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Sí, yo puedo
Sí, yo puedo
Sí, yo puedo
Libro electrónico126 páginas1 hora

Sí, yo puedo

Por Kimbo

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Información de este libro electrónico

Cuando alguien escribe, luego siente, como en estas cuartillas hace Kimbo, es porque en la pista junto al redoblar de tambores, escuchó esa solemne voz que anuncia Más difícil todavía.

Un polifacético artista de teatro, circo y variedades. Debutó a la edad de cinco años en una compañía de revistas de su padre, también showman.

Adoptado, con trece años, por el humorista Gila, con quien estuvo hasta los veintiuno. Es guionista, y ha intervenido en varios programas televisivos de humor, y como actor, en series y películas.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento4 nov 2015
ISBN9788491121862
Sí, yo puedo
Autor

Kimbo

Un polifacético artista de teatro, circo y variedades. Debutó a la edad de cinco años en una compañía de revistas de su padre, también showman. Adoptado, con trece años, por el humorista Gila con quien estuvo hasta los veintiuno. Es guionista y ha intervenido en varios programas televisivos de humor y como actor en series y películas.

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    Sí, yo puedo - Kimbo

    © 2015, Kimbo

    © 2015, megustaescribir

          Ctra. Nacional II, Km 599,7. 08780 Pallejà (Barcelona) España

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

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    ISBN:   Tapa Blanda             978-8-4911-2185-5

                 Libro Electrónico   978-8-4911-2186-2

    CONTENIDO

    Sí, Yo puedo

    El Debut

    Miguel Gila

    Temporada Circense

    Tortura

    La Ultima Gota De Mi Sangre

    Solde Cuba

    Llego El Amor

    Victoria En Vitoria

    El Ascensor De La Fama

    Carmen Mora

    A Mi Hijo

    Pensamientos

    A mis padres, a mis hijos,

    a mis mujeres, a mis hermanos,

    y a mis amigos…incluido tú lector.

    El hombre tiene mil planes para si mismo,

    el azar, uno solo para cada uno.

    MENCIO

    Filósofo chino

    "Tomar la sonrisa de un niño,

    la fidelidad de un perro,

    la discreción de un muerto.

    Crear.

    Mirar al mundo cara a cara

    y decir lo hice yo.

    Eso significa ser hombre"

    Miguel GILA 1956

    En busca de la verdad me he pasado la vida,

    descubriendo al final, que todo… todo es mentira.

    Jose Maria KIMBO 2007

    * SÍ, YO PUEDO *

    J. M. Kimbo

    T ENGO setenta años y percibo el final de mi larga carrera artística como actor, showman y cantante. He seguido las tres fundamentales leyes del hombre: Tener un hijo, Plantar un árbol y ahora la ocasión de Escribir un libro.

    SÉ que tengo cosas que aportar a mis colegas, a los que vienen detrás, a mi familia y a quien se interese por vidas distintas. Soy hijo del Negro Rafael, un popular artista cubano afincado en la España de los años cincuenta. Mi padre era actor, bailarín, cantante, humorista y músico… Hoy día se le llamaría Showman.

    DESDE muy niño yo quería ser artista… quería seguir los pasos de mi padre. En 1934 en España se empezaba a percibir una división muy patente entre dos sectores de la sociedad. Todos aquellos españoles y extranjeros enemigos de conflictos, emigraron a otros países. Mi padre conocedor de revoluciones cubanas, decidió instalarse en París con su mujer Alejandra Sánchez Prados -mi madre- una vallisoletana con carácter, muy amante de su país, que se marchó a regañadientes de su tierra, lo que provocó una cierta tensión con mi padre. Pero más tarde enterada del asesinato de Calvo Sotelo, y el estallido de la guerra civil, reconoció que la salida de España fue lo mejor para ellos.

    CUANDO me propusieron ser uno de los actores para el proyecto de aportación profesional a la Memoria de la Escena Española, no lo dude ni una milésima de segundo. Acepte en el acto con mucho placer.

    SUELO trabajar como actor de cine, televisión y también como showman. Canto, bailo y practico el humor en restaurantes, salas de fiestas, o convenciones. Pero confieso que lo que más me motiva, emociona y satisface es pisar los escenarios e interpretar personajes de buenas obras en los grandes templos teatrales. Desgraciadamente no existen demasiados papeles para mí. Es decir, papeles concebidos al color de mi piel.

    OTRO de mis sueños que más me ilusionaban y que he tenido durante años era participar en un musical.

    NO hace mucho mi representante me sorprendió con la noticia de que tenía que presentarme a un casting, para un proyecto musical. Se trataba del musical Dirty Dancing. Me puse nervioso ante la prueba. No tenía miedo demostrarles que sabía cantar, bailar, decir un texto… pero lo más difícil para mí era bailar claqué. Hacía muchos años que no lo bailaba, y por ahí podía venir el motivo de un posible rechazo. En mi juventud tuve grandes profesores de claqué: el maestro Lombardero, un antiguo bailarín de la compañía de Celia Gámez, y el profesor Burguillo, discípulo de un famoso bailarín americano de claqué: Harry Fleming.

