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Dudoso lexicón de filosofía A - C: Ensayos Aleatorios de un Especulador Irónico
Dudoso lexicón de filosofía A - C: Ensayos Aleatorios de un Especulador Irónico
Dudoso lexicón de filosofía A - C: Ensayos Aleatorios de un Especulador Irónico
Libro electrónico388 páginas6 horas

Dudoso lexicón de filosofía A - C: Ensayos Aleatorios de un Especulador Irónico

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Colección de ensayos filosóficos e irónicos, que relaciona conceptos y autores en unas 175 entradas, donde el autor trata de completar y actualizar otros diccionarios como el de Voltaire.
El libro habla de temas muy variados; filosofía contemporánea y antigua, autores tan dispares como interesantes: Confucio, Nietzsche, Arendt o Cicerón entre otros. Presenta el comunismo como concepto amplio secuestrado por Marx, así como extrañas conspiraciones desde una perspectiva crítica. También disfrutarás de la filosofía de la ciencia y la teoría del conocimiento; se homenajea en arquetipos imitables a animales como la cobra o el caracol, y se rompe el tabú de los vendedores: la religión y la política, con la ayuda de un calidoscopio.
Un conjunto de ensayos fresco y auténtico, que te animará a profundizar en los temas que más te interesen, en forma de una parodia de diccionario.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 jun 2023
ISBN9788409518760
Dudoso lexicón de filosofía A - C: Ensayos Aleatorios de un Especulador Irónico

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    Dudoso lexicón de filosofía A - C - Sócrates Barcelona

    Cubierta_Lexicon.jpg

    DUDOSO LEXICÓN DE FILOSOFÍA

    ENSAYOS ALEATORIOS DE UN ESPECULADOR IRÓNICO

    A-C

    SÓCRATES BARCELONA

    © Albert Pujol Jofré, 2023

    ISBN: 978-84-09-51876-0

    Corrección: Gustavo Sierra

    Diseño Cubierta: Sergio Blanco

    Digitalización: Mariana Eguaras

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    A mi madre M.ª Dolores,

    que sirva para aliviar

    lo que tuvo que sufrir al parirme.

    El libro que tienes en pantalla es una colección de ensayos aleatorios en forma de diccionario de la letra a a la c. Así, quiero dar homenaje al valor enciclopedista de la Ilustración, aunque esté algo pasado de rosca al querer presentar todo el conocimiento humano en un solo libro. Como este libro es irónico además de filosófico, es también una puyita a tanta presunción, a la cual le añado la mía propia al verme capaz de escribir sobre tanta cosa. Me parecía necesario, también, presentar ante el público de redes sociales digitales un conjunto de conceptos a la vez aleatorio y unitario, que condense y dé sentido al conocimiento, ante su constante disgregación en citas sueltas y resultonas, vídeos de un minuto y artículos inconexos. Este lexicón no solo te ayudará a entender la filosofía, sino también a entender mejor la relación que hay entre conceptos y autores, en unas 175 entradas donde trato de completar y actualizar otros diccionarios como el de Voltaire.

    Lo he titulado «lexicón» porque la palabra tiene la doble acepción de diccionario al uso, a la vez que es el conjunto de palabras que conoce una persona; y como es una palabra en desuso, me parecía suficientemente pomposa, a la vez que refleja exactamente lo que quiero referir: un torrente de conceptos que conozco, muy personales en su enfoque, que va y viene en forma de diccionario. Es mi lexicón y una parodia de diccionario: como verás todas las entradas tienen una definición, un cuerpo y una ilustración en palabras. Todo pretende ser irónico porque ni las considero verdaderas definiciones, ni lo que hay en el cuerpo es realmente objetivo (como nunca lo es); y luego en la ilustración escrita he tratado de añadir un contraste en forma de contraejemplo, chiste gracioso o no, anécdota, situación contradictoria o chocante, o hasta algún relato muy corto o diálogo; virtualmente, cualquier cosa que se me ha ocurrido, caricaturizando la parte de los diccionarios en que se usa como ejemplo la palabra definida. Es un contrapeso que relativiza lo dicho, porque no me veo autorizado, acaso nadie lo está, para afirmar nada con tanta rotundidad. La ironía también añade algo de humor a la razón, un valor que tampoco es absoluto.

