En una sociedad que vive de la inmediatez, de la constante búsqueda de resultados fáciles y rápidos, de las rutinas poderosas pero increíblemente aceleradas... parar y descansar, no solo es un lujo, es un arte que muy pocos saben manejar.
Hoy, decidí romper mi descanso, después de un mes de hacer un stop a todos mis proyectos para redireccionar, reajustar y recargar pilas, me di cuenta que me daba más ansiedad el descanso, que el exceso de trabajo. Que me sentía culpable por detenerme a disfrutar y admirar que, poco o mucho, mi esfuerzo ha dado pequeños frutos; pero sobre todo, detenerme a analizar si el camino por el que estoy yendo, realmente me está llevando a los objetivos que quiero alcanzar.
Hoy te comparto un poquito de lo que pensé al respecto y de cómo me siento después de hacer un alto para seguir. ¿Te ha pasado, te ha dado remordimiento descansar, parar, repensar?


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