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Lo que nos dice la Biblia
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Libro electrónico876 páginas16 horas

Lo que nos dice la Biblia

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El claro y conciso examen de las Escrituras que ella (Henrietta C. Mears) hace, nos revela que la Biblia es un libro, una historia, y un relato. Este compañero del estudio bíblico ayuda a hacer que las Escrituras revivan para usted, y lo ayudará a conocer mejor la revelación escrita de la Voluntad de Dios a los humanos.
IdiomaEspañol
EditorialZondervan
Fecha de lanzamiento23 jul 2013
ISBN9780829777932
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    This book provides background information for every book in the Bible. It is great to read in conjuction with your Bible to gain a greater understanding of God's word.

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Lo que nos dice la Biblia - Henrietta C. Mears

PREFACIO

Mientras cruzaba el Mar Jónico, habiendo partido de la antigua ciudad de Corinto en Grecia, se me pidió que preparase estas palabras. ¡No podía darse un marco más adecuado para proclamar la autoridad de la Palabra de Dios! En Corinto Pablo estuvo enseñando la Palabra de Dios durante un año y seis meses (Hechos 18:11). Utilizó el método directo de identificarse con la gente y de discutir en la sinagoga acerca de esa Palabra Viviente que había venido en cumplimiento de la Palabra escrita.

La presente es una época desconcertante. El hombre carece de un sentido de dirección en cuanto a su destino. Se ha soltado de sus amarras y está desorientado. En su búsqueda de fe y salvación ha perdido el pie. Se siente solo a pesar de estar rodeado de millones de semejantes.

El mensaje de la Palabra de Dios es la respuesta total a la necesidad total del hombre. Es un mensaje de Buenas Nuevas que ofrece perdón, fe, paz, propósito y cielo. En la Biblia el hombre descubre lo que ha de creer y hacia dónde se encamina.

Una de las necesidades más grandes que tiene el cristiano en el día de hoy es la de familiarizarse con las Escrituras mediante el estudio diario y la meditación. Si contamos con la ayuda del Espíritu Santo y nos dedicamos a la lectura de la Palabra de Dios en espíritu de oración, su eterno mensaje se apoderará de nuestro corazón con fuerza dinámica. Adquiriremos un sentido de destino y dirección. Necesitamos comprender la Palabra de Dios, y el estudio de Lo que nos dice la Biblia nos ayudará a adquirir esta comprensión tan necesaria de la revelación esencial de Dios, tal como nos la ha dado él mismo.

Cyrus N. Nelson

PROLOGO

Millones de personas en el día de hoy están buscando una voz de autoridad en que puedan confiar. La Palabra de Dios es la única autoridad verdadera de que disponemos. Su Palabra arroja luz sobre la naturaleza humana, sobre los problemas mundiales y sobre el sufrimiento humano. Pero además de todo esto, revela claramente el camino a Dios.

El mensaje de la Biblia es el mensaje de Jesucristo; de aquel que dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida (Juan 14:6). Es la historia de la salvación; la historia de la redención, tanto mía como del lector, por medio de Cristo; la historia que nos habla de vida, paz, y eternidad.

Nuestra fe no depende del conocimiento humano ni del progreso científico, sino del inconfundible mensaje de la Palabra de Dios.

La Biblia cuenta con una gran tradición y una herencia magnífica. Contiene 66 libros, escritos en un lapso de varios cientos de años por muchos escritores diferentes. Y sin embargo, el mensaje, divinamente inspirado por el Espíritu Santo, es igualmente claro desde el comienzo hasta el fin. Los 66 libros se convierten en uno solo.

La Biblia es un libro antiguo; pero se renueva constantemente. Es el libro más moderno que existe en el mundo hoy. Mucha gente tiene la idea falsa de que un libro tan antiguo como la Biblia no puede referirse a las necesidades del hombre moderno. Por alguna razón los hombres piensan que en una época de grandes logros científicos, cuando el conocimiento ha aumentado más en los últimos 25 años que en todos los siglos anteriores juntos, este antiguo Libro está desactualizado. Mas para todos los que leen y aman la Biblia, ésta sigue siendo pertinente para nuestra generación.

Es en las Sagradas Escrituras donde encontramos las respuestas a las cuestiones últimas de la vida: ¿De dónde vine? ¿Por qué estoy aquí? ¿Hacia dónde voy? ¿Qué sentido tiene mi existencia?

Una de las más grandes necesidades en la iglesia contemporánea es la de volver a las Escrituras como la fuente de autoridad, y estudiarlas en actitud de oración en sujeción al Espíritu Santo. Cuando leemos la Palabra de Dios, el corazón se nos llena de sus palabras, y Dios nos habla.

William Lyon Phelps, conocido como el profesor más amado de los Estados Unidos, que fuera presidente de la Universidad de Yale, dijo estas palabras muy citadas posteriormente: Creo firmemente en la necesidad de la educación universitaria, tanto para hombres como para mujeres; pero pienso que el conocimiento de la Biblia sin estudios universitarios tiene más valor que los estudios universitarios sin la Biblia.

Una de las tragedias más grandes de la actualidad es que, a pesar de que la Biblia es un libro que está abierto y a disposición de todos, sigue siendo un libro cerrado para millones de personas—ya sea porque no la leen o porque la leen sin aplicar sus enseñanzas a su propia vida. No puede haber mayor tragedia para un hombre o un pueblo, que la de rendirle culto de labios a una Biblia que no se lee o a un modo de vida que no se cumple.

La Biblia, el documento más importante de que dispone la raza humana, tiene que ser abierta, leída y creída. Una encuesta reciente indica que sólo el 12 por ciento de las personas que dicen creer en la Biblia la leen todos los días; un 34 por ciento la lee solamente una vez por semana, y un 42 por ciento la lee muy de vez en cuando.

Este libro, Lo que nos dice la Biblia, ayudará a hacer que la lectura y el estudio de la Palabra de Dios resulte interesante, desafiante y útil. Se lo recomendamos calurosamente.

Billy Graham

CAPITULO 1

Comprendiendo la Biblia

La Biblia presenta a Jesucristo, el Salvador del mundo

Por debajo y por detrás de la Biblia, por encima y más allá de la Biblia, está el Dios de la Biblia.

La Biblia es la revelación escrita de Dios sobre su voluntad para los hombres.

Su tema central es la salvación por medio de Jesucristo.

La Biblia contiene 66 libros, escritos por 40 autores, que cubren un período de aproximadamente 1600 años.

El Antiguo Testamento fue escrito principalmente en hebreo (unos cuantos pasajes breves fueron escritos en arameo). Cerca de 100 años antes de la era cristiana todo el Antiguo Testamento fue traducido al griego.

El Nuevo Testamento se escribió en griego. Debemos recordar que las Biblias en castellano son traducciones de dichas lenguas originales.

La palabra Biblia viene de la palabra griega biblos.

La palabra testamento significa pacto, o acuerdo. El Antiguo Testamento es el pacto que Dios hizo con el hombre acerca de su salvación antes de la venida de Cristo. El Nuevo Testamento es el acuerdo que Dios hizo con el hombre acerca de su salvación después de la venida de Cristo.

En el Antiguo Testamento encontramos el pacto basado en la ley. En el Nuevo Testamento encontramos el pacto basado en la gracia que vino con Jesucristo. El primero condujo al segundo (Gálatas 3:17-25).

El Antiguo comienza lo que el Nuevo completa.

El Antiguo gira en tomo al Sinaí,

El Nuevo, en tomo al Calvario.

El Antiguo está asociado con Moisés,

El Nuevo, con Cristo (Juan 1:17).

Los autores eran reyes y príncipes, poetas y filósofos, profetas y estadistas. Algunos eran versados en todas las artes de la época y otros eran pescadores sin preparación. Otros libros se desactualizan pronto, pero este Libro abarca todos los siglos.

