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De los traumas del mundillo editorial: Antología de cuentos
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De los traumas del mundillo editorial: Antología de cuentos
Libro electrónico159 páginas2 horas

De los traumas del mundillo editorial: Antología de cuentos

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«En este libro de cuentos participan varios colaboradores de la revista VozEd y, aunque cada cuento es único y posee estructuras y personajes distintos, existe coherencia, confrontaciones y yuxtaposiciones que dan valor al conjunto. A todos los autores: José Alberto Arias Pereira, Mael Aglaia, Adrián L. Alexander, Eduardo J. Carletti, Ruy Feben, Patricia García-Rojo, Alejandro Herrera, Bernardo Monroy, Édgar Adrrián Mora, Rubén Ochoa, Nadia L. Orozco, Gerardo Piña, Gerardo Sifuentes y Juan Tallón, mi agradecimiento.

Las historias están pobladas de personajes del mundillo editorial: escritores que se están conociendo y auto descubriendo, escritores noveles de quienes se espera mucho, escritores consagrados, bloqueos, negros literarios... aquellos que han dejado de escribir o los que descubren que las cosas no son como creen. Hay editores que dicen lo que piensan, sin pelos en la lengua. Los hay que tienen que soportar los egos de los escritores, los textos mediocres, los vacíos, la falta de éxito... Hay lectores que disfrutan de los textos, que admiran a los autores a lo lejos, o que deciden intervenir en la vida de ellos. Pero, sin duda, en todos ellos salen a relucir sus traumas, los personales y los relacionados con el mundillo de la literatura. En lo individual cada cuento es literatura y, en su conjunto, son cultura; y marcan un hito en nuestra editorial. Así pues, los dejo con esta antología, nuestra primera publicación de la colección “Relato breve”.

A título personal espero que esta antología, este libro (electrónico) de cuentos, los emocione y haga dudar por un momento si seguir leyendo o hacer cualquier otra cosa. Si fuera así, lo habremos conseguido: habremos hecho literatura. En mi caso, así fue.»

Humberto Bedolla, Prólogo – De los traumas del mundillo editorial

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 sept 2012
ISBN9788461602582
De los traumas del mundillo editorial: Antología de cuentos
Autor

Varios autores

Prólogo y selección por Humberto Bedolla » Defecto profesional por José Alberto Arias Pereira (Bélmez de la Moraleda, Andalucía, 1987) » Continuará por Mael Aglaia (Ciudad de México, 1977) » El pseudo intelectual por Adrián L. Alexander (Ciudad Nezahualcoyotl, México, 1977) » Editor por Eduardo J. Carletti, (Buenos Aires, 1951) » El lado blanco de la hoja por Ruy Feben (Ciudad de México, 1982) » El cuarto de la plancha por Patricia García-Rojo (Jaén, 1984) » Los pájaros de las nubes por Alejandro Herrera (Ancash, Perú, 1978) » En el límite del mundo y la civilización occidental por Bernardo Monroy (Ciudad de México, 1982) » Retorno a la ceniza por Édgar Adrián Mora (Tlatlauquitepec, Puebla, 1976) » Otro círculo por Rubén Ochoa (Jujuy, Argentina, 1977) » Mientras por Nadia L. Orozco (Ciudad de México, 1979) » Oráculo por Gerardo Piña (Ciudad de México, 1975) » Me encanta que seas famoso por Gerardo Sifuentes (Tampico, 1974) » Yo era otra persona por Juan Tallón (Ourense, 1975)

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    De los traumas del mundillo editorial - Varios autores

    De los traumas del mundillo editorial

    Antología de cuento.

