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Books & Bookster: El futuro del libro y del sector librero
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Libro electrónico203 páginas2 horas

Books & Bookster: El futuro del libro y del sector librero

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Según el propio Martin Schmitz-Kuhl asegura, “con Books&Bookster quería responder a los siguientes interrogantes: ¿qué les espera en el futuro a las editoriales, a las librerías, a los autores y a los lectores? Las doce entrevistas que componen este libro –por primera vez traducido al español– están pensadas, no como un repaso anecdótico de las personas más influyentes del mundo editorial alemán actual, sino más bien como un aporte para pensar el valor de los cambios que ha sufrido la industria del libro en un país como Alemania; que ha impuesto un paradigma diferente desde los tiempos de Gutenberg por medio de su imprenta. En el centro de cada una de estas entrevistas ronda la pregunta acerca de cómo será el futuro del libro y de qué modo los herederos de Gutenberg piensan hoy sobrevivir a 500 años de historia. ¿Cuáles serán las posibles consecuencias? También aspiraba sacar alguna conclusión personal. Los expertos y conocedores del sector a los que entrevisté, no coincidieron, desde luego, en todos los puntos. Sin embargo, a lo largo del libro intenté mostrar algunas de sus tesis”.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 jun 2017
ISBN9789876993968
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    Books & Bookster - Martin Schmitz

    terrible.

    MIL AÑOS SON UN DÍA

    Jens Klingelhöfer, Bookwire

    El cambio en el sector del libro se está produciendo a una velocidad increíble. Quienes le sacan rédito a este cambio son gente como Jens Klingelhöfer y su empresa digital Bookwire.

    *** 

    En su juventud usted trabajó en una oficina tipográfica. Hoy es gerente de una empresa de libros electrónicos. ¿Siente nostalgia cuando mira hacia atrás?

    Al haber trabajado en la parte artesanal del oficio, y siempre con mucha pasión, duele un poco ver cuánto ha quedado en el camino. Claro que sí. Pero, por otro lado, encontré una buena forma de adaptarme al cambio. Y como bien dijo Hermann Hesse: en todo comienzo hay algo mágico.

    ¿Y qué aspecto tiene su biblioteca hoy? ¿Las estanterías de libros impresos desaparecieron? ¿Lee solo a través de un monitor?

    El libro logró quedarse en casa. En cambio, los cds no sobrevivieron. Quizá sea algo simbólico y finalmente la razón por la que aterricé en el sector del libro, en vez de quedarme en el de la música, donde trabajé durante muchos años. Creo que la convivencia del libro impreso y del libro digital funciona mejor. Aunque debo confesar que compro menos libros que antes y que la limpieza de los estantes es cada vez más radical. Pero los libros, que para mí son importantes, siguen teniendo un lugar de honor en mi biblioteca.

    Se habla mucho de las ventajas de los eBooks. Pero a diferencia de un libro impreso, no se pueden revender, prestar ni regalar. En realidad, lo que recibimos es una licencia para leerlos, y casi por el mismo precio.

    Sí, es verdad. El eBook no es en ningún sentido superior al libro impreso. Se lo aseguro. Pero tampoco creo que sean enemigos. Los dos forman parte del mundo del libro. Siempre trato de evitar caer en ese tipo de comparaciones. Para mí los dos tienen sus ventajas. Soy un lector híbrido, leo tanto eBooks como libros impresos.

    Acaba de mencionar su participación en el ámbito de la música. Las turbulencias que desató la revolución digital en ese sector son por demás conocidas. ¿Qué tipo de paralelos puede establecer entre estas dos áreas?

    Empiezo con las diferencias porque las comparaciones que se suelen hacer son poco felices. Por ejemplo, no se puede comparar un libro con un cd. El libro es realmente un producto de alta tecnología. Funciona sin aparato reproductor, sin batería y sin luz. Algo imposible para el disco compacto que no es más que un feo pedazo de plástico. Además, el público al que apuntan es totalmente diferente. Por un lado, adolescentes que antes invertían todo su dinero en cds, y por el otro –en el principal grupo objetivo– mujeres de veinticinco años en adelante, que son más fieles, tienen más dinero y un trato muy diferente con la piratería. Por último, el sector de la música fue simplemente el primero en sufrir los efectos de la digitalización, un tsunami que arrasó con todo. Es más fácil adaptar la música al formato digital, al punto de que en apenas uno o dos años el universo de la música quedó entonces a disposición de los usuarios en internet y gratis.

    ¿Qué significó en aquel entonces todo esto para usted?