La mayoría de los libros tienen que ser adaptados para las diferentes edades pero tanto ancianos como jóvenes aman este Libro.

La mayoría de los libros están limitados geográficamente y sólo interesan a los que hablan la lengua en que fueron escritos, pero no así con este Libro. Nadie se detiene a pensar que fue escrito en lo que ahora constituyen lenguas muertas.

Libios del Antiguo Testamento

(5) De la ley

(12) Históricos

(5) Poéticos

(17) Proféticos

(5 Mayores)

(12 Menores)

Libros del Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento fue escrito para revelamos el carácter y las enseñanzas de Jesucristo, el Mediador del Nuevo Pacto, por no menos de ocho hombres, cuatro de los cuales, Mateo, Juan, Pedro y Pablo eran apóstoles; dos, Marcos y Lucas, fueron compañeros de los apóstoles; y dos, Santiago y Judas, eran hermanos del Señor. Los libros fueron escritos en diferentes momentos durante la segunda mitad del primer siglo.

Los libros del Nuevo Testamento pueden agruparse así:

(4) Evangelios

(1) Histórico

(1) Profético

(21) Epístolas

(14 Paulinas)

(7 Generales)

El Antiguo Testamento comienza con Dios (Génesis 1:1),

El Nuevo Testamento comienza con Cristo (Mateo 1:1).

Desde Adán hasta Abraham tenemos la historia de la raza humana.

Desde Abraham hasta Cristo tenemos la historia de la raza elegida.

Desde Cristo en adelante tenemos la historia de la iglesia.

El conocimiento de la historia que tiene la mayoría de las personas es como una sarta de perlas graduadas sin el hilo, ha dicho un historiador. Esta afirmación parece aplicarse en forma especial a la historia bíblica. Muchas personas tienen algún conocimiento de los personajes bíblicos y de los acontecimientos principales, pero se quedan completamente desconcertados cuando se les pide que hagan una relación ordenada de los mismos. Cualquiera que haya experimentado el placer de aprender a ubicar a los personajes individuales en el marco que les corresponde, en lo que se refiere a tiempo y lugar, podrá darse cuenta de la diferencia que hace en cuanto a la posibilidad de disfrutar plenamente de la Palabra de Dios.

Juntemos las perlas de las Escrituras y enhebrémoslas ordena-demente desde Génesis hasta Apocalipsis, a fin de que podamos considerar el relato bíblico integralmente.

Antiguo Testamento—Personajes Principales

He aquí una lista de 40 personajes principales cuya historia combinada constituye la historia del Antiguo Testamento.

1. Dios

2. Satanás

3. Adán

4. Noé

5. Abraham

6. Isaac

7. Jacob

8. José

9. Faraón

10. Moisés

11. Aarón

12. Caleb

13. Josué

14-19. Jueces (15)¹

20. Rut

21. Samuel

22. Saúl

23. David

24. Salomón

25. Elias

26. Elíseo

27. Reyes de Israel (19)

28-30. Reyes de Judá (20)²

31-34. Profetas³

35. Nabucodonosor

36. Ciro

37. Zorobabel

38. Esdras

39. Nehemías

40. Ester

Como se verá al estudiar el primer libro, Génesis, los ocho primeros personajes aparecen allí. Una larga página de la historia gira en torno a dichos personajes.

Nuevo Testamento—Personajes Principales

1. Juan el Bautista

2. Cristo

3-14. Los discípulos (12)

15. Esteban

16. Felipe

17. Pablo

18. Santiago, hermano de Jesús

Antiguo Testamento—Lugares Principales

Los doce lugares principales en tomo a los cuales se desarrolla la historia del Antiguo Testamento son:

1. Edén

2. El monte Ararat

3. Babel

4. Ur de los Caldeos

5. Canaán

6. Egipto (con José)

7. Sinaí

8. El desierto

9. Canaán

10. Asiria (cautiverio de Israel)

11. Babilonia (cautiverio de Judá)

12. Canaán (Palestina—retorno de los exilados)

Si se teje la historia de la Biblia alrededor de estos lugares, se tiene toda la historia en orden cronológico.

Otro modo de analizar sistemáticamente la Biblia es el de seguir ordenadamente los Grandes Hechos.

Antiguo Testamento—Hechos Principales

1. La creación, Génesis 1:1-2:3

2. La caída del hombre, Génesis 3

3. El diluvio, Génesis 6-9

4. Babel, Génesis 11:1-9

5. El llamado de Abraham, Génesis 11:10-12:3

6. El descenso a Egipto, Génesis 46, 47

7. El éxodo, Exodo 7-12

8. La pascua, Exodo 12

9. La entrega de la ley, Exodo 19-24

10. La peregrinación en el desierto, Números 13, 14

11. La conquista de la tierra prometida, Josué 11

12. Períodos oscuros del pueblo elegido, Jueces

13. Ungimiento de Saúl como rey, 1 Samuel 9:27; 10:1

14. La edad de oro de los hebreos, bajo David y Salomón, el reino unido, 2 Samuel 5:4, 5; 1 Reyes 10:6-8.

15. El reino dividido—Israel y Judá, 1 Reyes 12:26-33

16. La cautividad, 2 Reyes 17, 25

17. El retorno, Esdras

Nuevo Testamento—Hechos Principales

1. Los primeros años de Cristo

2. El ministerio de Cristo

3. La iglesia en Jerusalén

4. La iglesia se amplía con los gentiles

5. La iglesia en todo el mundo

Períodos Principales

I. Período de los patriarcas a Moisés—Génesis

A. La línea santa

Acontecimientos principales:

1. La creación

2. La caída

3. El diluvio

4. La dispersión

B. La familia elegida

Acontecimientos principales:

1. El llamado de Abraham

2. El descenso a Egipto—la esclavitud

II. Período de grandes dirigentes: Moisés a Saúl—Exodo a Samuel

A. Exodo de Egipto

B. Peregrinación por el desierto

C. La conquista de Canaán

D. El gobierno de los jueces

III. Período de los reyes—Saúl hasta los cautiverios—Samuel, Reyes, Crónicas, los libros proféticos

A. El reino unido

1. Saúl

2. David

3. Salomón

B. El reino dividido

1. Judá

2. Israel

IV. Período de gobernantes extranjeros—desde los cautiverios hasta Cristo—Esdras, Nehemías, Ester, profecías de Daniel y Ezequiel

A. El cautiverio de Israel

B. El cautiverio de Judá

V. Cristo—los Evangelios

VI. La iglesia—Hechos y las Epístolas

A. Enjerusalén

B. Inclusión de los gentiles

C. Hacia todo el mundo

Recordemos que en la Palabra de Dios el fundamento del cristianismo descansa sobre la revelación del solo y único Dios verdadero. Dios eligió a un pueblo (los hijos de Israel) para que evidenciaran dicha verdad y para que conservaran un registro de él como Dios.

La Biblia nos cuenta el origen del pecado y cómo esta maldición separó al hombre de Dios. Descubrimos lo imposible que resultaba que la ley le proporcionara al hombre la salvación que necesitaba, ya que por las obras de la ley ningún ser humano podía ser justificado, por cuanto todos han pecado (véase Romanos 3:20, 23). Luego encontramos la promesa de un Salvador, aquel que habría de venir a buscar y a salvar lo que se había perdido, y para dar su vida en rescate por muchos (Lucas 19:10; Mateo 20:28). Vemos a través de todas las épocas que se evidencia un único propósito, el de preparar el camino para la venida del Redentor del mundo.

No hay ningún modo fácil de aprender y, por cierto, no hay ningún modo fácil de adquirir conocimientos sobre la Biblia. El Espíritu de Dios nos ha de conducir a toda la verdad, es cierto, pero el mandamiento de Dios dice que debemos estudiar a fin de ser aprobados, para que no tengamos de qué avergonzamos como obreros suyos. (Véase 2 Timoteo 2:15.)