    Verás que también es aleatorio, porque las entradas van saltando de tema en tema con poca relación, pero lo curioso del experimento es que alguna vez sí que la hay. Me atraía la idea de aleatoriedad y entropía, que relaciono con la costumbre en protocolo cuando no se quiere dar más honor a nadie; se pone a los invitados por orden alfabético, con lo que el primero puede ser un don nadie; aunque la primera entrada me ha salido bastante digna con la «academia» y la última sobre la «curiosidad», uno de los motores de la Filosofía.

    Quería aclarar también que en un primer momento mi deseo ha sido experimentar, aprender y hacerte partícipe de ello, un ensayo o esbozo que a veces funciona y a veces no, y que incluye el tema de la ortografía. Mi idea en un inicio era desencorsetar el libro de normas. Me llama la atención la libertad que tienen los artistas al pintar un cuadro o hacer una escultura, y la poca que tenemos los escritores al escribir, quizá por el monopolio de las editoriales o de la idea de una supuesta pureza de la lengua, que ha dado una importancia exagerada a ese tema; aunque también me ha llegado que hay lectores a quienes les molesta no encontrar ese canon en lo que leen, cuando también es verdad que no pretendo perderlos, de entrada, y he preferido que se quejen por lo menos después de haberse leído el libro. En ese sentido y como bandera, había pensado dejar de acentuar mi nombre, en un peligroso acto de rebeldía; no solo por eso, sino porque me he dado cuenta de que pocas veces se acentúa nada en las redes sociales y todo el mundo se entiende, a la vez que me parecía de justicia distinguirme del Sócrates original; él, que nunca escribió nada que se sepa, va con tilde, y yo, de una época más digital y que escribo mejor que hablo, tenía que ir sin, aunque finalmente ni me he atrevido a eso. Y ante esta cobarde retirada te quería reconocer la derrota, que viene a ser lo más honroso cuando se pierde una batalla. Y quería llorar en tu hombro y confiarte que no he tenido agallas para salirme del canon, y por lo menos decirte entre sollozos que pienso que las normas son y deben ser un reflejo de la lengua y no al revés. Te pido que llores conmigo, aunque sea de mentira.

    Por último, quiero decirte que este diccionario va de la a a la c, no por falta de presupuesto aun siendo escritor primerizo, sino porque quería que cada letra tuviera un cuerpo bastante extenso, pero a la vez, como trabajador protegido por derechos laborales irrenunciables, me he reservado la libertad de cambiar de actividad, en total higiene ergonómica, y escribir otros libros entre medias. Por tanto, si algún día se llega a la z, paciencia.

    También quería añadir una pequeña propuesta de lectura: el libro lo he pensado para leerse de corrido, de principio a fin. Creo que es bastante ligero si te gusta la filosofía, precisamente porque son entradas cortas refrescadas por la ilustración escrita. Pero verás que si algún tema lo quieres consultar directamente, se puede usar como diccionario también. Además, en muchas entradas hay referencias a otras relacionadas, algunas de este mismo volumen, y otras preparadas por si en un futuro se completan más volúmenes, en un intento de conectar en red los conceptos, tanto similares como opuestos. Además, si ves algo que te llame la atención lo puedes consultar en otras entradas, de forma que tienes total libertad de movimiento. Saber que eres libre en este formato me reconforta y me libera a mí también.

