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La Historia de Dios, tu historia: Encuentra tu lugar en la mesa
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Libro electrónico166 páginas2 horas

La Historia de Dios, tu historia: Encuentra tu lugar en la mesa

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Información de este libro electrónico

Viajes compartidos y choques de autos, cambios de trabajo y custodias compartidas, movimientos e inacción. ¿Existe una línea coherente de historia en dentro del caos, la confusión y el atascamiento de su vida diaria? Según el autor Max Lucado, tan apreciado por todos, la respuesta es un resonante ¡sí! En ese caso, ¿cuál es el texto que se puede leer en tu vida? Con su calidez y sinceridad inigualables, Lucado mide la profundidad de tu historia, y regresa sonriendo. «Tu historia se encuentra dentro de la historia de Dios», escribe. «Esta es la gran promesa de la Biblia y la esperanza con la que fue escrito este libro… Encima de nosotros y a nuestro alrededor, Dios dirige una saga más grandiosa, escrita por su propia mano y dirigida por su voluntad, que se va revelando de acuerdo con su calendario. Y tú formas parte de ella…» Únete a Max Lucado en un viaje inolvidable, entretejido con historias del Nuevo Testamento y ejemplos contemporáneos de la hermosa capacidad que tiene Dios para crear relatos. El comienzo de la narración es legendario, su mitad se desenvuelve con sorpresas aún a la espera, y el final de tu último capítulo en la tierra es el inicio de una reunión que es casi imposible de describir. Es hora de que veas el aspecto que toma tu vida, cuando la historia de Dios se convierte en tu propia historia.
IdiomaEspañol
EditorialZondervan
Fecha de lanzamiento4 oct 2011
ISBN9780829759129
La Historia de Dios, tu historia: Encuentra tu lugar en la mesa
Autor

Max Lucado

Since entering the ministry in 1978, Max Lucado has served churches in Miami, Florida; Rio de Janeiro, Brazil; and San Antonio, Texas. He currently serves as the teaching minister of Oak Hills Church in San Antonio. He is the recipient of the 2021 ECPA Pinnacle Award for his outstanding contribution to the publishing industry and society at large. He is America's bestselling inspirational author with more than 150 million products in print. Visit his website at MaxLucado.com Facebook.com/MaxLucado Instagram.com/MaxLucado Twitter.com/MaxLucado Youtube.com/MaxLucadoOfficial The Max Lucado Encouraging Word Podcast

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    3/5
    As with all of Lucado's books, this one is well written and contains a number of compelling personal stories. In my opinion, the book started well but then the last 2/3 had some interesting comments and stories but failed to do any deep development. Since Lucado is writing inspiration rather than theology, this does fit in with the format...but it left me wanting more.

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La Historia de Dios, tu historia - Max Lucado

MAX LUCADO

AUTOR DE ÉXITO DE VENTAS SEGÚN EL New York Times

La

HISTORIA

de DIOS,

tu historia

Cuando la historia de Dios,

se convierte en la tuya

Denalyn y yo dedicamos este libro con

mucho gusto a mi hermana y cuñado

Joan y Fred Carrigan.

Ustedes han traído gozo y risas a todas

las páginas de nuestra historia.

¡Los queremos mucho!

El SEÑOR me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a mi limpieza delante de él (NVI).

Dios reescribió el texto de mi vida cuando abrí el libro de mi corazón a sus ojos (traducción libre de The Message)

—2 SAMUEL 22:25

CONTENIDO

Cover

Title Page

Dedication

Epigraph

Reconocimientos

INTRODUCCIÓN: Cuando la historia de Dios, se convierte en la tuya

CAPÍTULO 1: Asuntos comunes y corrientes

CAPÍTULO 2: Conoces la siguiente movida de Satanás

CAPÍTULO 3: Encuentras tu verdadero hogar

CAPÍTULO 4: Escuchas una voz en la que puedes confiar

CAPÍTULO 5: No te abandonará

CAPÍTULO 6: Tu último capÍtulo se convierte en el prefacio

CAPÍTULO 7: Irrumpe el poder

CAPÍTULO 8: Se abren las puertas precisas

CAPÍTULO 9: Todas las cosas ayudan a bien

CAPÍTULO 10: Dios vendrá por ti

CONCLUSIÓN: Finalmente te graduarás

GuÍa para el diálogo y la acción

Notas

About the Author

Copyright

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RECONOCIMIENTOS

¡QUÉ REPARTO EXCEPCIONAL! GRACIAS A ELLOS HA SIDO posible esta producción. Cada uno se merece un aplauso cerrado:

Liz Heaney y Karen Hill verificaron una por una las oraciones y me ayudaron a pulir todos los párrafos. Mi más profundo aprecio a ambas.