A la Biblia debemos prestarle atención con intención, pero al mismo tiempo la intención requiere atención. Quizá se presta tan poca atención a la lectura de la Biblia en el día de hoy, porque hay muy poca intención. Tenemos que acudir a ella con un propósito, con un objetivo claramente definido; tenemos que saber qué es lo que nos proponemos.

Son muchos los que dicen: La Biblia es tan larga. No sé dónde comenzar y no sé cómo continuar. Y con frecuencia se dice esto con toda honestidad y sinceridad. Desde luego, es verdad que, a menos que procedamos con método, con seguridad no obtendremos los mejores resultados, aun cuando pasemos mucho tiempo leyendo nuestra Biblia.

Campbell Morgan dijo en cierta ocasión: La Biblia puede leerse desde Génesis 1 hasta Apocalipsis 22 en 78 horas al ritmo que se lee en el púlpito. Un abogado le contestó que no podía ser. Morgan le dijo que primeramente fuera y tratara de hacerlo antes de hacer un desafío sobre la imposibilidad de lograrlo. El abogado se volvió a su casa y leyó la Biblia entera en menos de 80 horas.

¿Quiere el lector intentar leer toda la Biblia de principio a fin? Hágase un horario de 80 horas. Elija los momentos en que puede hacerlo. ¿Cuánto tiempo puede dedicarle cada día? ¿Cuántos días a la semana? Se trata de una propuesta sumamente práctica, y hasta las personas más atareadas debieran proponérselo. Todos somos personas ocupadas y tenemos que proponemos firmemente separar tiempo para esto. Si hemos de llegar a conocer la Biblia, tenemos que dedicarle tiempo y planificar las lecturas. Tenemos que disponer las actividades de modo que nos alcance el tiempo. A menos que lo hagamos, jamás llegaremos a tener un conocimiento adecuado de la Palabra; porque es imposible adquirir dicho conocimiento de la Palabra basados en el ministerio que nos ofrece el púlpito. La Biblia revela la voluntad de Dios y lleva al hombre a ubicarse dentro de ella. Cada uno de los libros que la integran tiene una enseñanza directa. Descubramos lo que es esa enseñanza y acomodémonos a ella. Este es nuestro objetivo. A partir del próximo capítulo vamos a considerar un libro en cada capítulo.

Ahora bien, aun cuando es cierto que la Biblia es una biblioteca, es al mismo tiempo el Libio. Es un relato, un relato grandioso que tiene su comienzo y se desarrolla hasta completarse. Aquí tenemos indudablemente algo fenomenal en la literatura. Supongamos, por ejemplo, que nos propusiéramos abarcar los grandes campos del conocimiento, tales como el derecho, la historia, la filosofía, la ética y la profecía, y que intentáramos reunir todos estos temas diferentes y encuadernarlos en un solo volumen. Para empezar, ¿qué nombre le pondríamos a semejante libro? Luego, ¿qué clase de unidad podríamos esperar encontrar ante semejante mezcla de asuntos? Y, sin embargo, en la Biblia tenemos precisamente esa variedad y ese número infinito de temas y estilos, reunidos no en el curso de unas cuantas generaciones de la historia humana, sino a través de los siglos. Es por ello que la posibilidad de lograr alguna medida de unidad resulta sorprendentemente limitada. Ningún editor se atrevería a publicar semejante libro, y si lo hiciera, nadie querría comprarlo y mucho menos leerlo. Pero esto es justamente lo que se ha logrado con la Biblia.

Datos interesantes en relación con la Biblia

LA LEY en los libros de Moisés

HISTORIA en Samuel, Reyes, Crónicas y otros libros

FILOSOFIA en Job y Eclesiastés

POESIA en los Salmos y el Cantar de los Cantares

PROFECIA en Isaías, Ezequiel, Jeremías y los profetas menores

DOCTRINA en las Epístolas

REVELACION en el Apocalipsis y Daniel

Tengamos presente que todo esto nos fue legado por 40 hombres diferentes en un lapso de unos 1600 años. Todos estos temas han sido reunidos y encuadernados y constituyen el Libro. Podemos comenzar en Génesis y seguir leyendo hasta terminar. No hay nada que desentone. Podemos pasar de un estilo literario a otro con tanta facilidad como si estuviésemos leyendo un relato escrito por una misma mano, producto de una misma vida, y la verdad es que en este Libro tenemos un relato que es producto de una sola mente (2 Pedro 1:21), si bien no de una sola mano o pluma.

Aun cuando es divino, también es humano. El pensamiento es divino, la revelación es divina, la expresión en que se da la comunicación es humana. Santos hombres (elemento humano) de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (elemento divino) (2 Pedro 1:21).

De modo que aquí tenemos un libro distinto de todos los demás. Este Libro, que es revelación divina, revelación progresiva, revelación de Dios al hombre comunicada por medio de hombres, se desarrolla suavemente desde sus comienzos hasta su gran final. Allí en el Génesis tenemos los comienzos, en el Apocalipsis tenemos los momentos del fin, y entre Exodo y Judas vemos la forma en que Dios fue llevando a cabo su propósito. No podemos dejar a un lado ninguna de sus partes.

La historia bíblica nos transporta al pasado desconocido de la eternidad y sus profecías nos transportan hacia un futuro también desconocido.

El Antiguo Testamento constituye el fundamento; el Nuevo Testamento la sobreestructura. Los cimientos no tienen ningún valor si no se edifica sobre ellos. Es imposible levantar un edificio si no se cuenta con los cimientos correspondientes. De modo que el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se necesitan mutuamente.

"El Nuevo está contenido en el Antiguo,

El Antiguo está explicado en el Nuevo.

El Nuevo está latente en el Antiguo,

El Antiguo está patente en el Nuevo."

El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento constituyen una biblioteca divina, una sublime unidad, con los orígenes en el pasado reladonados con asuntos en el futuro, y con el desarrollo de ambos al medio, reladonando dos eternidades.

Un Libro, una historia, un relato

La Biblia constituye un solo libro, una sola historia, un solo relato—el de Dios. Detrás de 10.000 acontecimientos está Dios, el constructor de la historia, el hacedor de las edades. La eternidad limita uno de los lados, y la eternidad limita el otro lado, y el tiempo se encuentra al medio—Génesis, los orígenes, Apocalipsis, el final, y en todo el lapso entre uno y otro, Dios prosigue con sus planes. Podemos examinar hasta los más mínimos detalles en todas partes y veremos que, a través de todas las épocas, un único y grande propósito está invariablemente presente— la intención eterna del Dios Todopoderoso de redimir a un mundo arruinado.

La Biblia constituye un solo libro, y no podemos estudiarla por versículos sueltos y pretender llegar a comprender la magnificencia dé la revelación divina. Es preciso verla en su plenitud acabada. Dios se ha tomado el trabajo de ofrecemos una revelación progresiva, y nosotros debemos tomamos el trabajo de leerla de comienzo a fin. No pensemos que con leer pequeños trozos podemos hacer compensación por la falta de una labor seria y consecutiva en el estudio de la Biblia misma. Tenemos que volver a la Biblia y entonces no toleraremos semejante descuido. Jamás se nos ocurriría leer otro libro, ni siquiera la novela más ligera, de este modo.

Otra forma en que podemos estudiar la Biblia es por grupos—la ley, libros históricos, libros poéticos, profetas mayores y menores, Evangelios, Hechos, Epístolas y Apocalipsis. En esto también encontramos una gran unidad, por cuanto en el rollo del libro está escrito de mí, dice Cristo. ¡Todo el contenido señala al Rey!

