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CiberCristo
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Libro electrónico180 páginas2 horas

CiberCristo

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Información de este libro electrónico

Ashley Butler es una reportera galardonada de The San Diego Times. Un día recibió un correo de un hombre que afirma haber descubierto el secreto de la inmortalidad al desactivar un gen de envejecimiento en un chico de quince años con un desorden de vejez acelerada. El correo contenía fotografías que muestran la inversión del proceso de envejecimiento y el nombre de un científico al igual que la compañía para la que trabajaba para que corroborar esa historia.

Creyendo que se trata de una farsa, Ashley reenvía el correo a sus contactos. Aunque permanecía escéptica, llamó a la compañía para investigar, pero nadie le contestó. Al salir de su oficina se enteró de la noticia de la muerte del científico mencionado en el correo.

Ashley decide investigar en persona la compañía mencionada en el correo, pero al llegar al lugar se encuentra con un edificio desmantelado. Ashley decide ir a investigar la casa del científico muerto, sólo para ser confrontada por un agente federal poco amigable. Al regresar a su oficina, se vuelve a encontrar con él, quien decide confiscar su computadora.

El agente federal revela que el científico que envió el correo es un asesino y necesitan la ayuda de Ashley para capturarlo. Ella decide contratar a unos investigadores para indagar en el caso, pero ninguno de ellos regresa.

El correo misterioso se vuelve la fundación de una iglesia cibernética que idolatra al chico, llamándolo CiberCristo. La iglesia afirma que el Internet es la manifestación física de la mente colectiva de la humanidad y que el chico es la segunda venida de Cristo encarnado en el ciberespacio.

El gobierno intenta censurar la página, pero ésta se replica demasiado rápido. Mientras la iglesia y el estado luchan por la libertad de religión en línea, los medios y el estado luchan por la libertad de expresión.

En medio de todo esto, Ashley lucha por sobrevivir.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 ene 2017
ISBN9781507161050
CiberCristo

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    Vista previa del libro

    CiberCristo - Matthew Pallamary

    Este libro está dedicado a la memoria de M.A.

    ÍNDICE

    ––––––––

    CAPÍTULO UNO

    CAPÍTULO DOS

    CAPÍTULO TRES

    CAPÍTULO CUATRO

    CAPÍTULO CINCO

    CAPÍTULO SEIS

    CAPÍTULO SIETE

    CAPÍTULO OCHO

    CAPÍTULO NUEVE

    CAPÍTULO DIEZ

    CAPÍTULO ONCE

    CAPÍTULO DOCE

    CAPÍTULO TRECE

    CAPÍTULO CATORCE

    CAPÍTULO QUINCE

    CAPÍTULO DIECISÉIS

    CAPÍTULO DIECISIETE

    CAPÍTULO DIECIOCHO

    CAPÍTULO DIECINUEVE

    CAPÍTULO VEINTE

    CAPÍTULO VEINTIUNO

    CAPÍTULO VEINTIDÓS

    CAPÍTULO VEINTITRÉS

    CAPÍTULO VEINTICUATRO

    CAPÍTULO VEINTICINCO

    CAPÍTULO VEINTISÉIS

    CAPÍTULO VEINTISIETE

    CAPÍTULO VEINTIOCHO

    CAPÍTULO VEINTINUEVE

    CAPÍTULO TREINTA

    CAPÍTULO TREINTA Y UNO

    CAPÍTULO TREINTA Y DOS

    CAPÍTULO TREINTA Y TRES

    CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

    CAPÍTULO TREINTA Y CINCO

    CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

    CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

    CAPÍTULO UNO

    Ashley Butler dejó su infusión de manzanilla y su muffin integral en el escritorio de su oficina y encendió su computadora. Mientras la pequeña bestia electrónica bajo su escritorio ronroneaba, dando señales de vida, Ashley tiró de sus rizos castaños que obstruían su rostro y se hizo una cola de caballo, luego se reclinó en su silla y veía las actividades interminables de la sala de redacción de The San Diego Times a través del muro de cristal polarizado.

