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Si Eres Libre, Salvarás Al Planeta: “Tú Puedes Salvar Al Planeta”
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Libro electrónico218 páginas3 horas

Si Eres Libre, Salvarás Al Planeta: “Tú Puedes Salvar Al Planeta”

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Ahora el hombre observa ms all de su mundo pequeo y reflexiona sobre su actuacin, dejando a un lado ese estilo de vida arrebatado, en donde el obtener todo de manera fcil era el propsito. Ahora empieza a contemplar y comprender cmo se mueve el mundo de los dems, volvindose solidario, descubriendo que todos tenemos derecho a vivir una vida mejor.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento15 nov 2011
ISBN9781463307233
Si Eres Libre, Salvarás Al Planeta: “Tú Puedes Salvar Al Planeta”

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    Si Eres Libre, Salvarás Al Planeta - Fadelé

    Atmósfera… de amor

    Amor es la voz que se eleva al Universo y retorna, uniéndonos a la humanidad en lazos de fraternidad en una atmósfera abrazadora.

    Así también los animales, que a diferencia de los hombres no razonan, pero tienen la capacidad de mostrarse afectuosos entre sí y con sus dueños, llegan a ser miembros importantes dentro de la familia, dándonos alegría con su presencia juguetona y traviesa.

    Convivir con un animal doméstico es lo mejor que nos puede pasar. Por lo regular, siempre es el primero que nos recibe; parece que algunos de sus sentidos están muy desarrollados. Éste empieza a descontrolarse fuera o dentro de casa esperando que alguien abra el portón o la puerta principal para recibir a los mortales que habitan con él y que extraña. Así es que cuando llegamos a casa después del trabajo, después de clases o después de un largo viaje de vacaciones, alguien nos está esperando…

    También la flora muestra su belleza, la cual es acariciada por la naturaleza dadivosa que le brinda el riego natural del lagrimal del cielo. Así, el lienzo multiazul por el día y oscuro por la noche da al paisaje encanto. Algunas plantas reclaman la sombra para proteger sus tonos multiverdosos con la intercesión moderada de la luz para erigir su belleza. A otras las hacen lucir esplendorosas los rayos del Sol que lanzan su brillantez sobre ellas, acentuando su naturalidad. Así también lucen las hierbas que se adhieren a la tierra, ostentándose como finos tapetes alrededor de otras especies.

    El amor también está presente en aquellos guardianes espirituales que, con cánticos rituales, protegen nuestros bosques para salvarlos de la mano taladora.

    También en las pequeñas y grandes ciudades las avenidas públicas lucen espacios floridos, presumiendo su beldad gracias al esmero del cultivador del paisaje.

    Así las plantas nos muestran su apostura decorativa y se muestran agradecidas por el regalo de vida, raizándose con fuerza en la profundidad de la tierra que las nutre, brotando poco a poco el tronco y echando guías de ramas que se extienden, luciendo hermosos accesorios de hojas y flores de tonalidades diversas, esparciendo su sensibilidad aromática. También hay arbustos con fuertes brazos de los cuales penden frutos que nos invitan a probar sus delicias. Cuando el paso del tiempo debilite sus estructuras, se brindarán en abono para otras especies.

    Así los transeúntes observan la diversidad de la flora que presume su altivez por separada, y al mismo tiempo se exhibe en su conjunto en un jardín de un hogar o una vía pública o cuando el conductor es cautivado por una zona multiverdosa o por la realidad vívida del paisajismo colorido.

    Los visitantes de los parques son cautivados por los árboles que esparcen un aroma agradable, invitando, bajo su sombra, a la convivencia y los juegos animan a la diversión. Los prados húmedos destacan su vestimenta verdosa.

    Así el amor es un edén que se manifiesta, desprendiendo su aroma natural. Es ese espíritu compasivo hacia los demás, presto a brindar lo mejor, dándole importancia hasta el más pequeño de los eventos que se viven cada día, reflexionando lo que somos y lo que podemos dar.