Cada uno de los libros tiene su mensaje, y debemos esforzamos por descubrir cuál es ese mensaje. Leamos hasta descubrir el mensaje del libro. Por ejemplo, en Juan es fácil descubrir el propósito. Está indicado en Juan 20:31. No siempre resulta tan claro como en este caso, pero siempre será posible llegar a la verdad.

En un sentido debemos tratar a la Biblia en la forma en que tratamos cualquier otro libro, y hay un sentido en que no debemos hacerlo. Cuando sacamos un libro de la biblioteca, nunca lo trataríamos como solemos hacer con la Biblia. Jamás se nos ocurriría leer nada más que un párrafo, que no nos lleve más de unos diez minutos, leyendo un poquito por la mañana y otro poquito por la noche, de modo que nos lleve varias semanas, tal vez varios meses, leer todo el libro. Con semejante procedimiento jamás lograremos mantener el interés en el relato. Tomemos un cuento de amor, por ejemplo; naturalmente que comenzaríamos por el principio y seguiríamos leyendo hasta el final, a menos que echásemos un vistazo al final para averiguar cómo termina.

Una historia de amor

¿Acudimos a la Biblia con el mismo interés? ¿Leemos con igual persistencia y deseo de enteramos? La Biblia no es un libro de texto—es un relato—una revelación, que tiene que ser empezado y seguido y terminado en la forma en que comenzamos y continuamos la lectura de otros libros. No juguemos con la Biblia. No conviene dividirla en pequeños párrafos devocionales, porque nos engañaremos si pensamos que de este modo comprenderemos sus mensajes. No juguemos con ella. Puede ser explicable que alguna persona que apenas sabe leer abra la Biblia y tome aquello sobre lo cual se posan sus ojos como el mensaje de Dios para él. Muchas personas hacen esto justamente, pero la Biblia no es para que se la trate erróneamente de esa forma. Tenemos que acercamos a ella con sentido común. Tenemos que pensar que todos los libros tratan sobre algo, y leerlos y releerlos hasta que descubramos lo que es ese algo.

Primero leamos el Libro, no libros acerca de la Biblia, ni tampoco comentarios. Ya vendrán a su debido tiempo, quizá, pero debemos darle al Libro la oportunidad de hablar por sí mismo y de impresionarnos directamente; la oportunidad de dar testimonio de sí mismo. A un hombre le dieron una de esas Biblias que tienen el texto al comienzo de la página y todo los demás comentarios. Se lo dio un amigo que deseaba su bien. Cuando posteriormente se le preguntó cómo le iba, dijo que el texto realmente arrojaba mucha luz sobre los comentarios. Con demasiada frecuencia los comentarios nos desvían del camino en lugar de guiamos por él.

No tengamos el deseo de ponemos los anteojos de colores de las opiniones humanas para luego leer mediante la interpretación que le han dado otras personas. Permitámosle al Espíritu de Dios que él mismo nos enseñe. Cada cual tiene derecho a leer la Palabra por sí mismo. Ninguna Escritura es de interpretación privada (2 Pedro 1:20). Leámosla en busca de iluminación. Se trata de revelación, y el Señor enviará luz sobre la página si acudimos a él con humildad.

Veníamos estudiando la Biblia a pedacitos. Ahora debemos dedicamos a leer los libros íntegramente, sin detenemos a analizar textos sueltos. Ninguna parte de ningún libro puede damos todo el mensaje del mismo.

La Palabra de Dios es viva y cada una de sus partes es necesaria para la perfección del todo. No queremos decir que todas las partes son igualmente importantes. Si alguien me preguntase si estoy dispuesta a entregar un dedo o un ojo, desde luego que entregaría el dedo. Así también con la Palabra de Dios. Todo su contenido es necesario para lograr un todo perfecto, pero algunas porciones resultan más preciosas que otras. No es posible eliminar el Cantar de los Cantares de Salomón y seguir contando con una revelación perfecta. Nadie afirma que el Cantar de los Cantares sea comparable con el Evangelio de Juan, pero ambos libros son parte de un organismo y dicho organismo es incompleto si le falta alguna de sus partes.

La Biblia es un todo que no debe tocarse. Agregarle algo o quitarle algo significaría arruinar su absoluta perfección (Apocalipsis 22:18, 19). El canon de la Escritura está completo. Otras obras arrojan luz sobre su contenido, pero ella misma se mantiene sola, única y completa, y sus partes participan conjuntamente de la perfección del todo.

Leamos un libro por semana

De modo que nos acercamos a estos libros considerando que son completos en sí mismos, pero teniendo en cuenta la relación vital que guardan con lo que los precede y con lo que los sigue. Debemos leerlos uno por vez. Leamos un libro por semana. No empecemos pensando que esto es imposible. No lo es. ¿Cuántas horas de las 24 dedicamos a la lectura? ¿Cuánto tiempo dedicamos a las revistas? ¿Y a los diarios? ¿Cuánto tiempo dedicamos a las novelas? ¿Y a otras cosas? ¿Cuánto tiempo dedicamos a mirar televisión? Pues bien, el libro más largo de la Biblia no lleva más tiempo que el que algunos dedican a la lectura en un día cualquiera.

Hay algunos de los libros más largos del Antiguo Testamento, tales como Génesis, Exodo, Deuteronomio, Isaías, que pueden llevar varias horas para leerlos con cuidado, y si esto resulta demasiado, dividámoslos en siete partes iguales, pero mantengamos la lectura dentro de límites estrictos. No permitamos que se nos vaya la impresión ocasionada por la primera lectura antes de seguir con la segunda, y tampoco pensemos que podemos captar el contenido y la intención de un libro leyendo una sola vez.

No debemos suponer que con sólo recorrer los corredores de una galería de arte mirando los cuadros, hemos visto realmente la galería. Vemos los cuadros en las paredes, pero no sabemos de qué tratan. Es preciso sentarse frente a los cuadros y estudiarlos.

Más datos de interés sobre la Biblia

Dios, el hombre, el pecado, la redención, la justificación, la santificación. En dos palabras— gracia, gloria. En una palabra— Jesús.

Cristo cita de 22 libros del Antiguo Testamento:

En Mateo, 19 citas del A.T.

Marcos, 15

Lucas, 25

Juan, 11

Hebreos, 85 (citas y alusiones)

Apocalipsis, 245

Cristo cita justamente los pasajes más evitados por los críticos de la Biblia—el diluvio, Lot, el maná, la serpiente de bronce, Jonás, dijo D.L. Moody.

Número de versículos—31.102

Número de capítulos —1.189

Capítulo más largo—Salmo 119

Capítulo más corto—Salmo 117

Versículo más largo—Ester 8:9

Versículo más corto—Juan 11:35

Libro más largo en el Antiguo Testamento—Salmos

Libro más largo en el Nuevo Testamento—Lucas

CRISTO, LA PALABRA VIVIENTE

El Antiguo Testamento es la historia de un pueblo (el pueblo hebreo). El Nuevo Testamento es la historia de un Hombre (el Hijo del hombre). Dicho pueblo fue fundado y cuidado por Dios a fin de que en él naciese el Hombre que había de venir al mundo (Génesis 12:1-3).

Dios mismo se hizo hombre para que nosotros supiésemos qué pensar cuando pensamos en Dios (Juan 1:14; 14:9). Su aparición en la tierra es uno de los eventos centrales de toda la historia. El Antiguo Testamento prepara la escena para dicho acontecimiento. El Nuevo Testamento lo describe.

Como hombre, Cristo vivió la vida más perfecta que haya existido. Era bueno, tierno, manso, paciente, y cariñoso. Amaba a la gente. Hizo milagros asombrosos para alimentar a los hambrientos. Las multitudes cansadas, dolientes y desconsoladas acudían a él, y él les daba descanso (Mateo 11:28-30). Se dice que si se escribiesen todos los actos de bondad que hizo él, los libros no cabrían en el mundo (Juan 21:25).

