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Psicología, religión y cristianismo
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Libro electrónico258 páginas3 horas

Psicología, religión y cristianismo

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El conflicto entre psicología y religión tiene una historia tan larga como el desarrollo mismo de la psicología como ciencia.
El autor en este libro parte del ser humano como ser integral, es decir, bio-psico-social y religioso, por lo que toma en consideración lo religioso en el individuo.
Recorre las distintas experiencias religiosas a través de la historia de la humanidad mostrando que lo religioso, definido desde la ciencia de las religiones como un hecho, es parte del individuo y por lo tanto esencial a su condición humana. Tanto la psicología como la religión pueden entrar en un diálogo que permita enriquecerse. El desarrollo humano se integra con el desarrollo religioso.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 dic 2022
ISBN9781005035051
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    Psicología, religión y cristianismo - Fernando Muñoz

    INTRODUCCIÓN

    Hace unos años escribí un libro que titulé Psicología y Religión. Un diálogo necesario. En esa ocasión lo que buscaba era presentar a mis estudiantes de Psicología y a las personas que les interesaba el tema de lo religioso y lo psicológico, que había una gran cantidad de temas en los cuales la psicología y la religión requerían ponerse en diálogo.

    Con ese libro me dediqué a dar los cursos sobre psicología y religión por varios años. Con el correr del tiempo me pareció que, si bien es cierto que el tema de la religión en general es importante comprenderlo, es necesario verlo como un hecho por encima de mi subjetividad. Asimismo, la mayoría de la población con la que trabajamos en el ámbito psicoterapéutico es de inclinación cristiana o con alguna experiencia religiosa, sean estos practicantes o no.

    Pensé en rehacer ese libro. Creí que además de hablar de religión en las distintas creencias, debía hablar específicamente de cristianismo. Desde aquel tiempo sentí que debía ser un libro sobre psicología y cristianismo; sin embargo, no quise hacer uno nuevo, tomé el anterior y lo modifiqué ampliando los temas, reordenando los contenidos y eliminando algunos que en el momento fueron necesarios, pero ya no considero tan importantes. Así sale este nuevo libro. No lo considero una segunda edición porque lo he modificado lo suficiente con el fin de incorporar aspectos que fui percibiendo importantes en el desarrollo de estos temas, especialmente porque el énfasis que le doy es notable con respecto al cristianismo.

    Sentí principalmente que el tema del discurso psicológico sobre lo religioso se quedó demasiado corto, muy pobre, quedó muchísimo por decir. Por otro lado, creo que debía hacer un poco más de justicia con Freud a quien solo cuestioné, sin resaltar los aportes que da en la búsqueda de una religiosidad más sana. La crítica de Freud a lo religioso obedece a una religiosidad que observa especialmente en personas judías, sus correligionarios, aunque se confiese ateo, pero es posible que en muchas de estas personas su expresión religiosa era simplemente externa, que no implicaba seriamente sus vidas. Por ello, sus observaciones nos permiten evaluar o por lo menos ayudar a los que tienen una experiencia religiosa y acuden buscando ayuda a los consultorios, para que considerándolos desde su experiencia de fe y respetando sus creencias, puedan entrar dentro del camino de la depuración de su fe al trabajar aspectos también aspectos psicológicos que, no en pocas ocasiones, involucran aspectos religiosos.

    Eliminé temas que requieren más trabajo, mejor enfoque, e inclusive pueden ser materia de otro libro, así como otros que por estar ya desactualizados no correspondían aquí.

    Mantengo una gran inquietud y una gran expectativa de que lo dicho aquí sirva como propuesta para el diálogo y el desarrollo de un tema que, para los que somos creyentes, es muy necesario. La psicología y la religión se potencian cuando se les une, respetando sus límites y explotando sus alcances.

    Una enorme riqueza, como pueden verlo en la lectura de este libro, es el aporte de algunos de mis estudiantes de los cursos sobre psicología y religión, quienes me hicieron aprender el modo como comprendían la propuesta de los psicólogos acerca de lo religioso. Ya hoy son profesionales en la Psicología. Son muchos los aportes de todos y cada uno de ellos, pero escogí aquellos que explicitaron mejor el pensamiento de la corriente psicológica y se convirtieron en instrumento que facilitaba la comprensión del discurso de la psicología sobre lo religioso. Por eso los menciono a pie de página, especialmente como reconocimiento y gratitud por lo que me enseñaron. Muchas gracias a todos ustedes, mis maestros en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

    I Parte: LO RELIGIOSO

    Lo sagrado es un elemento de la estructura de la conciencia,

    no un estadio de la historia de la conciencia.