    Sufrí mucho el cambio, era un chico joven que trabajaba en una pequeña o mediana empresa de música. En aquel entonces llegamos a producir y comercializar un álbum exitoso del que se vendieron 20.000 copias. Pero al mismo tiempo se efectuaron 400.000 descargas ilegales. En ese momento me pregunté: ¿pero qué estoy haciendo acá? ¿Por qué no me pagan un salario justo por mi trabajo?

    ¿Las soluciones de streaming por las que hay que pagar –como Spotify– son acaso una respuesta a esa pregunta?

    Tal vez sea una respuesta para la industria, pero no para la gente creativa. Son pocos, hasta ahora, los beneficios que obtienen los artistas. Pero es todo un proceso, el cambio ha sido radical y por eso el sector tiene que reinventarse. Y si con servicios como los de Spotify la gente vuelve a gastar dinero para comprar música, eso ya será un éxito.

    Usted apoya financieramente a Readfy, que funciona con el mismo principio de Spotify. ¿Cuánto puedo ganar como autor cuando alguien lee ahí un libro mío?

    Junto a dos socios, hace algunos años, se nos ocurrió desarrollar un servicio de libros por streaming. Pero en algún momento dejé de participar activamente en este proyecto para concentrarme en  Bookwire. Por eso no puedo decirle cómo está regulado el modelo de pagos. Lo único que puedo contarle es que en esa época discutimos mucho acerca de cómo podría llegar a funcionar eso. Una tarifa plana para libros tendría que ser usada de otra manera, en un streaming de música los temas se pueden escuchar permanentemente. Y es la masa la que hace subir el volumen de ventas. Por eso la remuneración por obra tiene que ser regulada de otra manera. El proyecto se encuentra por ahora en la fase beta, después veremos si es posible generar a partir de ahí un modelo de negocios que funcione para el lector, para los autores y para la editorial. Quizás se pueda incluso ofrecer un tipo de lectura financiada con publicidad. Algo similar se usa en otros modelos de negocios como Skoobe o 24symbols, Oyster y Script en los Estados Unidos, o también Kindle Unlimited, el nuevo modelo de abono de Amazon.

    ¿Por qué no hay más gente que descargue eBooks de las bibliotecas públicas? Sería incluso gratis.

    Eso tiene que ver con la costumbre de cada uno. En Estados Unidos el conflicto entre las bibliotecas y las editoriales es mucho más grande porque la costumbre de sacar libros de una biblioteca pública está allí más arraigada. Además, en las bibliotecas no siempre están todos los libros, y además a veces hay que esperar hasta que devuelvan el libro que queremos leer. A fin de cuentas los servicios online de las bibliotecas, como el "préstamo online" de divibib 1 no son cómodos ni están tan integrados a la vida de la gente como lo está, por ejemplo, Amazon. Además el lector parece estar dispuesto a pagar relativamente mucho dinero por ese confort. De todas maneras, las compras de libros electrónicos efectuadas por las bibliotecas son muy importantes y van en franco aumento.

    Pero las bibliotecas van a mejorar y junto a las bibliotecas comerciales online, van a generar seguramente conflictos…

    Esta discusión ya está instalada en el mundo de los medios. Tomemos, por ejemplo, el caso de Netflix o Maxdome, para las películas, donde la gente solo compra el streaming de series o de películas; o el de Spotify, para la música; o el de Skoobe o Readfy para libros. La pregunta que nos planteamos es: ¿se encaminará el uso de los libros en esa dirección? Creo que al lector alemán, al menos por ahora, le gusta mucho ir a comprar libros para tenerlos en su casa. Es una cuestión muy interesante con la que todos los actores del sector, librerías, bibliotecas, editoriales, se deberán confrontar.

    Pero la compra y la posesión de eBooks es algo muy particular. Si, por ejemplo, armo una biblioteca en mi Kindle y después decido comprarme otro dispositivo, automáticamente pierdo todos los libros que tenía.

    Es un problema que al 99% de los clientes de Amazon aún no se le ha presentado. Es increíble pero el cliente digital parece experimentar cierto tipo de libertad ya sea en Google, Facebook o en Dropbox. El usuario se ata a un proveedor de servicios, está conforme, se siente bien con él y no nota que con esa oferta es su propia libertad la que está restringida. Pero estoy convencido de que esto cambiará. Ya existen otros proveedores alternativos con sistemas ecológicos más bien abiertos como, por ejemplo, Tolino. En un futuro, los tribunales de justicia también van a ocuparse de los derechos del consumidor en este tipo de temas. Aún faltan leyes que regulen el campo de juego digital.

    ¿Qué otra cosa podría entonces hacer el usuario digital experimentado?

    El comercio librero digital normal utiliza el formato abierto y estandarizado de ePub para eBooks, lo que le permite al cliente usar los libros que compró en otros sistemas; siempre y cuando no sean los sistemas cerrados, aunque muy confortables, como los de Apple o Amazon.

