• Triunfo y vergüenza del cristianismo en el poder: CONCLUSIÓN •
El pasado nos instruye del peligro que acarrea que la iglesia, a nivel institucional y en bloque, se alinee detrás de un proyecto político, económico o cultural. Reconocer esto no debería llevarnos a la fuga mundi, a escaparnos de la historia bajo una bandera presuntamente “apolítica” o al miedo a involucrarnos en “cuestiones de este mundo”. Los cristianos estamos llamados a hacer el éxodo al reinado de Cristo, pero eso no es lo mismo que el exilio de todo involucramiento social, histórico o político. El Reino de Dios vive en una permanente tensión escatológica; es, según el lenguaje de los teólogos, “ya, pero todavía no”. Cuando solo recordamos una de estas verdades, perdemos el equilibrio. Renunciar a la propuesta radical del evangelio para buscar soluciones más prestigiosas significa muchas veces renunciar al poder creativo de la fe cristiana.