    En la pared había media docena alineada de televisores que estaban montados cerca del techo, mostraban los canales de CNN, MSNBC, y canales noticias locales y nacionales. Debajo de ellos había cubículos con pequeños monitores de computadora que resplandecían con su brillo. El tecleo constante de los empleados y el sonido de los teléfonos abrumaban la oficina mientras un gran número de personas entraban y salían.

    Ashley solía trabajar en uno de esos cubículos, hasta que fue premiada por su historia acerca del asesinato de un terrorista ambiental que la llevó de ser una reportera a una escritora distinguida. Eso fue hace menos de un año. Su editor y mentor, Scott Miller, trabajó con ella en su reportaje, insistiendo por más revisiones. Sus sugerencias le ayudaron hacer de su trabajo una realidad, y formaron un vínculo como de padre e hija que alentaban a Ashley a dar su mejor esfuerzo en el trabajo.

    Su computadora entonó el inicio de «Virginia Woolf» de la banda Indigo Girls, indicando la aparición de la pantalla de inicio en el monitor. Ashley le dio una mordida a su muffin e ingresó su contraseña con una mano. Su bandeja de correo apareció y mostró diecisiete mensajes. Reconocía a la mayoría de los nombres, excepto uno. Se trataba de un correo desconocido que tenía un archivo adjunto.

    Dr. Justin Stephens, Asunto: Inmortalidad.

    —¿Qué será esto? —murmuró al darle click al correo. El mensaje se abrió pero no había palabras. Ashley le dio click al adjunto. De repente la pantalla se llenó de imágenes y ecuaciones algebraicas.

    La primera imagen mostraba a un semblante andrógino y marchito, con una piel pálida, sin cejas ni cabello. Ese rostro parecía desproporcionalmente grande comparado con el cuerpo. La nariz puntiaguda y la barbilla hundida parecían que estaban siendo consumidas por la boca. Los dientes aserrados se pronunciaban de unas encías sangrantes y unos ojos azules lechosos sobresalían de esos párpados sin pestañas.

    Ashley contuvo el aliento mientras leía la nota de pie de la imagen.

    Diagnosis/Prognosis: Chris Daniels, catorce años, padece de Progeria, un proceso que acelera el procedimiento de envejecimiento a aproximadamente siete veces la velocidad normal. Sus síntomas incluyen enfermedad del corazón, arterioesclerosis, artritis, crecimiento atrofiado, y envejecimiento prematuro. La terapia aplicada de genes ha resultado en el aislamiento y la desconexión de una inserción invertida en el brazo largo del cromosoma uno. Los resultados milagrosos del protocolo aplicado se muestran en las imágenes presentadas.

    En las siguientes imágenes se mostró una secuencia que parecía revertir el paso del tiempo. En la segunda imagen los ojos de Chris se veían más claros. La piel parecía más suave y colorida; como si pudiera retener humedad, y los dientes del o la joven se emparejaron un poco. Ashley creyó ver un tono cremoso en donde deberían estar las cejas.

    El rostro andrógino se veía más complejo y femenino en la tercera imagen, los dientes ahora estaban enderezados. Ashley notó el cabello en la cabeza de Chris y ahora definitivamente tenía cejas. El brillo de los ojos de Chris ahora era más intenso.

    En las dos imágenes siguientes el rostro de algún modo se veía más joven  perfecto, era andrógino con ojos brillantes, una cabeza debidamente proporcionada y cejas bien formadas. Tenía pestañas pronunciadas, una cabellera gruesa y una piel saludable cuyo color acentuaba el resto del cuerpo, dándole a Chris un semblante angelical.

    Ya he visto este truco antes, pensó Ashley. Utilizaron Photoshop para que pareciera que esta persona envejeció a gran velocidad.

