Dos pisos por escalera en un antiguo edificio de San Telmo, en históricos dominios de los Mansilla, conducen al retazo de cielo que Rita Cortese atesora en su balcón. En el parlante, a un volumen amable suena Virus, . Sobre la mesa, yacen en estampita San Expedito y San Cayetano. “También tengo mi pequeño altar budista”, revela sincrética y risueña la anfitriona, en el lugar donde recita sus diarios . En dos metros cuadrados de salón conviven una salamandra, una bicicleta fija y las botellas de un bar improvisado en el suelo. , nos interpela el filósofo franco-argentino Miguel Benasayag desde la biblioteca (“Últimamente
AL INFINITO ALLA y más
Aug 18, 2023
4 minutos
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