    DE todo esto han pasado más de treinta años. Y creí que ya no lo sabría bailar. Pero el baile es como nadar o montar en bicicleta, no se olvida, solo es necesario practicar.

    El casting se hacía en el teatro Coliseum de la Gran Vía de Madrid. Cuando me presenté allí, había al menos doscientas personas esperando, de todas las edades y razas. Tanto la entrada como el vestíbulo del teatro estaban colapsadas. Me dieron un número. Tuve que esperar durante dos horas. Me dio tiempo a repasar cien veces el texto que escogí para ofrecerles. Se trataba de La Patria de Julia Prilutzy.

    "Se nace en cualquier parte –ese es el primer misterio

    inapelable- se nace en cualquier parte pero se ama una

    tierra como propia, y se quiere morir en sus entrañas.

    Allí, donde partir es imposible. Donde permanecer es

    necesario. Donde el barro es más fuerte que el deseo de

    seguir caminando. Allí, donde los brazos caen

    bruscamente, y estar arrodillado es el descanso. Donde

    se mira al cielo con soberbia desesperada y áspera.

    Allí, donde cualquier umbral es la morada. Allí, donde

    se quiere arar y tener un hijo, y se quiere morir.

    Allí es donde está la Patria".

    ME lo sabía muy bien. Estaba seguro que no defraudaría..

    DE pronto alguien gritó mi nombre. Me tocaba. Me sentaron en el patio de butacas y me indicaron que esperara hasta una segunda llamada. Observé que un jurado compuesto por diez personas estaban colocadas en la quinta fila. En esos momentos mis nervios empezaron a bailar la danza del fuego, y como si estuviera en el Polo Norte temblé sin tener frío. Estaba en el escenario la chica que había pasado antes de mí. Cantaba una canción en inglés. Mis incontroladas piernas cambiaron el ritmo y pasaron a bailar un rock and roll. Después ella recitó su texto. La verdad es que lo dijo bastante mal. Eso me calmó y animó.

    Empezó mi turno. Tenía fuerzas y sabía que debía competir por algo que tanto deseaba, y para ello elegí una guaracha que compuso mi padre llamada superman. Me pareció la más idónea, por su letra y por sus pasos de baile tan originales y tan míos. La canción termina con un montuno (música, sola y repetible, que se va perdiendo poco a poco) donde bailo con pasos muy comerciales, resbalando los pies y terminando con los brazos estirados. (me apoyo con una pierna… estiro hacia atrás la otra, y doy unos saltos, imitando que me voy volando).

    Pareció gustar al jurado y al pianista, ya que me premiaron con aplausos. A continuación me preguntaron si sabía claqué. Inicié unos pasos y me dijeron que era suficiente. Después me ordenaron decir el texto, pero tampoco me dejaron terminarlo. No me gustó que me interrumpieran y no escucharan tan hermoso texto. El chico que me acompañó hasta la salida me animó diciéndome que tenía un noventa y cinco por ciento de posibilidades para hacer el papel. Esto me emocionó tanto que miré al cielo y dije: gracias papá

    Efectivamente a los tres días tuve una llamada de Ángela Reino, que ejerce las funciones de representarme, y me comunica que vaya a recoger el texto y la partitura, puesto que me habían seleccionado. El personaje era un director de orquesta y cantante, amigo del protagonista, y la canción que debía cantar era There will never be another you (Nunca habrá otro tú). ¡Por fin mi sueño de hacer un musical! Cuando cayó en mis manos la partitura observé que era más difícil la canción, de lo había imaginado. Entonces por mi cuenta contraté un pianista y con él ensayé la canción.

    Y así me quedé esperando la cita del nuevo casting.

    EL entusiasmo que sentí el día que oí en el teléfono, la voz de mi representante… se desvaneció tan rápido como el humo de un cigarrillo, cuando me comunicó: Se ha suspendido el proyecto de Dirty Dancing. Lo siento. Pero si alguna vez el proyecto vuelve a resucitar, dicen que te tendrán en cuenta.

    HABÍA olvidado que los desengaños, desilusiones, angustias e incomprensiones también existen en este mágico e inseguro oficio del que he formado siempre parte.

    ANTES de continuar quisiera comentar una pequeña historia.

    EN el verano de 1933 llegó a España la Comparsa del Centro Cultural Minerva, de la ciudad de La Habana. Se componía de veintidós personas, todos negros y mulatos. Su misión era mostrar los ritmos y bailes afrocubanos a los españoles. Eran de los primeros negros que la sociedad española veía. Causaban curiosidad, entusiasmo y cierta admiración. La llegada del invierno, y con el la nieve desconocida por los cubanos, hace que se disuelva la compañía. La mayoría volvieron a Cuba, otros como Antonio Machín, Julia Rivas, Bola de Nieve, Joaquín Campanera, Narcisín, el trío Sol de Cuba… y mi padre, El Negro Rafael, se

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