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Pasión entre lápidas
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Libro electrónico125 páginas1 hora

Pasión entre lápidas

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ENIGMÁTICOS CUENTOS CARGADOS DE MISTERIO, DULZURA Y EROTISMO, AMBIENTADOS EN DISTINTAS CIUDADES DEL MUNDO.
-COMPONEN ESTE LIBRO UNA SERIE DE RELATOS:

  1. *UNA JOVEN MUJER SUPERADA POR EL MIEDO A UNA HABITACIÓN…
  2. *DOS CHICAS QUE PASEANDO UN DOMINGO EN PARíS ENCUENTRAN UNA SORPRESA…
  • *UN CAUTIVANTE VERANO EN EL NORTE DE EUROPA…
  • *UNA DAMA QUE SE TOPA CARA A CARA CON SU ACTOR FAVORITO DURANTE UN VUELO A ROMA…
  • *UNA NIÑA QUE MUERE TRÁGICAMENTE LUEGO DE APLICARSE UNA VACUNA EN UN
  • CONSULTORIO MÉDICO…
  • *UNA VIUDA CINCUENTONA QUE CONOCE A UN GINECÓLOGO QUE LE CAMBIA LA VIDA…
  • *UN CAMIONERO ACOSADOR QUE SE OBSESIONA CON LA BELLEZA DE UNA MUJER CASADA…
  • *UN HOMBRE QUE AL DAR UN RAMO DE FLORES ENTRA EN UNA DIMENSIÓN DESCONOCIDA…

SON ALGUNOS DE LOS RELATOS QUE CAUTIVARÁN AL LECTOR DESDE LA PRIMERA HASTA LA ÚLTIMA PÁGINA .

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 may 2024
ISBN9798224161744
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    Pasión entre lápidas - Gretel Schilling

    Si la muerte no fuera un preludio a otra vida, la existencia actual sería una burla cruel.

    -MAHATMA GHANDI-

    * Para Martin Emiliano, Indispensable compañero, Tesoro de la naturaleza.

    * Para mis amigas y hermanas de la vida: Cristina, Analía, Fernanda, Yanina, Natalia, Estela, Daniela, Andrea, Donna Y Ruth.

    * Para Dino, El Mejor profesor de Alemán, Quien me Ayudó a comprender el hermoso idioma que llevo en mi sangre, del cual mi abuelo fue maestro, pero mi padre no aprendió... para ellos, mis ángeles eternos.

    * Para Claudia la municipal, querida vecina solidaria, que tantas veces me ayudó.

    * Para Alex, Friedrich, Leonardo y Franz.

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    Instagram: grettel_schilling

    DOS AMANTES

    ––––––––

    Un invierno fantasmal envolvía el tejado de la amplia casona que pertenecía a Marcos y Natalie. Estaba ubicada en Floresta, un barrio ubicado hacia el oeste de la ciudad autónoma de Buenos Aires. Era luminosa, ya que poseía varios ventanales y estaba provista de suficiente espacio para ellos dos.

    Durante el día Marcos trabajaba en el taller mecánico que tenía en su garaje, detrás del cual había una escalera caracol que conducía a una habitación en el piso superior, que permanecía desocupada desde que había fallecido Valentina, la hermana mayor de Natalie. 

    Ella se fue tornando melancólica luego de la muerte de su hermana, pero contaba con la paciencia de Marcos, que estaba en casa, siempre a mano para brindarle consuelo cuando ella lo necesitase. 

    Llevaban ya 6 años de matrimonio y no habían tenido niños, porque para el marido no era su debilidad criar seres infantes. 

    Natalie se levantaba temprano, antes de que amaneciera ya se la podía ver realizando los quehaceres domésticos; poseía cierto fanatismo por la limpieza, costumbres que el marido le había inculcado unos meses después de casarse. 

    Corría el mes de Julio y hacía mucho frío, así que poco antes de las seis de la mañana encendía la chimenea del living comedor y empezaba a lustrar los pisos de parquet. 

    A las diez de la mañana ya había finalizado con los labores de la limpieza y entonces miraba un rato algo en Amazon o Netflix, luego preparaba el almuerzo favorito para su marido, haciendo un menú nuevo para cada día. 

    A las doce en punto del mediodía él venía a comer, para luego continuar con su labor en el taller. 

    Así era el mundo de Nathalie, el pequeño mundo donde un día transcurría igual al anterior y así sería también el siguiente. 

    Había llegado el verano. 

    Cada año, Marcos tomaba unas mini-vacaciones, que eran para él solo, se alejaba durante una semana con el pretexto que debía descansar después de haber aguantado un ciclo de arduo trabajo y que deseaba contemplar el paisaje marino en soledad. 

    Sin que Natalie se enterase, él frecuentaba a otras mujeres cuando estaba en la costa Atlántica. Eran sus queridas y hacían que él retornase al hogar con más fuerza y vehemencia que antes, pues cultivaban su ego de macho alfa. 

    Así habían sido los tres últimos veranos de Natalie, sola en aquel caserón de Floresta, acompañada por su propio pánico, que la invadía siempre que pasaba cerca de aquella escalera de caracol, cuando la casa estaba vacía, sin contar con otra presencia física que la suya misma. 

    A veces sentía como si de la escalera emanara un fluido que la llamase y quisiera conducirla hasta arriba. Se imaginaba abriendo la puerta de la habitación y encontrándose con un hueco en cuyo rincón estuviera Valentina, triste y desvalida, como estaba la misma noche en que se mató, sin dejar rastros de aquella soberbia Valentina que había sido en vida, tan luminosa y radiante como una famosa estrella de propaganda. 