Luego murió para quitar el pecado del mundo, y para convertirse en el Salvador de los hombres.

Luego se levantó de entre los muertos. Está vivo hoy. No se trata de un personaje histórico meramente, sino de una Persona viviente—el hecho más importante de la historia, y la fuerza más importante en el mundo en el día de hoy. Y él le promete vida eterna a todos los que acuden a él.

Toda la Biblia gira en torno a la historia de Cristo y su promesa de vida perdurable para el hombre. Fue escrita sencillamente para que nosotros pudiésemos creer en él, comprenderlo, conocerlo, amarlo, y seguirlo.

La Biblia—La Palabra escrita de Dios

Aparte de cualquier teoría de la inspiración, o de cualquier teoría sobre la forma en que los libros de la Biblia adquirieron su forma actual, o de cuánto puede haber sufrido el texto al pasar por las manos de los editores y copistas; o cuánto es histórico y cuánto de carácter poético; adoptemos la posición de que la Biblia es justamente lo que parece ser. Aceptemos los libros tal como los tenemos en nuestra Biblia como unidades completas y estudiémoslos para conocer su contenido. Notaremos que hay una unidad de pensamiento que indica que una sola Mente inspiró la redacción de toda la serie de libros; que lleva en la tapa el sello de su Autor; que es en todo sentido la PALABRA DE DIOS.

Exigencias diarias mínimas/Vitaminas espirituales

Domingo: DADA POR DIOS 2 Timoteo 3:10-17

Lunes: DEBE SER ATESORADA Deuteronomio 11:1-9; Josué 1:8, 9

Martes: DEBE SER GUARDADA Salmo 119:9-18

Miércoles: UNA LAMPARA Salmo 119:105-117

Jueves: ALIMENTO Isaías 55:1-11; Mateo 4:4

Viernes: CUMPLIDA Lucas 24:36-45

Sábado: COMPLETA Apocalipsis 22:8-21

¹ LOS SEIS GRANDES—Otoniel, Débora, Barac, Gedeón, Jefté, Sansón

² Josafat, Ezequías, Josías

³ Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel

CAPITULO 2

Comprendiendo el libro del Génesis

El Génesis presenta a Jesucristo, nuestro Dios Creador

El Génesis es el semillero de la Palabra de Dios. El título Génesis, que es griego, significa origen, y la primera palabra en el manuscrito hebreo del Génesis se traduce: En el principio—palabras que indican tanto el alcance como los límites del libro. Nos habla sobre los comienzos de todas las cosas, excepto Dios. Otra cosa que tenemos que notar es que sólo relata comienzos. No hay ningún sentido de fínalismo en este libro. Toda la futura revelación de Dios al hombre se construye sobre la base de sus verdades.

Parece que Satanás siente una enemistad especial hacia el libro del Génesis. No es de sorprender que el Adversario le haya dirigido tantos ataques. Génesis lo delata como el enemigo de Dios y el engañador de la raza humana; predice su destrucción; pinta su condenadón (Génesis 3).

Sin el Génesis, nuestro conocimiento sobre el Dios creador sería lastimosamente limitado; viviríamos penosamente ignorantes de los comienzos de nuestro universo.

El Génesis es el libro de los comienzos

1. El comienzo del mundo   Génesis 1:1-25

2. El comienzo de la raza humana   Génesis 1:26-2

3. El comienzo del pecado en el mundo   Génesis 3:1-7

4. El comienzo de la promesa de redendón   Génesis 3:8-24

5. El comienzo de la vida familiar   Génesis 4:1-15

6. El comienzo de la civilización de hechura humana   Génesis 4:16-9:29

7. El comienzo de las naciones del mundo   Génesis 10, 11

8. El comienzo de la raza hebrea   Génesis 12-50

Adán comenzó con Dios, y cayó por la desobediencia (Génesis 3).

Abel comenzó con Dios por la sangre del sacrificio (Génesis 4:4).

Noé comenzó con Dios por la vía del arca (Génesis 6:8, 14, 22).

Abraham comenzó con Dios cuando edificó altares (Génesis 12:8).

Todos estos actos significaron nuevos comienzos para la raza.

Génesis es el registro de los comienzos de todas estas cosas. No es de sorprender que cuando los hombres, a causa de la ceguera espiritual (Efesios 4:18), rechazan la revelación de Dios en este incomparable registro de comienzos, rinden culto al acaso como creador, a las bestias como su antepasados, y a la humanidad caída como la flor de la evolución natural.

El Génesis comienza con Dios, pero termina en un ataúd. Este libro es la historia del fracaso del hombre. Pero vemos que Dios resuelve cada uno de los fracasos del hombre. Es un Salvador glorioso. Descubrimos que donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (Romanos 5:20).

Génesis nos ofrece un registro de por lo menos 2.000 años. No se trata de historia únicamente; contiene una interpretación espiritual de la historia. En dos capítulos Dios proyecta sobre la pared un relato de la creación del mundo y del hombre. De allí en adelante tenemos la historia de la redención. Dios está acercando al hombre hacia él nuevamente.

Hemos mencionado las razones que tiene Satanás para atacar este majestuoso libro. Su paternidad literaria por Moisés, su exactitud científica, y su declaración literal del pecado humano como desobediencia deliberada a Dios, son todos temas que han sido encarnizadamente atacados. La Palabra de Dios, empero, declara decididamente que el Génesis es uno de los oráculos vivientes presentados por Moisés. Nuestro Señor Jesús puso su sello de aprobación a la doctrina infalible y al testimonio del Mesías que presenta el Génesis Cuan 5:46, 47).

Si desaparece el Génesis, también tiene que desaparecer el Creador divino, la creación divina, el Redentor divinamente prometido, y la Biblia divinamente inspirada. En tomo a sus sagradas páginas gira la protección del Espíritu Santo de Dios que inspiró sus palabras. Si se estudiara más el libro del Génesis en lugar de discutirlo tanto, su fidelidad se destacaría más claramente. En los primeros once capítulos se registran muchos comienzos: el universo natural, la vida humana, el pecado, la muerte, la redención, la civilización, las naciones, y las lenguas.

El resto del libro, a partir de Génesis 12, trata de los comienzos de la raza hebrea; primero, en su fundación con Abraham, luego, en su posterior desarrollo e historia en las grandes figuras de Isaac, Jacob y José. Esta gran nación hebrea se inició con el propósito concreto de que por ella todo el mundo fuese bendecido. Dios prometió a Abraham, el hombre que creyó en él, que sus descendientes:

1. Heredarían la tierra de Canaán (Génesis 12:1-3).

2. Serían una nación grande.

3. Serían canal para la bendición de todas las naciones.

Dios les repitió estas promesas a Isaac y a Jacob (Génesis 26:1-5; 28:13-15).

Siete grandes nombres y mensajes que aparecen en este libro son:

Inclínate con Abel ante la cruz del Cordero inmolado.

Alcanza a Enoc y aprende a caminar con Dios.

Confía en Dios y lánzate con Noé sobre las aguas de Dios.

Ve adelante con Abraham en fe.

Cava pozos con Isaac en busca de recursos divinos.

Asciende escaleras con Jacob para ver a Dios.

Sé fiel como José y vive con Dios.

¿Está dispuesto el lector a hacer un libro de Génesis (comienzos) y de un renovado amor para con su Señor en su propia vida?

Génesis responde a los grandes interrogantes del alma, tales como:

1. La eternidad de Dios.

2. ¿De dónde vino el hombre?

3. ¿De dónde vino el pecado?

4. ¿Cómo puede el hombre pecador volver a Dios? (El sacrificio de Abel.)