    En línea con su lectura quiero plantear una pequeña guía sobre el contenido. Hay algunas entradas, como las de «filosofía antigua» y «filosofía contemporánea», que me han salido más extensas. Fíjate que he optado por poner la segunda palabra primero, una por la a y la otra por la c, para que en palabras muy relevantes, como «filosofía», el contenido quedara más variado, tanto al escribirlo como al leerlo. Me considero un hiperactivo no diagnosticado y si he sido capaz de escribir el libro, tú también podrás leerlo aunque tengas el mismo problema. Como digo, las entradas más completas son quizá las que me han animado más interés, pero no ha habido un plan inicial ni ninguna barrera autoimpuesta. Me he puesto a escribir y lo que ha salido es lo que tienes. Así, es curioso ver el resultado: «banca» y «capitalismo» están especialmente tratadas, así como «comunidad» y «comunismo»; uno de los personajes que se estudian con más detalle es Confucio, y, finalmente, la palabra «conspiración», que me llama la atención por su potencial especulativo y donde hablo de un curioso libro descatalogado. También se habla de teoría del conocimiento en entradas como «certeza» o «conocer»; de ciencia en las de «ciencia» o «ciencia, filosofía de la»; homenajeo a algunos animales, como en las entradas de «cobra» o «caracol», introduciendo arquetipos imitables; se habla de Nietzsche bastantes veces, como en las entradas de «aforismo» o «apolíneo», y de otros autores importantes, como Agustín, Aristóteles, Cicerón y Arendt. Hablo de política y sobre el Estado, y verás que muchas veces es en sentido amplio, como el poder establecido (distinguiéndolo de «los estados»), en las entradas de «constitución» y «contrato» entre otras; y de muchos temas distintos, como «agua», «ajá» o «calidoscopio», palabras que por algún motivo me despiertan admiración o un interés filosófico. También hablo de religión y espiritualidad, desde una visión integradora, en entradas como «Buda», «Bhagavad-gītā» o «cábala». En definitiva, un caos ordenado y relacionado entre sí, una amalgama de conocimiento con sentido, con un enfoque filosófico, en el sentido tanto de amor a la sabiduría como de aproximación crítica y de sospecha.

    Así, este lexicón es dudoso, tanto por la metodología como por su reputación, porque nadie me conoce y porque me considero un especulador en un mundo en que se los ensalza pero a la vez se los considera rastreros. La contradicción es triple: al especulador financiero se le cubre de riquezas mientras muchos la consideran una profesión despreciable, y al especulador filosófico se le dan palmaditas en la espalda mientras se le deja en la indigencia. Sin embargo ambos viven una suerte de vida contemplativa.

    Por último, verás que siempre trato al diccionario de humilde: si algo no pretendo ser es objetivo, riguroso, ni siquiera aceptable, pero juego con la ironía de aparentar serlo. Pretende ser un conjunto de ensayos fresco, original o por lo menos auténtico, y que sobre todo te anime a profundizar en los temas que más te interesen, en forma de una parodia de diccionario. En definitiva, que te sirva no para tener todo el conocimiento de la enciclopedia, sino para animarte a salir del diccionario y volver cuando te plazca. Ah, y si lo lees en pantalla grande, quizá quieras configurar la vista en dos columnas, para participar también del teatro de esta divina parodia.

    A

    academia lugar donde aprender, lugar donde enseñar.

    El concepto de academia puede resultar tremendamente atrayente para los que buscan el conocimiento. Su único defecto: fue fundada por Platón, uno de los filósofos menos democráticos. De ahí puede venir una cierta suspicacia, en si el concepto de academia puede ser peligroso o no. Quizás ocurra como con la técnica: su moralidad depende del uso que se haga de ella.

    «¡Yoshua! Levanta que vas a llegar tarde a la academia, joder», dijo la sufrida madre al futuro desempleado.

    acólito -a seguidor fiel, disciplinado y hasta fanático.

    Puede producir una extraña sensación de admiración y miedo ver cómo una o más personas siguen a otras de manera ciega. Quizá si la organización es positiva para la sociedad sea motivo de admiración. Pero ¿quién hace ese juicio de valor?

    Al niño de ocho años le agrada sobremanera el videojuego donde simula ser un acólito asesino.

    aconsejar dar a alguien una orientación de qué debe hacer o cómo.