    Toda esa situación demacraba por sobremanera a Natalie, quien sentada por la tarde en el sofá y encontrándose sumida en la desesperación, vio a través del vitral de la puerta principal una sombra y por la estatura dedujo que se trataría de un hombre. Embriagada de temor, abrió el ventiluz de la puerta para atender al desconocido. 

    -Estoy buscando al señor Marcos Atelier, vengo porque mi auto necesita que le echen un vistazo- explicó él. 

    Natalie notó la informalidad del hombre para expresarse, y esto le agradó. Además, su fisonomía le inspiraba confianza y creyó percibir en el hombre algo que podía darle cierto consuelo, que él la entendería. Fue entonces que finalmente se decidió y lo invitó a entrar...

    El forastero quedó maravillado al contemplar tanto brillo y tanta pulcritud a su alrededor, por lo que exclamó: 

    -Qué bien huele todo aquí!!! Cuando observó una tarta de manzana sobre la mesa.

    Natalie rio con sinceridad, lanzó una abierta carcajada (hacía mucho tiempo que no actuaba de esa manera). Decidió convidarle una porción del pastel y lo invitó a sentarse en el sillón junto a la ventana. 

    Natalie se vio invadida por una extraña sensación de felicidad, algo similar a lo que había sentido por Marcos un tiempo atrás. 

    Siempre había tenido el consuelo de Marcos, pero este seductor hombre con su mirada y sus gestos parecía ofrecerle lo que ella había estado buscando; además emanaba la fragancia de un perfume maderoso cada vez que movía sus manos. 

    Se llamaba Flavio Santander, vestía una camisa color celeste y pantalón gris de gabardina. 

    Ella miraba con detenimiento a ese hombre que la subyugaba, la absorbía...

    Posaba en él una mirada que era característica en los sonámbulos. 

    Finalmente, después de un prolongado silencio él preguntó dónde estaba Marcos. Ella, fascinada, respondió que se encontraba de viaje. 

    Cabe mencionar que Natalie nunca confiaba sus secretos a nadie cuando su marido estaba ausente, pero frente a Flavio se sentía segura y tranquila; el miedo se retiraba de ella como la ola se retira de la orilla cuando toca la playa para luego volver al océano. 

    De repente, Natalie lanzó un sollozo y comenzó a llorar fuertemente. Sin darse cuenta, empezó a hablar de la muerte de su hermana, que había sido adicta a las drogas y que eso la condujo a su fin, al suicidio. También habló de su matrimonio, de la ausencia de su esposo en la casa en los veranos, creía que él no era fiel y que se iba lejos para que ella no lo descubriera. Confesar esto la hacía sollozar aún más. Entonces Flavio se tomó el atrevimiento de contarle que

    el año anterior había visto a Marcos con una mujer llevándola por la cintura y haciéndole arrumacos. 

    Natalie lloraba como una niña a la cual han arrebatado del regazo de su madre y ocultaba su cara contra el respaldo del sillón. No quería escuchar aquello que había sospechado tantas veces, no quería admitir que fuese cierto. 

    Flavio colocó una mano sobre el hombro de Natalie y mientras le acariciaba el cabello, ella se vuelve hacia él y aferrándose a su cuello, señala con su largo dedo índice hacia la escalera de caracol. Entonces él la tomó cuidadosamente de la mano, dirigiéndola hacia la escalera.

    Lentamente iban subiendo, ella avanzaba dos escalones y se detenía, el miedo que experimentaba hacia aquella habitación la frenaba, la superaba. 

    Pero Flavio le proporcionaba el coraje que a ella le hacía falta para enfrentarse ante semejante situación... 

    Finalmente subieron y vieron aquel cuarto abandonado, percudido por el paso del tiempo, con el aroma propio de aquellos lugares que permanecieron clausurados durante un lapso prolongado. 

    La cama estaba deshecha como la última noche en que había dormido Valentina en ella, aún podía percibirse un vago perfume confundido con el olor a encierro. 

    Natalie estaba paralizada, tiesa como la planta que en otoño se seca y espera la primavera para volver a renacer... 

    No decía nada, simplemente se volvió hacia Flavio, clavó en él su mirada y atraída por una fuerza sobrenatural comenzó a desvestirse sin prisa, sin ver nada a su alrededor; él también se quitaba la ropa, pero con mayor rapidez y en un instante próximo se arrojaron en la cama e hicieron el amor. Desde ese momento se convirtieron en amantes y fueron íntimos y apasionados en las noches subsiguientes. Hasta que una mañana, ella despertó impregnada con la fantasía de que por la noche lo llevaría a su cama matrimonial. Esta idea la atraía constantemente, tanto que durante el almuerzo estuvo imaginando como sería de distinta esa noche en el lecho nupcial.

    Esa misma tarde, planearon con Flavio ir a Tigre. Salieron al mediodía en el coche de él. Marcharon por autopista. 

    Entretanto Marcos volvía para Buenos Aires con Asumpta, quien fuera su primera novia y ahora su amante, iba a llevarla hasta la casa de Longchamps donde ella vivía. Venían en el auto, muy acaramelados, mientras en el otro automóvil a Flavio le fallan los frenos y el auto vuelca de la autopista... 

    En aquel momento de su muerte, Flavio y Natalie sintieron el golpe del alma que se despide del cuerpo, sin saber realmente lo que estaba ocurriendo. Sólo pueden afirmar que fue una sacudida brusca y después fueron cayendo lentamente en el vacío, bajando en una especie de paracaídas sin ver absolutamente nada, sumergidos en una plena oscuridad hasta que se encontraron en la cama de Valentina, abrazados

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