Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Prensa tradicional y liderazgos populares en Brasil
Prensa tradicional y liderazgos populares en Brasil
Prensa tradicional y liderazgos populares en Brasil
Libro electrónico854 páginas10 horas

Prensa tradicional y liderazgos populares en Brasil

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

En este libro, el autor vuelca los resultados de su investigacion de cinco anos sobre las posiciones politicas de la prensa tradicional en Brasil frente a los dos lideres populares mas importantes de su historia: Getulio Vargas y Lula da Silva. A traves de este analisis comparativo de los casos, arroja luz sobre las diferencias en la cobertura de estos gobiernos, lo que refleja el proceso de modernizacion que experimento la prensa entre estos periodos historicos distantes. Al mismo tiempo, destaca las escalofriantes similitudes en los ataques que ambos lideres sufrieron por parte de "O Globo" y "O Estado de S.Paulo", relevantes medios del pasado y el presente brasileno, que tuvieron una destacada intervencion en el destino de los gobiernos dirigidos por estos mandatarios.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 mar 2018
ISBN9781945234095
Prensa tradicional y liderazgos populares en Brasil
Autor

Ariel Goldstein

Ariel Goldstein (Argentina) es doctor en Ciencias Sociales por la Facultad de Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires, Argentina), magister en Ciencia Politica por el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES-Universidad Nacional San Martin, Argentina), sociologo por la Facultad de Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires, Argentina) e investigador del CONICET en el Instituto de Estudios de America Latina y el Caribe, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Argentina.

Relacionado con Prensa tradicional y liderazgos populares en Brasil

Libros electrónicos relacionados

Gobierno americano para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Prensa tradicional y liderazgos populares en Brasil

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Prensa tradicional y liderazgos populares en Brasil - Ariel Goldstein

    Capítulo 1

    Prensa y política en Brasil

    Prensa, periodismo y política en Brasil

    A principios del siglo XX, los medios de prensa en Brasil se caracterizan por representar la expresión y la defensa de ideas políticas, actuando como órganos de difusión, con mayor o menor distancia, de determinados partidos. Como señala Goulart (2007) para el caso de Rio de Janeiro, el periodismo que allí se desarrolló desde 1821 era ideológico, militante y panfletario. La autora destaca que era más importante para los periódicos tomar posición que informar, aspirando a producir una interpelación de los lectores para las distintas causas. La prensa, de este modo, era uno de los principales instrumentos de la lucha política, y por lo tanto, era principalmente de opinión (Goulart 2007, 17). A su vez, se le atribuía a la prensa liberal de oposición una función que, como señala Capelato, tenía que ver con la realización del ideal de las luces en Brasil. Esta autora indica que los periodistas y el rol esperado de los mismos suponía que ellos se distinguían por la capacidad de renuncia, esfuerzo, inteligencia y un alto grado de educación moral y cívica. A estos ‘seres intachables’ correspondía la difusión de las Luces hacia el conjunto de la sociedad (Capelato 1986, 66). Sin embargo, aquellos ideales deudores de la tradición del liberalismo, referidos a lo que debía ser el comportamiento de la prensa y de los periodistas, coexistieron durante el siglo XX tanto con restricciones políticas a las libertades como con la defensa de intereses políticos y partidarios. En este sentido, señala Goulart:

    Los periódicos brasileños nunca pudieron asumir, por ejemplo, el papel de watchdogs que les estaba reservado en el ideario norteamericano. Nunca consiguieron ejercer, de hecho, una vigilancia sobre la acción del Estado, en el sentido clásico del liberalismo, ya que nunca mantuvieron una distancia suficiente de los personajes públicos. La prensa siempre ha tenido una relación simbiótica con la política. (Goulart 2007, 271)

    De este modo, el desarrollo de la prensa en Brasil se distanciaba de los principios norteamericanos, estando marcada no sólo por los ideales de la ilustración y la racionalidad de las instituciones, sino también por prácticas patrimonialistas que apuntan a preservar la dominación oligárquica. Así, la prensa se situaba al interior de estas tensiones que existían entre las pretensiones formales del país y la búsqueda de preservar la dominación por parte de las élites que detentan el poder político y económico. Esto se vincula con aquello que Albuquerque (2005) denomina como el poder moderador, que refleja la ambivalencia de las instituciones existentes,

    la creación del Poder Moderador refleja una actitud muy ambivalente sobre las instituciones y los procedimientos liberales. Por un lado, éstos eran pensados para ser sine qua non requisitos para el reconocimiento de Brasil como un país civilizado y respetable. Por otra parte, había una fuerte sensación de que, abandonadas a su propia suerte, esas instituciones podrían producir la anarquía y el caos. De acuerdo con este punto de vista, la existencia de tres poderes independientes en el gobierno era bueno en principio, pero peligroso en la práctica, ya que podría generar un gobierno desequilibrado. (487)

    Capelato reflexiona sobre la ambigua función que cumplía la prensa liberal a principios del siglo XX en el país. La concepción que la prensa tenía acerca de su misión educadora tenía que ver tanto con la preparación al pueblo para desempeñar sus actividades cívicas, como con una preocupación por evitar la movilización popular (Capelato 1986). Cuando la prensa se dirigía al poder, su discurso estaba centrado en la crítica a los gobernantes. Pero cuando se dirigía al pueblo, se resaltaba la necesidad de respetar el orden social (Capelato 1986, 77).