    Y aunque así sea, es lógico pensar que, digamos en el 2030, ya no podré leer libros viejos en mi dispositivo electrónico…

    Seguramente no. Pero creo que siempre habrá maneras de leer esos libros en un formato nuevo. Ya hay proyectos que trabajan para desarrollar una gestión de derechos estandarizada que lo haga posible. El sistema te reconocerá como usuario y sabrá entonces qué libro has comprado, y por lo tanto, en 30 años vas a tener el derecho de leerlos con la técnica que se use en ese momento. Eso será en un futuro. Por ahora nos encontramos en el lejano oeste donde rige la ley del más fuerte.

    Volker Oppmann nos alerta sobre los peligros del monopolio internacional de grandes empresas como Amazon y Apple. En el libro Bücherdämmerung escribe: como sociedad corremos el riesgo de perder la soberanía del libro como bien cultural.

    Creo que como sociedad tenemos que reflexionar qué parte de las reglas de juego queremos decidir nosotros mismos y cuándo, como sociedad, tenemos que organizar algo diferente de lo que regula el mercado libre. En estos momentos, en el mundo digital prevalece la idea de que "the winner takes it all". Todo queda centralizado en aquel que lo hace mejor: Google, Facebook y, en el mercado del libro, Amazon. Soy muy escéptico a ese respecto. Creo que la variedad nunca le ha hecho mal a nadie.

    Sobre todo no a Bookwire. El modelo de negocios de su empresa parte de la base de que los distribuidores funcionan de manera diferente, y por eso, las editoriales necesitan un proveedor de servicios que distribuya sus eBooks a través de los distintos canales de comercialización.

    Sí, es así aunque nuestros servicios van más allá de ofrecer formatos diferentes. Somos una empresa que ofrece una amplia gama de servicios para editoriales medianas que se dedican al negocio digital. Lo que hacemos es acompañar a las editoriales desde el momento de la fabricación de los productos, pasando por su distribución en los canales más relevantes, hasta su comercialización y facturación. Es decir, ofrecemos mucho más que componentes técnicos, brindamos sobre todo asesoramiento y respuestas a preguntas estratégicas. Por eso, estaríamos más que contentos de poder contar con un estándar abierto y común a todos, que todos aprobáramos.

    Quedémonos un instante más en la diversidad del mundo de los eBooks. Por un lado, hay smartphones y tablets; por el otro, e-ink (tinta electrónica) o bien eReader (lector electrónico). ¿Cuáles son las ventajas y las desventajas? ¿Y quién será el ganador?

    Las ventajas de la tablet son evidentes: además de poder leer, con este aparato podemos hacer de todo. Pero hasta ahí llegan las ventajas, ya que no han sido creadas para ser un dispositivo de lectura placentero. Por esta razón quienes dominan aún el mercado son los lectores electrónicos, que cuentan con una pantalla más parecida al papel. Además son mucho más livianos, el tiempo de autonomía es muchísimo más largo, y encima, son muy baratos. Las personas que compran estos dispositivos no son precisamente los adolescentes, sino los mayores, agradecidos de tener un aparato sencillo que justamente no pueda hacer de todo. A propósito, hace dos años hice un pronóstico totalmente opuesto, y resultó que me equivoqué… De todas maneras sigo pensando que los lectores electrónicos, a largo plazo, dejarán de usarse, o bien, se fusionarán con otros dispositivos. Además surgirán muchos otros, pensemos, por ejemplo, en el automóvil, en el televisor inteligente o en los dispositivos wearables que podremos llevar en nuestro cuerpo.

    Pero la ventaja principal de la tablet son las posibilidades multimedias. Es mucho más lindo leer libros digitales enriquecidos (enhanced eBooks) en una tablet.

    En los últimos tiempos se ha sobrevalorado mucho la importancia de este tema. Era común pensar que el eBook debía tener un valor agregado para resultar atractivo. Nosotros experimentamos mucho enriqueciendo libros de cocina o libros infantiles temáticos. Pero al final, comprobamos que el cliente no siempre quiere esos agregados, lo que simplemente quiere es leer. Y tal vez sea algo bueno, no necesitamos inventar una artillería multimedia. Con el texto alcanza.

    Entonces, ¿la interactividad en la lectura no es necesaria?

    Creo que la parte interactiva llegará desde el plano comunicativo, de la mano de la lectura social. Es decir que no solo se leerá sino que se hablará sobre lo leído. Ya no chateamos únicamente para decirnos cosas banales, sino que de pronto nos ponemos a hablar sobre contenidos serios. Creo que es una excelente perspectiva.

    Pasemos entonces a las perspectivas de las editoriales. La revolución digital, ¿constituye para las editoriales una oportunidad o más bien

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