Carol Bartley sometió el texto a una edición única en su clase, casi detectivesca. Estoy en deuda contigo.

Randy y Rozanne Frazee, les estoy muy agradecido por la idea, y todavía más agradecido por ser mis socios colaboradores.

Dudley Delffs supervisó todas las etapas de la creación y la producción. Buen trabajo, amigo.

Byron Williamson y Steve y Cheryl Green lograron resucitar a este libro más de una vez. ¡Sin ustedes, quién sabe lo que hubiera sucedido!

Moe Girkens está al frente de un equipo increíble en Zondervan, donde cada uno impulsó la iniciativa de La historia a un nivel superior. ¡Es un orgullo trabajar con ustedes!

David Drury aportó sus siempre valiosos comentarios teológicos.

Brad Tuggle ofreció valiosas sugerencias.

David Treat cubrió a este libro y todo el equipo con oración.

Mi familia: Brett y Jenna Bishop, Andrea y Sara Lucado. Nunca sabrán todo lo que ustedes me enseñan sobre el amor de Dios.

Mi esposa, Denalyn. Dios me dio a ti y al cielo como regalo. ¿Es posible haber recibido tanta bendición? ¡Sí! ¡Te amo!

INTRODUCCIÓN

Cuando la historia de Dios, se convierte en la tuya …

RALLS ERA UNA CIUDAD DE TEXAS EN MEDIO DE LA NADA en 1965. El centro consistía en un edificio de dos plantas donde funcionaba el juzgado, entre un terreno baldío y calles de tierra. Una farmacia ya había quebrado y a la otra tienda no le faltaba mucho. Los estantes del almacén estaban vacíos y llenos de polvo, como la calle a la que daba. Lo más cercano a un embotellamiento de tráfico sucedía cada mañana, cuando los granjeros salían del estacionamiento del restaurante después de desayunar un café matutino con la aurora.

Alguien había apretado el botón de pausa y se había olvidado de soltarlo.

Sin embargo, esto no era ningún problema para mis abuelos, que Dios los bendiga. Charles y Macey McDermott se parecían a la pareja de granjeros en el cuadro de Grant Wood, solo que tal vez con menos energía. El abuelo, flaco y de cara larga; ella, más baja que él y con los ojos oscuros. No eran de mucho sonreír. Se movían de un lado a otro en una casa de madera de dos dormitorios, masticaban tabaco Brown’s Mule, miraban las telenovelas y leían los folletines de aventuras del oeste de Zane Grey.

La idea de pasar una semana con ellos fue de mi madre. Sería bueno que Max, de diez años, conociera a sus abuelos y el pueblo donde había nacido su mamá. Así que me dio una barra de chocolate y un beso, me subió a un autobús de la Greyhound, y me despidió. Lo mejor del viaje fue el chocolate. Después de un día, me di cuenta de que sería la semana más larga de mi vida. En la casa de mis abuelos no había bicicletas, pelotas de béisbol ni aros de baloncesto. No conocían a ningún otro niño de diez años y vivían demasiado alejados en el campo como para que encontrara un compañero de mi edad. Pueblo Aburrimiento. Si me hubieran invitado a mirar cómo se secaba la pintura sobre una pared, habría aceptado.

No obstante, entonces escuché la historia.

Un día, mientras almorzábamos, le pregunté a mi abuela por una foto que estaba colgada en su dormitorio: era una fotografía color sepia, tomada en un estudio profesional y encuadrada en un marco ovalado de madera de nogal. ¿Quién era ese hombre misterioso que ocupaba un lugar privilegiado junto a la cama, del lado de mi abuela? El hombre estaba de pie junto a una silla, con una mano sobre el respaldo y sosteniendo un sombrero en la otra. Su rostro delgado se afinaba en la nariz. La frente era más blanca que el resto de su semblante, el cabello alisado hacia atrás se veía negro y brillante, como cubierto de grasa lubricante. Estaba muy derecho y rígido, claramente incómodo dentro de su traje de tres piezas y permaneciendo en el estudio de fotografía.