    Mircea Eliade.

    1. Lo religioso como hecho

    Debemos tratar de despejar algunas interrogantes con respecto a lo religioso, de manera que nos facilite la comprensión del tema que nos ocupa.

    Por un lado, es necesario estudiar la estructura del hecho religioso, diferente de su composición. Por otro lado, debemos ver la estructura misma y seguidamente tratar de responder a una doble interrogante: ¿qué entendemos por religión? Con sus respectivas características; y, ¿qué entendemos por hecho religioso?

    Cuando hago uso del término estructura para referirme a cualquier religión, me refiero a la distribución y orden de partes de un todo. La religión es considerada aquí como un todo. A pesar de las grandes diferencias que puede haber en las distintas religiones, en el ámbito teológico, de las creencias, en el ámbito disciplinario, de costumbres y demás elementos importantes, hablamos de religión como experiencia que existe en la vida del ser humano, que tiene partes en común con respecto a cualquier otra experiencia religiosa. Mi interés aquí, entonces, se centra en el orden que tiene cualquier experiencia religiosa y lo que es común a ellas.

    Usar la expresión hecho religioso obedece fundamentalmente a tres aspectos: primero, la religión existe, es una realidad en el ser humano. En segundo lugar, debido a la investigación que la ciencia de las religiones ha realizado, siguiendo las huellas por donde el ser humano ha ido pasando a través de la historia, ha concluido que este es religioso por naturaleza, no hay estadio arreligioso en este proceso de desarrollo de la humanidad. En tercer lugar, la realidad religiosa no depende de mi subjetividad. Renunciar a creer no hace que la religiosidad desaparezca. Por estas y otras razones damos a lo religioso la categoría de hecho. De estos tres puntos hablaremos en su momento.

    1.1. Estructura del hecho religioso

    Hay diferentes perspectivas en cuanto a la estrucutra de un hecho religioso. Los cuatro puntos de referencia para la comprensión de la estructura del hecho religioso están entresacados de distintos autores (Vélez, 1989).

    El primer aspecto característico de una estrucutra religiosa es lo que se denomina el misterio. En el cristianismo, por ejemplo, se le llama Dios; en el judaísmo Jahvéh, en el islamismo Alá; aunque hay tradiciones religiosas que carecen de un nombre o de una figura, tal es el caso del budismo primitivo, en el cual no existe una imagen o figura de un ser trascendente, de aquí que algunos hablaron del budismo como experiencia espiritual atea.

    El misterio es esa realidad que trasciende al ser humano. Es la que aparece en el ser y quehacer del ser humano y que le proporciona una visión de mundo, de ser humano y por supuesto que de misterio.

    Este misterio tiene dos características: la superioridad absoluta, completa trascendencia y su condición de realidad que afecta íntima, total y definitivamente al sujeto. La presencia del Misterio no solo anonada y desconcierta, sino que fascina al sujeto. Sin perder su trascendencia, se hace presencia interpelante.

    El segundo aspecto que se debe tomar en cuenta en un hecho religioso es el ámbito de lo sagrado. Con esta expresión se abarca toda la realidad que envuelve a las personas de los elementos de un hecho religioso; se trata del entorno, de las cosas y acontecimientos religiosos. Es el modo de ser y de actuar del individuo cuando está inmerso en su experiencia religiosa. Se trata de la entrada del ser humano al umbral de lo sagrado que no son dos mundos separados, sino de un mismo mundo vivido de manera diferente. Se trata del mundo y de la vida del hombre que, organizados en torno a un nuevo eje, adquieren una dimensión y así pasan a constituir un nuevo ámbito.

    El tercer aspecto es la actitud religiosa. La actitud religiosa del individuo significa el abandono y la entrega confiada al misterio. Ante el misterio se requiere una respuesta concreta, esta es la experiencia personal, la manera como se responde a la interpelación del misterio en la vida. Es una experiencia que lleva a la libertad y nunca a la opresión o a un estado de alienación. Lleva hacia la perfección plena y definitiva. Afecta al ser humano de manera íntima e incondicional, no de manera parcial ni en determinadas situaciones. Es transformación total.

