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Bienaventurados los ambiciosos: Cómo corresponder al deseo de Dios
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Bienaventurados los ambiciosos: Cómo corresponder al deseo de Dios
Libro electrónico114 páginas2 horas

Bienaventurados los ambiciosos: Cómo corresponder al deseo de Dios

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La ambición tiene bastante mala prensa entre los católicos. Algunos la consideran una búsqueda del ego y la vanagloria, y reducen su sentido a la simple ambición mundana. Pero se puede lograr otro punto de vista más pleno si tratamos de considerarla "desde Dios".

Nuestra época se define a veces como la era del vacío, del desencanto, de la pérdida de valores. Se hace cada día más urgente que recuperemos el deseo de grandeza, la confianza en la vida y el entusiasmo por seguir adelante. Porque Dios es ambicioso con cada uno de nosotros, y nos enseña también a serlo. Este libro se propone mostrar por qué y cómo cooperar humildemente con la inmensa ambición de Dios hacia nosotros.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 sept 2023
ISBN9788432164859
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    Bienaventurados los ambiciosos - Thomas Joachim

    Cubierta

    THOMAS JOACHIM

    BIENAVENTURADOS

    LOS AMBICIOSOS

    Cómo corresponder

    al deseo de Dios

    EDICIONES RIALP

    MADRID

    Título original: Heureux les ambitieux

    © 2022 Éditions des Béatitudes S. O. C.

    © 2023 de la versión española realizada por

    Miguel Martín

    by EDICIONES RIALP, S. A., Manuel Uribe 13, 28033 Madrid.

    Manuel Uribe 13-15, 28033 Madrid

    (www.rialp.com)

    No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    Preimpresión: produccioneditorial.com

    ISBN (edición impresa): 978-84-321-6484-2

    ISBN (edición digital): 978-84-321-6485-9

    ISBN (edición bajo demanda): 978-84-321-6486-6

    ÍNDICE

    INTRODUCCIÓN

    PRIMERA PARTE. AMBICIOSOS COMO NIÑOS

    1. Pequeña historia de la grandeza de alma

    2. La mala ambición

    1. La ambición puede ser vana y nociva para nosotros

    2. La ambición de unos puede ser nociva para los demás

    3. La ambición puede oponerse a la gloria de Dios

    3. La buena ambición

    1. La buena ambición es benéfica para nosotros

    2. La buena ambición sirve a los demás

    3. La ambición por Dios

    4. El verdadero espíritu de infancia

    1. El síndrome de Peter Pan

    2. El complejo de inferioridad y la voluntad de poder

    3. Nietzsche y Teresa del Niño Jesús

    4. Ser joven de espíritu

    SEGUNDA PARTE. LOS TRES ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LA AMBICIÓN

    1. La vía del deseo

    1. Para hacer eficaz el deseo

    2. El sueño de Dios en el sueño de los hombres

    3. El vigor sereno del deseo

    2. La confianza

    1. ¿Qué es la confianza?

    2. ¿En quién confiar?

    3. ¿Cómo potenciar nuestra confianza?

    3. La combatividad

    1. Vencer al león

    2. Superar el desaliento

    TERCERA PARTE. LAS SIETE AMBICIONES DE DIOS PARA NOSOTROS

    1. El orden de sabiduría del Padre Nuestro

    2. Las siete peticiones del Padre Nuestro

    1. «Santificado sea tu nombre». Vivir del don de temor de Dios

    2. «Venga a nosotros tu reino». Vivir del don de piedad

    3.«Hágase tu voluntad». Vivir del don de ciencia

    4.«Danos hoy nuestro pan de cada día». Vivir del don de fortaleza

    5. «Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden». Vivir del don de consejo

    6. «No nos dejes caer en la tentación». Vivir del don de inteligencia

    7. «Y líbranos del mal». Vivir del don de sabiduría

    3. Padre nuestro que estás en el cielo, haz de la tierra un cielo

    Conclusión

    1. Más ancha

    2. Más larga

    3. Más alta

    4. Más profunda

    INTRODUCCIÓN

    «Tengo tanta ambición para tu alma»1.

