A) Cambiar el estilo de vida y los hábitos de alimentación.
De lo contrario, los kilos eliminados retornarán con rapidez y en menos tiempo que el empleado para perderlos.
B) Recordar que no existen las dietas milagrosas que se hacen en pocos días.
Cuando se pierde peso rápidamente con una dieta “de campo de concentración” y no se respetan los requerimientos mínimos del organismo, la mayor parte del espectacular adelgazamiento se debe a que el organismo utilizó el glucógeno y el agua que tenía almacenados, y se llega a perder kilos pero muy poco tejido graso. Como corolario, pasado ese inadecuado “shock de adelgazamiento”, los tejidos reponen las pérdidas de glucógeno y agua e, indefectiblemente, se vuelve a recuperar el peso.
C) No buscar resultados en pocos días. Un buen programa alimentario, la adecuada dosis y selección de actividades físicas (tampoco hay que pretender transformarse en un maratonista o deportista como nunca fue) ayudarán a transitar este largo pero exitoso camino. Hay que aprender a conformarse con eliminar no más de medio kilo por semana, aunque cada organismo puede reaccionar de un modo diferente (hay quienes pierden menos y otros más).
Todas estas premisas lo ayudarán a encarar su plan de alimentación con una perspectiva más lejana que la simple pérdida de peso. En las próximas páginas hallará toda la información que usted necesita para no sucumbir ante la primera barrera que se le interponga en su dieta.
COMO EVITAR LOS FRACASOS
Todo lo explicado hasta aquí intenta ponerlo al tanto sobre cuál es la forma correcta de instrumentar una dieta. El problema es que todos los planes de alimentación tienen altas probabilidades de fracasar cuando la persona que está a régimen no cumple estrictamente sus dictámenes, pensando que un pequeño cambio o falta de control no influye en el resultado final, es decir, el peso. Para que ea no suceda, le advertimos de antemano cuáles son
