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Si amas a tu adolescente
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Libro electrónico200 páginas3 horas

Si amas a tu adolescente

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Ayuda a resolver las dificultades relacionadas con los adolescentes. La mayor parte de los problemas con los adolescentes se puede mitigar o rectificar si se corrigen las tensiones existentes en la relación entre la madre (o el padre) y su hijo. Si amas a tu adolescente es una ayuda práctica para los padres que quieren comunicar a sus hijos adolescentes que realmente son aceptados y amados.
IdiomaEspañol
EditorialThomas Nelson
Fecha de lanzamiento30 may 1992
ISBN9781418582203
Si amas a tu adolescente
Autor

Ross Campbell

Dr. Ross Campbell is a psychiatrist and the author of several books on parenting and child development, including the best-selling How to Really Love Your Child. He lives in Chattanooga, TN.

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    Si amas a tu adolescente - Ross Campbell

    Si Amas

    a tu 1

    Adolescente

    DR. ROSS CAMPBELL

    Si_amas_a_tu_adolescente_0001_001 EDITORIAL BETANIA

    Prólogo

    Si amas a tu adolescente apela a mi sentido de los valores, particularmente por el hecho de que vivimos en una sociedad que con demasiada frecuencia hace hincapié en el egoísmo y el materialismo. Este libro de pautas lógicas muestra cómo los padres pueden hacer algo más que coexistir con un adolescente, y la manera de desarrollar su relación con éste para convert irla en una experiencia provechosa y enriquecedora.

    Roger y yo tenemos cinco hijos: el mayor ya es un joven, y dos más se encuentran a punto de entrar en la adolescencia. Para nosotros, el libro del doctor Campbell no sólo fue instructivo, sino de lo más oportuno.

    Una de las virtudes de este libro es su sencillez, ya que se concentra en cosas básicas que se pueden incorporar a la vida diaria. Personalmente aprecié de modo especial las secciones acerca de cómo tratar con la ira y la frustración y de la necesidad del amor incondicional; y me sentí agradecida por el mensaje tranquilizador del doctor Campbell para los padres, que a menudo nos enfrentamos al mal humor y a las crisis de nuestros hijos adolescentes.

    Hay un tema consistente en el libro, el cual respaldo: aquél de que los padres deberíamos poner en orden nuestras vidas, física, moral y espiritualmente, porque somos modelos para nuestros hijos. Si aceptamos el consejo del doctor Campbell, creo que tanto nosotros como nuestros niños sacaremos provecho de ello.

    Este es un libro que querrás leer y luego pasárselo a tus amigos.

    Marianne Staubach

    Dallas, Texas

    SI AMAS A TU ADOLESCENTE

    © 1986 EDITORIAL CARIBE

    P.O. Box 141000

    Nashville, TN 37214-1000

    Publicado originalmente en inglés con el título de

    HOW TO REALLY LOVE YOUR TEENAGER

    Copyright © 1981 por SP Publications, Inc.

    Publicado por Victor Books

    Wheaton, IL 60187

    Versión castellana: Juan Sánchez Araujo

    ISBN 0-88113-030-3

    Reservados todos los derechos.

    Prohibida la reproducción total o parcial, ya sea

    mimeografiada o por otros medios, sin la previa

    autorización escrita de la Editorial Betania.

    A menos que se indique lo contrario, todas las citas

    bíblicas fueron tomadas de la Versión Reina-Valera,

    revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas Unidas

    Printed in U.S.A.

    E-mail: caribe@editorialcaribe.com

    18a Impresión

    www.caribebetania.com

    Prefacio

    El guiar a un hijo a través de sus años de adolescencia es una empresa arriesgada y compleja con la cual la mayoría de los padres actuales están teniendo gran dificultad. La situación de los adolescentes está empeorando año tras año en casi todos los aspectos. El suicidio en la adolescencia ha aumentado de un modo tan dramático que ocupa ahora el segundo lugar en las causas de muerte de personas de edades c ompr endidas ent re los catorce y los v e int e años. Las calificaciones y el nivel de los logros académicos, han ido descendiendo de manera ininterrumpida durante los últimos años. El abuso de las drogas, la delincuencia juvenil, el embarazo de chicas adolescentes, las enfermedades venéreas, y los sentimientos de desesperación son abrumantes según las estadísticas.

    ¿Qué pasa? Por lo general, la fuente principal del problema reside en que los padres no poseen una perspectiva equilibrada acerca de cómo relacionarse con sus hijos adolescentes. La mayoría tienen ideas deformadas en cuanto a lo que es la adolescencia, y lo que deberían esperar de sus jóvenes.

    Aunque la mayor parte de los padres aman realmente a sus hijos adolescentes, no saben cómo transmitirles ese amor de tal manera que éstos se sientan queridos y aceptados. Sin embargo, aquellos padres que deseen verdaderamente dar a sus hijos lo que necesitan a esta edad, pueden aprender a hacerlo.

    Me he dado cuenta que los padres que ponen en práctica los principios de los cuales trata este libro, consiguen un grado elevado de éxito en la tarea de ayudar a sus hijos adolescentes a desarrollarse de la manera apropiada y a llegar a ser adultos responsables, maduros y conscientes.

