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Las Crónicas de Duniya
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Libro electrónico400 páginas4 horas

Las Crónicas de Duniya

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INCLUYE CUATRO MAPAS A TODO COLOR
En El hueco al final del mundo conocimos Duniya, nuestro planeta dentro de 6.000 años, después de que diversas catástrofes hayan cambiado la forma de los continentes y hayan estado a punto de exterminar a la Humanidad.
En estas Crónicas de Duniya descubriremos en detalle la historia de esos seis mil años: veremos alzarse y caer civilizaciones, asistiremos a guerras y a alianzas, contemplaremos migraciones y asentamientos... Y seremos testigos de la Expansión de la Esquirla y el modo en que cambia el mundo una vez más, ahora de un modo sorprendente e imprevisible.
Las Crónicas se complementan con un pequeño análisis de la poesía de Alsher Aljiyad y cuatro apéndices (Cronología, Lenguajes, Tecnología, Sociedad) que sirven para ahondar más en el fascinante escenario creado por Rodolfo Martínez para la que es, sin duda, su novela más ambiciosa hasta del momento.
IdiomaEspañol
EditorialSportula Ediciones
Fecha de lanzamiento16 sept 2024
ISBN9788418878589
Las Crónicas de Duniya
Autor

Rodolfo Martínez

Rodolfo Martínez (Candás, Asturias, 1965) publica su primer relato en 1987 y no tarda en convertirse en uno de los autores indispensables de la literatura fantástica española, aunque si una característica define su obra es la del mestizaje de géneros, mezclando con engañosa sencillez y sin ningún rubor numerosos registros, desde la ciencia ficción y la fantasía hasta la novela negra y el thriller, consiguiendo que sus obras sean difícilmente encasillables. Ganador del premio Minotauro (otorgado por la editorial Planeta) por «Los sicarios del cielo», ha cosechado numerosos galardones a lo largo de su carrera literaria, como el Asturias de Novela, el UPV de relato fantástico y, en varias ocasiones, el Ignotus (en sus categorías de novela, novela corta y cuento). Su obra holmesiana, compuesta hasta el momento de cuatro libros, ha sido traducida al portugués, al polaco, al turco y al francés y varios de sus relatos han aparecido en publicaciones francesas. En 2009 y con «El adepto de la Reina», inició un nuevo ciclo narrativo en el que conviven elementos de la novela de espías de acción con algunos de los temas y escenarios más característicos de la fantasía. Recientemente ha empezado a recopilar su ciclo narrativo de Drímar en cuatro volúmenes, todos ellos publicados por Sportula.

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    Las Crónicas de Duniya - Rodolfo Martínez

    cover-image, Las crónicas de Duniya

    RODOLFO MARTÍNEZ

    LAS CRÓNICAS DE

    DUNIYA

    RECORRIENDO EL PASADO DE

    «EL HUECO AL FINAL DEL MUNDO»

    Primera edición: Setiembre, 2024

    © 2024, Sportula por la presente edición

    © 2024, Rodolfo Martínez

    Diseño e ilustración de cubierta: Spórtula

    Ilustraciones interiores: Spórtula

    Mapas: Rodolfo Martínez

    ISBN (tapa dura): 978-84-18878-56-5

    ISBN (rústica): 978-84-18878-57-2

    ISBN (ebook): 978-84-18878-58-9

    D.L: AS-02532-2024

    SPÓRTULA

    www.sportula.es

    sportula@sportula.es

    SPÓRTULA y sus logos asociados son marca registrada de Rodolfo Martínez

    Prohibida la reproducción sin permiso previo de los titulares de los derechos de autor.

