José Simeón Cañas" in San Salvador (El Salvador). This book is an English version of his doctoral dissertation. At the present he is a Spanish, Latin American history and Human Rights teacher at Bergen County Academies in Hackensack, New Jersey.

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    La Revolución Bolivariana Democratiza Los Dd Hh Básicos - Carlos González Irago

    La Revolución Bolivariana democratiza los derechos humanos (DD HH) Básicos

    Copyright © 2012 por Carlos González Irago.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso

    de EE. UU.:    2011961917

    ISBN:      Tapa Dura             978-1-4633-1373-9

                   Tapa Blanda           978-1-4633-1375-3

                   Libro Electrónico   978-1-4633-1374-6

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

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    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

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    Llamadas internacionales +1.812.671.9757

    Fax: +1.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    371766

    Contents

    Agradecimientos

    Introducción

    Capítulo I

    Capítulo II

    Capítulo III

    Capítulo IV

    Capítulo V

    Conclusiones Generales 

    Bibliografía

    En memoria de Elba Ramos

    y su hija Celina.

    No querían testigos y por eso mataron a Elba y Celina.

    Pero hubo testigos –alguno ha declarado—

    Que vieron y oyeron y no pueden olvidar.

    ¡De poco sirve que declaren!

    Con los pobres de esta tierra

    Salvador Carranza ed. Mártires de la UCA (San Salvador: UCA Editores, 2001)

    Agradecimientos

    He acumulado muchas deudas, tanto profesionales como personales con gente que me han brindado señalado apoyo durante la elaboración de este trabajo. Primero quiero agradecer a todos los profesores y compañeros estudiantes del Departamento de Filosofía Iberoamericana de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas por su apoyo académico y personal. La UCA es un centro pedagógico modelo en la lucha por la paz y los derechos humanos de América Latina. No fue en vano que dieran su vida los profesores Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín Baró, Juan Ramón Moreno, Joaquín López y López, Amado López y la empleada Elba Ramos y su hija Celina de quince años de edad que se encontraba ese fatídico 16 de noviembre de 1989 en el campus de la la universidad[1]. La UCA es una institución reconocida no sólo por sus mártires, sino por su programa de trabajo en Filosofía –iniciado por el propio Ellacuría— donde han venido trabajando los más destacados filósofos y teólogos de la Liberación. Una liberación que tiene el compromiso de la integración social de las mayorías salvadoreñas —pobres, ignoradas y olvidadas—a la vida democrática. La misión de la universidad fue definida por su fundador Ignacio Ellacuría: en un mundo donde reinan la falsedad, la injusticia y la represión, la misión de la UCA es luchar por la verdad, la justicia y la libertad. Por lo mismo, no hay que olvidar que se trata de alcanzar la paz y los derechos de aquellos que no los tienen. Los que tenemos paz y gozamos los derechos humanos básicos no podemos ser indiferentes e ignorar a aquellos que no los tienen.

    Como alumno no tengo sino elogios a todos los profesores que tuve la suerte de conocer: Carlos Beorlegui, Pablo Guadarrama, Juan Antonio Estrada, Marcos Santos Gómez y tantos otros que directa o indirectamente tuvieron una influencia determinante en el presente trabajo. Especiales gracias a los doctores Héctor Samour, José Francisco Lazo y Guido Véjar por despejar las dudas en el planteamiento de mis hipótesis con un criterio objetivo, serio y profundo. Gracias por todas las aportaciones, correcciones, críticas y halagos al presente trabajo. También tengo una deuda con todos mis profesores de la New School University en Nueva York y San Francisco State University en California porque fue durante mi trabajo en ambas universidades donde comencé este proyecto. Quiero agradecer en particular a los profesores Adamantia Pollis, Aristide Zolberg, Anthony Pereira, Diane Davies, Eric Hobsbawn, Jacob Landynsky, Kosta Bagakis y Ann Ginger Fagan por su ayuda e inspiración en diversas partes del presente trabajo. Sin embargo, mi deuda es inmensa con dos profesores anteriormente mencionados: la doctora Adamantia Pollis y el doctor Héctor Samour. Ellos me abrieron las puertas cuando estaban cerradas y me ayudaron a no abandonar mi objetivo de investigar y estudiar temas relacionados con los derechos humanos en Venezuela. Tampoco puedo dejar de lado a mis compañeros periodistas venezolanos Ángel Bastidas, Octavio Isabel Beaumont, Joaquín Ortuño entre otros muchos compatriotas que comparten conmigo la esperanza de la inspiración revolucionaria bolivariana. Para mí es un privilegio haber trabajado con ellos todos estos años a pesar de la distancia. Gracias a la profesora Carmen Bohórquez de la Universidad del Zulia cuyos congresos organizados de filosofía contribuyen a un mejor entendimiento de lo que pasa realmente en Venezuela. Agradezco también la amabilidad de mis editores en Palibrio, en particular a Karla Delgado que me ayudó en la publicación de este libro.