    Finalmente, el cuarto aspecto de un hecho religioso es lo que se conoce como mediaciones o las maneras en que se hace presente el misterio, y la respuesta que a esta presencia da la persona. Es toda aquella realidad que es parte del ser humano y son los medios por los cuales se hace presente el misterio, más conocidos como hierofanías, las apariciones de lo sagrado o las manifestaciones del misterio.

    En todas las religiones existen estos aspectos a través de los cuales el sujeto ha reconocido la presencia de la realidad suprema: el cielo, los astros, la tierra, los fenómenos naturales, las mismas personas, etc.; así como los otros aspectos que permiten identificar la existencia de una religión por lo que se habla de hecho religioso, como se menciona adelante. Estas realidades son convertidas en símbolo de una realidad invisible.

    1.2. ¿Qué es la religión?

    Teniendo presente lo que es común a cualquier hecho religioso, como se ha citado en el punto anterior, podemos hablar de religión en sentido más general y tratar de aproximarnos a una definición de esta.

    Se trata solo de aproximación porque en realidad no podríamos definir la religión desde una conceptualización, ya que dentro de ella hay una experiencia y esta última no se puede definir. Así como otras experiencias, como el amor, la alegría y la confianza, la fe tampoco puede definirse por contener el elemento vivencial, amén del elemento trascendente. Sabemos lo que cada una de estas experiencias significa pero no se puede hacer desde una definición conceptual, porque lo que es experiencia es difícil de ser expresado con palabras sin más. El lenguaje siempre es limitado para decir toda esa realidad que involucra sentimientos, emociones, etc.

    A pesar de esta limitación, se pueden buscar las constantes que cada religión tiene, así como las constantes en las personas que tienen una experiencia religiosa y tratar de acercarnos a una descripción de religión que nos permite definirla sin perder de vista, como se ha dicho, la limitación que ello tiene por su realidad experiencial.

    La religión busca responder a las interrogantes de la vida del ser humano, ¿por qué fui creado? ¿Por qué y para qué estoy en el mundo? ¿Cuáles razones puedo encontrar a las dificultades y al sufrimiento humano? Y también responder a las razones últimas de la existencia: ¿por qué la muerte? ¿Qué sucede después de la muerte? ¿Hay otra vida más allá de la que vivimos en esta tierra? Y en una dimensión social, ¿qué implicaciones tiene la vida en el quehacer social del individuo? ¿Qué implicaciones tiene la creencia en el misterio con respecto a colaborar para que el mundo sea mejor, más justo? Como puede notarse, estas son solo algunas de las inumerables interrogantes con las que se desea responder a partir del hecho religioso. Son interrogantes que el ser humano se ha hecho y se hace en el presente y a través de la historia.

    1.3. Definiciones de religión

    En medio de las limitaciones que hemos expresado sobre el significado de definir, se podría echar mano de dos definiciones de religión que ayudan en la comprensión de este hecho. Según la distinción que hacen Bada et al. (1978) desde la religión en sí misma, hacen referencia al hecho religioso (definición objetiva), llámese este de cualquier forma: cristiano, mahometano, animista, etc. Otra será la definición subjetiva, desde la persona que vive la experiencia religiosa, porque parte del sujeto que posee esa experiencia religiosa; puede ser esta una experiencia de una persona budista, cristiana, judía o musulmana, porque esa religión es parte de unas creencias monosteístas, politeístas o panteístas. Con lo que podemos decir que esta persona es budista, es mahometana o judía, y así sucesivamente.

    Por lo dicho, quiero justificar el acercarme al hecho religioso desde esas dos perspectivas, la objetiva y la subjetiva:

    1.3.1. Objetivamente

    La religión sería un conjunto de creencias (verdades, dogmas, doctrinas) y práctica (moral) con lo que a un ser humano se le pide expresar sus sentimientos (culto, oración) y reajustar su conducta (moral, mandamientos, caridad) para hacer frente a los últimos problemas de la vida (la muerte, el mal, la culpa).

    1.3.2. Subjetivamente

    La religión sería el homenaje, el respeto, la sumisión que el individuo da a un ser superior a él y la obediencia que ello supone. Obediencia que implica unas creencias, unos sentimientos específicos y comportamientos peculiares.

    Dentro de la religión, cualquiera que sea su forma, sistema de creencias, ritos y prácticas, encontramos el hecho religioso como hecho subjetivo, es decir, como experiencia vivida en el individuo.

    Aplicamos la definición objetiva y subjetiva del hecho religioso con algunos ejemplos.