    Parte del material básico de este libro ha sido extraído del libro Si amas a tu hijo*, pero ya que las necesidades de los adolescentes son más complejas que las de los niños pequeños, es necesario aplicar esa información de un modo diferente.

    A medida que integres las ideas de este libro y formes un método sólido y equilibrado para relacionarte con tu hijo adolescente, pienso que quedarás agradablemente sorprendido al descubrir lo emocionante y satisfactorio que puede ser amar de veras a tu hijo adolescente. nante y satisfactorio que puede ser amar de veras a tu hijo adolescente.

    *Publicado por Editorial Betania

    Indice

    1. El adolescente

    2. El hogar

    3. Amor incondicional

    4. La atención concentrada

    5. Mirada directa y contacto físico

    6. El dominio propio de los padres

    7. La ira del adolescente

    8. Del control de los padres al suyo propio

    9. La depresión en los adolescentes

    10. Ayudando intelectualmente a tu hijo adolescente

    11. Ayudando espiritualmente a tu hijo adolescente

    12. El adolescente mayor

    1

    El adolescente

    Los adolescentes son niños en transición, no jóvenes adultos. Sus necesidades —incluyendo las emocionales— son las de los chiquillos. Uno de los errores más corrientes que cometen los padres, los profesores y otros, en relación a los chicos y chicas jovencitos, es considerarlos como adultos jóvenes; y muchas personas que ejercen autoridad sobre adolescentes pasan por alto las necesidades de niño que éstos tienen de sentirse amados y aceptados, de ser cuidados, y de saber que alguien verdaderamente se interesa por ellos.

    Hay demasiados adolescentes hoy que sienten que nadie se preocupa por ellos; y como resultado de esto, muchos albergan sentimientos de que no valen para nada, de desesperanza, de desamparo, de poco amor propio y de auto-menosprecio.

    Muchos describen a los adolescentes de hoy como la generación apática. ¿Por qué? Porque gran cantidad de jovencitos tienen un concepto negativo de sí mismos, y se consideran poco apreciados y sin valor. Tales ideas son el resultado natural de que un niño no se sienta amado y crea que no se preocupan por él.

    Dos de las consecuencias más alarmantes de esta apatía son la depresión y la rebelión contra la autoridad. Los adolescentes apáticos pueden convertirse en una presa fácil para personas sin escrúpulos que utilizan a los jóvenes con objeto de conseguir sus propios fines; y son susceptibles a ser influidos por grupos autoritarios que proveen respuestas fáciles y promesas imposibles. Pero hay maneras de prevenir la apatía en nuestros jóvenes, y promover actitudes saludables, activas, productivas y creativas.

    Los padres y sus hijos adolescentes

    El ser padres de adolescentes en el mundo de hoy resulta difícil. Una de las razones principales para ello, es que nuestros muchachos pasan la mayor parte de su tiempo bajo el control y la influencia de otros: profesores del colegio, compañeros, vecinos y animadores de televisión. Mucha gente siente que a pesar de lo bien que hagan su trabajo como padres, sus esfuerzos tienen poco efecto en los adolescentes. Pero, la verdad es lo opuesto; ya que la evidencia demuestra que el hogar gana fácilmente en cada caso. La influencia de la familia es más fuerte que ninguna otra en cuanto a determinar lo feliz, seguro y estable que resulta ser un adolescente; cómo se relaciona con los adultos, con sus compañeros o con los niños; la confianza que tiene en sí mismo; y cómo responde a las situaciones nuevas y desconocidas. Sin importar cuántas distracciones haya en la vida del adolescente, el hogar tiene la influencia más profunda en su experiencia.

    ¡Qué agradecido estoy de que la familia conserve la influencia principal sobre nuestros hijos! Porque quiero que mis niños reflejen nuestro hogar. Sin embargo, esto coloca una gran responsabilidad sobre mi esposa y sobre mí como padres.

    Un adolescente puede ser más grande, más listo, más fuerte o de alguna otra manera superior a sus padres; pero emocionalmente todavía es un niño. Sigue necesitando sentirse amado y aceptado por sus progenitores. A menos que dicho adolescente experimente esa seguridad inestimable del amor y la aceptación de sus padres, no desarrollará todo su potencial, ni se esforzará al máximo.

    Muy pocos adolescentes son lo bastante afortunados de sentirse todo lo verdaderamente amados y aceptados que deberían.Es cierto que la mayoría de los padres tiene profundos sentimientos de amor para con sus hijos; sin embargo, dan por sentado que transmiten dicho amor de una mane ra natural y efectiva. Este es verdaderamente el mayor error que cometen los padres hoy; porque los más de ellos sencillamente no están transmitiendo o comunicando su amor sincero a sus hijos adolescentes —y la razón es que no saben cómo hacerlo.

    Mientras trabajamos con adolescentes que tienen problemas, un hilo común y entretejido se presenta constantemente, ya sea como la causa o como el agravante de sus situaciones perturbadas: el sentimiento de que sus padres no les aman ni se preocupan por ellos.