    Por supuesto a nivel personal tengo que agradecer profundamente a mi ex compañera Adriana Cifuentes por su amor, paciencia y entusiasmo durante los largos años de investigación. A la Licenciada Marcia Hernández tengo que agradecer su ayuda permanente al hacerme la vida fácil, haciendo la suya más difícil. Quiero agradecer de corazón a los salvadoreños la amabilidad y familiaridad con la que me trataron y aceptaron durante mi vida universitaria en ese gran país. En especial gracias al Barrio Antiguo Cuscatlán y a los trabajadores y dueños del Hotel Árbol de Fuego, donde tuve la fortuna de alojarme en muchas ocasiones. Agradezco a toda mi familia y en especial a mi madre Tere, a mis hermanos María Teresa, Pedro, Ingrid y Carolina su apoyo incodicional. Un recuerdo especial para mi amigo, luchador por los derechos de las personas con diversidad funcional Francisco Chico Martín, Patxi, quien fue un apoyo fundamental para completar este trabajo. Su ejemplo revolucionario y su sensibilidad para los que sufren injustamente marginación me han motivado para trabajar con la perseverancia necesaria para terminar este trabajo.

    Finalmente, tengo que agradecer a mis colegas profesores y amigos en EE UU: Dr. Edel Romay, Dra. Nancy Joa, Dr. Dario Cortes, Patricio Barriga, Lule Seltzer, Igor Jasinky, Beverly Cooper, Carmen Rodriguez, Aldo Bautista y a Maryann Woods Murphy y a toda su familia por su apoyo, amistad y discusión constructiva y crítica en los temas relacionados con este trabajo. Tampoco puedo olvidar a mis estudiantes de Bergen County Academies, particularmente a los que participaron en la clase de Teoría y Práctica de Derechos Humanos. Ellos me enriquecen con sus ideas, discusiones filosóficas y me dan ejemplo con su compromiso y trabajo en la defensa de los derechos humanos. Gracias y un abrazo sandinista y bolivariano a todos ellos.

    Introducción

    La Constitución Bolivariana está dirigida a transformar el estado venezolano en Estado Democrático y Social de Derecho y Justicia, creando un nuevo ordenamiento jurídico que permita el funcionamiento efectivo de una democracia social y participativa en la que se garanticen las condiciones para un desarrollo humano autónomo y digno, y en donde el poder se ejerza desde el cumplimiento cabal de los derechos humanos. Al reforzar la centralidad de los derechos humanos, todo acto del poder público que viole o menoscabe los derechos garantizados en la Constitución y la ley, resultan nulos per se y los funcionarios que los ejecutaron, responsables sin excusa alguna[2].

    ¿Qué son realmente los derechos humanos? ¿Cuáles derechos humanos son prioritarios en una sociedad? ¿Qué significa concretamente reforzar la centralidad de los derechos humanos en las leyes de un país? ¿Qué modelo propone el filósofo humanista Herny Shue al definir los derechos humanos de seguridad y subsistencia como los más centrales o básicos? ¿Es posible concretar los derechos humanos en las leyes y en las prácticas sociales y políticas? ¿Qué modelo de defensa de derechos humanos propone la Constitución Bolivariana? Al igual que la profesora Carmen Bohórquez pienso que la centralidad de los derechos humanos en la Constitución Bolivariana es un hecho político significativo y extraordinario. No es común utilizar la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) como base para la redacción de un texto constitucional y como inspiración legal para la formulación de las leyes orgánicas que desglosan el texto constitucional. Este estudio tiene como objetivo entender qué tipo de centralidad de los derechos humanos se está llevando a cabo en Venezuela hoy y qué modelo filosófico-político de diálogo cultural propone.

