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Mundos Aparte: Una Odisea De Spaceface
Mundos Aparte: Una Odisea De Spaceface
Mundos Aparte: Una Odisea De Spaceface
Libro electrónico103 páginas1 hora

Mundos Aparte: Una Odisea De Spaceface

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Información de este libro electrónico

¿Por qué tuvo que ocurrir esto el Día de Acción de Gracias? Atrapado entre dos mundos, el estresado Clayton, en su tercer año de universidad, debe luchar contra los demonios internos y externos o llegar a estar perdido para siempre. Su desesperada vida se convierte en una real y viva existencia de juegos de vídeo, reducida tan solo a pulsar un botón de repetición. El veinteañero súbitamente se encuentra rodeado de muerte y romance al entrar en un triángulo amoroso con una atractiva agente de inteligencia y el joven, carismático, coronado príncipe de una tierra extranjera. Frente a una devastadora invasión de criaturas insondables y desgarrado con pasiones sensuales más grandes de lo que jamás había imaginado, Clayton se ve obligado a luchar por su vida. El peligro y la pasión dominan en un lugar donde las reglas siempre cambian. Tal es la naturaleza de SpaceFace.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento1 ene 2016
ISBN9780996819039
Mundos Aparte: Una Odisea De Spaceface

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    Mundos Aparte - David Garber

    DIEZ

    CAPÍTULO UNO

    Él había salvado cientos de vidas. Él había derrotado demonios míticos, asesinado dragones, derrotado hordas de invasores, indescriptible criaturas de horror. Como un gran aficionado, él devolvió paz a la tierra muchas veces. Pero este día fue diferente. Nada de lo que había hecho antes le preparó para el enredo en el cual hoy se encontraba. Esto era la vida real.

    Era el día de Acción de Gracias, un día que este veintiún añero nunca olvidará. Armagedón quedaba pequeño en comparación.

    Eso es lo que Clayton Gaines, estudiante de tercer año en LMU, tenía en mente mientras se escondía de sus parientes y demás invitados a una cena en casa de sus padres. La verdad es que él no quería hablar con nadie hasta que le haga efecto el Xanax que se robó del botiquín de medicinas de su madre.

    En lo mejor de los casos Clayt odiaba sentirse atrapado en medio de parientes. Afortunadamente, así como una gripe, tenía que tolerar tal suplicio solo una vez al año.

    Hola Clayt. ¿Cómo te va?

    Clayt estaba atrapado entre el estante elegante, pero mal tenido, de su madre y el muy confundido hermano de su padre, Tío Earl. Replicó con una singular sonrisa, sintiéndose entre medio ausente y como un venado al frente de la luz intensa de los faros de un auto.

    Tío Earl

    "Maldito sea, Clayton estás casi tan alto como tu padre. Obviamente la Universidad te ha sentado bien. ¿Qué es lo que estudias?

    Me especializo en estatura y además una segunda opción en genética

    Clayt no pudo evitarlo. Era verdad que en los últimos 18 años él había cambiado bastante. Como si hubiese logrado una madurez atrasada. Luego de sus estudios secundarios el pasó de ser un rotundo gordito de 5 pies y 8 pulgadas de alto a tener la estatura actual de 6 pies y 1 pulgada y una base sólida de 182 libas de peso. Su metamorfosis fue bien recibida, si no llegó a ser una deslumbrante transformación.

    Habían desaparecido sus facciones de bebe y fueron reemplazadas con otras más varoniles y bien al día. Lo único que no había cambiado eran sus ojos. Estos permanecieron tan azules como las aguas tropicales del Caribe y cuando sonreía ellos se iluminaban a través de sus largas y oscuras pestañas. Era como si estuviesen activadas por unas baterías tamaño D. Por su propio reconocimiento, y prácticamente de un día al otro, el pasó de ser un común competidor para llegar a ser un campeón de raza pura. Ahora quedaba por determinar si emocionalmente él podría acoplarse a aquel cambio tan súbito.

    La respuesta sarcástica de Clayton sobe su estatura pasó por encima de la cabeza del tío Earl.

    Entonces, dónde está tu chica... tú sabes quien... por supuesto que lo sabes. Tú eres el que sale con ella.... ya por cuánto tiempo?

    El tío de Clayt tocó todas las notas dolorosas que rondaban en su cabeza.

    Es Bella y ya son cuatro años.