    Para obtener más información al respecto, diríjase al editor en

    sportula@sportula.es

    ÍNDICE

    LAS CRÓNICAS DE DUNIYA

    PRÓLOGO

    1 ALMADIN DETASH

    2 EL IMPERIO QUE NO FUE

    3 LA EXPANSIÓN QANRAMÍ

    4 LAS GUERRAS DE LAS REALIDADES

    5 DE COMITÉ A ASAMBLEA

    6 MAHAT DUI JAHRAM

    7 LA EXPANSIÓN DE LA ESQUIRLA

    8 comerciantes, mercenarios, artesanos

    9 EL ALFABETO DIVINO

    10 LOS AMANTES QUE NUNCA FUERON ENEMIGOS

    11 el hombre del momento

    12 gabat almazar

    13 LA MENTE DORMIDA

    y el paso elevado

    14 LLEGADOS DE NINGUNA PARTE

    15 EL PADREÁRBOL DEL MUNDO

    16 EL BOSQUE DEL TERROR

    17 IREMBE

    18 EL HERMANO DÍSCOLO

    19 PORTALES VERDUGOS

    20 DEMONIOS HAMBRIENTOS

    21 LA IGLESIA DEL INEFABLE

    22 LA LOTERIA DE DIOS

    23 PUKANOKANA

    24 AGAR Y DINA

    25 EL DESPERTAR DE LA MÁQUINA

    EN LA ORILLA DEL VERDE

    PRESENTACIÓN

    I POEMAS DE JUVENTUD

    II POEMAS DE MADUREZ

    APÉNDICES

    APENDICE A LOS LENGUAJES DE DUNIYA

    I ACERCA DE LA TRADUCCIÓN

    II SOBRE LA PRONUNCIACIÓN

    III CALENDARIOS Y HORAS

    IV TEGNEKAR

    v TEMBELÍ

    Vi QANRAMÍ

    Vii TAMASHIL

    VIii YAJIMARO

    APÉNDICE B LA TECNOLOGÍA DE DUNIYA

    I CEREBROS GELIFICADOS

    Y MINIATURIZACIÓN

    II MENTES ELECTRÓNICAS

    Y MINIATURIZACIÓN

    III ENERGÍAS EXÓTICAS

    IV LA MOLÉCULA DE LA VIDA

    V LA BIOLOGÍA DE NABATI-MADI

    VI LA EXPANSIÓN DE LA ESQUIRLA Y SUS CONSECUENCIAS

    APÉNDICE C LA SOCIEDAD DE DUNIYA

    I LOS SISTEMAS POLÍTICOS

    II LAS RELIGIONES

    III ARTE Y CULTURA

    APÉNDICE D CRONOLOGÍA DE DUNIYA

    I LOS AÑOS OSCUROS

    II DESPUÉS DE LA ESQUIRLA

    III EL DESPERTAR

    IV EL GRAN AÑO (787)

    V TRAS EL HUECO

    VI las coordinadoras

    del cilindro maestro

    MAPAS

    LAS CRÓNICAS DE DUNIYA

    PRÓLOGO

    No se puede comprender el presente ni enfrentar el futuro sin conocer el pasado. Este hecho obvio ha sido ignorado sistemáticamente a lo largo del tiempo, de modo que a menudo las lecciones del pasado no se han sabido aplicar.

    La labor del historiador no es muy distinta de la del detective que, en base a unos pocos indicios, intenta reconstruir no solo lo que ha ocurrido sino por qué sucedió y de qué modo afectó a los implicados. Podríamos decir que los hechos, los acontecimientos desnudos, no son lo más relevante de la historia, sino las causas y las consecuencias de estos.

    Cierto es, por otra parte, que resulta imposible conocer con exactitud lo ocurrido en el pasado y que lo mejor que podemos obtener son aproximaciones e interpretaciones de fragmentos inconexos que en ocasiones no se contextualizan del modo adecuado y que siempre van a estar sesgadas, nos guste o no, por nuestros propios prejuicios.

    Las técnicas historiográficas se han desarrollado de forma notable en los últimos años, lo que nos permite obtener una imagen más clara y precisa de nuestro pasado… lo que no significa que no esté plagada de errores. Sin duda historiadores futuros corregirán la visión actual y sacarán a la luz nuestros fallos de interpretación… al tiempo que incurren en los suyos.

    Estas modestas crónicas no pretenden ser un repaso exhaustivo a la historia de Duniya, siendo esta como es vasta y compleja, sino servir de introducción para quienes, tras haber leído el hueco al final del mundo quieran saber más sobre el lugar en el que viven y de qué modo se llegó, no solo a la situación ahí descrita, sino al presente¹.

    Existen textos que tratan estas materias más en profundidad y si alguien quiere conocer con más detalle los acontecimientos aquí narrados lo invitamos a que los consulte.