    Nos manifestamos emotivamente, en donde todos los sentidos se unen en el sincero y cálido abrazo, como el caminar al lado de aquel extraño que desea cruzar la calle y no le es fácil hacerlo porque la niebla ha cubierto su vista, el obsequiar una moneda al que la está necesitando, el brindar el brazo amigo al enfermo, el dar consuelo al desvalido, el escuchar al que desea expresar su ser, el obsequiar una prenda de tu ropero al que tiene frío o carece de una pieza de tela para cubrir su cuerpo desnudo o aquél que toca tu puerta por un trozo de alimento porque está hambriento o al que te pide un vaso de agua porque está sediento o el que rescata un animal de ser dormido adoptándolo o el que cuida con esmero su jardín llenándolo de especies florales.

    Cuando logramos sentir la piel de otro en la nuestra es como logramos entender las carencias humanas. Ahí es cuando nos sentimos inclinados a actuar incondicionalmente, con el único objetivo de beneficiar a los demás.

    Nadie está solo. Siempre habrá alguien que te dé la mano cuando tú se la pidas o alguien que te escuche cuando tú le hables. No habrá sordez cuando exclames ¡te necesito! y la puerta que creías que era imposible de abrir, te ayudarán a abrirla.

    Una taza de café

    El señor Ben siempre se quejaba de que nadie lo quería. Él vivía en soledad desde hacía más de seis años. Su esposa había muerto y su mundo se derrumbó. Aunque no lo reconocía, su ausencia le hacía pesada su existencia. Tuvo un hijo fuera de matrimonio; la madre de éste insistía en que lo reconociera y Ben se negaba a aceptar su paternidad. Ella, ya cansada de hacer hincapié, se alejó con su hijo.

    Ben pensaba, de vez en cuando, qué sería de ese hijo. Aunque no estaba convencido de que hubiera tomado la decisión correcta, no le preocupaba mucho. Él vivía en Maryland, en donde las viviendas de estructura antigua daban una atmósfera romántica a la zona, en donde el tiempo se detiene en un suspiro largo de historias del pasado en la que se conocía la vida de cada uno de los habitantes del lugar. Así Ben no escapaba de los comentarios de los lugareños. Ellos conocían su carácter rudo y hosco. Su presencia no pasaba desapercibida, ya que su faz inexpresiva, de rasgos vencidos por el correr del tiempo, denotaba su apariencia desgastada. Su vestimenta era descuidada y maloliente, con parches aquí y parches allá, que él mismo los zurcía de manera inadecuada, ya que carecía de inteligencia en lo que se refería a la costura invisible de la cual no heredó de su madre, quien era una docta y con la cual sobrevivió para la crianza de Ben.

    En fin, sólo tomaba el viejo costurero de su finada madre, lo abría y sacaba los materiales para empezar la labor de los remiendos de coloridos inadecuados, ya que los hacía sin lentes y su vista se empezaba a nublar por las cataratas. Por lo regular esta labor la hacía por la mañana al levantarse, mientras su café de olla, con mucha canela, desprendía un aroma exquisito por toda su desarreglada vivienda, la cual le pasaba la escoba cada venida de obispo, como decía mi abuela de descendencia mexicana que era muy dicharachera.

    Thomas era un joven de veinte años quien era vecino del señor Ben. Hacía cinco años que el joven se había mudado de Luisiana a Maryland por consejo de su progenitora. Ésta, en su lecho de muerte, le dio una carta que le pidió que fuera leída tres meses después de su fallecimiento; por cierto que Thomas la traía extraviada, ya que la turbación le confundió sus sentidos en el profundo y total olvido. Este sobre contenía un secreto ajeno a Thomas y no quería revelarle su madre otro dolor más, pues no sabía cómo reaccionaría al enterarse de su contenido.

