Alimentación naturista
La opción vegetariana
Los veganos y vegetarianos aumentan en número cada día, sobre todo los flexi vegetarianos: aquéllos que influidos por una moda natural o naturista han reducido enormemente su consumo de carne y pescado. Los tópicos que se le atribuían a las personas vegetarianas (les faltan proteínas y vitaminas en su alimentación, padecerán anemia, son unos inconformistas…) ya están más que desmentidos.
Los escándalos relacionados con el engorde de animales con productos químicos peligrosos para la salud, la publicación de informes sobre los beneficios de una dieta rica en vegetales, frutas y cereales, y una sensibilidad cada vez mayor sobre el estado ecológico del planeta hacen que poco a poco la carne pierda la importancia que se le otorgaba hace unos años.
En los medios de comunicación de masas ya se publican los resultados de informes sobre las ventajas de una dieta mediterránea en la que solo el 10% de los alimentos deben ser pescado o carne. Es una buena noticia que estamentos reconocidos como científicos digan que el 90% de la comida debe estar formada por verduras, frutas, cereales y lácteos. Es un paso adelante.
El consumidor ya dispone de una gran oferta de restaurantes vegetarianos, tiendas naturistas y de productos biológicos, a los que ya acude casi todo el mundo.
Los cursos de cocina vegetariana aumentan en muchos centros naturistas. En la mayoría de anuncios de seminarios de fin de semana, sean de meditación, tai chi, rebirthing, masaje, yoga o danza, se añade «comida vegetariana». Sea por motivos de moda, de salud, de ecología, de economía o de ética con los animales; ¡motivos no faltan!
Pero no nos engañemos, detrás de esta fachada se extiende el gran mundo. Es verdad que los vegetarianos son cada vez más aceptados como personas «normales» y que cada vez más se reconoce que la carne es más perjudicial que sana, pero el aumento no significa que una parte muy importante de la población piense que es lo más normal del mundo. Ni mucho menos.
La prueba es muy fácil: vaya a un restaurante normal (de cocina de montaña, mejor) y, tras leer la carta (verá que no hay segundos platos, y pocos de los primeros, que no incluyan carne), diga al camarero que es vegetariano. La respuesta será: «No, pero si hay pescado, ¿no lo ha visto?, o la sopa (de pollo) no lleva trozos de carne (!!).