    En España y muchos otros países supera al fútbol como deporte nacional, incluso en Argentina. La prueba es que muchos bares y tabernas están llenos de aficionados que tienen la desfachatez de opinar lo que un entrenador o jugador de primera división debe hacer. Si ni siquiera estos grandes profesionales se salvan de esa actitud, no cuesta imaginar el alud de consejos que recibirá la ciudadana media sin pedirlos. Esto lleva a introducir el concepto de autoridad, que Platón llevó hasta el extremo de olvidar que todos tenemos derecho a opinar, equivocarnos y rectificar.

    «¡Chuta, chuta! ¡Pero qué malo que es!», dijo el gordito antes de terminarse la quinta cerveza.

    acreedor -a que tiene derecho a recibir el pago de una deuda.

    La deuda es una de las bases del sistema financiero global y muchos intuyen que, por ello, el sistema se basa en un gran pufo. Los musulmanes tuvieron el acierto de mirar con reparo este concepto. Y en el pueblo hebreo, los préstamos, tradicionalmente, tenían una fecha de vencimiento muy limitada. Sin embargo, nuestra cultura abraza el concepto de tal manera que un país, una empresa o una persona pueden hipotecar su futuro en una relación malsana y esclavizante para toda la vida. El remedio: la prudencia, la educación financiera y la autodisciplina, valores que los acreedores se ocuparán de esconder a la masa en la medida que el resto de los agentes sociales se lo permitamos. Parece razonable creer que no es muy prudente que un Gobierno adquiera una deuda mayor de 81 años, una empresa 27 y una persona de a pie, nueve. Si no lo puedes pagar en esos plazos… quizá no te lo puedes permitir.

    «Buenas tardes. Le habla Casandra, de la empresa de recobros. Doña Pepita: procure pagar alguna cuota, que si no el banco se verá obligado a ejecutar», avisó la teleoperadora a la madre de Yoshua.

    |Ver banca|

    acrópolis recinto en la parte alta de las ciudades de la antigua Grecia, donde se emplazaban templos y otros edificios.

    Tiene algo de poético pensar que durante siglos los habitantes de la ciudad tuvieron inquietudes religiosas tan diferentes a las actuales o incluso a las ateas. Parece que el politeísmo en esa cultura no impedía un cierto respeto por el culto ajeno, una cierta tolerancia.

    —Qué bella es la Acrópolis —dijo el viejo viajero, con lágrimas en los ojos—. No me importaría que este fuera mi último viaje.

    actitud predisposición hacia un hecho, acto o idea.

    Es de vital importancia revisar la actitud que tiene una persona hacia lo que puede hacer o lo que le puede ocurrir. Eso muchas veces determina el resultado final y lo que es más importante: la vivencia que tenemos de esos mismos hechos.

    —Te falta actitud —le dijo la amargada profesora al futuro emprendedor.

    —Me sobra —pensó él.

    adelantar avanzar el pago de un servicio o producto.

    Es sorprendente cómo se puede cobrar por algo que no se ha realizado todavía. Si el primero que lo hizo hubiera sido mínimamente consciente del significado de eso, hubiera temido por lo menos un vórtice espacio-tiempo. Solo la confianza lo para.

    —A ver si me puedes adelantar unos días para pagar el alquiler.

    —¿Acaso pone «banco» ahí afuera? —le contestó su encargado, con una desagradable cara de sorpresa.

    adicto -a dependiente de una sustancia externa o interna al cerebro.