    El joven Douglas era afable, humilde y compasivo hacia los demás. Todos en el pueblo lo conocían, ya que en algún momento hizo algo por ellos. No era un salvador ni un poeta ni un doctor prominente, pero sí era alguien especial como decían en el pueblo un ángel, ya que aparecía en el momento adecuado, brindando siempre su oído al que deseaba ser escuchado. Él siempre permitía que se recargaran en su hombro. A diario era interceptado por alguien en la calle o en su negocio para conversar algún asunto feliz o algo que le aquejara. Y en algunas ocasiones eran igualmente recibidos con gusto por Thomas en su vivienda, con los cuales disfrutaba de un delicioso café de olla con mucha canela como se lo hacía su madre.

    Lo único que sabía de su padre era que éste era un adicto al café, ya que no conservaba ni una foto de él ni sabía dónde vivía. Thomas se hacía acompañar con una taza de café para suplir la ausencia de su padre, ya que no sabía si aún estaba vivo o posiblemente había fallecido. El aroma impregnaba su espacio y al mismo tiempo viajaba al hogar del señor Ben, entrando por las ranuras de las puertas y ventanas, mezclándose con el café de éste último como invitándolo a cultivar una amistad.

    El señor Ben se empezó a interesar por conocer aquel muchacho que lo saludaba tan amable cada mañana, al grado de no poder prescindir de su presencia; lo mismo parecía que le sucedía a Thomas, hasta que a éste último se le ocurrió empezar a visitarlo con el pretexto de llevarle el periódico, una libra de café de grano, cien gramos de canela y sin olvidar su pomo de miel de abeja importado de Rusia. Thomas platicaba en el portal unos momentos con él y luego se retiraba amablemente.

    Un día el señor Ben decidió invitar a Thomas a pasar a su pequeña cocina donde solían charlar alrededor de 45 minutos, ya que el joven debía abrir su mercado.

    Después de varios meses, Thomas comentó al señor Ben que necesitaba un empleado de confianza, que si no conocía a alguien que le recomendara. Por un instante Ben se quedó en silencio. Acto seguido, exclamó:

    – ¡Sí, sí lo conozco! ¡Pero es muy viejo y renegón!

    Thomas preguntó:

    – ¿Lo conozco señor Ben?

    –Sí Thomas, aquí tiene su retrato–y posó frente a él con un rostro lleno de felicidad.

    –Perfecto es suyo el puesto. Usted es justo lo que necesitaba.

    Ben, emocionado y sin poder emitir palabra alguna y haciendo pucheros, derramó unas cuantas lágrimas las cuales limpió con su antebrazo derecho, dejando húmeda su desgastada camisa de lino blanca que parecía como tela de cebolla, como decía mi finada abuela que era muy ocurrente en todo lo que decía.

    Thomas no aguantó y se acercó a Ben y le dio un abrazo muy efusivo. En ese momento cayó una foto de la bolsa derecha de Ben. Thomas preguntó:

    – ¿Qué hace usted con la foto de mi madre?

    Ben quedó callado y se retiró después de tan emotivo acontecimiento.

    Al día siguiente Ben se apresuró a preparar un café con canela, el mejor que había preparado en su vida y se anticipó a la llegada de Thomas, dirigiéndose a casa de éste último. Eran las seis de la mañana y Thomas se encontraba en el ático, en donde acababa de encontrar la carta de su madre, la cual ya había leído minutos antes de que llegara su fiel amigo Ben. Al oír los toquidos, bajó rápidamente, abrió la puerta y exclamó:

    – ¡Pasa padre! ¡Siempre te estuve esperando con una taza de café!

    El café unió el destino de tan solitarias almas…

    Detrás de la puerta alguien toca y alguien escuchará y te abrirá y te recibirá cálidamente

    Un lugar cálido

    Cuando nos separan del útero materno emitimos el primer suspiro que se torna en llanto, ya que era un lugar cálido que nos protegía y daba seguridad.

    Ahora entramos a un mundo de convivencia en el que nos relacionaremos con otros y en el que nos tendremos que someter a normas y límites. Ahora emprenderemos el aprendizaje de la vida.

    Ahora los padres nos protegerán y nos darán amor. No importa si llevas su sangre o eres adoptivo. Si careces de ellos por algún motivo de la vida, no quiere decir que no puedas tenerlos. Hoy en día es fácil lograr tu sueño de ser acogido por una familia.