    Las raíces patrimonialistas y de dominación jerárquica como el modo de ejercicio del poder de las élites en el país, se reflejaban también en la concepción que se tenía sobre el papel de los periodistas con respecto al gobierno, el público y el pueblo. La concepción del pueblo como una masa inculta era complementaria de esta concepción de los periodistas como intérpretes de las luces, quienes debían tanto arrogarse en representantes de estas audiencias, como ejercer una función de control para que las mismas no se rebelaran frente al orden, siéndoles inculcados los valores cívicos. De este modo, la concepción tutelar del periodista en relación con su público manifestaba a principios del siglo XX una visión expresiva de las condiciones de dominación histórica de las élites del país. Como vemos, una de las preocupaciones centrales de la prensa liberal paulista consistía en mantener la tutela y en prevenir la denominada anarquía de las masas. Para ello, la prensa debía guiar en el voto, como intérpretes de las luces, a lo que desde esta perspectiva sería un pueblo ignorante y desinformado.

    Otra característica reiterada en la relación entre la prensa y la política durante este siglo sería la sostenida imposición de restricciones autoritarias por parte del poder político, lo cual iría incrementándose con la emergencia de distintos conflictos. Uno de los primeros acontecimientos donde se expresaría esta censura se produciría a partir de la eclosión de la revuelta de los tenentes, en 1922, que llevaría al entonces presidente Epitácio Pessoa a decretar el estado de sitio (Pilagallo 2012). Así, la prensa que en aquella contienda se había alineado con los tenentes, sufriría restricciones. Sin embargo, esta sería una práctica que ya tenía antecedentes, dado que, como señala Pilagallo:

    La restricción a la prensa fue intensa en la década de 1920, pero la censura a los medios de comunicación no era nueva para los periodistas más experimentados. Desde los albores de la República, los sucesivos gobiernos habían creado una serie de leyes para amordazar a la prensa, en contraste con el clima de libertad de prensa durante el Segundo Reinado (Pilagallo 2012, 77).

    También, el mineiro Arthur Bernardes, que gobernaría el país entre 1922-1926, lo haría con la prensa bajo censura y los decretos reiterados que autorizaban el estado de sitio. Durante su mandato, aquellos que denunciaban al gobierno eran exiliados en la isla de Trinidad, a más de mil kilómetros de la costa de Espírito Santo, que Bernardes había transformado en un presidio político (Neto 2012). Durante el gobierno de Washington Luís (1926-1930), última expresión del dominio oligárquico conformado entre Minas Gerais y San Pablo, también se mantendrían, a pesar del fin del estado de sitio, las restricciones a la libertad de prensa. Como señala Pilagallo, Washington Luís otorgó al gobierno amplios poderes para frenar los reclamos salariales, cerrar sindicatos y colocar en la ilegalidad al Partido Comunista Brasileño (PCB) (Pilagallo 2012, 78).

    La revolución de 1930, que pondría fin al dominio de las oligarquías tradicionales, conduciendo al frente del gobierno a Getúlio Vargas, introduciría en la prensa nuevas y profundas diferencias. Las disputas existentes al interior de la alianza que había llevado al poder a Vargas, entre los sectores liberales y los sectores más ligados a los militares, se reflejarán en las distintas visiones respecto de la prensa (Pilagallo 2012, 93). A su vez, Sodré señala que:

    Como la mayoría de los periódicos vinculados a la situación anterior a 1930 no tenía aún condiciones materiales para volver a circular, surgiría una nueva prensa de oposición a partir de las divergencias entre las corrientes victoriosas del movimiento de Octubre. El Diario Carioca de Río, que ganó autoridad con aquél movimiento, habría de romper con el gobierno poco después de que este estuviera instalado. En febrero de 1932, un grupo de oficiales del Ejército saqueó su redacción en la plaza Tiradentes. (Sodré 2007, 277)

    Las tensiones entre las aspiraciones de los sectores militares vinculados al gobierno y los sectores de la prensa que habían apoyado la revolución de 1930, pero que ahora exigían avanzar hacia una nueva constitución irían creciendo, siendo parte del conflicto que llevaría a la revolución de 1932 en San Pablo, acontecimiento durante el cual la radio se destacaría por primera vez (Sodré 2007). A su vez, las posiciones asumidas por los medios de prensa frente a estos conflictos, manifestaron la ausencia de un consenso en la lucha contra las arbitrariedades y la censura impuestas desde el poder político. Las exigencias contra la censura estaban insertas en un marco de competencia entre los periódicos. Los defensores de la libertad de prensa se callaban cuando los periódicos censurados eran los del bando contrario (Capelato 1986, 100).