    En la última foto se podía ver cómo el cabello de Chris le llegaba a los hombros. Aparte del sexo indeterminado de este o esta joven, y unas pequeñas arrugas en sus ojos, Chris parecía un adolescente normal, sólo que tenía una belleza excepcional. Ashley no podía creer la leyenda que acompañaba la última imagen.

    Chris Daniels. Edad: 17 años.

    Ashley leyó el texto adjunto con gran confusión.

    He arriesgado mi vida y ahora la suya por enviar esto, pero no tenía elección. En mis estudios sobre genética asociada con la Progeria descubrí cómo desactivar los genes relacionados con el envejecimiento, causando que las células del cuerpo de Chris se regeneren. Todos los datos indican que este proceso continuará y eventualmente se regenerarán todas las células de Chris, quien pasó de luchar por sobrevivir su corta estancia en el mar de la vida al equivalente genético de la fuente de la juventud.

    Desgraciadamente, como resultado de mi descubrimiento, tres doctores, cinco internos, y tres de mis asistentes desaparecieron, la mayoría de ellos a plena luz del día dentro de Geningeniería. Ahora mi vida y la de Chris están en peligro.

    Soy consciente de lo melodramático y chiflado que suena todo esto, pero el gobierno ha tomado posesión de mi laboratorio, mi investigación y evidencias. Temo que mi equipo ha sido silenciado para siempre. Mi único consuelo es el respaldo de mi investigación que mantuve fuera de las instalaciones.

    Por favor, sea discreta en sus preguntas, pero insisto que investigue lo que sucedió en Geningeniería en Sorrento 1022, Valley Road. Luego hable con el doctor Russel Holmstedt, su dirección es Avenida Bird Rock 4458 en La Jolla. Russ tiene pruebas que comprobarán lo que estoy diciendo. Dígale que Justin la envió por Matusalén. Él entenderá. Tenga cuidado. Nadie sabe que lo tiene, pero podrían estar observando.

    Le contactaré en cuanto pueda.

    Atentamente,

    Dr. Justin Stephens.

    Ashley sintió como se le puso la piel de gallina al buscar al Dr. Holmstedt en Google. Encontró la dirección de la Jolla que le dio el Dr. Stephens. Luego buscó Geningeniería y recibió el siguiente mensaje:

    PÁGINA NO ENCONTRADA

    LA PÁGINA SOLICITADA PUEDE NO ESTAR DISPONIBLE, HABER CAMBIADO SU DIRECCIÓN, O NO EXISTIR.

    Más adelante en la página aparecía el mensaje:

    HTTP 404 – ARCHIVO NO ENCONTRADO

    INTERNET INFORMATION SERVICES

    Ashley tomó el directorio telefónico y buscó la compañía, tomó su teléfono y marcó el número. Después de dos tonos de marcado se escuchó una grabación.

    «Lo sentimos. El número que marcó ha sido descontinuado. Si cree que marcó el número por error, por favor cuelgue e inténtelo de nuevo».

    Volvió a marcar, y se escuchó la misma grabación. No la redirigieron. Intentó marcar al número de Holmstedt, pero recibió el mismo mensaje. Colgó el teléfono y miró su reflejo en el cristal polarizado, intentando de imaginar qué se siente al ser inmortal, luego volvió a mirar las fotos; el semblante de Chris era demasiado perfecto. Tenía que tratarse de una farsa.

    Después de leer el correo una vez más, Ashley decidió reenviárselo a sus amigos y compañeros de trabajo, curiosa de conocer cómo reaccionarían. El hecho que Geningeniería y Holmstedt estaban mencionados y ahora incomunicados le causaba malestar. Le ayudaría despejarse del asunto que más personas supieran de ello, y ahora eso es lo que necesitaba.