    Es obvio, que el proceso y proyecto constitucionalista venezolano fue una respuesta concreta a una coyuntura histórica nacional e internacional, a los cambios que están ocurriendo en América Latina y en el mundo hoy. Por lo tanto a las preguntas anteriores hay que añadir aquellas que son de carácter comparativo histórico-sociológico y que ilustran el modelo. ¿Es la Revolución Bolivariana una praxis posible del modelo de estado democrático de derechos básicos de seguridad y subsistencia que propugna Henry Shue? ¿Por qué? ¿Qué diferencias hay entre el modelo histórico –dominante— del estado de derecho de la seguridad nacional que imperó durante la Guerra Fría y los nuevos que ahora emergen en varios países de América Latina? ¿Existen otros ejemplos concretos de la aplicación de los derechos básicos de seguridad y subsistencia en la actualidad? ¿Formulan estos modelos planteamientos hechos por la Teología y las Filosofías de la Liberación planteados en los años sesenta y setenta en nuestro continente y que resurgen en la actualidad?

    Finalmente, quedan pendientes las preguntas de filosofía política sobre el significado real de la democracia y la naturaleza de los cambios que se están proponiendo a nivel institucional en nuestro continente. ¿Qué es la democracia participativa y protagónica de la que habla la Constitución Bolivariana? ¿Qué papel cumple y qué límites tiene el estado a la hora de implementar políticas de seguridad? ¿Es el estado el protector o el represor del diálogo democrático? ¿Qué responsabilidades además tiene la sociedad y el individuo en esta materia? ¿No son acaso estos elementos básicos de participación y defensa de los derechos humanos requisitos indispensables para la creación de un socialismo verdaderamente democrático?

    El punto de partida de esta investigación es la teoría política de la defensa de los derechos humanos básicos de seguridad y subsistencia que propone el filósofo humanista Henry Shue[3]. Es intuitivo pensar que los derechos humanos tienen que garantizar primero la identidad y la seguridad personal del individuo; y además ofrecer un nivel de subsistencia mínimo para que las personas puedan tener un sentido social y político verdadero. Esta responsabilidad tiene que corresponder a alguien, y ese alguien, lógicamente, es el estado[4]. De poco les sirve a los desposeídos el derecho al voto y la libertad de expresión si legalmente no existen, si están enfermos, desempleados, hambrientos, en una palabra si son o están marginados socialmente. La democracia exige la existencia y la presencia social de todos, necesita que las personas puedan participar conscientemente y así contribuir socialmente en la cosa pública. Para ello, se requiere que cada individuo tenga un ambiente mínimo de seguridad personal y de calidad de vida que le permita aportar su propia historia a su comunidad[5]. La teoría de Henry Shue es una formulación político-legal posible –una praxis institucional— cuyas bases respalda las mismas ideas, teorías y procedimientos que debaten las Filosofías de la Liberación en América Latina. El modelo de estado de defensa de los derechos humanos básicos cumple en principio con los fundamentos filosóficos de participación, diálogo y formación de consensos que defienden Raúl Fornet-Betancourt, Enrique Dussel y Emmanuel Levinas entre otros.

    El modelo teórico de Shue –a mi entender—tiene importantes virtudes. Por un lado, la simplicidad de sus premisas, la coherencia de gran sentido común y su profundidad democrática y programática son ventajas para su aplicación y defensa. Para Shue el "derecho existe sólo cuando además de ser proclamado se han hecho los arreglos necesarios para que su disfrute por la gente esté garantizado.[6] Estos arreglos institucionales ya sean económicos, políticos o sociales no son iguales para todos; cada situación particular, según las necesidades y las amenazas existentes al disfrute de tales derechos tendrá que crear aquellas instituciones o tomar las medidas que considere necesarias. Aunque algunas amenzas son estándar – casi universales—las medidas adoptadas no tienen porque serlo. Este planteamiento ofrece una alternativa ideológica válida contra el huracán de la globalización que sufrimos en la actualidad y que cada país sufre de forma particular. Una globalización que precisamente trata de legitimarse políticamente tergiversado no sólo la teoría y la práctica de los derechos humanos y sino la propia función pacifista de las instituciones internacionales. Este huracán globalizador" –definido por Franz J. Hinkelammert en varios de sus escritos— lo resume Raúl Fornet-Betancourt como una nueva forma de opresión:

    es expresión y vehículo propagador de una hegemonía de poder que va desde lo económico a lo militar, pasando por los organismos internacionales y que se expande hoy como fuerza uniformadora de tal potencia y coherencia que su paso está marcando el comienzo de un proceso de colonización sin precedentes en la historia de la humanidad[7].

