n neologismo para empezar, Forges lo explicaba así. Dos presos se lamentan en su celda de las circunstancias que los han llevado hasta allí. «Yo estoy aquí por decir en lugar de El otro cariacontecido le responde: «Pues yo por decir en lugar de. «Jo, es que tú eres pelín provoca…» Y es que la cosa (la) de los neologismos alcanza cotas de chiste (de, por entendernos). No es que un neologismo sea en sí mismo algo negativo para el lenguaje sino muy al contrario, es esencial para su natural evolución. En ocasiones, es absolutamente necesario; cuando designa algo que simplemente no existía antes; desde un «automóvil» a una «tomografía axial computerizada», por ejemplo, o a «descarrilar», que aparece por primera vez en un diccionario en 1853, pues sin la aparición de los trenes algo podía «descarriar» pero no «descarrilar». También en ocasiones es necesario un neologismo para algo tan viejo como el pan, pero se utiliza para variar, por ejemplo, una semántica negativa que se sobreentiende al emplear ese término, véase el ejemplo de «subnormal» por «persona con discapacidad», en un principio, o «persona con diversidad funcional» más recientemente, o el emplear el muy antiguo de «frigidez» para referirse a una mujer que padece anorgasmia. Pero hay otras ocasiones en las que los neologismos son simplemente innecesarios y solo reflejan un querer estar a la última demostrando, la mayoría de las veces, una forma de colonización cultural del imperio norteamericano, los anglicismos de los que se burlaba Forges, y otras veces son simplemente una ocurrencia ridícula, como aquello de la «portavoza», neologismo que no parece prosperar porque antes que inclusivo y paritario es ridículo. La idea principal que ha provocado que, en nuestros días, la sucesión de neologismos sea apabullante es la pretensión, casi siempre falsa, de haber descubierto algo que antes no existía y presentarlo como la ultimísima novedad a la que hay que afiliarse o comprar. En ocasiones es verdad que los neologismos técnicos son necesarios hoy en día en una tecnología disruptiva y acelerada como la nuestra, pero suele resultar, la inmensa mayoría de las veces, innecesario o una sandez el emplearlos en el o el sexo ; que es algo ya más que inventado y que no porque muchos lo descubran y otros lo presenten como un neologismo no tiene ya su historia.