    Para el análisis de los diferentes tipos de leyendas de la Era de las Ciudades resulta especialmente interesante el volumen de Shaqial Araq El pasado imaginado. El texto, si bien antiguo, sigue siendo uno de los más perspicaces y amenos ensayos sobre ese tema. Los nuevos descubrimientos y las interpretaciones contemporáneas de ciertos elementos han vuelto obsoletas algunas de sus ideas, pero su sagaz y original acercamiento a los distintos corpus mitolegendarios aún sigue siendo válido en líneas generales y buena parte de sus conclusiones no han sido rebatidas. Sospechamos que no lo serán.

    Aunque tedioso, de escritura un tanto morosa y con cierta tendenciosidad, no carece de valor el Tras los Largos Inviernos de Jaqim Daqán. Recomendamos saltarse la mayor parte del voluminoso tomo e ir directamente a su último tercio, donde se realiza un simple recuento de acontecimientos de un modo aséptico y sin apenas comentarios. Aunque algunas de las fechas son discutibles, en general es una guía bastante fiable de lo sucedido en Duniya tras los Largos Inviernos. Nosotros mismos la hemos seguido y consultado a menudo.

    Anstred Dérik, en Monstruos y luces, traza un cuadro muy certero de la historia de Elantegnek, con especial atención a Volkenskap, tras la Expansión de la Esquirla. Aunque el libro habla sobre todo de la época de las Guerras Civiles y la llegada de los verjóngers, es un repaso muy interesante de la historia del archipiélago.

    Al contrario que otros historiadores tegnekares, que se comportan como si el resto de Duniya no existiera o estuviese deshabitada, Dérik presta atención a lo que ocurre en el mundo, lo cual ayuda a situar en contexto los sucesos de Elantegnek.

    Los textos sobre la historia de Almáburaq, Qánram y Alqufar son numerosos y resulta difícil recomendar alguno por encima de los demás.

    Sí que nos gustaría mencionar Mientras tanto; una historia de las naciones qanramíes, de la especialista tembelí Haiunapara Kapapire. Puede parecer extraño que recomendemos ese libro por encima de textos de especialistas locales, pero la refrescante mirada de extranjera que arroja Kapapire la permite contemplar de forma desprejuiciada numerosos asuntos y analizarlos con suma ecuanimidad. Es, además, un libro bien documentado, que ha sabido ir a las fuentes, examinarlas a fondo y contrastarlas bien. Por si fuera poco, su tono desenfadado lo convierte en un volumen muy agradable de leer, algo que comparten todos los trabajos de Kapapire.

    De la misma autora nos gustaría recomendar su Breve historia de Iratembe, donde analiza el pasado de su propio país con la misma independencia de criterio y mirada crítica con la que examina la historia de las otras naciones.

    Encontrar material fiable sobre Yajim es casi imposible incluso en estos tiempos, así que aún hay mucho de esa enigmática nación que permanece en el misterio. Poco a poco, sin embargo, se van abriendo las puertas y la luz va llegando a los rincones oscuros.

    Le estamos sumamente agradecidos a nuestra corresponsal Kiuke no Kiyinga por la información que nos ha aportado sobre el pasado de Yajim. Es cierto que buena parte de ella ha resultado imposible de contrastar con otras fuentes, básicamente porque no las hay, pero la trayectoria de honradez y coherencia de la señora Kiuke es de todos conocida, y no dudamos de la veracidad de lo que nos ha contado.

    Alqufar desalienta sistemáticamente la investigación sobre Tamashi incluso por los propios tamashiles, así que es difícil encontrar relatos acerca del pasado de esa peculiar región, más allá de ciertas leyendas populares y algún que otro cuento infantil. Hemos sido afortunados por haber tenido acceso al trabajo, aún en curso, de Qial Sharán sobre Tamashi y desde aquí no podemos por menos que loar la valentía de ese estudioso, que ha enfrentado numerosos tabús culturales y trabas legales siempre en busca de la verdad. Excavar en el pasado es a menudo una tarea ingrata, y Sharán es un faro en medio de la noche por su valentía y su elevado compromiso ético.

    Si no encontráis lo que buscáis en estos libros, os animamos a que busquéis por su cuenta: explorad, investigad, se arriesgaos. Os aseguramos que merecerá la pena.

    Que la Divina Incertidumbre que rige el mundo nos sea propicia a todos.

    ¡Iljá Alyajin!