    En este sentido, la jerarquización clara de los derechos humanos básicos desenmascara ideológicamente su manipulación interesada; que es constante y perniciosa en los medios de comunicación y en las instituciones internacionales. Al responsabilizar al estado de la defensa de los derechos humanos básicos tanto a nivel nacional como internacional se pone límites a los abusos del capitalismo corporativo y salvaje que propone la globalización. "Los derechos básicos son un intento de dar a los menos poderosos – a los pobres— el veto sobre aquellas fuerzas que de otro modo podrían hacerles daño[8]. Esta claridad ideológica ayudaría sin duda al uso de los derechos humanos de acuerdo con sus fines pacifistas, es decir como alimento base del diálogo cultural e intercultural de los pueblos[9]. Por otro lado, pondría en evidencia el abuso de aquellos estados y políticos que en esta materia son prontos a ver la paja en el ojo ajeno e ignoran la viga delante del propio. Denunciaría y pondría en evidencia estados o personas que usan los derechos humanos con fines egoístas y que los utilizan con violencia verbal para golpear la cultura del otro. La teoría de Henry Shue responsabiliza al estado y a la sociedad democrática —que lo conforma y sostiene— no sólo de la defensa de los derechos humanos individuales en un país sino a promover la solidaridad internacional que exige la implementación de tales derechos –universales— a todos sin distinción[10]. Por tanto, expone la manipulación interesada de los derechos humanos cuyo objetivo fundamental —no es restaurar un mínimo de justicia social— sino enmascarar la injusticia misma. Esta solidaridad requiere un modelo de estado de derechos básicos que desnuda a los poderes hegemónicos que monopolizan la riqueza y producen la marginación; y a los medios de comunicación social que enmascaran un estatus quo" nacional e internacional claramente injusto y violatorio de los derechos humanos más elementales.

    Fue estudiando y enseñando el modelo propuesto por el filósofo humanista Henry Shue y estudiando la historia de América Latina que entendí la posible efectividad del mismo. Pienso que además tiene la ventaja de poder aplicarse independientemente de la perspectiva política ya sea liberal o socialista; ya que tiene una base común a ambas. Henry Shue califica la efectividad de un gobierno o estado no por su tamaño, sino por la calidad de su funcionamiento en responder a las necesidades del pueblo.

    El mejor gobierno es aquel que honra y cumple los derechos humanos. En algunos casos esto simplemente significa no violar los derechos de los ciudadanos y esto ya es un éxito; pero muchas veces también, esto significa crear las instituciones legales y reales para hacer este trabajo. Entonces, las instituciones que se crearán son las necesarias para cumplir esta función y varían en diferentes circunstancias[11].

    La defensa de los derechos humanos es un camino posible y viable para establecer una transición real de un régimen autoritario o semidemocrático a una verdadera democracia. Una democracia no formal sino substancial; donde todos participan y creen honestamente que los derechos humanos esenciales son la fundación mínima de cualquier diálogo político. En palabras de la filosofía de la Liberación, el estado de los derechos básicos tiene tres de sus elementos esenciales: primero, reconoce la existencia de todos sin exclusión, particularmente el rostro del otro –el marginado, la mujer, el pobre, el indio, el discapacitado, . . . —; segundo, abre las puertas sociales a la igualdad garantizando a los antes marginados sus derechos de seguridad y subsistencia mínimos, inalienables, para participar plenamente en su comunidad; para por último construir un consenso cultural nuevo, más justo, fruto de un diálogo democrático, abierto y solidario[12].

    Aunque vivo en EE UU, soy venezolano y como tal, he seguido con mucho detalle la evolución política de mi país; particularmente los avances y retrocesos en materia de los derechos humanos. A partir de 1999, con las nuevas medidas políticas y la implementación de nuevas leyes que se estaban llevando a cabo en Venezuela, empecé a entender que las prioridades que se establecían eran las mismas que establecía el modelo de estado propuesto por Henry Shue. Entendí que los ataques que se le imputaban en materia de violaciones de los derechos humanos a la Revolución Bolivariana eran casi siempre una clara tergiversación política creada por los poderes hegemónicos existentes en Venezuela para defender sus intereses particulares. Había una contradicción obvia entre las acusaciones hechas desde los poderes hegemónicos y sus medios de comunicación y las propuestas hechas desde el estado bolivariano para democratizar y eliminar la pobreza en el país. Entonces, tanto en los métodos como en los fines, busqué paralelismos existentes entre la experiencia y visión bolivariana del estado y la propuesta de Henry Shue. Descubrí que la centralidad legal de los derechos humanos esenciales son la base filosófica y política fundamental en ambos modelos. Entendí, entonces, que sería posible probar la hipótesis política que el modelo democrático del estado bolivariano es básicamente uno de defensa de los derechos humanos básicos de seguridad y subsistencia.