5. ¿Cómo puede el hombre agradar a Dios? (La fe de Abraham.)

6. ¿Cómo podemos tener poder ante Dios y el hombre? (La rendición de Jacob.)

Hay tres palabras que también podrían ofrecemos un bosquejo de Génesis:

1. Generación—En el principio . . . Dios (Génesis 1:1)

2. Degeneración—Pero la serpiente (Génesis 3:1)

3. Regeneración—Pero Jehová (Génesis 12:1)

El Génesis es el registro del fracaso humano, primero en circunstancias ideales (el Edén), luego bajo la norma de la conciencia (de la caída hasta el diluvio), y finalmente bajo el régimen patriarcal (Noé a José). En todos los casos de fracaso humano, sin embargo, Dios salió al encuentro de la necesidad del hombre con maravillosas promesas de gracia soberana. Por lo tanto, es acertado que el primer libro de la Biblia nos muestre el fracaso del hombre bajo diversas condiciones, resuelto eficazmente por la salvación proporcionada por Dios mismo.

Referencias al Mesías

Recordemos que Jesucristo es el centro de la Biblia. De algún modo está presente en todas las páginas. En Génesis lo vemos en figura y en profecía en:

La simiente de la mujer   Génesis 3:15

Las pieles de los animales muertos   Génesis 3:21

La necesidad del sacrificio sangriento de Abel   Génesis 4:4

El ingreso en el arca de la seguridad   Génesis 7:1, 7

El acto de ofrecer a Isaac   Génesis 22

José sacado del pozo y colocado en el trono   Génesis 37:28; 41:41-44

PERIODO PATRIARCAL

El período de los patriarcas es el fundamento y la base de toda la historia. Abarca la época que va desde Adán hasta Moisés. Como consecuencia de los fracasos cometidos por los hombres durante ese período inicial, Dios sacó de entre los demás a un individuo. Hizo a un lado a la raza y llamó a un hombre, Abraham, que habría de ser el padre del pueblo hebreo. Llegamos a dicho período en el capítulo 12 de Génesis.

Hay cinco padres patriarcales, Abraham, Isaac, Jacob, José y Job, porque el libro de Job debe ubicarse después del libro de Génesis y antes del libro de Exodo. Por cierto que Job vivió antes de Moisés y sobre este último ya leemos en Exodo 2.

Dios llamó a Abraham e hizo un pacto con él, conocido con el nombre de Pacto Abrahámico. El lector debe familiarizarse con dicho pacto (Génesis 12:1-3), de lo contrario todo el estudio sobre el pueblo elegido (más aún, de todo el Antiguo Testamento) tendrá poco sentido. Dios reiteró el pacto al hijo de Abraham, Isaac, y nuevamente a su nieto, Jacob (Génesis 26:1-5; 28:13-15). Pero no se lo repitió a nadie más.

Estos tres, por lo tanto, constituyen los Padres del pacto, y es por ello que en la Escritura leemos: Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob (Hechos 7:32). Dios nunca menciona a nadie más. Les dio el pacto a estos tres y fue responsabilidad de ellos comunicarlo a los demás. ¿Qué es el pacto (Génesis 12:1-3; 26:1-5; 28:13-15)?

DE LA FAMILIA AL PUEBLO

Una proporción considerable del relato del Génesis se dedica a José (Génesis 37-48), ¿Por qué? Porque José es el vínculo entre la familia y la nación. Hasta la época de José se trata de una familia, la familia de Abraham, de Isaac, y de Jacob. Al final del libro del Génesis encontramos unas setenta almas, que constituyen la familia de Jacob. Pero de todos modos es una familia con la que Dios sigue tratando. Leamos lo relativo a esta familia y a las bendiciones que Jacob le dio a cada uno de sus hijos en Génesis 49.

El momento en que pasamos a la otra página y entramos en el Exodo, ya se trata de un pueblo, no de una familia. Durante el largo período desde el final de Génesis hasta el comienzo de Exodo, la familia se ha transformado en un pueblo. José es el vínculo entre esa familia y esa nación.

José es un personaje a quien se nos presenta sin falta alguna—no porque no tuviese faltas, sino que no se las menciona. Era hombre de carne y hueso como nosotros. Dios lo honró, por cuanto hay por lo menos 130 paralelos entre la vida de José y la vida de Jesús. Por lo tanto él constituye el patriarca mesiánico, el patriarca que reflejó a Cristo en su persona.

¿QUIEN ESCRIBIO EL GENESIS?

La posición tradicional tanto hebrea como cristiana es la de que Moisés, guiado por el Espíritu de Dios, escribió el Génesis. El libro termina unos trescientos años antes del nacimiento de Moisés. Pudo haber recibido la información sólo por revelación directa de Dios o de documentos históricos a los que tuvo acceso, que habrían sido conservados por sus antepasados. (Amós 3:7.) Notemos lo que Jesús dijo acerca de Moisés (Lucas 24:27; Juan 7:19).

Todos los años se desentierran en Egipto y Palestina pruebas de la existencia de escritura en los días de Moisés y de la verdad histórica de lo que relata el Pentateuco. Moisés se educó en el palacio de Faraón y fue enseñado en toda la sabiduría de los egipcios (Hechos 7:22), lo cual incluía la profesión literaria. Es indudable que Moisés se valió de la escritura (Exodo 34:27; Números 17:2; Deuteronomio 6:9; 24:1, 3; Josué 8:32).

¿QUIEN ESCRIBIO EL RELATO DE LA CREACION QUE USO MOISES?

Indudablemente fue escrito mucho antes, tal vez por Abraham, o Noé, o Enoc. ¿Quién puede saberlo? El arte de escribir se conocía ampliamente antes de la época de Abraham. En Ur, como en toda ciudad importante de Babilonia, existían bibliotecas con miles de libros, diccionarios, gramáticas, obras de consulta, enciclopedias, obras de matemática, astronomía, geografía, religión y política. Es indudable que Abraham debe haber recibido tradiciones o documentos de Sem acerca del relato de la creación y la caída del hombre, como también del diluvio. Abraham vivía en una sociedad de cultura, de libros y de bibliotecas. No cabe duda de que habrá hecho copias fieles y cuidadosas de todo lo que le ocurrió y de las promesas que le hizo Dios. Lo iría anotando todo en tablillas de arcilla en la escritura cuneiforme, para que fuese conservado en los anales del pueblo que estaba iniciando.

LA CREACION (Génesis 1; 2)

Al comienzo mismo del libro encontramos las siguientes palabras que no han sido empañadas por el tiempo: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. En estas breves y sencillas palabras tenemos la declaración bíblica del origen de este universo material. Dios hizo que las cosas existieran mediante su palabra de poder. Habló y los mundos adquirieron forma (Hebreos 11:3). Las interpretaciones sobre el método empleado por Dios pueden variar, pero la realidad del hecho mismo se mantiene invariable.

La obra de creación de Dios fue progresiva:

1. El mundo de la materia (Génesis 1:3-19).

2. El sistema de la vida (Génesis 1:20-25).

3. El hombre, coronación de la creación (Génesis 1:26, 27).

¿Quién era el Dios que se menciona tantas veces en los primeros treinta y un versículos del Génesis? Leamos Juan 1:1 y Hebreos 1:1. Allí vemos que el que nos redimió con su preciosa sangre, nuestro Salvador, fue el Creador del universo. Alguien ha dicho que Dios Padre es el arquitecto; Dios Hijo, el constructor, y Dios Espíritu Santo, el embellecedor del universo. Vemos al Espíritu Santo en Génesis 1:2.

En el capítulo uno tenemos el relato de la creación en bosquejo; en el capítulo dos tenemos parte del mismo en detalle. Los detalles se relacionan con la creación del hombre, ya que la Biblia es la historia de la redención del hombre.

