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El Rompecabezas Familiar: Ubicando Diferentes Piezas
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El Rompecabezas Familiar: Ubicando Diferentes Piezas
Libro electrónico168 páginas1 hora

El Rompecabezas Familiar: Ubicando Diferentes Piezas

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“El Rompecabezas Familiar” presenta una visión psico-social de la familia y de sus componentes. Contiene descripción de características y ejemplos de situaciones; sugerencias y posibles soluciones a problemas comunes que enfrentan nuestras familias. Es de fácil comprensión y cómoda lectura, accesible a todo publico, salpicado de anécdotas, humor, emotivas historias, teorías psicológicas y hallazgos de investigaciones. Escrito por un experto comunicador oriundo de Puerto Rico que posee un Doctorado en Psicología y que al momento tiene cinco libros editados: el Dr. Alfred D. Herger.
IdiomaEspañol
EditorialBookBaby
Fecha de lanzamiento5 feb 2015
ISBN9780963344229
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    El Rompecabezas Familiar - Dr. Alfred D. Herger

    ALIMENTES".

    PARTE UNO

    Algunas Piezas Básicas

    MEMO: A PADRES Y ABUELOS…

    Nosotros, los que ya somos padres y/o abuelos, naturalmente hemos criado según aprendimos de nuestros progenitores.

    La gran mayoría nunca ha tomado cursos ni seminarios sobre la crianza. Por eso utilizamos lo que vivimos.

    Este libro viene a ser como el curso o el seminario que todavía no habíamos estudiado.

    En estos momentos declaro inocentes a todos los padres y abuelos que desconocían las teorías y principios aquí expuestos —libres de todo sentimiento de culpa.

    Nosotros hicimos lo mejor que pudimos… con la escasa información que teníamos.

    En este caso la ignorancia SÍ nos libra de culpabilidad.

    De aquí en lo adelante la decisión es totalmente nuestra: de las teorías y los principios psicológicos que compartimos en el texto podemos adoptar lo que nos haga sentido, o seguimos usando un método tradicional (según nos criaron).

    Cada día se aprenden cosas nuevas…

    ¡Así es la vida!

    Dr. ALFRED D. HERGER

    Psicólogo Clínico

    LA ESCUELA DE LA VIDA

    La escuela de la vida no tiene días de fiesta, vacaciones, ni vuelta a clases. Es a tiempo completo, todo el tiempo. Siempre hay nuevas lecciones que aprender, asignaciones y proyectos que atender.

    A los contratiempos hay que buscarle la vuelta.

    Podemos dejarnos llevar, pero manejándonos y controlándonos para poder llegar a donde nos proponemos.

    Siempre debemos seguir estudiando. Cada día aprendemos algo nuevo, haciéndonos más sabios y conscientes. Aunque en nuestro desarrollo físico lleguemos a la madurez (en conocimientos, experiencias y sentimientos) en todo momento que vivimos estamos creciendo.

    La clave está en ver las cosas con una óptica diferente… de maneras distintas. Las situaciones no tienen que cambiar, lo que puede y debe cambiar es nuestra interpretación de las mismas.

    Cuando tengamos alguna dificultad, en vez de agobiarnos, podemos identificar el asunto como nuestra próxima área de crecimiento. En otras palabras, que lo tomaremos como una nueva lección en la escuela de la vida. (Este concepto está cambiando mi estado de ánimo, impulsándome con mayor fuerza y motivación.)

    La idea ha transformado cómo enfrento ahora mis situaciones difíciles —las identifico como áreas en las que debo realizar un esfuerzo para superarme.

    Al reconocer que tengo la capacidad de adaptación y manejo de los eventos, evito el señalar culpas fuera de mi (tampoco hago comparaciones ni juzgo). No me pre-ocupo y sí me ocupo. Puedo afrontar aquello que se me hace difícil, pues sé que es precisamente lo que me toca aprender y superar en esos momentos.

    Aunque suena fácil, es difícil, pues las malas costumbres y los pensamientos negativos nos pueden llegar a dominar. Nuestro error sería olvidar que estamos creciendo. Por ese error nos debilitamos ante los problemas, nos abrumamos pensando que los demás son responsables de cómo nos sentimos.