    Después de contestar el resto de su correo Ashley pensó en su artículo sobre abusos de los derechos humanos en la frontera mexicana. Tenía que cubrir su entrega para mediodía. Reunió sus anotaciones sobre el esposo de la víctima de violación más reciente y revisó su declaración. Si terminaba media cuartilla más, estaría lista.

    A pocas palabras de terminar, el teléfono de Ashley sonó. Terminó de escribir antes de ponerse sus auriculares.

    —Ashley Butler.

    —Hola Ash, soy Scott. Te acompañaré a almorzar si me cuentas más sobre ese extraño correo que me enviaste.

    —Trato hecho. Baja y ven por mí. —Ashley colgó y miró en su espejo de bolsillo para revisar su maquillaje, luego miró sus ojos cafés, remarcados por las arrugas profundas producidas por reír. Inmortalidad. ¿No sería eso maravilloso?

    Se soltó el cabello y volteó a la puerta de su oficina solo para ver a Scott, quien venía caminando con su camisa de mezclilla y jeans descoloridos. Scott es el más alto de los dos, aunque unos pocos centímetros más que mis 174 centímetros de altura no es mucho que presumir. Tiene una sonrisa relajada y un cabello desgreñado con algunas canas, y unos ojos del mismo color que su camisa de mezclilla. Saludó a los empleados de los cubículos mientras caminaba hacia mí con su andar relajado de surfista. Ashley no podía evitar sonreír cuando Scott llegó a su puerta.

    —¿Lista? —dijo mientras sostenía la puerta para que saliera—. Alguien se esmeró bastante para que pareciera que el chico en esas fotos pareciera que envejecía en reversa.

    —Se ve convincente, ¿no lo crees?

    —Volverás locos a todos los chiflados del internet si publicas eso.

    El dúo salió por las puertas dobles al final de la sala de redacción, cruzando bajo los televisores en el momento preciso cuando anunciaron el nombre «Russel Holmstedt». Ashley se dio vuelta, topándose con Scott.

    —¿Qué sucede? —preguntó sorprendido.

    Ashley levantó la mano y escuchó de nuevo el nombre. Al voltear a la pantalla, vio a un conductor de noticiero de cabello oscuro.

    —Russell Holmstedt, célebre gerontólogo y galardonado por la Academia Nacional de Ciencias, fue encontrado muerto en su hogar esta mañana por lo que pareció ser un ataque al corazón.

    La fotografía de un hombre rubio de mediana edad y barba pronunciada que portaba unos anteojos de alambre apareció en detrás del conductor.

    —Holmstedt, reconocido por su revolucionario trabajo sobre técnicas de recombinación de ADN, se creía de buena salud y sin padecimientos previos del corazón. Noticias sobre su funeral siguen pendientes.

    —¿Holmstedt? —dijo Scott, captando la atención de Ashley—. ¿Por qué me suena tan familiar?

    Ashley respiró con dificultad—. El correo —dijo Ashley intentando pensar—. Traté de llamarle por teléfono.

    —¿Y?

    —Estaba suspendido. Igual que Geningeniería.

    Scott se talló la cabeza y se miró pensativo—. El tipo sufrió un ataque al corazón. Viste su foto, tenía mi edad.

    —Célebre gerontólogo y galardonado por la Academia Nacional de Ciencias —dijo Ashley.

    Scott la tomó del brazo y caminaron hacia la puerta—. Discutámoslo con unas fajitas.

    —Ashley se soltó y caminó más rápido—. Tendrá que ser para otra ocasión —dijo mientras se alejaba.

    Scott corrió tras de ella.

    —Quiero verificar las direcciones —dijo Ashley, buscando algo en su bolso.

    Scott sonrió y sacudió la cabeza—. Voy contigo.

    Ashley sacó su celular de su bolso y marcó un número—. Mi vida está en juego. Si te necesito sonaré la alarma.

    Scott abrió la puerta y Ashley se fue.

    CAPÍTULO DOS

    ––––––––

    Ashley condujo su Prius hacia Sorrento Valley mientras

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