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Noé: El Juicio por Diluvio: MI BIBLIA DE BOLSILLO, #3
Noé: El Juicio por Diluvio: MI BIBLIA DE BOLSILLO, #3
Noé: El Juicio por Diluvio: MI BIBLIA DE BOLSILLO, #3
Libro electrónico91 páginas55 minutosMI BIBLIA DE BOLSILLO

Noé: El Juicio por Diluvio: MI BIBLIA DE BOLSILLO, #3

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Noe: El Juicio por Diluvio 

Novela y Estudio Bíblico 

Mi Biblia de bolsillo 

Publicadora: Vida Cristiana 

Tomo 3

 

Imagina un mundo al borde del abismo, donde la oscuridad moral lo consume todo. Solo un hombre, Noé, se atreve a escuchar una voz divina en medio del caos. Recibe un encargo imposible: construir un arca colosal para salvar a su familia de una catástrofe inimaginable.

Sumérgete en una épica de fe y supervivencia contra todo pronóstico. Siente la presión de construir un refugio mientras el mundo se burla y la amenaza de la aniquilación se cierne sobre cada instante. ¿Podrá Noé completar su misión a tiempo? ¿Qué dramas y secretos se esconderán en la intimidad de la gigantesca arca, flotando sobre un mundo perdido?

Descubre una historia atemporal de juicio y redención, de destrucción y esperanza renovada. Un relato que te hará cuestionar el presente y vislumbrar la promesa de un nuevo comienzo tras la tormenta más grande jamás contada.

¿Te atreves a embarcarte en el viaje de Noé?

IdiomaEspañol
EditorialVIDA CRISTIANA
Fecha de lanzamiento15 may 2025
ISBN9798231954520
Noé: El Juicio por Diluvio: MI BIBLIA DE BOLSILLO, #3

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    Noé - Rewel Acosta Rivera

    NOE : El JUICIO POR DILUVIO

    Por la corrupción y la violencia en el ser humano

    MI BIBLIA DE BOLSILLO

    ––––––––

    Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.

    Génesis 6:6

    Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho.

    Génesis 6:7

    CAPÍTULO

    1

    Noé:  Origen  y adolescencia

    Entre Gigantes y violencia

    ––––––––

    En un remoto rincón de Mesopotamia, en un valle escondido de la tierra que Yahweh creó con su aliento (Génesis 2:7), existía un joven de aspecto inocente y corazón puro. Su piel morena se agrietaba por el sol abrasador, y sus ojos negros, profundos, contemplaban el cielo con asombro cada noche que se acercaba.

    Su nombre era Noé (Génesis 5:29), y a su alrededor, la vida brotaba con la alegría de la tierra sin mancilla .

    Las mañanas en este valle empezaban temprano, con la tierra despertando suavemente a la vida.

    El sonido del arroyo que serpenteaba a lo lejos, traía el murmullo de la vida que se movía. La tierra se vestía con colores brillantes, y el aire se impregnaba del aroma a tierra mojada que se levantaba de cada hoja y cada tallo (Génesis 2:9).

    Los animales se despertaban, cada uno a su propio ritmo , creando un concierto natural de sonidos que llenaba el silencio del amanecer.

    Noé se levantaba al unísono con el canto del gallo, y se encaminaba a cuidar de sus plantas y animales (Génesis 2:15), su refugio contra el inminente caos del que sentía el peso en su alma .

    Sus vecinos, descendientes de Caín , se dedicaban a la construcción de torres que se elevaban desafiando el cielo (Génesis 11:4).

    El sonido de sus martillos y sus gritos se oía a kilómetros de distancia, resonando en las montañas cercanas. Estas personas se jactaban de su sabiduría y su valor, creando un ambiente lleno de soberbia y vanagloria que contrastaba con la humildad de Noé. La tierra temblaba con cada paso que daban esos gigantes, hijos de la tierra y la tierra, que se creían superiores a todo lo que les rodeaba.

    A menudo, Noé escuchaba historias de aquellos seres que se decía que venían del cielo (Génesis 6:2).

    Eran hermosos y poderosos, con la habilidad de tomar la vida de un suspiro.

    Se decía que se unían con las hijas de los hombres (Génesis 6:2), creando un linaje de híbridos que se jactaban de su valor en batallas sin fin (Génesis 6:4).

    El miedo a la ira de Jehová se sentía en cada poro (Génesis 6:7), y los sabios del valle murmuraban que esos seres celestiales se verían desterrados a las sombrías profundidades de la tierra, encadenados por la eternidad por su rebeldía (Judas 1:6).

    Pero en la vida de Noé, la corrupción no era la norma (Génesis 6:9). El joven se esforzaba por mantener la vida pura y sencilla que su creador le había dado (Génesis 2:15). Trabajando la tierra con sus manos, cuidando a sus animales , y adorando a su Dios en silencio, su vida transcurría en la paz que la tierra aún conservaba, a salvo del alarido de las ciudades que se levantaban en la lejanía, manchando el paisaje con la avaricia y el pecado .

    Una vida sin sofisticados placeres, Noé se sentía satisfecho con la tierra que le había sido dada . Sus pensamientos se concentraban en la tierra, en cada semilla que plantaba y cada fruto que cosechaba (Génesis 2:15). En su mente, la tierra era un espejo del cielo, un regalo precioso que se le había confiado, y cada gesto que hacía en su cuidado era un acto de devoción.

    Mientras la tierra se llenaba del estruendo de la ambición desbocada , Noé se preparaba para la tormenta que se acercaba, una tormenta que barrería la tierra y lavaría todos los pecados (Génesis 6:17). Pero la tierra no era la única que sufría la corrupción, el cielo se veía empañado por la deslealtad de los seres que una vez se enorgullecían de ser los guardianes de la tierra (Génesis 6:2).

    Estos hijos de dios que se unían a las hijas de los hombres no solo engendraron hijos de renombre (Génesis 6:4), sino que a su vez, sembraron la maldad en cada rincón de la creación .

    El aire se volvía denso con la presencia de seres que no debieran caminar entre la tierra, y la tierra lloraba por la violencia que suscitaban (Génesis 6:13).

    El cielo se tornó en un espejo del caos

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