    Ser padre requiere de una responsabilidad, no sólo la de ser proveedor, sino también la de dar atención, guiar, educar y apoyar en sus deseos a los hijos para que elijan de una manera personal su camino, no para imponer ideas.

    No importa la orientación sexual de los padres, sólo son tabúes que debemos de ignorar. Todos tenemos la capacidad de ser los mejores padres. No se puede decir que los padres homosexuales no están aptos y que pueden influir de manera inadecuada. No saques conclusiones. El que desea ser padre no lo hace con el afán de influir en las preferencias sexuales de sus hijos. Él sólo quiere ser el mejor de los padres.

    ¿Por qué de parejas heterosexuales surgen gays o lesbianas? Si son heterosexuales, ¿qué les falló con la orientación sexual de sus hijos? Entonces, ¿quiénes deciden en su orientación sexual? Es opción personal. Tus preferencias sexuales no te hacen ni mejor ni peor persona.

    Si consideras que ser heterosexual te garantiza un hijo con tu misma orientación sexual, estás perdiendo tu tiempo. Cada quien elige relacionarse con quien quiera. El amor se expresa y no se cuestiona. Entonces, dejemos al tiempo que hable y dejemos vivir a cada cual su felicidad, que es el fin de la existencia humana.

    Escuchar opiniones es de humanos, pero rechazarlas es de sabios, porque la existencia de cada uno de nosotros es única y perecedera para perder el tiempo en análisis tontos. Nadie tiene derecho en poner en tela de duda nuestros deseos, orientaciones sexuales, aspiraciones y mucho menos el gozo de ser padres.

    El respeto en la diversidad de formas de pensar, de ser y de vivir hacen la verdadera convivencia, dejando a un lado los tabúes

    Ahora no son solamente papá, mamá e hijos los que forman un hogar. Ahora hay familias en las que hay un progenitor y un hijo o padres del mismo sexo en el que uno de los miembros de la pareja es el padre biológico. En otros casos, padres del mismo sexo adoptan. Todavía este tipo de parentesco homoparental así como asexual son muy criticados, ya que no son bien vistos por algunas sociedades y religiones. Hay personas con una mente más abierta que aceptan los nuevos modelos de familia.

    Un estudio del Colegio de Psicólogos de Madrid asegura lo contrario. A más del 90% de los estudios sobre niños criados por parejas homosexuales y heterosexuales considera que la condición sexual de los padres no influye en los hijos, según un informe del Colegio de Lesbianas y Gays de Madrid (Cogam).

    Tanto una pareja heterosexual como homosexual pueden tener el privilegio de ser padres de la forma que sea, buscando alternativas para concebir como: madres de alquiler, la inseminación artificial, la fecundación in vitro; entonces el mundo evoluciona; no nos podemos quedar estancados en la forma en que se percibía el mundo anteriormente. Buen ejemplo de ello es la película: The Kids Are All Right, producida por Jordan Horowitz, Philippe Hellmann, Daniela Taplin Lundberg y Celine Rattray. ¡Les recomiendo esta película!

    Ahora hijo te sostendré sobre mi dorso y volaremos. Pasado un tiempo sólo te daré como sostén una de mis alas y después cuando estés listo, volarás junto a mí y viajaremos en la inmensidad del Universo y gozaremos en compañía divisando el espacio para regresar a tierra firme y lo haremos cuantas veces sea necesario. Reposaremos y una vez que estés listo emprenderás tu propio vuelo. Yo le ordenaré al viento con rigor que dirija tus alas para que llegues a lo más alto del cielo y así puedas divisar lo que has recorrido y yo, desde el firmamento, te veré y nadie podrá cortar tus alas.

    Los hijos no tienen derecho a juzgar los actos de sus padres biológicos, ya que ellos les dieron la oportunidad de vida y eso no tiene precio; y si estás en el caso de tener unos padres adoptivos, valóralos. Igualmente ellos aceptaron el

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