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El fin de la religión: Un encuentro con la espiritualidad subversiva de Jesús
El fin de la religión: Un encuentro con la espiritualidad subversiva de Jesús
El fin de la religión: Un encuentro con la espiritualidad subversiva de Jesús
Libro electrónico349 páginas3 horas

El fin de la religión: Un encuentro con la espiritualidad subversiva de Jesús

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¿Harto/a de lo religioso? Jesús también.
En El fin de la religión, Bruxy pregunta: ¿El cristianismo perdió el rumbo? ¿Jesús estaba instaurando una religión nueva o aboliendo la totalidad del concepto? ¿Los cristianos han entendido la fe en Jesús prácticamente bien, o han entendido todo mal?
Únete a Bruxy Cavey en una investigación dinámica y sobrecogedora acerca de lo que se traía Jesús entre manos. Descubre como las personas del siglo XXI pueden vivir inmersas en la espiritualidad subversiva de Jesús.
Jesús vivió una vida escandalosa
¿No deberíamos vivir así nosotros también?
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 nov 2020
ISBN9781951539573
El fin de la religión: Un encuentro con la espiritualidad subversiva de Jesús
Autor

Bruxy Cavey

Bruxy Cavey is the bestselling author of Reunion and The End of Religion and teaching pastor at The Meeting House, a church for people who aren’t into church. The Meeting House is a multisite Anabaptist congregation in Ontario, Canada, where thousands of people connect with God and each other through Sunday services, online interaction, and a widespread house church network. You can learn more about The Meeting House at www.themeetinghouse.com. Bruxy and his wife, Nina, have three daughters and live in Hamilton, Ontario.

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    El fin de la religión - Bruxy Cavey

    Human.

    Parte I

    El principio del fin

    Bienaventurada la persona que no se escandalice por causa mía.

    —Jesús (PAR)

    Capítulo 1

    Agua, vino y escándalo

    Actúa solo una vez de tal manera que tu acción exprese que temes tan solo a Dios y nunca al hombre e inmediatamente, en cierta medida, provocarás un escándalo.

    —Søren Kierkegaard

    Vamos a jugar un juego de asociación de palabras. Yo digo Jesús y tú dices...

    Si tuvieras que sacar un pedazo de papel y anotar cada palabra que se te viniera a la mente cuando digo Jesús, mi sospecha es que irreligioso podría no ser la primera en tu lista. Hubo un tiempo en el que no hubiera aparecido en la mía. Pero eso cambió.

    Cuando comencé a darme cuenta de que el Jesús descrito en la Biblia era mucho más atractivo, emocionante y escandaloso que el Jesús manso y suave que proclamaban muchas iglesias, se abrió una nueva temporada de mi vida. Yo era joven y estaba empezando a estudiar la Biblia por mí mismo y, en el proceso, llegué a creer que tenía en mis manos un documento volátil, uno que tenía el potencial de destruir toda la religión desde adentro. Dorothy Sayers escribió una vez: Para ser justos con las personas que colgaron a Cristo, hemos de admitir que ellos nunca lo acusaron de ser aburrido; por el contrario, pensaban que era demasiado dinámico como para garantizar seguridad. Fueron las generaciones posteriores las que se han encargado de amortiguar esa personalidad devastadora, rodeándola con una atmósfera de aburrimiento.¹

    Recuerdo haber leído la historia de mi milagro favorito en el que Jesús convirtió el agua en vino (lo sé, también es tu favorito). Estaba pensando en cómo Jesús usó su poder no solo para sanar, sino también para alentar la celebración de la vida. Sin embargo, cuando leí con más atención, noté algo que inicialmente me desconcertó y finalmente me obligó a comenzar a repensar la religión, la espiritualidad y todo aquello de lo que se trata Jesús.

    Me sentí como si hubiera entrado en el estudio de grabación de El Código Da Vinci. Al igual que los personajes que observan el cuadro de Leonardo, La última cena, para encontrar las pistas de un misterio antiguo, yo observaba un pasaje del evangelio de Juan para encontrar el significado de algo que nunca antes había notado. Lo que finalmente encontré fue solo una breve frase que revelaba un pequeño detalle de la historia, pero que se convirtió en el ojo de la cerradura a través del cual pude ver una realidad más grande.

