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Lekke El Gato Del Templo: Días de Minino
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Lekke El Gato Del Templo: Días de Minino
Libro electrónico63 páginas54 minutos

Lekke El Gato Del Templo: Días de Minino

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La historia de un gatito que vive en un pueblo tailandés

IdiomaEspañol
EditorialDB Stewart
Fecha de lanzamiento4 dic 2014
ISBN9781502260369
Lekke El Gato Del Templo: Días de Minino

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    Lekke El Gato Del Templo - DB Stewart

    CHAPTER ONE

    Los Recién Llegados

    La Madre Pim se veía preocupada. Su gata mascota Boo estaba en una avanzada etapa de gestación y dando vueltas, maullando constantemente como si estuviera pidiendo atención; no lo estaba. Boo le dejaba saber al mundo que sus gatitos estaban en camino. La Madre Pim había pasado la tarde acariciando a Boo. Boo siempre fue una gata afectuosa pero esta noche era algo especial.

    Boo había estado sobre el regazo de la Madre Pim por horas, mucho más de lo usual. La Madre Pim sabía que Boo estaba buscando un poco de tranquilidad. Este era su primer parto y Boo estaba un poquitín nerviosa, al igual que la Madre Pim estuvo nerviosa antes de tener a su hija bebe, Abon.

    ––––––––

    Ahora Boo ha saltado de su regazo y ha empezado a dar vueltas por toda la habitación. Ya casi era la hora. Esto era algo que Boo tenía que hacer sola. Eventualmente Boo dio un último y ruidoso maullido y escalo a su nidal. Boo se acomodó, se quedó quieta, y se preparó para la llegada de su nueva familia.

    Abon, Boo está lista para tener a sus gatitos, ¿Quieres verlo? preguntó la Madre Pim.

    Abon tenía que pensarlo un poco. Estaba viendo el canal de caricaturas y era muy emocionante para una niña de cuatro años.

    Si quieres ver cómo nacen los gatitos tendrás que venir ahora, Abon. Puedes ver la TV mañana – no verás a los gatitos nacer mañana, dijo la Madre Pim, esperando persuadir a la joven Abon lejos de la TV por unos pocos minutos.

    Okay, allá voy. Abon saltó de la silla y corrió hacia el nidal. Oh mira Mama, ¡Ya van dos pequeños mininos! Abon estaba encada de ver a estas delicadas criaturitas forcejear dulcemente por la caja.

    Ahora tres, espera un minuto, cuatro – oh esto es asombroso. La Madre Pim había visto gatitos nacer antes pero siempre adoraba ver el inicio de una nueva vida. Número cinco y ahora, número seis. Abon y la Madre Pim fijaron la vista en el nido para ver si habría un número siete. Luego de unos pocos minutos decidieron que no habría.

    Seis pequeños gatitos Mama – Quiero jugar con ellos. ¿Puedo recogerlos? preguntó Abon emocionada.

    No, Abon. Ahora es momento para los mininos de que conozcan a su mama. Debemos ser pacientes y dejarlos solo. La Madre Pim miró a Boo con preocupación. Boo se veía bastante cansada, exhausta de hecho.

    Bien hecho Boo. Susurró. Seis pequeños gatitos que cuidar. Eres una gata muy lista, sé que serás una buena mama. La Madre Pim tomo a Abon de la mano y ambas se fueron a la cama.

    Boo también sabía que sería una buna madre. Había estado esperando un largo tiempo la llegada de los mininos y ahora les mostraría todo lo cariñosa y atenta que podía ser. Todos los gatitos eran muy frágiles y Boo tenía que ser muy cuidadosa con ellos. Los limpió a todo muy suavemente y les mostró como comer. Ninguno de sus bebes podía ver a donde ir así que ella les ayudó a encontrar leche. Este era su trabajo, alimentar y cuidar de su nueva familia. Luego de un rato Boo se quedó dormida, agotada por haber dado a luz, pero muy orgullosa de su nueva familia.

    Buenos días querida. Boo miró hacia arriba y pudo ver el apuesto rostro gris de Tay. Ahora déjame ver. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, hmmm, seis pequeños gatitos. Soy el papá de seis mininos, Tay rió.

    Sí, los eres, Tay. Felicitaciones, dijo Boo. Pero ahora tienes que dejarme sola. Necesito tiempo para cuidarlos.

    Okay, okay. Solo échame una última mirada. Tay observó dentro de la caja una vez más y saltó lejos sintiéndose extremadamente orgulloso de sí mismo. Soy padre de seis gatitos, necesitaré ir a esparcir la noticia, pensó para sí mismo, y salió a la puerta frontal.

    Tay siempre fue la primera cosa en moverse en la casa cada mañana. Eso era porque trabaja en el molino de arroz, protegiendo todo el arroz de las ratas hambrientas. Era un trabajo muy importante para cualquier gato en una villa Thai, y Tay era el mejor ratonero en el área. Los aldeanos de Thai lo amaban por ello. Las ratas lo odiaban, de verdad lo odiaban. Tay trabajaba toda la noche ya que era entonces cuando las ratas estaban más activas, y al amanecer va a casa a dormir. Esta mañana tuvo una agradable sorpresa viendo a su nueva familia. Ahora

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