La primera sorpresa es su acento. Si no supiéramos que nació en Los Angeles en 1997, diríamos que Camila Morrone es una porteña de pura cepa. Pero su Spanglish la traiciona, y aunque ella pide disculpas por incrustar una o dos palabras sajonas aquí y allá, la verdad es que su dialecto íntimo es tan simpático que se suma a la larga lista de cualidades de la actriz. Su belleza de ojos castaños gigantes, su timidez incipiente y su increíble elocuencia para expresar lo que piensa de su oficio son algunas otras, aunque hay más por descubrir.
A pesar de haberse criado cerca del corazón de Hollywood (su madre, Lucila Polak, fue pareja de Al Pacino durante: también ella está pagando su derecho de piso a fuerza de buenas actuaciones, una inteligencia precoz para sus 25 años, y por qué no, una belleza que no pasa inadvertida.