    Santa Isabel de la Trinidad

    Al hombre que no se atrevía a avanzar, el Señor le dijo: «Amigo, sube más alto»2. Maurice Zundel sugiere que estas palabras caracterizan el mensaje de Jesús: «Sube más alto, nunca es suficiente. Sube más alto. Porque justamente tú no puedes realizarte más que divinamente, no puedes satisfacer tus deseos sino yendo hasta el final, hasta el infinito»3. Vamos a ver por qué y cómo atrevernos a «ir más arriba», por qué y cómo ser ambiciosos.

    Hablar positivamente de ambición puede parecer paradójico, pues la ambición tiene mala prensa, sobre todo entre los católicos. Evoca el orgullo, la vanidad, la rivalidad, y con frecuencia el ridículo. Hay que decir que la etimología de la palabra no ayuda: deriva del verbo latino ambire que quiere decir: «Ir alrededor». En la Edad Media, designaba la campaña de los candidatos en una elección para pedir los votos. La ambición remite pues a la idea de cortejar a los electores, con todo lo que eso implica de arribismo y de bajeza. En la Biblia, por otra parte, las escasas ocurrencias del término se refieren siempre a un pecado4.

    Entonces, ¿por qué un libro sobre la ambición? ¿Y por qué proclamar: «Bienaventurados los ambiciosos»? El subtítulo lo explica: vamos a hablar de «cómo corresponder al deseo de Dios». Mi intención no es evidentemente exaltar la ambición mundana, la de los Rastignac5 de todos los tiempos. Trato más bien de mostrar cómo cooperar humildemente al deseo inmenso que tiene Dios de nosotros.

    ¿Qué pasaría si fuésemos más conscientes de la grandeza de su ambición para nosotros, de lo que desea para nosotros? Amaríamos sin duda más la vida, recuperaríamos fuerzas, seríamos más entusiastas. Es esta intuición la que me ha animado a escribir este libro. Nuestra época es morosa. Se la describe a veces como la era del vacío, del desencanto, del nihilismo o del hundimiento de los valores. En este contexto, es urgente recuperar el deseo de grandeza, la confianza en la vida y la energía para ir adelante. Es la actitud propia de los niños.

    En una primera parte, titulada: «Ambiciosos como niños», trataré de mostrar cómo la tensión hacia lo que es grande caracteriza el verdadero espíritu de infancia evangélico. Se tratará de subrayar el carácter positivo de la ambición.

    En un segundo momento, miraré cómo cooperar con la ambición divina. Esta parte, titulada «Los tres elementos constitutivos de la ambición», subrayará los aspectos de nuestra vida interior que hay que desarrollar particularmente para entrar en la ambición de Dios para nosotros: el deseo, la confianza y la combatividad.

    Finalmente, en una tercera parte, consideraré la ambición de Dios para nosotros. Esta parte, titulada «Las siete ambiciones de Dios para nosotros», se presentará como un comentario de la oración del Padre nuestro. Nos dará la clave de la ambición cristiana, pues no podemos vivir del deseo de Dios para nosotros más que pidiéndole realizarlo él mismo en nosotros.

    Primera parte AMBICIOSOS COMO NIÑOS

    «Las personas mayores han sido primero niños

    (Pero pocos lo recuerdan).

    Corrijo, pues, mi dedicatoria:

    A León Werth cuando era niño».

    Saint-Exupéry, Dedicatoria de El Principito

    ¿No habría nada como una «buena» ambición y una «mala»? Las dos parecen tender a una especie de grandeza, pero su finalidad, sus medios y sus maneras divergen:

    Una «buena ambición» mirará a algo magnífico, mientras que una ambición desviada mirará solo a una posición superior: es la ambición del «arribista», que aspira más a las dignidades que a la verdadera grandeza;

    la manera de portarse del buen ambicioso será noble y orientada a los demás, mientras que el arribista estará dispuesto a todas las bajezas para alcanzar su objetivo y satisfacer su narcisismo.

    En la lengua clásica, sin embargo, esta distinción no aparece casi nunca. La palabra «ambición» solo tiene un valor positivo muy recientemente, por influencia del liberalismo que hace de ella un motor para la acción. Por eso hay que ocuparse primero del carácter positivo de la ambición: «Un hombre no es desgraciado porque tenga ambición, sino porque sea devorado por ella»6.

    1. PEQUEÑA HISTORIA DE LA

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