    Su cuerpo y su mente le piden a gritos hacer cosas que no quiere hacer. Es entonces cuando puede darse cuenta de que no solo es su cuerpo y su mente. Esa disociación malsana le hace vivir en primera persona que es posible querer algo distinto a lo que nos pide el cuerpo o la mente. Hoy día la cantidad de adicciones que existen crece: a las tradicionales como el alcohol, el tabaco o la cocaína se suman otras, como los juegos de azar en el móvil, la pornografía o sustancias mucho más potentes que la heroína, como el fentanilo, que hace décadas que existe pero ahora es de uso común como droga sin fines médicos. Son reveladoras las investigaciones del psicólogo Bruce Alexander, que concluyen que es mucho más probable que alguien infeliz se vuelva adicto que no alguien que tiene una alternativa de vida a la adicción: familia funcional, amigos, trabajo, hobbies, etc. Eso implica que una sociedad llena de adictos es una sociedad con bolsas de infelicidad. Países como Islandia han llevado a cabo desde finales del s. xx programas de choque de éxito contra las drogas y las adicciones, basados en dar a los jóvenes la posibilidad de disfrutar de actividades culturales y deportivas. La pregunta es ¿a quién le interesa que esto no suceda? En la brillante novela Un mundo feliz de Aldous Huxley, título por cierto irónico a más no poder, el Estado totalitario administra a los ciudadanos una droga fabulosa. Eso es drogar por acción. La sociedad actual y los Gobiernos drogan a la población por omisión, creando condiciones de vida que aumentan la demanda de drogas.

    —Calla, puto yonqui —zanjó el skinhead antes de pegarle la paliza.

    |Ver nofap y pornografía|

    adoctrinar inculcar ideas o creencias.

    Si bien el significado no tiene por qué ser negativo de entrada, se suele utilizar actualmente como un término peyorativo, mientras que sería más útil responder quién tiene derecho a inculcar ideas, cómo, a quién y en qué medida. Porque, como señaló Foucault, no está tan clara la legitimidad de los conceptos de «institución» y «normalidad». Eso cuestiona frontalmente la legitimidad del concepto de «autoridad» de instituciones como el Estado, la familia, la profesión médica o psiquiátrica, los medios de comunicación o incluso las amistades en tanto que fuente de presión social. Los que critican el concepto de «adoctrinamiento», muchas veces, no han revisado a fondo la validez del adoctrinamiento que ellos mismos sufrieron y sufren.

    —No quiero que adoctrinen a mi niña y menos que la traumaticen.

    —Mire: nosotras no queremos adoctrinar sino dar doctrina, que es distinto. La pregunta es qué doctrina quiere que aprenda su hija, porque alguna va a aprender —le respondió la monjita, que se había levantado a las cinco de la mañana.

    Adorno, Theodor uno de los máximos exponentes de la teoría crítica planteada en la primera generación de la Escuela de Frankfurt (s. xx).

    Su objetivo es aproximarse al concepto de razón ilustrada, para ver cómo es compatible ese concepto con la barbarie de su siglo (guerra mundial, campos de concentración, etc.). Plantea una suerte de dialéctica que toma como referencia la hegeliana de un modo negativo: después del choque dialéctico el resultado, más que una síntesis ordenada, es un conjunto de contradicciones internas que se han revelado.

    «Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie.» Theodor Adorno.

    |Ver crítica|

    afecto sentimiento de cariño e inclinación hacia alguien.

    Es uno de los modos más entrañables de las relaciones humanas y se puede mostrar con gestos como una sonrisa, un beso o un abrazo, así como con una palabra bonita.

    «Ella me da cariño, a veces hasta la tomo de la mano», dijo el putero en un momento de cuestionable ternura.

    aforismo declaración poética de un principio moral.

    Uno de sus máximos exponentes filosóficos es Nietzsche. Quizá los utilizó porque suponen un reto al concepto de razón ilustrada y científica, en el sentido de que son una síntesis perfecta de razón y sentimiento. Esto lo hace el autor alemán desde un incuestionable conocimiento de la cultura griega clásica (rica en aforismos), que reconoce dos grandes facetas de la existencia humana: lo apolíneo (razón, palabra, orden) y lo dionisíaco (desenfreno, pasión y caos). La poesía, al ser un arte, implica sentimiento y sensibilidad: algo más allá de la razón. Al expresar un concepto moral y quizá racional, contradictorio o humorístico a la vez, se puede lograr una especie de mensaje subversivo y escrito al margen del libro (de la Razón), algo que muy probablemente atraía a Nietzsche y puede que a parte de su estela (Deleuze).