    De este modo, la victoria de la revolución de 1930 no fortaleció la libertad de prensa, sino que el nuevo gobierno instrumentó la censura en varios momentos. Así fue como en 1932 los periódicos paulistas fueron censurados durante la insurrección para evitar estímulos a la revolución a través de noticias y comentarios (Capelato 1986). Posteriormente, la prensa mostraría un nuevo proceso de subordinación a las necesidades del poder político, a partir del escenario de restricción de las libertades que tendría lugar como consecuencia del frustrado levantamiento encabezado por el líder comunista Luis Carlos Prestes en 1935. En este contexto, la prensa fue adhiriendo, en pos de la preservación del orden, al discurso autoritario y contra las libertades, que sería justificado como necesario para impedir la amenaza del comunismo (Capelato, 1986).

    A partir de los primeros años del gobierno de Vargas, y especialmente durante la dictadura del Estado Novo (1937-1945), la prensa se encontraría bajo una estricta censura. Los ideólogos del Estado Novo eran críticos de la prensa liberal, al vincularla con la difusión de ideas que producirían la anarquía social (Capelato 1986). Todos los medios de comunicación, como el teatro, el cine, la radio y los periódicos, serían sometidos a censura. Fue atribuida a la prensa el servicio de utilidad pública, lo que significaba que todos los periódicos debían publicar los comunicados del gobierno. Si esa exigencia no era cumplida, llevaba a prisión al director del periódico.¹

    A su vez, Vargas iniciaría la utilización sistemática de los medios de comunicación desde el poder, haciendo uso de la propaganda para la construcción de su legitimidad política. Durante su primer gobierno, se crearía el Departamento de Propaganda y Difusión Cultural (DPDC) entre 1934 y 1937, el cual se bautizaría como Departamento de Prensa y Propaganda (DIP) a partir de 1939.² Desde allí, bajo la dirección del periodista Lourival Fontes, se haría énfasis en la construcción de un relato nacional que exaltaba la figura del presidente como padre de los pobres. De este modo, el DIP construyó esta imagen sobre el presidente, la cual era sustentada por la prensa censurada, que únicamente publicaba noticias favorables al gobierno (Liedtke 2008, 33). Agrega Goulart al respecto:

    El DIP era responsable de la supervisión de los medios de comunicación. Tenía la tarea de hacer cumplir todas las normas y disposiciones legales relativas al funcionamiento de la prensa en el país. Además, le incumbía aplicar sanciones, la cobranza de impuestos y multas, así como el otorgamiento de exenciones, premios y subvenciones. Controlaba hasta las relaciones laborales entre los diferentes medios. El registro de las empresas y sus funcionarios era condición necesaria tanto para el funcionamiento de las primeras, como para el ejercicio de la profesión por parte de los segundos (Goulart 2007, 32).

    A su vez, Vargas haría uso del período de expansión de la radio, el cual sería estimulado desde el Estado, para difundir su proyecto de gobierno (Liedtke 2008).³ Con el Estado Novo y el nuevo rol desempeñado por la prensa, tendiente a reproducir y exaltar los actos y propósitos del régimen, la idea liberal del público y de la prensa haciendo rendir cuentas a los gobiernos desapareció (Capelato 1986). Esta autora destaca que la utilización de los medios durante el Estado Novo tuvo una gran importancia en la construcción de la legitimidad de la dictadura, así como un papel central en la construcción de un culto a Vargas que se mantendría una vez que su gobierno fuera desplazado.

    Con el fin de la segunda guerra mundial y la democratización de 1945, la prensa experimentaría un período de recuperación de la libertad de expresión, acompañado de lo que distintos autores han denominado como un proceso de modernización, que se produciría especialmente durante la década del ‘50. Durante aquellos años, la prensa participaría de un proceso que la llevaría a la adopción de patrones periodísticos más distantes de la literatura y la opinión y más afines a los ideales norteamericanos del periodismo objetivo y profesionalizado (Goulart 2007). En los años ’50 se vería el surgimiento de nuevos periódicos, como el caso de Última Hora, dirigido por el periodista Samuel Wainer, en 1951. Este periódico representaría una renovación en los patrones tradicionales de la prensa del país. Como señala Goulart:

    La década de 1950 es por lo general considerada por la historiografía de la prensa como un momento de profundas transformaciones en el periodismo nacional, especialmente en Río de Janeiro. Las reformas de la redacción, gráficas y editoriales del Diario Carioca en 1950 y del Jornal do Brasil en 1956, así como la aparición de periódicos innovadores, como Tribuna da Imprensa en 1949 y Última Hora en 1951, son considerados puntos de referencia de una nueva etapa de la prensa brasileña. (Goulart 2007, 10)

    De un modo similar, Albuquerque y da Silva indican que durante estos años, los cambios en la economía y la política brasileñas posibilitaron este proceso de modernización de la prensa, que se posicionaría con un ojo en el mercado cada vez más competitivo y el otro en las disputas entre las facciones políticas (Albuquerque y da Silva 2009, 377). Esta ambigüedad de la prensa se mantendría, ya que el proceso de modernización hacia patrones más profesionales en el ejercicio de la actividad periodística coexistiría con las tensiones en torno a la defensa de posiciones políticas, en un ambiente polarizado como el de los años ’50. La vuelta de Vargas introduciría un proceso de polarización en la prensa, cuyas expresiones más importantes serían Última Hora de Samuel Wainer en defensa del gobierno y Tribuna da Imprensa de Carlos Lacerda, atacando al presidente.⁴ El regreso de Getúlio, en 1951, encontraría a la prensa de San Pablo contra el presidente, dando espacio a las acusaciones de la UDN. La crítica hacia Vargas iría in crescendo hasta su suicidio en 1954 (Pilagallo 2012).

    La presidencia de Juscelino Kubitschek (1956-1961), durante la cual se impulsó la consigna de cincuenta años en cinco, introdujo un proceso desarrollista del cual sería expresión la construcción de Brasilia como capital del país. Este impulso desarrollista fue traducido también a la prensa en sus ideales de modernización (Barbosa 2007). A la vez, la modernización y profesionalización darían lugar a la consolidación de la actividad empresarial, que pasó a predominar por sobre la política en la determinación de las estrategias de la prensa (Goulart 2007). Sin embargo, las pretensiones de asunción de Kubitschek como presidente y de Goulart como vicepresidente, se encontrarían con la acción opositora de ciertos medios de prensa, principalmente del líder udenista Carlos Lacerda a través del periódico que dirigía, Tribuna da Imprensa, que atacaba de forma insistente lo que entendía como una vuelta del getulismo. Durante 1955, Lacerda y el ala más radicalizada de la Unión Democrática Nacional (UDN),⁵ exigirían el golpe militar y la impugnación de la victoria de Juscelino Kubitschek, que desde esta perspectiva vendría a restaurar la alianza getulista. A pesar de ello, los periódicos se encontraban divididos entre aquellos que apoyaban la legalidad constitucional y aquellos que estaban contra la asunción (Goulart, 2007: 35).

    En este período Lacerda procuraría, con las críticas de corrupción a Kubitschek por la construcción de Brasilia, impulsar la candidatura presidencial de Janio Quadros, para proyectar sus propias aspiraciones al gobierno del estado de Guanabara.⁶ La renuncia de Quadros, que conduciría a la asunción presidencial del hasta entonces vice-presidente trabalhista João Goulart en 1961, introduciría un período de inestabilidad que desembocaría en el golpe de 1964. Pilagallo (2012) advierte que, en el transcurso de este mandato,

    con la excepción de Última Hora, que apoyaba a Goulart, la gran prensa contribuyó, con mayor o menor involucramiento, para el desenlace de la crisis: la Folha tuvo un papel periférico, correspondiente con la influencia que tenía; el Diário de S.Paulo ocupó el espacio de mayor visibilidad; y O Estado se destacó como el gran protagonista. (156)

    Durante el gobierno de Goulart, fue creada la Red de la Democracia para articular ideológicamente a sectores civiles y militares para ejercer la oposición contra el gobierno (Carvalho 2010). Biroli (2004) sostiene que el golpe de 1964 sería expresión de una característica del pensamiento de las elites, el desprecio por la política en sus elementos de confrontación y lucha, acompañado de una difundida desconfianza en los procesos electorales y en la capacidad de discernimiento de la población en general (Biroli 2004, 89). O Globo y Correio da Manha serían entusiastas defensores del golpe militar, especialmente este último con sus editoriales titulados ¡Basta! y ¡Fuera!, a principios de 1964 (Capelato 2013). El apoyo en bloque de la prensa contra el comunismo, cuya encarnación era señalada en el gobierno de Goulart, sería un aspecto que conduciría a la demonización de este proceso político, legitimando la intervención militar (Carvalho 2010). Como indica Carvalho (2010), hubo un discurso incorporado por los representantes de la prensa liberal carioca durante el gobierno de

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1