    La centralidad de los derechos humanos en la Constitución Bolivariana es diferente a la de otros textos constitucionales anteriores ya que es programática, no simple retórica legal. Este estudio demuestra que existe una relación directa entre el modelo teórico de defensa de los derechos humanos básicos y la práctica constitucional –legalista— y la política institucional que enmarca e implementa el estado bolivariano. Con ello se reduce la distancia que tradicionalmente existía entre el país legal y el real. Por primera vez, dentro del estado se crea una dialéctica democrática coherente entre la legalidad y la realidad social; que tiene como premisa la inclusión de los anteriormente marginados y el reclamo de su participación socio-política.

    Como señala Bohórquez, esta dialéctica, acercamiento y diálogo es constituyente a la nueva democracia bolivariana. Sus diez años de práctica política han producido y están produciendo cambios sociales y políticos estructurales a nivel nacional en Venezuela y planteamientos internacionales de resistencia que denuncian al huracán globalizador que todos sufrimos. Espero que en el futuro este modelo se consolide con sus nuevas estructuras legales y políticas para que la defensa de los derechos humanos desde el estado se profundice hasta sus últimas consecuencias y emerjan alternativas solidarias a nivel nacional e internacional. Obviamente, el experimento político bolivariano no es ni mucho menos la única ilustración posible del modelo propuesto por Shue pero si cumple con sus elementos esenciales. Cada país con su propia particularidad histórico-económica y cultural tendrá que encontrar su propia versión y evolución hacia un modelo que utilice los derechos humanos básicos como concepto legal y filosófico central para su praxis política de integración en la relaciones entre el estado y la sociedad. En este trabajo mostraré que la versión venezolana es sin duda un ejemplo primero, claro y evidente del mismo y como tal ha sido atacado por el huracán globalizador liberal post-moderno al que resiste y cuestiona.

    En el presente estudio primero contextualizaré el marco teórico de los debates sobre los derechos humanos en la actualidad y la búsqueda de un modelo intercultural para la defensa de la universalidad de estos derechos. En este contexto, explicaré la teoría de Henry Shue y su importancia dentro del marco de la filosofía política de los derechos humanos y que se integra como un guante a las filosofías de la Liberación en América Latina. Para ello, me fundamentaré en la filosofía legal de la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) y su impacto histórico, en la filosofía de la no violencia tal como la conceptualiza Mohandas K. Gandhi, y el diálogo cultural e intercultural tal como lo proponen los filósofos que defienden los derechos humanos como el propio Henry Shue y la propia Filosofía de la Liberación, en particular la que expone Raúl Fornet-Betancourt en sus trabajos.

    Después analizaré el nuevo sistema político venezolano desde un punto de vista histórico sociológico para ver cómo ha evolucionado para cumplir con los requisitos legales y prácticos que ahora dan prioridad a los derechos humanos básicos. En una primera parte, el análisis se enfoca en el aspecto de los derechos de seguridad, la alternativa fundamental para desmantelar la ideología política del terror –dominante en la cultura política del estado. Aquí el análisis histórico es fundamental para entender las dificultades y la evolución política venezolana desde el estado. En la segunda el estudio trata de explicar la evolución de la historia socio-económica y los cambios que introduce la revolución bolivariana en materia de derechos de subsistencia: alimentación, educación y salud. Para ello, es fundamental entender el problema de la reforma agraria y los cambios que esta estructura social hegemónica produce en el país. La investigación ilustra la evolución, las posibilidades y los desafíos internos y externos que la defensa de los derechos humanos de un modelo de seguridad y subsistencia tiene en Venezuela hoy. El objetivo prioritario es exponer y defender la centralidad de los derechos básicos como ejemplar y posible –matriz política—; y ofrecer los avances de la Revolución Bolivariana en la defensa de los derechos humanos como ejemplo de su factibilidad histórica. Por supuesto aquí también se incluyen los trabajos de muchos otros politólogos, historiadores, periodistas y filósofos.