    Prólogo y selección por Humberto Bedolla

    » Defecto profesional por José Alberto Arias Pereira (Bélmez de la Moraleda, Andalucía, 1987)

    » Continuará por Mael Aglaia (Ciudad de México, 1977)

    » El pseudo intelectual por Adrián L. Alexander (Ciudad Nezahualcoyotl, México, 1977)

    » Editor por Eduardo J. Carletti, (Buenos Aires, 1951)

    » El lado blanco de la hoja por Ruy Feben (Ciudad de México, 1982)

    » El cuarto de la plancha por Patricia García-Rojo (Jaén, 1984)

    » Los pájaros de las nubes por Alejandro Herrera (Ancash, Perú, 1978)

    » En el límite del mundo y la civilización occidental por Bernardo Monroy (Ciudad de México, 1982)

    » Retorno a la ceniza por Édgar Adrián Mora (Tlatlauquitepec, Puebla, 1976)

    » Otro círculo por Rubén Ochoa (Jujuy, Argentina, 1977)

    » Mientras por Nadia L. Orozco (Ciudad de México, 1979)

    » Oráculo por Gerardo Piña (Ciudad de México, 1975)

    » Me encanta que seas famoso por Gerardo Sifuentes (Tampico, 1974)

    » Yo era otra persona por Juan Tallón (Ourense, 1975)

    Prólogo – De los traumas del mundillo editorial

    Por Humberto Bedolla

    Desde hace algunos años el mundo de la literatura vive agitado. Se han dado una serie de hechos ―algunos les llaman revoluciones, otros crisis― que han ido modificando el mercado, poniendo a todos los que intervienen: lectores, escritores, agentes y editoriales en un estado de incomodidad que ha ido in crescendo hasta ser una mini histeria permanente, y existe como el zumbido que de repente aparece en un oído y que no nos deja en paz hasta que 3 meses después nos zambullimos en una ola en el mar.

    Estos hechos, entre otras cosas, fruto del avance de la tecnología ―en concreto de la que tiene que ver con la comunicación (las TIC y no solo los social media)― y que afecta a la sociedad de tal forma que se modifican sus costumbres para, unos años más tarde, sorprendernos de cómo podíamos vivir sin ellos hace escasos 5 o 10 años. En el 2000 hablábamos de la explosión de Internet y la masiva influencia de internautas, en el 2004 los medios se volcaban a las ediciones digitales y se creaba la hípertexto actividad, las redacciones permanentes, inmediatas e híper actuales, y se daban las condiciones para la iteración con el lector. Después el lector: un usuario híper activo en el click y el salto constante, decide que quiere ver y editar sus propios contenidos ―la personalización―, para luego decidir que va a crear (lo que sea: noticias, películas, literatura... sus propios medios). Por último llegan las redes sociales, los smartphones, las tabletas y los eReaders, y con todos se consolida el poder del click.

    Sin duda, como comenta McLuhan citando a Popper, comenzó a sentirse la tensión de la civilización. Esta tensión, esta inquietud es consecuencia del colapso de la sociedad cerrada: el mundo literario. En términos de empresa, han caído varias barreras de entrada en el mercado editorial, y en el sector de las empresas culturales en general. Peligra el status quo y la comodidad alcanzada. El sistema editorial y su cadena de valor están cambiando. Ahora se discute sobre el libro electrónico y la muerte del libro papel, sobre la viabilidad de las empresas editoriales y sobre la capacidad de entendimiento y análisis de los híper informados; auto-editores; creadores y, poco analíticos y críticos usuarios; que también son lectores.

    A tanto cambio se unen dos puntos: (1) la crisis más grande jamás vivida, y que realmente está siendo una desgracia para el lector ―ciudadano medio, el de la calle― modificando los hábitos de consumo, potenciando la etiqueta de gratis y recurriendo más que nunca a la piratería, y (2) la crisis permanente de cualquier escritor, la de si realmente es escritor, con sus infinitas variedades: el que solo escribe para él, el que escribe y no sabe si debería de mandar las siete novelas terminadas a alguna editorial o concurso, el que vive de cualquier otro oficio ―ingeniero, maestro, funcionario, plomero,...― y se desvela escribiendo cuentos hasta que logra que su mujer e hijos lo abandonen pero que vive feliz para la causa, el que se ha auto editado, el que ganó un concurso y logró casarse con su fan número uno (que dicho sea paso es su prima), el que tiene pánico a la primera novela ya publicada y nunca más publica, el que tiene pánico a la segunda y tarda 10 años en escribirla, el que lleva varios textos publicados pero sigue sin sentirse escritor, el que escribe best-sellers y no tiene el reconocimiento del sector porque se ha vendido al mercado, el que lleva 15 novelas y se encuentra con que solo lo conocen en los círculos más selectos, el que gana el Nobel y no sabe si se lo merece, el ensayista por ensayar permanentemente y el poeta porque sí.