    Sé que estoy parloteando demasiado sin decir lo que quiero decir. Eso es porque no quiero estropear la diversión. Pon atención a la historia para saber si notas lo mismo. Observa más allá del vino para descubrir el escándalo. Y aquí hay una pista: recuerda que Jesús hizo cosas con las que se ganó el favor de la gente común, mientras que, al mismo tiempo, enfureció a los líderes de la organización religiosa.

    Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús se encontraba allí. También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Cuando el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo:

    —Ya no tienen vino.

    —Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo? —respondió Jesús— Todavía no ha llegado mi hora.

    Su madre dijo a los sirvientes:

    —Hagan lo que él les ordene.

    Había allí seis tinajas de piedra, de las que usan los judíos en sus ceremonias de purificación. En cada una cabía unos cien litros.

    Jesús dijo a los sirvientes:

    —Llenen las tinajas.

    Y los sirvientes las llenaron hasta el borde.

    —Ahora saquen un poco y llévenlo al encargado del banquete —les dijo Jesús.

    Así lo hicieron. El encargado del banquete probó el agua convertida en vino sin saber de dónde había salido, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó aparte al novio y le dijo:

    —Todos sirven primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido mucho, entonces sirven el más barato; pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora.

    Esta, la primera de sus señales, la hizo Jesús en Caná de Galilea. Así reveló su gloria y sus discípulos creyeron en él (Juan 2: 1-11).

    ¿Qué te parece ese regalo de bodas? ¡Ahí van seis tinajas enormes llenas del mejor vino! Juan aclara que esos recipientes de agua tallados en piedra pueden contener 100 litros, entre 20 y 30 galones. Esto representa un gran total de entre 120 y 180 galones de vino, que llenarían más de 2000 vasos de cuatro onzas. ¡Demasiado combustible para una fiesta!² Es una buena forma de ingresar al nicho de mercado milagroso, ¿no crees? Pero esto es solo el principio.

    El Nuevo Testamento (aquella parte de la Biblia escrita después de la venida de Jesús) fue escrito en griego. Algunas versiones bíblicas diferentes a la que uso traducen como milagro, en el versículo 11, la palabra que aquí se traduce como señal, algo que apunta hacia la verdadera naturaleza del mensaje y la misión de Jesús. Este milagro no se trata solo de proporcionar un refrigerio a los huéspedes sedientos. Aquí hay más cosas en juego.

    Piensa en el simbolismo radical involucrado en este evento. La idea de convertir milagrosamente el agua en un líquido completamente diferente no debió haber sido novedosa para los invitados de la fiesta. Como judíos, deberían estar íntimamente familiarizados con la historia de Moisés, el legislador, a quien se le otorgó el poder de convertir el agua en sangre (ver Éxodo 4: 9), un símbolo del juicio de Dios. Ahora, Jesús viene con el poder de convertir el agua en vino, un símbolo de la bendición y la alegría de Dios (ver Salmo 104: 14-15). Algo estaba cambiando. En las Escrituras hebreas, escritas mucho antes del tiempo de Jesús en la tierra, Dios había profetizado que un día levantaría a un profeta como Moisés (Deuteronomio 18: 18).³ Como, esto es, que se asemejaría en algunos aspectos, pero que sería obviamente diferente. Moisés y Jesús le ofrecieron a la gente la libertad de todo lo que los esclavizaba, ya fuera Egipto, por un lado, o el pecado y el egoísmo, por el otro. Moisés logró esa libertad para el pueblo de Dios a través de demostraciones de ira y juicio de parte de Dios. Jesús la ofreció al mostrar la gracia y la misericordia de Dios. Esto no quiere decir que el Dios del Antiguo Testamento y el revelado a través de Jesús estén en desacuerdo o sean contradictorios. Solo significa que respondió de manera diferente a la humanidad en dos momentos diferentes de nuestro desarrollo y en dos contextos diferentes. Examina la relación de cualquier padre con sus hijos a lo largo de los años y verás cuán radical es el cambio en el estilo de crianza a medida que los niños maduran y las circunstancias se desarrollan.