    1

    ALMADIN DETASH

    Son varios los eventos catastróficos que han estado a punto de causar la extinción de la especie humana. El más antiguo que recogen las crónicas, aunque el registro fósil y los escasos restos arqueológicos y paleontológicos indican que hubo otros anteriores², es conocido como Almadin Detash, el Fin de la Era de las Ciudades, y se calcula que tuvo lugar hace aproximadamente seis mil años.

    Apenas sabemos nada de la sociedad humana de esa remota época, de su desarrollo tecnológico o sus costumbres; casi todo su arte y cultura han desaparecido.

    Lo que sí han llegado hasta nosotros son numerosas leyendas sobre la Era de las Ciudades y su fin, pero es casi imposible dilucidar cuánto de verdad hay en ellas³.

    A partir de las diferentes versiones que desarrolla cada pueblo y mediante el análisis de sus divergencias y elementos comunes se pueden extraer algunas conclusiones y formular varias hipótesis que nos ayudan a establecer los cimientos del edificio que sustentaba ese remoto pasado. Aunque en el fondo seguimos desconociendo su verdadera forma.

    La mayoría de las leyendas coinciden en su descripción de la Era de las Ciudades como una Edad de Oro, una época mítica de increíble prosperidad en la que todas las necesidades de la Humanidad estaban cubiertas y el arte, la ciencia y la tecnología alcanzaron cimas nunca igualadas, ni antes ni después. Los detalles concretos sobre esa Edad de Oro varían según quién la describa, adaptándola a sus necesidades y peculiaridades culturales.

    Las leyendas desarrolladas en Elantegnek afirman que justo antes del colapso el planeta entero se había unido en una gigantesca megalópolis que se extendía por todos los continentes y hasta había colonizado, bajo el mar, buena parte de las plataformas continentales. Surge así un escenario muy tecnificado, lleno de máquinas imposibles y milagros tecnológicos que, para el ser humano de esa época dorada, eran algo cotidiano y trivial. A menudo se describe en detalle esa sociedad ultratecnológica rebosante de humanidad, se discute su sistema político, el tipo de relaciones amorosas y afectivas, la duración media de la vida, las diferentes clases sociales que la pueblan.

    Un subgrupo de leyendas detalla una tecnología de realidad consensuada creada con ayuda de máquinas pensantes autoconscientes donde el ser humano podía descargar su personalidad y correr aventuras sin cuento en escenarios virtuales solo limitados por la imaginación de aquellos que los diseñaban. Incluso se llega a hablar de una suerte de inmortalidad y se describe una humanidad que se ha liberado del mundo físico y ha accedido a nuevos planos de existencia.

    Por supuesto, todas las leyendas tegnekares obvian ciertos detalles, como de dónde sacaban los antiguos sus alimentos, cuestión nada baladí teniendo en cuenta que el mundo entero era una única ciudad y en ningún momento se mencionan campos de cultivo, corrales o granjas.

    Hay quien afirma que la tecnología de nuestros antepasados era capaz de transformar la materia y producir comida a partir de elementos inorgánicos. La ciencia que conocemos nos dice que eso no es imposible, pero el coste energético que conlleva tal transmutación la hace impracticable.

    Tampoco se aborda nunca el problema, nada desdeñable, de la eliminación de desechos. Una sociedad puramente urbana del tamaño de la descrita que abarcase casi todo el planeta sería un sistema cerrado que generaría tal cantidad diaria de basura que en poco tiempo perecería ahogada por sus propios desperdicios. No muy distinto de un cultivo bacteriano que, tras llenar por completo la placa de laboratorio, muere envenenado por sus propios residuos.

    Lo más curioso es que estas leyendas son de creación reciente. Todas lo son, ya se ha dicho, pero ese grupo lo es más aún. Si bien es cierto que ya antes de la Expansión de la Esquirla Volkenskap era una ciudad de tamaño considerable, bastante mayor que cualquier otro núcleo urbano de Duniya en la misma época, aún no había alcanzado los grados de urbanización exagerada a la que llegaría con el tiempo. Solo la Volkenskap mastodóntica pudo haber servido de modelo para este grupo de leyendas, así que estas no pudieron nacer hasta al menos setenta años después de la Expansión de la Esquirla. Posiblemente más tarde.