    En el cristianismo.

    En una definición objetiva aplicada al cristianismo, tendríamos que tiene un conjunto de verdades o dogmas, como son por ejemplo la verdad de Dios (Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas distintas y una sola naturaleza. Su naturaleza es divina, un solo Dios). La verdad de la Iglesia, de la vida eterna y así sucesivamente; digamos, lo que está contenido en el Credo, se constituye en las verdades fundamentales del cristianismo como objetivamente lo definimos. También tiene su práctica expresada en buenas costumbres, solidaridad, obras de misericordia; se expresa en su oración personal y en la celebración de la Eucaristía (catolicismo, ortodoxos). Todo esto genera que a la persona que es parte del cristianismo se le invite a reajustar su conducta a lo que Dios pide en el evangelio, específicamente en la bienaventuranzas (Mt 5, 1ss) y en los diez mandamientos, y de esta manera hacer de lado el mal que puede haber en la persona, buscar ser más humano, tender hacia la perfección de su propia humanidad, colaborar para que el mundo sea un tanto más humano y justo, dejar lugar a Dios como anticipo de un encuentro definitivo que llamamos vida eterna.

    En cuanto a lo subjetivo de la experiencia religiosa, se debe decir entonces algo como lo que expresamos en la definición. El cristiano (porque se refiere al sujeto) es la persona que en su experiencia religiosa rinde su homenaje a Dios Padre por Cristo en el Espíritu Santo; se somete a lo que Dios pide de él, en donde Jesús es el prototipo de estilo de vida y de respuesta a Dios Padre. Obedece lo que Dios le pide porque desea amar a Dios como Dios lo ha amado, y al prójimo a la manera de Jesús. Por ello, el cumplimiento del mandamiento del amor, en primer lugar, y desde este se cumplen todos los demás mandamientos. Hay unas creencias específicas o verdades reveladas que lo llevan a actuar o comportarse de manera específica a su condición de cristiano.

    Sin embargo, aunque en el cristianismo se dan las características y la estructura de una religión e incluso haya una definición objetiva y subjetiva de este hecho religioso, no creo que sea conveniente considerarla una religión más. Esta afirmación se irá clarificando más adelante, conforme el desarrollo del libro, especialmente cuando hablo de psicología y cristianismo.

    Podemos aplicar esta definición a cualquiera de las religiones que existen.

    Mahometanismo. A manera de ejemplo tomemos al mahometanismo.

    Como definición objetiva, diríamos que el mahometanismo (objetivamente, desde la religión misma) tiene un conjunto de creencias, verdades o dogmas:

    Shahada: profesión de fe: Alá es Dios y Mahoma es su profeta.

    Con su práctica: el Saum, ayuno en el mes de Ramadán.

    El Hadj: peregrinaje a la Meca.

    Con la expresión de sus sentimientos hacia ese Dios y su profeta que se conoce como Salat: plegaria u oración que hacen tres veces al día.

    Con ello reajusta su conducta y comparte con los que menos tienen: Zakat, que es la limosna a los pobres o a erogaciones bélicas.

    También se puede hacer la misma aplicación definiendo el mahometanismo subjetivamente, que sería desde la experiencia personal del individuo que pertenece a esta experiencia religiosa, aplicando lo que este sujeto vive en su vida cotidiana como expresión de su ser mahometano, sometiendo su voluntad a Alá y las enseñanzas del Profeta, mediante prácitcas de ayuno, oración, reajustando la vida a lo que le pide el Corán y siendo solidario con los que menos tienen.

    Budismo. Se dice que Buda fue un hombre noble, quien saliendo una vez de su castillo vio a un paralítico, un hombre con una enfermedad inmunda e incurable y un cadáver. Es decir, vio la vejez, la enfermedad y la muerte. A partir de esta experiencia se dice que fue iluminado, dejó las riquezas y se dedicó a la predicación de su doctrina, de aquí su nombre Buda, el Iluminado.

    Objetivamente, el budismo tiene como fundamento de sus enseñanzas, específicamente, las cuatro nobles verdades. La primera de estas verdades para el budista es la existencia del dolor. Significa la conciencia que tiene el budista de que el dolor es algo que existe inevitablemente en la vida de cualquier ser humano, con base en la experiencia que tuvo Buda, como fue mencionado. Ante la conciencia de la existencia del dolor viene la segunda noble verdad: el origen del dolor. ¿Qué origina el

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