Viajes oníricos para conciliar el sueño de los niños Los más bellos cuentos para dormir como viajes de fantasía Duérmete relajado y seguro para empezar el día con energía y lleno de vida

Por Maria Neumann

El estrés y el ritmo frenético están a la orden del día para muchos de nosotros. No sólo nosotros, los adultos, sino también nuestros hijos están cada vez más estresados. Este libro contiene 13 viajes oníricos para que los niños alivien este estrés, recarguen las pilas y eviten que el ajetreo diario les quite el sueño por la noche. La atención se centra en los ositos de miel que tu hijo conoce en el primer cuento. Con su ayuda, el viajero es guiado a través de diversos temas y mundos en las historias siguientes. La lectura de estas historias, ricas en imágenes, estimula la imaginación y la creatividad de tu hijo. Además, el viajero descansa, se relaja y se anima a soñar.

• Idioma: Español
• Editorial: Maria Neumann
• Fecha de lanzamiento: 28 ene 2024
• ISBN: 9798224617012

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Preparación

Haz que tu hijo esté cómodo. Una habitación a oscuras y una posición tumbada son especialmente útiles para seguir el viaje onírico. Puedes poner música suave de fondo o encender una vela de té para crear el ambiente adecuado.

Habla en voz baja y con suavidad, y haz una pausa de vez en cuando para dar a tu hijo la oportunidad de visualizarlo todo.

Cuando hayas llegado al final, guía a tu hijo de forma segura fuera del viaje onírico. Asegúrate de que el ambiente sigue siendo relajado. Por ejemplo, deja la música un rato y no enciendas la luz enseguida.

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Los osos de la miel

Ponte cómodo. Puedes cerrar los ojos si quieres. ¿Sientes el mullido colchón bajo ti? Coloca los brazos junto al cuerpo, los hombros sueltos y relajados. Concéntrate en tu respiración y en cómo sube y baja tu pecho. Inspira y espira con calma. Siente la calma que te rodea.

¿Sientes que entras en calor? Inspira y espira.

¿Sientes que los brazos te pesan más? Inspira y espira.

¿Notas cómo tus piernas también se vuelven más pesadas? Inspira y espira.

Tu viaje comienza de forma relajada. Tranquilo y relajado. Inspira y espira.

Estás en un bosque, rodeado de árboles enormes. Algunos tienen hojas grandes de color verde claro. Otros tienen pequeñas agujas de color verde oscuro. Te recuerdan al árbol de Navidad que siempre está decorado con colores en tu salón en Navidad. Pero éstos son mucho, mucho más grandes.

Miras hacia los árboles. El sol te da en la cara a través de las ramas. Te hace cosquillas en la nariz y sientes calor. Respiras hondo y notas el olor del musgo fresco que crece por todo el suelo y los troncos de los árboles que hay alrededor.

Das unos pasos. Las hojas crujen bajo tus zapatos. A tu derecha, reconoces un pequeño estanque en el que crecen hierbas. Se oye un breve chapoteo. Una pequeña rana verde con manchas oscuras nada por el agua, sale arrastrándose y se posa en una de las piedras del estanque. También parece disfrutar de los cálidos rayos del sol.

Sigues caminando. Caminas sobre ramas que se rompen bajo tus pies y a través de arbustos que te llegan hasta las rodillas y te hacen cosquillas en las piernas desnudas. Un ligero viento sopla entre los árboles y hace crujir la madera. Los pájaros pían por todas partes y puedes oír a lo lejos el suave canto de un búho real.

Llegas a un claro, te detienes y miras a tu alrededor. Un conejo marrón con una mancha blanca en el lomo está sentado delante de un arbusto, no lejos de ti, acicalándose. No deja de pasarse las patas por las orejas, que se mueven arriba y abajo de forma graciosa. Te agachas lentamente. Te mantienes muy callado para no asustarle.

El conejo levanta la vista y agudiza las orejas. Parece haber oído algo. Se incorpora lentamente sobre sus patas traseras, se