    Está ella aquí?

    Antes de responder, los ojos de Clayton bailaban por la habitación como los de Hans Solo dentro del Halcón Milenario. Por cierto, él no estaba buscando a Bella. Buscaba su escape. Él tenía un secreto que haría temblar la Tierra, pero este no era el momento adecuado. El guardarlo así durante tres días le estaba consumiendo. Ni siquiera lo había compartido con sus padres. Por otra parte, no se podía esperar que comparta todo. Pero esto era grande – tan grande como descubrir que si Darth Vader fuese su padre.

    Gusto en verte, tío Earl...

    Clayt se deslizó y se dirigió a las puertas que dan salida del comedor formal hacia afuera de la casa. Conocía un lugar de escondite en el patio trasero. Era su lugar especial de cuando era niño y necesitaba un santuario que le proteja de zombis, gusanos monstruosos u otras criaturas nefastas productos de su activa imaginación.

    Navegaba en zig zag por los zaguanes en camino hacia afuera. Se mantenía bajo las sombras evitando así cualquier huésped mientras clandestinamente seguía su camino hacia afuera y a su libertad.

    Al paso, Clayton escuchó a su tía Lillian que hablaba con sus padres, Steve y Fran Gaines. Lillian confesó que estaba preocupada por Clayton.

    ¿"Parece un poco distraído, no? Ah, y no he visto a Bella en la fiesta. Espero que todo esté bien, lo dijo con curiosidad, esperando lograr un poco de chisme y alboroto para animar la fiesta el resto de la noche, abonándole con sus propios conocimientos, y así cuajar más su posición de matrona.

    Eso es TOD, Fran defendió confidencialmente.

    Estamos ya más allá de palabras raras y verdades incómodas, ¿no es así, Fran? Lillian insistió.

    No, me refiero a TOD. – Trastorno de Oposición Desafiante.

    Lillian se sorprendió. Sacudió la cabeza, Tienen nombres para todo estos días.

    Steve Gaines, el padre de Clayt, alto, delgado y generalmente reservado – un genial narrador que recientemente cumplió medio siglo de edad saltó a la charla, así promoviendo más la conversación carente de sentido.

    Inclusive ese doctor en la TV, Ozzie y Harriet o cualquiera que sea su nombre, dedicó un show a este tema. Dijo que estos días es muy común entre los niños del Colegio. Fran y yo estamos seguros que allí es donde Clayt se contagió con TOD.

    Hizo hincapié en las tres últimas iniciales pero era incierto para el beneficio de quién.

    Clayt sonrió ligeramente, se dio cuenta de que el Xanax había comenzado a tener efecto. Normalmente él se hubiese acercado a discutir que no hay tal cosa como el TOD, pero en su estado, él sólo quería pasar a su lugar especial y pensar en el horror que pronto enfrentará. En vez, se apresuró rumbo la puerta.

    Inmediatamente al salir afuera respiró profundamente el aire fresco de otoño. Dedicó un momento y contempló los hechos a favor y en contra de retrasar lo inevitable, el compartir con su familia la trágica noticia. Por el lado positivo, si espera hasta después de la cena, los traguitos que bebía junto con las medicinas estarían ya actuando a plenitud. También permitiría que el tradicional pavo de Acción de Gracias con sus efectos somnolientos ya estará surtiendo efecto. Todo el mundo estaría tan cansado o repletos que estarían lejos de escuchar a su noticia del fin del mundo. Si necesita más justificación, después de la comida los ‘viejitos’ estarían ocupados buscando Pepto-Bismol y sus primos más jóvenes estarían tan distraídos revisando sus Instagrams o Snapchat, que básicamente nadie podría oír o prestar atención a ninguna palabra que él diga. Sus suaves labios formaron una sonrisa astuta y satisfecha.

    Por el lado contrario, esperar para compartir la tragedia hasta después de cenar significaría que tendría que soportar la espera hasta consumar el hecho. Pero, pensó detalladamente y determinó que el hacerlo de forma inmediata no era tan contundente como sus otras excusas.

    Este veinte-y-algo comenzó a relajarse aunque sólo por unos pocos segundos. Estuvo bajo el ojo de su madre que orgullosamente ofrecía los ‘Canapés especiales’ de Fran en su bandeja antigua Reed y Barton de plata esterlina. Clayt sucumbió al aroma que emanaba de estas

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