    «Nunca consideres el estudio como un deber, sino como una oportunidad para entrar en el maravilloso mundo del saber.» Albert Einstein.

    agnóstico -a escéptico respecto a Dios.

    Al decir que no se puede conocer a Dios en caso de que exista, la persona agnóstica afirma que todos los santos, budas y yoguis de la historia están equivocados o mienten. Además, como no se atreve a negar la existencia de Dios, reconoce que un ser infinitamente sabio, bueno y poderoso puede existir, pero no se quiere (porque poder, puede) mostrar a la humanidad por algún extraño motivo; algo difícil de sostener.

    —Creo que tengo una crisis de fe, padre.

    —A ti lo que te pasa es que no duermes y trabajas demasiado, hombre. Descansa unos días y charlamos, ¿vale?

    ágora foro donde poder discutir, negociar e intercambiar.

    Una vez más la Grecia clásica nos plantea una manera de hacer crecer la ciudad. El ser humano, como ser social, parece inclinado al intercambio económico, afectivo o cultural. Reservar un lugar o lugares para hacer eso parece útil y necesario. Y el hecho de que en el ágora se pueda intercambiar de todo nos recuerda que el ser humano no está dividido en compartimentos estancos. Estas clasificaciones del saber las hacemos para poder ordenar el conocimiento del ser humano y sobre el ser humano, pero no son reales, sino imaginarias.

    «Curioso es que Sócrates fuera condenado en el mismo sitio donde enseñó, el ágora», pensó el joven filósofo tras leerse su vida.

    agua elemento líquido; lágrimas del cielo que quitan la sed.

    Parece que el agua es condición necesaria de la mayor parte de vida en el planeta, si no de toda. El debate viene al tratar la cantidad y calidad del agua como recurso de la humanidad. ¿De quién es el agua? ¿Es acertado tratarla como un bien privado cuando es de común acuerdo considerar a la vida como un derecho universal de las personas? Y en cuanto a su calidad, en muchas áreas del mundo su potabilidad es insuficiente. Se dice que el agua (potable) es y será un recurso escaso.

    Por otro lado, el agua ha despertado una especie de interés magnético como elemento que ilustra la maleabilidad de lo suave y la capacidad que tiene de ejercer fuerza. Es la idea taoísta del yin, representada muchas veces por el agua, que fluye, corre y está perfectamente en calma así como puede destruir un peñasco con años de oleaje. Así, yin puede ser más fuerte que yang y la calma puede preceder a la tormenta. Este es el principio del wing chun.

    —Si pones agua en una taza se convierte en la taza; si la pones en una botella se convierte en la botella. Be water, my friend —le dijo Bruce Lee al atónito periodista.

    aguacate fruto alcalino que alarga la vida.

    Este alimento representa la tendencia de principios del s. xxi a comer sano. El problema se plantea cuando vemos que, por muy sano que sea un alimento, es dudosa la sostenibilidad de su consumo cuando viene de muy lejos: para comer sano movilizo un transporte que cruza el Atlántico. ¿Cuánta agua necesita una plantación de aguacate? ¿Cuánto combustible y demás parafernalia cuesta llevarlo a mi plato? Lo que pago por el aguacate, ¿cubre el coste al ecosistema? Es paradójico, pues, que personas preocupadas por la salud estén consumiendo un fruto que no es que en sí sea malo, pero que está envuelto en tanta controversia. Por ello, algunas personas optan por consumir productos de cercanía y algunas empresas apuestan por su distribución, que también tiene beneficios económicos.

    «Yo no sé si te voy a poner agua, pero el cate te lo llevas como no empieces a estudiar», le soltó la profesora a un impotente Jaimito, que no terminó de entender el juego de palabras.

    Agustín de Hipona filósofo, padre (y doctor) de la Iglesia (s. iv-v).

    Siendo una de las figuras más reputadas de los inicios del cristianismo, san Agustín no ve oposición alguna entre fe y razón, sino más bien las entiende como complementarias (si bien prima a la primera). Es una idea recurrente a lo largo de su obra y quizá marca estilo en toda la tradición cristiana. Recordemos que los seguidores de esta religión no siempre fueron mayoría; este obispo entra al trapo en discusiones y polémicas con otros modos de pensar y creer, como el maniqueísmo y el arrianismo, para quienes el mundo era una eterna lucha entre el bien y el mal y Dios no es trinitario, respectivamente.