    De esta forma conseguiré responder si no directamente todas las preguntas formuladas al menos ofrecer respuestas indirectamente a los tres tipos de preguntas que planteé inicialmente y que buscan esclarecer desde un punto de vista político-filosófico, ético y moral qué significa para la defensa de los derechos humanos el modelo democrático que propone la Revolución Bolivariana en la historia de América Latina. En resumen, espero que este trabajo clarifique las bases ideológicas y profundamente democráticas de las que parte la construcción del socialismo del siglo XXI del que tanto se habla en Venezuela. Un modelo constitucional venezolano que cumple y tiene la intención de cumplir con las dos premisas –que según Herny Shue—se necesitan para la defensa democrática de los derechos humanos en una sociedad. La primera es que la sociedad en general y el estado en particular deben responsabilizarse por garantizar requisitos mínimos de seguridad y subsistencia a todos sus conciudadanos; y la segunda, responder con toda la fuerza del estado de derecho —instituciones y leyes— por cualquier violación de los derechos humanos que se cometa en el país, apelando incluso a tribunales y leyes internacionales. Asimismo, una Revolución que es programática y producto de un diálogo cultural e intercultural y que busca un futuro diferente al previsto por el huracán globalizador neoliberal.

    La metodología de este estudio es simple. Primero explica una teoría –la de defensa de los derechos básicos— dentro de un marco temático –el debate sobre la primacía de los derechos humanos en los debates interculturales. Luego, con un ejemplo concreto –la Revolución Bolivariana— se ilustran los elementos del modelo y su evolución histórica con los posibles efectos sociales que conlleva de su praxis concreta. Dentro del marco general de la defensa de los derechos humanos hay que preguntarse cómo su implementación afecta la construcción de una sociedad verdaderamente solidaria y democrática. Este modelo teórico de los derechos humanos básicos parece el más apropiado para cierta coyunturas históricas, es decir sociedades que viven un estado de necesidad de desarrollo económico y que necesitan de una transición política hacia la democracia. América Latina está constituida por países en vías de desarrollo con grandes desigualdades económicas y sociales que tienen sistemas políticos en su mayoría autoritarios pero con elementos democráticos importantes. En este trabajo se muestra como la Revolución Bolivariana ha creado una nueva República —con una nueva Constitución— y una nueva práctica democrática que confronta el problema de la desigualdad económica y al mismo tiempo fomenta la participación democrática. Estas nuevas instituciones y prácticas representan un cambio significativo con el pasado reciente y desafían los modelos económicos del neoliberalismo y los políticos de seguridad nacional que las oponen.

    Las teorías nos hacen pensar y nos permiten ver las conexiones y las relaciones entre las partes y el todo. Generan pensamiento crítico y entendimiento. En este caso hay dos aspectos paralelos que son importantes. Por un lado, mostrar la concordancia entre la teoría y su ejemplo; por el otro, comparar el nuevo modelo con él que le precedió históricamente. En filosofía política esto significa mostrar y comparar dos dimensiones fundamentales: la legal y la institucional. ¿Cuáles son los nuevos contenidos legales e institucionales y su concordancia con el modelo teórico? ¿Qué efecto tienen estas nuevas prácticas con respecto al pasado histórico?

    Siguiendo la teoría de Shue, necesitamos un análisis del contenido legal y de sociología comparativa, en este caso también histórica, para poder evaluar la calidad y la cantidad de los cambios que se producen. Estos aspectos comparativos son precisamente en la situación real de los derechos humanos esenciales: la seguridad personal y los derechos de subsistencia: alimentación, educación y salud. Así, mostrar las similitud entre el modelo y su ejemplo; y marcar las diferencias entre el antes y el ahora o el después de la aplicación del nuevo modelo. Esto es fundamental para entender la dimensión y los cambios cualitativos y cuantitativos que se están produciendo. Esto requiere en el caso venezolano hacer continuas referencias históricas y comparaciones legales e institucionales entre la IV (1961-1998) y la V República desde su fundación en 1999 hasta el presente.

    La conclusión del estudio ratifica mi hipótesis inicial: la V República instituyó un modelo constitucional de defensa de los derechos humanos básicos de seguridad y subsistencia que está dando resultados cualitativos y cuantitativos muy concretos en esta materia. El modelo no está completo el proceso es largo requiere tiempo y le faltan todavía elementos importantes, sobre todo en materia de seguridad personal. Sin embargo, se establece una base profundamente democrática y solidaria que es el punto de partida para la construcción de un futuro socialismo democrático del siglo XXI[13].

    Finalmente, habría que preguntarse ¿Qué significación tiene este estudio?