Es necesario que comprendamos lo siguiente: Que Dios creó al hombre a su propia imagen para que tuviese comunión con él. El hombre se separó de Dios por el pecado. Unicamente cuando se elimina el pecado podemos volver a tener comunión con él. Por eso fue que Jesucristo vino a la tierra: a fin de que pudiese llevar él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero (1 Pedro 2:24). Leamos en 1 Juan 1 cómo es que el pecado no sólo nos priva de la comunión con Dios, sino también entre nosotros. 1 Juan 1:9 nos explica lo que podemos hacer a fin de restablecer la comunión.

LA CAIDA (Génesis 3; 4)

Adán y Eva fueron creados en estado de inocencia, pero con la facultad de elegir. Fueron probados bajo las condiciones más favorables. Estaban provistos de mente pura y corazón puro, con la capacidad para obrar bien. Dios les proporcionó su propia presencia y comunión (Génesis 3:8).

Satanás, autor del pecado, actuando por medio de una serpiente, los instó a dudar de la Palabra de Dios. Cedieron a la tentación, y así fracasaron ante la prueba. En ese momento entró el pecado en el mundo. Satanás sigue ejerciendo influencia en la gente para que desobedezcan a Dios. Los resultados de su pecado se enumeran en Génesis 3. Fueron separados de Dios, la tierra fue maldecida, y el pesar llenó sus corazones.

En su misericordia Dios les prometió un Redentor (Génesis 3:15). La simiente de la mujer (Jesús, nacido de una virgen) habría de deshacer las obras del diablo (1 Juan 3:8).

Génesis 3:21 contiene un cuadro en miniatura de todo el plan de redención para el hombre por medio de la sangre derramada de nuestro Sustituto. Las túnicas de pieles no se hubieran podido conseguir sin que mediara la muerte de una víctima inocente. Este versículo arroja luz sobre Hebreos 11:4. No hay forma de cubrir el pecado si no es por la sangre.

Inmediatamente después de la caída los hombres empezaron a ofrecer sacrificios al Señor. No cabe duda de que dichos sacrificios fueron ordenados por Dios. Tenían como fin que el hombre tuviese siempre presente el hecho de su caída y el del futuro Sacrificio. Había de ser por el derramamiento de dicha sangre, que ese hombre habría de ser redimido del pecado y de la muerte (Hebreos 9:22).

Dos de los hijos de Adán, Caín y Abel, trajeron sacrificios al Señor. Caín trajo del fruto de la tierra. Abel trajo de los primogénitos de sus ovejas. La ofrenda de Abel fue aceptada, mientras que la de Caín fue rechazada. Por nuestro conocimiento de la Palabra resulta plenamente evidente que no fue aceptada porque no era típica del Sacrificio que posteriormente había de ser ofrecido en el Calvario. Caín se enojó con su hermano Abel y en su furor lo mató.

El arte de escribir comenzó cuando Dios le puso una señal o marca a Caín (Génesis 4:15). La marca representaba una idea y la gente sabía lo que significaba. De este modo las marcas, señales, figuras, se comenzaron a usar para registrar ideas, palabras, o combinaciones de palabras. Dichas figuras se hacían en objetos de alfarería o en tablillas de arcilla endurecida, ya sea pintadas o grabadas. Este es el tipo de escritura que se encuentra en los niveles inferiores de las ciudades prehistóricas de Babilonia. El tipo más antiguo de escritura que se conoce consiste en figuras sobre tablillas de arcilla.

Mucho antes que Dios diera la ley a Moisés (Exodo 20), encontramos varias ordenanzas concretas que aparecen en el libro del Génesis. Al comienzo mismo Dios había instituido el sábado (Génesis 2:1-3) y el matrimonio (Génesis 2:24).

Evidentemente se observaba la ley del diezmo. Leamos las palabras de Abraham en Génesis 14:20, y las palabras de Jacob en Génesis 28:22. Es evidente que Dios ha logrado que el hombre tomara conciencia desde el comienzo mismo de que no era más que un mayordomo de todo lo que tenía.

LA PRIMERA CIVILIZACION

La civilización anterior al diluvio se llama civilización antediluviana y pereció en el juicio del diluvio. Era la civilización que había iniciado Caín, la cual terminó en la destrucción.

La Biblia enseña y la arqueología confirma que la gente que habitaba el mundo antes del diluvio no eran meros salvajes. Habían alcanzado un grado considerable de civilización. Todo lo que atañe a la civilización material se toca en Génesis 4:16-22. Si bien no se sabe mucho acerca de los antediluvianos, con todo algunos de los lugares donde residieron han sido descubiertos, y algunas reliquias de su artesanía que han sido desenterrados, ofrecen pruebas de la existencia de una civilización semejante a la que describe la Biblia.

En tres ciudades, Ur, Kis, y Fara, el profesor Woolley, un arqueólogo enviado conjuntamente por el Museo Británico y la Universidad de Pensilvania, ha encontrado la capa de sedimento que dejó el diluvio. Debajo del depósito dejado por el diluvio en Ur se encontraron capas de desechos llenas de instrumentos de piedra y de pedernal, alfarería en colores, sellos y ladrillos quemados. Lo mismo puede decirse de las otras dos ciudades.

Busquemos Génesis 4:16-22 y veamos lo que se menciona de esa civilización en las Escrituras.

Primero, pastores. Y Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas y crían ganados (Génesis 4:20).

Segundo, músicos. Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta (Génesis 4:21).

Tercero, artífices y fabricantes. Y Zila también dio a luz a Tubal-caín, artífice de toda obra de bronce y de hierro (Génesis 4:22).

Cuarto, constructores. Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc (Génesis 4:17).

La civilización fundada por Caín puede haber sido igual a la de Grecia o Roma, pero el juicio de Dios fue sobre ella. ¿Por qué? (Génesis 6:5-7).

EL DILUVIO (Génesis 5-9)

El relato del diluvio en la Biblia es muy sencillo y directo. No está allí porque sea asombroso o interesante, sino porque se trata de un incidente en la historia de la redención que relata la Biblia. El mal se había hecho excesivo. Amenazaba con destruir todo lo que era bueno. Sólo quedaba un hombre justo, Noé. Dios mandó el diluvio a fin de restablecer el bien en la tierra.

Adán y Eva habían cedido ante una tentación exterior, pero ahora los hombres estaban cediendo a la tentación desde dentro. Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal (Génesis 6:5). Dios pensaba separar a los justos de los malos. Estaba dando el primer paso hacia la elección de su pueblo escogido.

Después de la caída, Dios dio al mundo un nuevo comienzo, pero pronto la maldad del hombre aumentó hasta que no quedó sino un hombre justo, Noé.

Dios había obrado con longanimidad en su paciencia para con los hombres. El Espíritu Santo había luchado con los hombres. Noé los estuvo advirtiendo del peligro durante 120 años mientras preparaba el arca. Incluso después de que Noé y su mujer y sus tres hijos con sus mujeres, juntamente con dos de cada animal no limpio y catorce de cada animal limpio, entraron en el arca de salvación, hubo un lapso de siete días antes que comenzara el diluvio, pero la misericordia de Dios fue rechazada, por lo que los hombres tuvieron que perecer (Génesis 6; 7). Noé se salvó del diluvio por el arca (tipo perfecto de Cristo, nuestra Arca de salvación). Cuando salió, lo primero que hizo fue erigir un altar y adorar a Dios (Génesis 8:20).

De ese terrible juicio contra la tierra por medio del diluvio, Dios salvó a ocho personas. A estos hombres les entregó la tierra purificada, con amplios poderes para gobernarla (Génesis 9:1-6). Les dio el control sobre todos los seres vivientes en tierra y mar. Por primera vez Dios entregó al hombre el gobierno de la humanidad. El hombre debía hacerse responsable del gobierno del mundo en nombre de Dios. La responsabilidad más grande que le dio fue la de tomar la vida por la vida (Génesis 9:6). Dios estableció la pena capital por el homicidio. Dios no ha cambiado esto jamás. Nunca la ha sustituido por la prisión perpetua. Esta última es una vía de escape inventada por el hombre.