«Ese es Levi Thornton», me dijo mi abuela, «el primer padre de tu madre. Tu abuelo». Había oído hablar de este hombre. Acerca de cómo había llevado a mi madre al campo. Cómo había muerto joven. Sin embargo, ¿de dónde venía? ¿Cómo había muerto? No lo sabía.

Entonces mi abuela se dispuso a contármelo. Bastaron un par de oraciones para quedarme prendido a la historia. Habían llegado dando tumbos dentro de la cabina de una camioneta Chevy de 1929 el abuelo Levi, la abuela y mi madre, en ese tiempo de ocho años. Estaban emigrando de Cherokee, en Oklahoma, al Panhandle, la región más norteña del estado de Texas, en busca de tierras fértiles y campos baratos. Encontraron ambas cosas. Pero entonces una sequía acabó con la cosecha y la tuberculosis consumió la salud de Levi. Macey condujo el camión de regreso a Cherokee, donde Levi murió en sus brazos. Solo tenía treinta y tres años cuando lo enterraron.

El relato de mi abuela fue más largo que un párrafo, por supuesto, dado que a mí me agradaba escucharla y ella estaba encantada de poder hablar. Nos adentramos en el árbol genealógico y pasamos gran parte del día explorando ramas que ni siquiera sabía que existían. Mientras lo hacíamos, mi semana en blanco y negro estalló en un Monet a todo color.

¿Por qué te parece que hoy, después de cuarenta años, todavía recuerdo ese día con tantos detalles? Puedo ver la cocina donde estábamos sentados, las sillas con los respaldos rectos y la mesa de formica. Puedo ver a mi abuela mientras sacaba fotografías de una caja y afloraban los recuerdos de su corazón, como si hubiera pasado mucho tiempo desde que no los desempolvaba. Me acuerdo de sentir algo parecido a lo que uno siente cuando se entera de que su bisabuelo era un inmigrante de Noruega o un pariente lejano fue soldado en la Caballería Montada de Canadá. Tal vez has rastreado a tus antepasados a través del territorio apache, barcos esclavos de África o los marineros de la Polinesia. Nos encanta saber de dónde venimos.

Necesitamos saber de dónde venimos. Ese conocimiento nos conecta, nos vincula, nos asocia a algo mucho más grande que nosotros. Nos recuerda que no estamos a la deriva en un lago aislado, sino sobre un gran río.

Por eso Dios quiere que conozcas su historia. Hay fotos enmarcadas en su casa. Te esperan conversaciones animadas en su mesa. Hay un álbum de recortes y fotografías en su salón de estar rebosante de historias. Historias sobre los comienzos en Belén y los milagros en el pesebre. Las luchas contra el enemigo en el desierto y sus amigos pescadores en Galilea. Los tropiezos de Pedro, la testarudez de Pablo. Todas estas cosas son parte de la historia.

Sin embargo, el mensaje central también contiene otros relatos: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3:16). Este es el titular de la historia: ¡Dios salva a su pueblo! Él echa su red sobre las ciudades y las personas, los príncipes y los pobres, los Poncio Pilatos en el poder y los Pedros, Jacobos y Juanes de los pueblos de pescadores. Dios toma el desastre que somos y nos restaura.

Esta misión conforma la historia de Dios. ¡Y nosotros somos parte de ella!

Es fácil pasarla por alto. La vida nos arrastra. El tráfico, los problemas. Las consultas médicas y los deberes escolares. La vida es como Ralls, en Texas, y nada más. Sin preludio ni secuelas. Solo malezas arrastradas por el viento y polvo, nacimientos y muertes. Absolutamente librados al azar. Una semana estás dando a luz; a la siguiente, tienes que abandonar tu hogar. «¡Buenas noticias! ¡Un premio! ¡Un aumento!» «Malas noticias, una tormenta de nieve». Frenética. Caótica. Áreas de recreo y cementerios en la misma manzana.

¿Tiene algún sentido este drama?

Yo me hacía la misma pregunta.

Más o menos por la época en que viajé a Ralls recibí otra invitación. El grupo de teatro de la localidad pensaba escenificar la obra El mago de Oz y necesitaban algunos actores. Reclutaron al coro de niños (en el que yo cantaba segundo soprano, ¡cómo no!) para representar los papeles. Nos aprendimos las canciones y ensayamos los bailes, pero

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