    ¡Queremos que cambien las cosas y la gente para que se acomoden a nuestras necesidades o deseos! Es misión imposible… caemos en desesperanza y nos deprimimos —hasta que por virtud de la nueva filosofía que hemos adoptado, la voz interior nos recuerda: Es tu área de crecimiento, atiéndela. Ahí nos llega naturalmente el suspiro de alivio y al cambiar el enfoque lo vemos todo distinto …

    Y… ¡a crecer ser ha dicho!

    UN TSUNAMI SOCIAL

    Repasemos un poco de historia: en nuestra sociedad tradicionalmente existía lo que se conoce sociológicamente como la familia extendida. Eran los tiempos cuando el jefe de la familia decidía por todos y para todos. Usualmente era el padre, pero en algunos casos era la madre. Los hijos, cuando se casaban, traían a su pareja a vivir con ellos en la casa grande (o se construía una casita al lado).

    Las decisiones —en especial las financieras— y las que tenían que ver con el curso que iba a llevar la vida de cada miembro de la familia, eran tomadas por el jefe de la familia. Por ejemplo: si el hijo o la hija estudiaba o trabajaba; si se casaba o esperaba; si se iba a vivir con otros parientes (en otra casa, o en otro pueblo), o si permanecía en la casa de los padres, etc. El libre albedrío prácticamente no existía.

    Inevitablemente, con la industrialización, el comercio, el desarrollo económico y el progreso, se vino abajo la pirámide de poder decisional y económico que mantenía unida a las familias extendidas… entonces en nuestra sociedad se dió… ¡un tsunami socio-económico!

    Sus efectos pronto comenzaron a notarse: cuando los diferentes miembros de la familia comenzaron a trabajar y a generar ingresos propios, ¡la plataforma del poder empezó a resquebrajarse! Con sus sueldos, los hijos iban adquiriendo poco a poco independencia económica y comenzaban a saborear autonomía en la toma de decisiones.

    Escapándose de las manos ya muy debilitadas de los padres la balanza de aquel vital poder decisional se fue inclinando hacia el lado de los miembros de la familia,.

    En los hogares surgió una silente revolución. Esta oleada condujo a muchos miembros de las familias a la independencia de criterio y acción.

    El desplazamiento de fuerzas primordiales fue provocando serios desprendimientos: los diferentes componentes de la tribu familiar poco a poco fueron independizándose de la autoridad de quienes antes dirigían la familia. De esa transición adviene la fórmula conocida como La Familia Nuclear: (Una pareja con sus hijos viviendo en techo aparte, distante del tronco y dirigiendo sus propias vidas.)

    Otro resultado inesperado de la fragmentación familiar fue quizás la pérdida del llamado respeto hacia los mayores… (al dejar de sentir los hijos la obligación de estar solicitando permisos antes de tomar decisiones o de actuar). En muchos casos esa falta de respeto los padres se la adjudicaban a los hijos ante su aparente desobediencia y/o por la ausencia de consultas… ¡se iban separando cada vez más los familiares!

    *Nota: Esta lección sociológica la aprendió el autor de su maestro el Dr. Raúl Hernández Vélez. (Descansa en Paz.)

    Mucho tiempo ha transcurrido y hoy día nos encontramos con diferentes tipos de familias que —con frecuencia y normalidad —por necesidad o conveniencia, han ido desarrollándose en nuestra sociedad. Por ejemplo: podemos encontrar a una madre soltera que vive sola con sus hijos y por otro lado podemos encontrar a unos abuelos criando a sus nietos (mientras los verdaderos padres están alejados y fuera de la ecuación). En ese caso la familia la componen en realidad los abuelos con los nietos.

    Existen también familias conformadas por parejas del mismo sexo, criando niños. Y están las llamadas familias mixtas, o reconstruidas, donde el padre y/o la madre tienen hijos de un matrimonio anterior y juntos pueden procrear otros hijos, de manera que en esa familia-mixta usualmente están "los tuyos, los míos y los

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