    Primero, pienso que este trabajo tiene importancia histórico-

    política porque al plantear una alternativa al modelo político seguridad nacional dominante en la IV República cuestiona a aquellos que todavía lo defienden como solución única a la situación política actual. Como la diferencia entre estos modelos es radical y alternativa en materia de defensa de los derechos humanos, la dialéctica nos dice que uno deslegitima al otro, al menos en Venezuela. El modelo bolivariano aplica la centralidad de los derechos humanos a la práctica política, y se ofrece como alternativa posible al modelo de seguridad nacional que supedita –temporal o permanentemente— los derechos humanos a la necesidad militar del poder hegemónico. Ni que decir tiene que es la seguridad nacional el modelo que propone el neo-liberalismo y que se presenta como futuro inevitable desde el huracán globalizador de los países ricos hacia los países pobres. Un modelo que tergiversa la defensa de los derechos humanos para favorecer nuevos intereses coloniales, corporativos, económicos y claramente hegemónicos a nivel internacional.

    Segundo, también es significativa la ventaja que ofrece Venezuela para estudiar el impacto y la evolución de la defensa de los derechos humanos. Los derechos básicos en Venezuela eran precisamente los que históricamente no se reconocían como tales a una mayoría significativa de la población —a pesar de tener un estado pleno de recursos económicos y con un sistema liberal democrático considerado modélico en funcionamiento durante los últimos 40 años. Este problema no es único en Venezuela, los derechos básicos son significativos e importantes pero igualmente ignorados en la mayoría de los países del mundo en vías de desarrollo. Es importante recordar que el modelo de seguridad y subsistencia se enfoca en la responsabilidad primaria inmediata del estado en eliminar por ejemplo la pobreza y la indigencia. Se trata de un cambio cultural que no es simple sino complejo nada menos que recuperar al individuo traumatizado por la injusticia —pobre, analfabeto y marginado— para convertirlo en agente socio-económico protagónico, ciudadano político participativo y creador en una sociedad democrática nueva. Como señala Henry Shue, la responsabilidad primera de este difícil proceso está en el estado democrático, que tiene que crear las leyes, las instituciones, la educación y los recursos necesarios para que el cambio ocurra y garantizar su futuro.

    Tercero, este proceso tiene también una significación filosófica, ideológica y ética que es resultado de las alternativas presentadas al subdesarrollo en América Latina en los años 60 y que son bien conocidas por todos. Podría decirse que la teoría de Shue es una reformulación paralela con las mismas premisas desde una perspectiva constitucional para la defensa de los derechos humanos. Los objetivos sociales y políticos son similares a los planteados por muchos líderes históricos latinoamericanos, también. Pero su base constitucional y solidaria recuerda mucho a los planteamientos del gobierno de Salvador Allende en Chile. En otras palabras, existe un paralelismo entre la teoría de Shue y las teorías políticas y sociales planteadas para la superación de la dependencia y el subdesarrollo —presupuestos planteados no sólo por Simón Bolívar o José Martí, sino en las teorías más recientes de la Dependencia, la Teología y Filosofía de la Liberación y la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire. La Revolución Bolivariana utiliza todo ese bagaje histórico, ideológico, filosófico y ético –por muchos considerado anticuado o perdido— para crear las bases culturales que consolidan los cambios promovidos desde el estado. Asimismo debiera, y de hecho lo hace —asumir de palabra y hecho— la bandera de la defensa de los derechos humanos básicos y democráticos, denunciando los atropellos que se comenten a la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) en la supuesta defensa de la libertad.

    Cuarto, es significativo también la implementación en la nueva cultura bolivariana de las las prioridades programáticas económicas y políticas que defiende y ha defendido la ONU para los países en desarrollo en las últimas décadas. Muchas de las políticas bolivarianas son similares o las mismas que las que propone la FAO, la UNESCO, UNICEF y otros organismos internacionales que defienden los derechos humanos. Lamentablemente muchas de estas propuestas ha sido ignoradas o simple papel escrito. Ojalá, que en un futuro no muy lejano el modelo Bolivariano pueda ser considerado como ejemplar de cambio político pacífico a este nivel también. No hay que olvidar que muchas instituciones de la ONU son producto de un diálogo intercultural que busca la superación de la violencia política que origina la pobreza misma, particularmente en los países en desarrollo.