    Por supuesto, no es extraño reconocer que el mensaje de Jesús fue de bendición y alegría. Pero, mientras continuaba contemplando esa "señal", me di cuenta de que, a través de su milagro, Jesús no solo estaba, agregándole contenidos a la tradición religiosa establecida. La estaba subvirtiendo. ¿Notas, entonces, el escándalo?

    Echa un vistazo al versículo 6. Juan nos dice que Jesús no hizo que el vino se sirviera de los recipientes ordinarios reservados para el vino. Al contrario, les dijo a los sirvientes que usaran los recipientes sagrados reservados para un ritual religioso. Cuando investigué este detalle más a fondo, descubrí que una de las tradiciones de algunos grupos religiosos de ese tiempo (especialmente las de un grupo influyente llamado los fariseos) era la habitual limpieza ritual de las manos. Ellos sumergirían sus manos en agua sagrada como una forma de simbolizar un deseo de permanecer puros del pecado del mundo (ver Marcos 7: 1-4).

    ¿Por qué, entonces, usaría Jesús estos frascos de piedra sagrada para que contuvieran el agua convertida en vino? Con toda seguridad, había otros recipientes disponibles que podían haber contenido el néctar de la alegría. Si se habían quedado sin vino, obviamente debía haber por ahí un montón de vasijas vacías dispuestas a recibir el líquido milagroso. Los frascos, las jarras, las botellas, los barriles y los odres de vino (lo que fuera que estuvieran usando) estaban ahí, vacíos, a la espera de ser llenados. Entonces, ¿por qué las vasijas de piedra? ¿Por qué los iconos sagrados de la tradición religiosa? ¿Por qué hacer intencionalmente algo tan ofensivo?

    Tenía ante mí un hecho inesperado, pero innegable: a través de su primer milagro, Jesús profana intencionalmente un ícono religioso. Elige deliberadamente esos recipientes sagrados para desafiar al sistema religioso, convirtiéndolos de iconos de purificación personal en símbolos de celebración relacional. Jesús nos lleva del agua bendita al vino de bodas. Del legalismo a la vida. De la religión a la relación.

    Jesús parece estar diciendo que su mensaje de amor —un amor de aceptación radical— es demasiado grande para ser contenido en las viejas formas de la tradición religiosa.⁴ Su vino nuevo exige odres nuevos (ver Mateo 9: 17).

    Yo sabía que frente a eso tenía que hacer a un lado mis presupuestos religiosos y dejar que el Jesús de las Escrituras fuera quien la Biblia dice que es, y no aquel que dos mil años de historia y tradición de la iglesia dicen que debería ser. Así comenzó mi búsqueda intencional de un Jesús tridimensional, más allá de las vidrieras de la religión que lleva su nombre.⁵ Quería aprender más sobre —y más de— el Jesús que cree que nuestro mundo necesita más vino y menos religión. Ahora sé que esta historia milagrosa y singular es simplemente la punta de un témpano de hielo irreligioso que se esconde en la Biblia.

    Los escritores de los evangelios, los cuatro libros bíblicos que registran la vida de Cristo, usan una palabra griega fascinante para describir el efecto que Jesús suele producir en su auditorio religioso. Ellos describen a Jesús como un skandalon, es decir, un escollo, una ofensa, un escándalo. Su énfasis parece ser que Jesús es una roca sobre la cual puedes construir tu vida tanto como tropezar con ella. Cualquiera que se aferre demasiado a sus preconceptos religiosos, tarde o temprano se ofenderá con Jesús. A menos que, por supuesto, haga lo que innumerables cristianos han hecho y domestique al Jesús histórico a través de años de tradición conservadora.

    Afortunadamente, el registro bíblico no permitirá que la agenda no religiosa de Jesús sea tan fácilmente descartada. Su espiritualidad subversiva fue un estilo de vida por el que estuvo dispuesto a morir y, como veremos más adelante, fue a través de su muerte que finalmente declaró el fin de la religión.

    En la segunda parte, exploraremos más ejemplos del comportamiento y la enseñanza de Jesús que son escandalosos para los conservadores religiosos de cada generación. Pero antes de eso, hay algunas cosas que deben decirse, incluida la importante tarea de aclarar nuestros términos, como lo haremos en el próximo

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