Sir Charles Marston, en lo que respecta a descifrar misterios antiguos, sobrepasa a todos los grandes detectives de la novela moderna. En su búsqueda de materiales para la reconstrucción de las razas antiguas, ha desenterrado miles de testimonios, tanto de piedra como de barro. Algún aspecto de la veracidad de las Escrituras queda confirmado cada vez que este investigador toma la pala o la pluma. Sir Charles, a quien con frecuencia se ha llamado arqueólogo con un propósito, sirve para silenciar a los críticos de la Biblia. Datos sobre muchas personas que los científicos han afirmado que nunca existieron, han salido a la luz; se han descubierto muchos lugares que según ellos no eran más que nombres en la Biblia.

Marston nos dice que el escenario de los acontecimientos relatados en los primeros capítulos del libro del Génesis, parece corresponder a la zona del río Eufrates. El territorio circundante lleva el nombre de Sinar, o Caldea, o Mesopotamia. La hemos conocido como Babilonia; hoy corresponde al reino de Iraq.

Es una zona de desiertos arenosos a través de los cuales corre el gran río Eufrates hacia el Golfo Pérsico. Pero los desiertos están salpicados de ruinas de ciudades antiguas y marcados por los indicios de antiguos canales de irrigación; la arena lo ha cubierto todo.

Las excavaciones han puesto al descubierto las ruinas de una vasta civilización que existió en el 5.000 a. de J.C. Estas pruebas de la existencia de una era hasta hace muy poco casi olvidada, fueron dejadas por dos grandes pueblos—los sumerios, y los semitas. Los semitas derivan su nombre de Sem, el hijo mayor de Noé, y la raza hebrea, de la cual surgió Abraham, era una rama de este pueblo.

Los descubrimientos arqueológicos en la Mesopotamia ofrecen pruebas del diluvio, tanto en los escritos cuneiformes como en los depósitos del diluvio mismo. Las bibliotecas cuneiformes parecen haber proporcionado relatos amplios de dicha catástrofe, como también referencias al mismo. También se ha encontrado un prisma de arcilla en el que están inscriptos los nombres de los diez reyes que reinaron antes del diluvio.

La expedición del Dr. Langdon encontró evidencias del diluvio en Kis cerca de la antigua Babilonia.

Los descubrimientos de los depósitos diluviales hechos por el Dr. Wodley se hicieron mientras excavaba Ur de los Caldeos, bastante más al norte, aproximadamente a mitad de camino entre Bagdad y el Golfo Pérsico. Las excavaciones en Kis revelaron la existencia de dos estratos diluviales distintos, a unos 5 metros de distancia entre sí en sentido vertical.

El Dr. Langdon asocia los depósitos encontrados en Ur con el nivel más bajo en Kis. Informa que los escribientes babilonios y asirios hacen frecuentes referencias a la épocas antes del diluvio. Un rey se precia de ser una persona que ama leer los escritos de la época anterior al diluvio.

BABEL (Génesis 10; 11)

Después del diluvio se le dio al mundo una nueva oportunidad. Pero en lugar de desparramarse para volver a poblar la tierra, como había ordenado Dios, edificaron la gran torre de Babel en actitud desafiante contra Dios. Pensaban que iban a poder establecer un imperio mundial que sería independiente de Dios. A modo de juicio Dios envió la confusión de lenguas y los obligó a dispersarse.

La raza se dividió luego en naciones que hablaban diferentes lenguas, según los tres hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet. Los hijos de Sem se asentaron en Arabia y hacia el este; los hijos de Cam se ubicaron en Africa; los hijos de Jafet en Europa.

El gran historiador judío, Josefo, afirma que la torre de Babel fue edificada porque la gente no quería someterse a Dios.

Cuando leemos Génesis 11:1-9, el relato parece sugerir que los propósitos de la gente eran contrarios a los de Dios. Como consecuencia de esto se produjo la confusión de lenguas y la dispersión. Las diferencias de lenguaje tienden a separar a la gente en más de un sentido y a detener el progreso comercial y artístico, como también la civilización.

El hombre intentó glorificarse a sí mismo, pero el propósito de Dios es que el hombre lo glorifique a él solo. Leyendo Génesis 10 y 11 veremos la base sobre la que las naciones fueron divididas, según los tres hijos de Noé—Sem, Cam y Jafet. Allí veremos también la razón de la división.

El grupo principal de descendientes de Noé parece haber emigrado de Armenia, donde la familia de Noé abandonó el arca, de vuelta a la llanura de Babilonia, donde edificaron la torre.

EL LLAMADO DE ABRAHAM (Génesis 12-38)

A pesar de la maldad del corazón humano, Dios quería manifestar su gracia. Quería un pueblo escogido:

1. Al que pudiese confiarle las Escrituras.

2. Que fuese su testigo a las demás naciones.

3. En cuyo seno pudiese nacer el Mesías prometido.

Dios llamó a un hombre llamado Abram a que dejara su familia en la idolátrica Ur de los Caldeos y se encaminara hacia una tierra desconocida, donde lo convertiría en el padre de una nación poderosa (Génesis 12:1-3; Hebreos 11:8-19). Con esto comienza la historia del pueblo elegido de Dios, Israel.

Dondequiera que iba Abraham, levantaba un altar a Dios, Dios lo honró manifiestamente revelándosele. Se lo llamó amigo de Dios. Dios hizo un pacto con él, en el sentido que sería padre de un gran pueblo y que por medio de él serían bendecidas las naciones de la tierra (Génesis 12:1-3). Su familia se vio favorecida por Dios en forma particular. Dios los trató como a ningún otro pueblo. Los judíos aparecen siempre como el pueblo elegido de Dios.

A través de Isaac, el hijo de Abraham, las promesas de Dios pasaron a Jacob, el que, a pesar de sus muchos defectos, valoró las bendiciones prometidas por Dios en el pacto. El plan de Dios de fundar una nación por la que todo el mundo se vería bendecido, lo entusiasmó. En sus andanzas Jacob sufrió por su pecado, y tras los castigos, se convirtió en un gran hombre. Se le cambió el nombre a Israel, príncipe de Dios (Génesis 32:28). Este es el nombre que recibió el pueblo elegido de Dios—el de israelitas. Sus doce hijos fueron los jefes de las doce tribus de Israel. (Véase Génesis 49.)

DESCENSO A EGIPTO (Génesis 39-50)

Tanto Isaac como Rebeca cometieron el error de tener favoritos entre los hijos. Isaac favorecía al cazador, Esaú. Rebeca favorecía al reposado Jacob. Jacob hizo lo mismo en relación con José, lo cual despertó los celos de los otros hijos. José fue uno de los personajes más notables del Antiguo Testamento por su nobleza. Fue mediante José que la familia fue trasplantada a Egipto. La vida de José constituye una de las ilustraciones más perfectas de la Biblia sobre la providencia divina como algo superior a los actos del hombre. José fue vendido como esclavo a los diecisiete años de edad. A los treinta ya era gobernador de Egipto; diez años más tarde su padre, Jacob, llegaba a Egipto.

Después de la muerte de Isaac y después de que José fuera vendido a Egipto, Jacob y sus hijos y nietos, que sumaban setenta personas en total, se fueron allí a causa del hambre. Allí fueron exaltados por el faraón que reinaba en esa época. Cuando supo que eran pastores, les permitió alojarse en la tierra de Gosén, donde aumentaron en número, en riquezas y en influencia bajo

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