    Volviendo a la tecnología y su impacto en el mundo editorial, Internet, 2.0, Facebook, Twitter, iPad... da igual cómo los gurús del marketing, las empresas y los sociólogos dados a crear eras llamen a estos años, todos en este mundo (editorial) estamos agitados, muchos confusos y varios con dolores en el dedo índice manejando nuestra nave en el híperespacio a través de nuestras pantallas de tres millones de colores. ¡Es normal que las editoriales estén nerviosas; los medios y escritores debatiendo que rumbos seguir y los usuarios y lectores mareados con exceso de información y de velocidad! Y en tanto nos gusta hablar de esto y mirarnos al ombligo. No puedo evitar pensar en quien le importe un carajo un Kindle, en quien no gasta 400 euros en una tableta, no paga 25 dólares en un libro papel y no pagará en los próximos 40 años 10 pesos en un libro electrónico. La brecha digital existe. Y la crisis que tanto teme el mundo editorial es un trance del sector industrial de la cultura, no de la cultura. Más razón para que dejemos de preocuparnos por la era en la que vivimos y aportemos lo que sabemos, contar historias.

    La gente que lee y que participa en el debate del libro electrónico, al final de cuentas, no tomará su decisión de cambiar en función de los argumentos dados y las ventajas y desventajas analizadas; al final, si es innovador en consumir tecnología, lo hará pronto, si no es que ya lo ha hecho, si es práctico lo hará cuando vea que el coste-beneficio (portabilidad, comodidad, precio,… lo que sea que valora) sea positivo para él, y si es conservador, lo hará cuando comience a ver que el entorno lo observa como un bicho raro. Recordemos el origen de los móviles y los locos que nos encontrábamos en la calle hablando solos, y pensemos ahora en el amigo que ha pasado de la contra-cultura a la anacronía, y que se empeña en usar un teléfono fijo. Volviendo a McLuhan, quien ahora cita J.Z. Young: la adopción de nuevos instrumentos tecnológicos lleva aparejada la evolución de grandes cambios sociales. Esto aplica para la irrupción de la televisión, el móvil o el eReader.

    Tanta innovación, tanto cambio, tanto pánico a que desaparezca el status quo, tanto debate y tantos traumas de identidad (¿cuántos temas para escribir un libro, no les parece?) nos hacen olvidar lo importante: las historias, es decir, la literatura, y con ello la cultura.

    En esta antología de cuentos, con las reservas antes comentadas, resolvemos mirarnos al ombligo. Definidos el escenario y los personajes, nos empeñamos en tener un molesto y propio zumbido: el debate sobre el libro electrónico. Pero lo hacemos (en lo profundo de esta antología hacemos un reportaje) sobre el mundo ―mundillo para más inri― literario y de la sociedad, que al final no es otra cosa que hablar de nosotros mismos y de nuestra cultura, o de la cultura a secas. Estamos convencidos de aplicar la máxima del estudio experimental y, en vez de ser observadores, hacemos lo contrario, experimentar. Esto produce perturbaciones y variaciones en las historias contadas, en los textos, lo que las hace auténticas y por extensión nuestra literatura, la de nuestros escritores y de VozEd como editorial es también autentica. Esto es lo que buscamos: contar historias siendo auténticos, sin importar si es ficción o no, tampoco importa el formato o el soporte.

