Nada es imposible
«Creo que saldrán adelante los espacios con una personalidad muy marcada, productos bien definidos, una enorme pasión y mucho cariño»
Aunque se autodescribe en las redes sociales como «mujer, madre, cocinera, yogui, animalista y exmodelo», Begoña Fraire es mucho más que eso. Desprende fortaleza, capacidad de trabajo y pasión, virtudes que se hacen notar desde que llega a su restaurante, Étimo, en el madrileño barrio de Salamanca (Ayala, 27). Antes de que comience la entrevista, saluda a su hermana pequeña, María (directora de salay hornear las hogazas de pan de masa madre que elabora en el obrador. Ese pan solía ser exclusivo para los clientes de la extremeña, pero... Buenas noticias: ahora también se puede comprar previo encargo. Lo trabaja con un arte y una precisión que no dejan indiferente. Cuando termina, nos sentamos cara a cara en el comedor; aquí es donde descubro que, tras la belleza que la llevó a ser modelo durante 12 años –a los que se refiere como «mi otra vida»– y sus logros gastronómicos –Étimo cuenta ya con un sol Repsol y un plato Michelin–, se esconde un ejemplo de mujer volcada en su oficio, polifacética y con una actitud que justifica sus éxitos. ¿La receta de su carrera? Poco miedo y muchas ganas, un hambre insaciable por formarse y un carácter perfeccionista. ¿Y su filosofía? «Saber que eres capaz de llegar a más y buscar la manera de llenar ese hueco». Se trata de un mantra que la acompaña tanto en lo personal como en lo profesional. En la cocina lo aplica desde que, a los 27 años y de forma autodidacta, dio los primeros pasos como empresaria con el restaurante Carta y Menú. Sin embargo, aquel puesto de gestión no terminaba de encajar con su vocación gourmet: «Al final, prefería pasar el tiempo metida en la cocina aprendiendo del chef». Así que, siguiendo su olfato culinario, emprendió también en el mundo del con el proyecto Seis Ocho. Y, cumplidos los 32 años, decidió instruirse profesionalmente en el terreno gastronómico. Lo hizo en el Basque Culinary Center, en Le Cordon Bleu y en El Celler de Can Roca, una época que recuerda como «difícil e intensa» y en la que logró conciliar estudios, dos hijos, un marido, cinco perros, un y un restaurante. El reto solo podía superarse con la energía y la determinación del espíritu inconformista que es Begoña. Su inquietud por el constante crecimiento se refleja también en el ámbito privado. ¿Su secreto? El psicoanálisis y la práctica de En palabras de la cocinera, «existe un mundo dentro de nosotros que debemos alimentar. Yo lo consigo con el yoga y la psicología, actividades que recomiendo a todo el mundo. Me han ayudado muchísimo a entenderme a mí misma y a entender a los demás».
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