    Por fuerza los tegnekares tendrían algún tipo de leyendas previas sobre la Era de las Ciudades, pero la versión de la megalópolis mundial las ha engullido y borrado hasta casi no dejar rastro de ellas. Se pueden ver minúsculas trazas en ciertos relatos, pero están tan soterradas y resultan tan sutiles que es difícil dilucidar hasta qué punto el mitógrafo no está proyectando sus propios deseos sobre el texto legendario y viendo un rastro que no está ahí.

    En Qánram y Almáburaq se habla de una Confederación de enormes ciudades rodeadas de inmensos campos de cultivo, conectadas entre sí por amplias carreteras por las que se desplaza todo tipo de tráfico, ya sea sobre ruedas, patines, orugas, colchones de aire o dispositivos de levitación electromagnética. Describen una época movida y dinámica, repleta de conflictos y preñada de romanticismo, que sirve de marco perfecto para alguna de las más trepidantes aventuras de la ficción popular, tanto actual como de antaño. La Era de las Ciudades qanramí suele ser, de hecho, la favorita de la mayoría de los autores cuando quieren ambientar alguna historia en el remoto pasado. No son pocas las leyendas que, en lugar de centrarse en las propias ciudades, lo hace en el complejo sistema de carreteras que las une. Existen sagas enteras sobre clanes nómadas, conocidos como los Señores de la Rueda, que viven, cazan, aman y matan sobre las enormes calzadas, obteniendo cuanto necesitan sobre la marcha, sin detenerse nunca en ninguna ciudad, salvo para rapiñarla.

    El parecido más que evidente de las leyendas qanramíes con la propia situación en Almáburaq y su Asamblea de Ciudades Libres, casi siempre en disputa unas con otras, convierte enseguida en sospechoso ese grupo de leyendas.

    Son, eso sí, bastante más antiguas que las tegnekares. Se cree que se remontan a la época de prosperidad que tiene lugar tras los Largos Inviernos, unos mil quinientos años antes de la Expansión de la Esquirla, más o menos, poco después de la migración qanramí que colonizaría buena parte del continente. Sin duda los clanes nómadas motorizados de las carreteras míticas son en buena medida una idealización de sus expansivos antepasados y la migración que los llevó por medio mundo.

    En Iratembe se habla de una civilización totalmente aérea, un mundo de gigantescas ciudades flotantes que se van desplazando por el cielo y cuyos habitantes descienden a tierra firme solo para cobrar tributo de los pueblos de la superficie. Hay una serie de leyendas que describen el nacimiento de las ciudades áreas, su emancipación de la superficie y la consiguiente guerra entre los Pueblos del Aire y los Pueblos del Suelo; guerra que ganan los primeros. Los habitantes de la superficie se convierten en vasallos de las ciudades del aire, que instauran una dictadura a menudo descrita como ilustrada y benévola, aunque no siempre⁴.

    No hay que ser un experto para reconocer en la idea de las ciudades volantes y la superficie del mundo rindiéndoles vasallaje un paralelismo directo con la situación en Iratembe, concretamente con la posición de hegemonía de la isla de Irembe, que goza de privilegios respecto al resto del territorio y trata a los demás tembelí como ciudadanos de segunda que deben rendirle tributo. Al igual que en Elantegnek y Almáburaq, el tipo de sociedad escogida para reflejar la Era de las Ciudades dice más del pueblo que crea las leyendas que del pasado que estas pretenden describir. Como ocurre con el primer caso, estas leyendas son sin la menor duda de fecha reciente, aunque anteriores a las tegnekares. Irembe empieza a convertirse en hegemónica unos años antes de la Expansión de la Esquirla.

    La versión alqufar es una interesante amalgama de los tres grupos principales de leyendas. No está muy claro si toman de Iratembe la idea de las ciudades móviles o son los tembelí quienes se inspiran en los mitos alqufeños. Historiadores y mitógrafos suelen llegar a la conclusión de que se trata del segundo caso, dado que las leyendas alqufeñas parecen ser, en base a ciertos indicios, muy anteriores a las tembelí.