    En este libro de cuentos participan colaboradores de la revista VozEd, y aunque cada cuento es único y posee estructuras y personajes distintos, y no existe un hilo argumental común, sí existe coherencia, confrontaciones y yuxtaposiciones que dan valor al conjunto. A todos ellos: José Alberto Arias Pereira, Mael Aglaia, Adrián L. Alexander, Eduardo J. Carletti, Ruy Feben, Patricia García-Rojo, Alejandro Herrera, Bernardo Monroy, Édgar Adrián Mora, Rubén Ochoa, Nadia L. Orozco, Gerardo Piña, Gerardo Sifuentes y Juan Tallón mi agradecimiento.

    En lo individual cada cuento es literatura, y en su conjunto son cultura; y marcan un hito en nuestra editorial, así pues, los dejo con esta antología, nuestra primera publicación.

    Las historias están pobladas de personajes del mundillo editorial: escritores que se están conociendo y auto descubriendo, escritores noveles de quienes se espera mucho, escritores consagrados, bloqueos, negros literarios… aquellos que han dejado de escribir o los que descubren que las cosas no son como creen. Hay editores que dicen lo que piensan sin pelos en la lengua, que soportan los egos, los textos mediocres, los vacios, la falta de éxito. Hay lectores que disfrutan de los textos, que admiran a los autores a lo lejos, o que deciden intervenir en la vida de ellos. Pero, sin duda, en todos ellos salen a relucir sus traumas, los personales y los relacionados con el mundillo de la literatura, que no es otra cosa que la vida misma.

    A título personal, espero que esta antología, este libro (electrónico) de cuentos los emocione y haga dudar por un momento si seguir leyendo o hacer cualquier otra cosa. Si fuera así lo habremos conseguido, habremos hecho literatura. En mi caso fue así.

    § § §

    El orden propuesto obedece solo y exclusivamente al que el editor creé se puede leer de corrido, estableciendo así una secuencia de historias que se van sobreponiendo y complementando. Pero como en todo este mundillo, el lector tiene la última palabra.

    ¡Qué lo disfrute!

    § § §

    Editor

    Por Eduardo J. Carletti

    Estimado amigo:

    He leído su cuento y me parece rescatable. Por si no tuvo una experiencia anterior y por ende no conoce aún el antipático lenguaje de los editores, le explico que eso significa, casi, que el cuento ha sido rechazado. Si no le queda claro lo que quiero decir, le remarco que el hecho de que el cuento haya sido calificado como rescatable no quiere decir para nada que el cuento sirva, y le conviene traducir la expresión más bien a un así como está, ni siquiera es remotamente publicable. Ahora bien, no todo está perdido. Si no se ofende y se mantiene con un criterio abierto, tomaré la misma actitud y le confesaré que esta introducción es un mero formulismo de la editorial que sirve para sacudir un poco a los autores y predisponerlos a aceptar las propuestas de corrección que vienen luego.

    Decía más arriba que el cuento es casi inaceptable. Pero casi es casi, y de ahí que me he tomado el trabajo de intentar el rescate de su idea y, de ser posible, una buena parte de la trama. De modo que podemos empezar.

    No es interesante ni es una idea original el comienzo del cuento con el protagonista ciclando canales de TV con su control remoto (recuerde The Wall). Claro que usted podría haber elegido una forma mucho peor de mostrar el aburrimiento del joven. Me refiero al recurso horrible de escribir su corriente de pensamientos en tercera (o primera) persona, cosa muy común en los escritores de escasa experiencia. Pocos se dan cuenta de que al lector lo que menos le importa son los pensamientos de los demás, ya que apenas si le alcanza el tiempo para atender los suyos. El resultado es que se aburre.

    Pero, en definitiva, podemos dejar la escena, aunque no sea de lo mejor, y también el esquelético diálogo del protagonista con la madre, ya que con eso casi queda delineada la personalidad de la mujer y su relación con el hijo. Como ve, no ha empezado tan mal.

    El segundo bloque, la búsqueda de los avisos pidiendo personal en el diario, su lectura y la intención de remarcar el lenguaje soso de las promesas que contienen, necesita un poco de trabajo. Haremos un poco de taller por correo, tal vez conmigo o sino con uno de los escritores de la editorial. Lo mismo vale para todas las siguientes acotaciones donde yo

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