WILLOW
«DECLARÉ QUE SOY BISEXUAL DE FORMA DIRECTA, CON CONFIANZA, PARA DEJAR CLARO QUE NADIE TIENE NADA QUE DECIR AL RESPECTO»
A Willow Smith (California, 2000) la descubrimos en la película tenía 7 años y dibujaba mariposas con las manos en la parte de atrás de un coche conducido por su padre en la pantalla y en la vida real, Will Smith, mientras intentaban huir de Nueva York antes de que una enfermedad extremadamente contagiosa afectara a la ciudad y al resto del globo. Sí, una historia prepandémica... En 2010, pudimos verla cantar enérgicamente en el videoclip de su primer en el que gesticulaba y pintaba con sus trenzas las paredes grises de un comedor deprimente. Durante una en el programa de Oprah Winfrey, la jovencísima estrella explicaba de esta manera, y con un aplomo impresionante, el sentido de su canción: «Desmelenarse significa ser tú misma, no preocuparte por lo que piensen los demás, hacer lo que crees que es bueno para ti». Y esa actitud se propagóde Mugler. Cuando le pregunto qué la empujó a decir que sí a este habla de los valores que comparte con la firma, históricamente inclusiva, vanguardista y con un punto extravagante. «Siempre me he visto como alguien a quien le gusta desafiar el cuestionar las normas sociales. Intento no seguir a ciegas las reglas, no quedarme en mi zona de confort. Tampoco dejo de explorar cosas nuevas, ¡me encanta!», exclama, muy metida en su rol de embajadora. Y añade: «Así que, cuando me preguntaron desde la marca si quería encarnar a una “diosa extraterrestre”, respondí: “¡Pues claro!, es obvio!”». Grácil y, al tiempo, atlética, de cuello largo y ojos grandes, profundos y almendrados, Willow posee una actitud cálida con un toque altivo y, en efecto, podría ser de otra galaxia. No cuesta imaginarla como una mujer llegada de un lugar distinto, como alguien que ha caído en la Tierra con la misión de poner paz entre nuestra especie, sanar el planeta y ejercer de reina ecuánime. Por supuesto, su lista de tareas sería interminable. Porque la pandemia y los sucesivos confinamientos (que ella afirma haber aprovechado para «concentrarse en la música»), no han ayudado precisamente a mejorar el estado emocional -ya a flor de piel- de la población.
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