    De eso trata el presente libro. Esta es una obra práctica para ayudar a los padres a saber cómo amar a sus hijos adolescentes a fin de que éstos sean lo mejor posible, actúen lo mejor que puedan, y mientras crecen desarrollen todo su potencial. Pido a Dios que no se trate sólo de un libro de respuestas para el padre o la madre cansados y confusos, sino también de esperanza.

    A mí, por lo menos, me simpatizan los adolescentes. Son casi la gente más preciosa que conozco; y cuando se les da lo que necesitan emocionalmente pueden responder de maneras tan sanas y alegres, que a veces creo que el corazón me va a explotar.

    Desde luego que son capaces de probarnos hasta nuestros límites más extremos de tolerancia y paciencia; sí, es cierto que algunas veces perdemos la calma y nos enojamos, y sentimos que sencillamente no tenemos lo que se necesita para satisfacer sus necesidades. Puede que incluso querramos escapar o rendirnos.

    Pero, queridos padres: ¡Persistan! Vale la pena perseverar; porque el ver a nuestros hijos adolescentes desarrollarse y llegar a ser adultos amables y productivos es una maravilla inestimable. Sin embargo, hemos de ser realistas: esto no sucede por casualidad —debemos pagar un precio.

    Deseo sinceramente que este libro sea una fuente de esperanza para ti. La última cosa que quisiera sería hacerte sentir culpable. Todos cometemos equivocaciones; y de igual manera que no hay niños perfectos, tampoco lo son los padres. No permitas que el sentimiento de culpabilidad por errores pasados perjudique tus esfuerzos por educar bien a tus hijos adolescentes.

    La mayor parte de los problemas de los adolescentes se puede mitigar o rectificar si se corrigen las tensiones existentes en la relación entre el padre (o la madre) y su hijo. Sin embargo, algunos de dichos problemas son causados o agravados por males neurasténicos o por depresión orgánica. Tales cuestiones médicas se deben aliviar antes de intentar corregir las relaciones entre los padres y su hijo adolescente.

    Débora

    —No puedo creer que hiciera tal cosa— explicaba la señora Batten mientras ella y su esposo exponían su dolorosa historia en mi consulta. Era una chica tan buena . . . siempre estaba contenta, y nunca nos causó demasiada molestia. Yo creía que le dábamos todo cuanto necesitaba: ropa, iglesia, un buen hogar y demás. En todo momento parecía feliz.

    —¿Por qué razón intentaría matarse? ¿Cómo pudo haberse tomado todas esas pildoras? ¿Quiere de veras morir o está intentando tan sólo llamar la atención? Estoy tan confusa . . . y la niña se ha vuelto tan rencorosa e insociable . . . Yo no puedo hablar con ella, y ella tampoco me habla. Lo único que quiere es pasar tiempo a solas en su habitación. Además está sacando unas calificaciones horribles.

    La señora Batten estaba sentada en su silla, con los hombros caídos, y sin aquel brillo que caracterizaba generalmente a sus ojos. A medida que me contaba más acerca de los problemas de su hija, yo me daba cuenta de que la mujer estaba tan confusa y se sentía tan solitaria como ella. Se trataba de un ejemplo muy típico de no saber amar a un adolescente.

    —¿Cuándo notó usted esos cambios en Débora? —pregunté.

    —Hace dos o tres años —respondió la señora Batten. Pero fue algo tan gradual, que no pensamos que fuera nada serio hasta muy recientemente. Déjeme ver. . . Ahora tiene quince años. Durante los últimos meses del segundo año de enseñanza secundaria, nos dimos cuenta que estaba llegando a sentirse aburrida: primeramente de la escuela. Sus calificaciones empezaron a empeorar; y la profesora se quejaba de que soñaba despierta y no participaba en la clase. La mujer estaba muy preocupada por ella entonces. Ojalá hubiéramos escuchado a la señora Collins; era un maestra muy buena.

    —Luego empezó gradualmente a sentirse hastiada de la vida. Abandonó una por una sus actividades favoritas y pareció perder interés en todo: incluso en la iglesia. También comenzó a rehuir a sus buenas amigas y a pasar cada vez má s tiempo sola; mientras hablaba menos cada vez.

    —Pero las cosas se pusieron aún peor cuando inició el tercer año de secundaria. Entonces abandonó por completo a sus antiguos amigos de confianza, y empezó a andar en compañía de chicos y chicas que estaban metidos en líos la mayor parte del tiempo. La actitud de Débora empeoró a medida que conformaba su carácter al de sus nuevos amigos. Y aquéllos a menudo la metieron en problemas: problemas serios.

    —Pero hemos intentado casi todo —continuó la señora Batten. Primero, le pegamos; luego empezamos a privarla de sus privilegios y libertades. Le hemos prohibido salir. Hemos tratado de premiarla por buen comportamiento; y buscado la ayuda de todos aquéllos que pensábamos podían dárnosla. . . Creo sinceramente que lo hemos probado todo. ¿Se puede en realidad ayudar a Débora?

    —Estamos desesperados —interrumpió el señor Batten. ¿Acaso no hemos hecho todo lo

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