    Una de sus doctrinas más bellas es la idea de ciudad de Dios, por la cual en la sociedad conviven dos ciudades: una virtuosa, que vive en pos de Dios, y otra, terrenal y corrompida. Clara es la influencia maniquea ahí, rumiada, eso sí, por su cristianismo. Esa idea tiene implicaciones interesantes: 1. Los principios que deben regir la república deben ser divinos o cristianos, pero la Iglesia tiene el pecado dentro: no por ser Iglesia es pura, con lo cual no por ello tiene por qué gobernar la república. 2. Los paganos pueden pertenecer a la «ciudad de Dios». 3. Hay un sentido abierto de ciudadanía.

    Finalmente, la ética agustiniana está centrada en el amor: «ama y haz lo que quieras»; el amor es, pues, fuente de virtud, única condición de moralidad. Ese amor es fuente de justicia y paz: las riquezas deben distribuirse y el diálogo tiene más mérito que la guerra.

    La leyenda cuenta que san Agustín paseaba por la playa y vio a un niño que iba tomando agua del mar y la iba poniendo en un hoyo.

    ¿Qué haces? —le preguntó el santo.

    —Trato de poner toda el agua del mar en el bujero.

    —Pero eso es imposible —contestó el sabio.

    —Más imposible es que tú entiendas el misterio de la Trinidad: un solo Dios, tres personas.

    «Dios hace posible lo imposible», pensó Agustín antes de poder agradecerle al ángel esa lección y que desapareciera en la aurora.

    ahorrar guardar dinero para eventualidades.

    El tema del ahorro se puede ver desde un punto de vista triple. 1. ¿Quién debe, o más importante: quién va a pagar por los sucesos imprevistos o previstos del futuro? Si lo paga el Estado lo llamamos pensión y cobertura (sobre todo sanitaria, pero también de accidentes, etc.); si lo paga la familia o individuo, lo hará con sus propios ahorros y/o la contratación de un tercero (seguros). En todo caso, vale la pena que nos preguntemos quién lo va a pagar, cuándo y cuánto; deberemos actuar en consecuencia. 2. La sociedad occidental nos alienta de forma repetitiva hacia el consumo a través de la dichosa (en positivo o negativo) publicidad. Sin embargo, queda la duda de si la sociedad anima de un modo tan intenso al ahorro o a prever el futuro. Además, parece evidente que el gasto, o a lo sumo la inversión, son necesarios para la buena salud de la economía. ¿Existe suficiente educación financiera que apoye esta senda de sostenibilidad? 3. Los bancos dan servicios cuya materia prima es el dinero; parece que ganan más dinero con el préstamo que con el ahorro. ¿Deben ser nuestros únicos asesores?

    —¡Compre este magnífico televisor ahora y ahorre un increíble 10 %!

    —El problema no lo tengo con el 10 % sino con el noventa —le dijo Yonatan a su compañera al ver el anuncio redactado en mazmorra.

    aire gas que cuando está limpio se respira sin efectos secundarios.

    Como buena gente de letras, nos podemos resistir a llamarlo «gas». Parece más poético llamarlo «líquido respirable». El tema del aire es capital en la vida personal y política, puesto que incide directamente en la salud de las personas y puede recordar en un suspiro al tema de la propiedad: ¿de quién es el aire? Si para aportar buena salud debe estar limpio, ¿no tiene derecho a cobrar quien lo limpia, a modo del Desafío total, de escribir «Schwarzenegger»? Pero, a su vez, si es condición para la vida humana, que se suele ver como un derecho fundamental, ¿cómo se pretende cobrar por algo ligado a un derecho tan fundamental? Finalmente, algo tan básico como el aire se ha vuelto problemático desde la Revolución Industrial; parece muy importante garantizar su gratuidad y calidad.