    En todo caso, lo que aquí tenemos son ciudades que se desplazan por tierra firme; las urbes son vehículos mastodónticos de tamaño inimaginable en los que se hacinan millones de personas en un ambiente no muy distinto del que describen las leyendas tegnekares. Las continuas luchas y disputas entre estas ciudades a medida que se van moviendo por los diversos territorios recuerdan mucho las luchas que se narran en las leyendas qanramíes. Es una fusión extraña pero que de algún modo funciona y consigue, a nuestro entender, los resultados más interesantes no solo desde el punto de vista puramente mítico, sino del narrativo y el artístico.

    Una excepción notable en Alqufar es la región de Tamashi, cuyos habitantes no tienen leyenda alguna sobre la Era de las Ciudades. Sus mitos, al contrario que los del resto de Duniya, son siempre de ambientación marina y se centran en los diversos incidentes de su larga migración oceánica desde el remoto y desconocido oriente. Existen sagas que se prolongan durante generaciones y siempre tienen lugar en las enormes almadías en las que se desplazaban los antepasados de los tamashiles. Se trata de relatos alambicados que se centran en relaciones familiares e interpersonales y que no suelen ser de interés para quien no haya crecido en la cultura de Tamashi.

    Existe un pequeño grupo de leyendas que califica la Era de las Ciudades como una Edad del Derroche y traza un cuadro desolador que presenta una parte de la humanidad despreocupada y rapaz, incapaz de pensar en el mañana, que se revuelca en una orgía de sensualidad y hedonismo y conserva sus privilegios a costa de mantener al resto del mundo sumido en la miseria y la pobreza.

    Aunque minoritarios, este tipo de relatos aparecen de un modo u otro en las tradiciones de casi todos los pueblos (la excepción sería de nuevo Tamashi) y, al contrario que las historias de la Edad de Oro, son mucho más parecidos entre sí, independientemente de su procedencia y origen. Eso, por supuesto, no los hace más ciertos⁵, pero no deja de ser un fenómeno curioso. Mientras que cada nación tiene su propia implementación de la Edad de Oro, la descripción que se hace de la Era del Derroche es casi idéntica en todas las culturas.

    Ambas versiones tienen sus seguidores, aunque los que sueñan con una Edad de Oro son mucho más numerosos. Por supuesto, los enfrentamientos entre ambos grupos han sido y siguen siendo amargos y en ocasiones violentos.

    Nosotros pensamos que ambas ideas son igualmente ciertas y representan distintos aspectos de la Era de la Ciudades, por contradictorio que pueda parecer, lo que sin duda nos convierte en blanco de las iras de las dos facciones.

    No podemos terminar este apartado sin mencionar una última leyenda. Esta relata que el colapso se produjo justo cuando la humanidad estaba a punto de encontrar una fuente de energía barata, fiable, infinita y no contaminante, que habría resuelto todos los problemas del mundo y habría ayudado a trasladar a la humanidad a las estrellas. Se trata de una historia trágica que, en su versión más común, termina con un largo lamento por una humanidad atrapada en un destino paradójico, siempre al borde de la grandeza y siempre fracasando por muy poco.

    Casi ningún historiador da crédito a esa leyenda y la considera un simple cuento con moraleja. Algo que no ha detenido a los obsesos de las teorías de la conspiración, e incluso ha alimentado sus fantasías paranoicas. Una leyenda como esa encaja demasiado bien con la idea, siempre atractiva por más que carezca de base real, de que los Antiguos habían alcanzado un desarrollo tecnológico infinitamente superior al actual y que gran parte del conocimiento de la Era de las Ciudades se ha perdido. Eso, que puede o no ser cierto, sirve demasiado a menudo de campo abonado en el que crece con exuberancia la paranoia conspirativa que afirma que parte de esas técnicas han sido redescubiertas varias veces en el transcurso del tiempo, pero son mantenidas en secreto, en ocasiones por los gobiernos, en otras por misteriosas sociedades con oscuros propósitos de dominación mundial.

    En cualquier caso, la Era de las Ciudades llegó a su fin. Tanto las leyendas como los escasos datos arqueológicos de que disponemos, por no mencionar el registro geológico, apuntan a que el colapso se produjo a causa de la confluencia de dos factores: la excesiva dependencia de los combustibles fósiles por parte de las diferentes sociedades humanas, hasta el extremo de que se hizo físicamente imposible seguir extrayéndolos, y el aumento de la temperatura media global provocado por la emisión de gases de efecto invernadero. Esto último suele achacarse a la proliferación de procesos industriales masivos que

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