    Los desafíos internos y externos al nuevo modelo no son ni serán pocos. La vinculación existente entre el modelo propuesto y la Constitución Bolivariana y su práctica política –con todas sus virtudes y defectos- demostrada en este trabajo de investigación, me convierte en un defensor de la misma. En este sentido acepto la responsabilidad con gusto. No porque acepte las violaciones de derechos humanos que el estado venezolano pudiera estar cometiendo —que obviamente condeno sin paliativos– sino por la calidad de la teoría de los derechos humanos básicos que modela la Constitución de Bolivariana de 1999 y los innegables avances hechos en la materia en los últimos diez años. Por supuesto, falta mucho por hacer en materia de seguridad, salud, alimentación, educación y vivienda en Venezuela. Pero no hay duda que los avances hechos son estructurales y significativos con prioridades claramente establecidas a nivel legal e institucional. La creación del nuevo Ministerio para la Reforma Penitenciaria y más reciente Misión Vivienda Venezuela no hace sino confirmar la dirección del proceso revolucionario. La sociedad asimismo está respondiendo con niveles de participación política y social sin precedentes. Sería interesante estudiar desde el punto de vista sociológico como el pueblo ha ido asumiendo sus nuevas responsabilidades políticas y culturales; ya que le corresponde ahora llevar adelante su participación y protagonismo a todos los niveles, dentro y fuera del estado[14].

    Esta introducción necesita explicar la significación político-histórica en la cual se enmarca este estudio y que mencione como primera anteriormente. Necesita matizarse en detalle ya que es el trasfondo que fundamenta este trabajo investigación desde el punto de vista político. El método de política comparativa demostrará que los avances legales y reales superan modelos previos de seguridad nacional que legalizaban, condonaban y justificaban la violencia y el terrorismo de estado. Es por esta razón que este estudio incluye la historia y el análisis de modelos de seguridad nacional[15] previos, en los que se basaba el sistema democrático venezolano de la IV República. Estos modelos no eran sólo venezolanos, sino que imperaron durante todo el período de la Guerra Fría (1949-1989) en todo el hemisferio. Es un hecho histórico que los modelos de la seguridad nacional —incluso aquellos que tenían leyes e instituciones democráticas— condonaban y practicaban diferentes niveles de terrorismo de estado. En este contexto el estado practicó la desaparición física, la tortura y asesinó a cientos de miles de latinoamericanos. Asimismo, el estado legitimó un sistema económico injusto que condenaba y todavía condena a la pobreza a muchos millones más. Este trabajo muestra que la Revolución Bolivariana representa una ruptura con ese pasado histórico nefasto. Es un intento genuino de establecer un nuevo modelo de estado democrático que por definición elimina ambos: el terrorismo de estado y la miseria económica para integrar a las mayorías y minorías.

    Históricamente, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) (1948) prácticamente es uno de los últimos hechos políticos significativos del período previo a la Guerra Fría (1949-89). Durante este período de 1945-1949, Estados Unidos y la Unión Soviética eran países aliados que luchando conjuntamente consiguieron la victoria en la Segunda Guerra Mundial. Los enormes costos de materiales y morales de la guerra, establecieron un positivo status quo internacional que lamentablemente sólo duraría cuatro años. Durante este breve período, en la periferia de mundo —que incluye a América Latina—florecía la democracia y la legalización de los derechos a los trabajadores y de los partidos socialistas y comunistas en la mayoría de los países. Fue un momento histórico de extraordinaria importancia histórica, ya que mostró que había otros mundos posibles y que el subdesarrollo podría superarse en un ambiente de paz democrática[16]. No es coincidencia que las Naciones Unidas y la Declaración Universal de los Derechos Humanos se hicieran realidad durante este breve pero significativo período histórico.

    La Guerra Fría que se inició en 1949 cambiaría todo; particularmente en los países mal llamados subdesarrollados. EE UU –la súper potencia dominante en América—estableció un nuevo modelo político —que justificado en la necesidad militar hemisférica— excluía la posibilidad de la democracia participativa y la paz para América Latina. La prioridad del estado no era la democracia, ni la justicia, ni el desarrollo económico. La prioridad era garantizar la seguridad del hemisferio para que los Estados Unidos pudiera ganar la guerra a la Unión Soviética. El estado latinoamericano se modela entonces según su matriz: el sistema de seguridad nacional de los EE UU. La función de América Latina es ayudar y contribuir a ganar la guerra global contra el nuevo enemigo común, la Unión Soviética y la ideología comunista. La Guerra Fría revertiría rápidamente los avances democráticos de 1945-49 para establecer un modelo tétrico de terrorismo de estado en la mayoría de América Latina con raras excepciones[17]. Los niveles de terror se calibraban con los niveles de amenaza existentes internos y externos

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