    —Tiene que dejar de fumar.

    —Pero si yo no fumo, doctor —le dijo Hossain al médico en Daca (Bangladesh).

    aislacionismo relativo a quien defiende apartarse de la relación con otros países.

    Un ejemplo claro es la República Popular Democrática de Corea a finales del s. xx. Sea por imposición o por voluntad propia, la pregunta es si es posible o sostenible tal aislamiento. En un mundo globalizado es difícil sostener la idea de un aislamiento puro, pero también viene a la mente saber hasta qué punto tiene un país extranjero derecho a inmiscuirse en asuntos ajenos: ¿no tiene derecho un Estado a organizarse como buenamente quiera? ¿Qué criterios se usan para hacer ese juicio de valor? En la guerra de Irak, el presidente Bush hijo, que bromeó por no haber encontrado armas de destrucción masiva en ese país (después de una guerra que se dice provocó alrededor de medio millón de muertos), calificó a Corea del Norte, Irán e Irak como el Eje del Mal, mientras alternaba con Arabia Saudí, China e Israel. Lo justificó por ser estados que tenían armas de destrucción masiva, no respetaban los derechos humanos y financiaban el terrorismo. Luego se fue a acostar y durmió bien esa noche. La pregunta es si es posible el aislamiento y si es buena idea olvidar por completo las relaciones exteriores, relaciones con la realidad, en definitiva. El idealismo tipo platónico puede seducir a algunos, pero si consiste en cerrar los ojos a la realidad puede convertirse en un trampolín al abismo. Como decía Aristóteles, la política debe partir de la realidad.

    «¿Es posible el intercambio de bienes sin intercambio de personas? ¿Es posible el intercambio entre personas sin intercambio de ideas?», se cuestionó el joven liberal antes de ser lanzado a los leones del totalitarismo.

    ¡ajá! exclamación por la aparición de una idea propia o ajena.

    Cuántas satisfacciones da el «ajá». Por una idea propia, suele venir después de un largo trabajo de reflexión, investigación y búsqueda. Manifiesta un premio que viene de sorpresa. Si es por una idea ajena indica satisfacción o aprobación. Implica pues consenso. Esta palabra tiene, pues, un componente creativo y social bastante enigmático.

    «¡Eureka!», gritó el joven al encontrar todas las respuestas del examen.

    |Ver curiosidad|

    ajedrez juego de mesa con piezas blancas y negras que desarrolla la lógica, la estrategia y virtudes como la paciencia y la observación.

    Llama la atención la antigüedad y orígenes del juego en la India, lo que le añade glamur y solera. Si bien Kaspárov titula de forma bien irónica su magnífico libro Cómo la vida imita al ajedrez, luego muestra de forma brillante cómo podemos aprender a vivir con lo que nos enseña este juego que es más bien un arte. Sería bueno que los niños aprendieran ajedrez en el colegio para desarrollar su capacidad lógica. Además, observamos que las piezas tienen un significado social de la época en que se fue creando. De entrada, las piezas son blancas y negras, quizá para representar la guerra entre moros y cristianos; quien pierde al rey pierde la partida, y quien pierde a la dama, o reina, poco le falta. El rey se puede encerrar en su castillo y en caso de necesidad puede defenderse de forma digna. La dama es la reina del juego: versátil y peligrosa tanto en la defensa como en el ataque, puede controlar casi toda la política; parece que sea el enemigo formidable que nadie quiere tener dentro o fuera de palacio. Las torres simbolizan la defensa del castillo y pueden dar apoyo en el ataque. Los alfiles, que en inglés se llaman bishops, u obispos, simbolizan el poder de la Iglesia en la política y son tan peligrosos como los caballeros, que vienen representados por caballos que avanzan más rápido que un peón. Estos representan a la infantería en batalla y suelen ser los primeros en caer.

    Sin embargo, el ajedrez tiene un lado oscuro. La expresión «sacrificar a un peón» (o cualquier otra pieza) es bien elocuente:

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