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Periferias emancipadas: Políticas de la representación espacial en la Iberia reimaginada
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Periferias emancipadas: Políticas de la representación espacial en la Iberia reimaginada
Libro electrónico231 páginas3 horas

Periferias emancipadas: Políticas de la representación espacial en la Iberia reimaginada

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El poeta irlandés Patrick Kavanagh distinguía entre el provinciano y el pueblerino. El provinciano, decía, siempre mira de reojo a la gran ciudad, mientras que el pueblerino nunca duda de la validez artística de su propia tierra. Periferias emancipadas reclama esa validez y propone una nueva mirada sobre aquellas literaturas ibéricas que, al emanciparse de su antiguo centro, se convierten en lugar de vanguardia y experimentación artística; cuestionan el canon y lo reformulan, afirman el poder renovador de la subjetividad. Martín López-Vega analiza y pone en relieve las valiosísimas aportaciones de las literaturas peninsulares (catalana, vasca, gallega y asturiana) al coro de la literatura universal.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 jun 2023
ISBN9788412611106
Periferias emancipadas: Políticas de la representación espacial en la Iberia reimaginada

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    Periferias emancipadas - Martín López-Vega

    La reconceptualización del espacio ibérico en las literaturas no castellanas

    Este libro explora cómo la emergencia de las literaturas catalana, vasca, gallega y asturiana ha cambiado la forma de relacionarse entre éstas y la literatura en castellano. Asimismo, aborda cómo la coexistencia de dichas literaturas obliga a una reconceptualización del espacio y el paisaje ibéricos como tales, entendiendo el espacio de un modo performativo: como el lugar donde se representa la identidad de una determinada comunidad lingüística (castellana, catalana, asturiana, etc.). Son comunidades cuya identidad se basa no en pertenencias religiosas o en proclamas racistas, sino en una lengua compartida. Itamar Even-Zohar afirma que, adoptando un idioma, una población concreta o un grupo social concreto declara qué identidad quiere mostrarse a sí mismo y al resto del mundo (126). Es un movimiento que implica separación de aquellos que, por más que pertenezcan al mismo estado, no comparten la lengua. Even-Zohar subraya cómo semejante decisión puede ser transformada en un vehículo de lucha muy poderoso (130). En otras palabras: el lenguaje es un factor primordial en la construcción de la identidad, especialmente en el caso de comunidades que no coinciden con un estado y necesitan algo en lo que enraizar una identidad compartida y diferenciada. En estados con más de un idioma, como es el caso de España, la elección de aquel en el que un escritor decide expresarse nunca es inocente¹. El pensador catalán Antoni Marí, después de señalar que la identidad nos define como individuos que pertenecen a un grupo, afirma que «El llenguatge és un factor de la identitat, potser el més decisiu: és un vincle de símbols que aglutina la comunitat que comparteix el mateix codi» (21).

    Con la llegada de la democracia y la oficialidad de catalán, gallego y euskera, la proliferación de iniciativas que establecen nuevas relaciones entre dichos ámbitos lingüísticos, así como la presencia cada vez mayor de estas literaturas en eventos internacionales (en el año 2007 la feria de Frankfurt, una de las más importantes del mundo para el sector editorial, estuvo dedicada a Cataluña) o la traducción cada vez más frecuente de libros escritos en catalán, gallego y euskera a lenguas como el inglés, el francés o el italiano, ha traído consigo que las literaturas periféricas puedan relacionarse entre ellas y con el exterior evitando o limitando la mediación del castellano. Este cambio en el esquema de relaciones ha contribuido a rediseñar el canon de la tradición ibérica, no sólo convirtiendo el presente en una polifonía lingüística y literaria, sino también recuperando para ese canon ibérico obras que hasta ahora permanecían confinadas dentro del ámbito de interés de las literaturas periféricas. Todo esto supone reescribir dicho canon siguiendo la forma no de un árbol genealógico, sino de un rizoma de relaciones, una lectura de la tradición que no admite jerarquías, una red en la que las influencias se mueven en direcciones diversas e imprevisibles. Todo es a la vez centro y periferia según desde dónde se observe. Esto convierte a cada periferia en un centro no excluyente; tiene la capacidad de emitir novedades, pero a la vez las recibe, si bien no ya desde un único punto emisor (el canon castellano). Este libro plantea cómo cortar el cordón umbilical con la tradición castellana supone, a su vez, cortar la relación filial con la tradición europea consolidada como tal, transformando las periferias en laboratorios de experimentación y vanguardia literaria ajenos, con todo, a adanismos improductivos. En este contexto, la relación entre periferias cobra singular importancia, y la literatura portuguesa surge como un nuevo polo emisor de novedad y cambio, influyendo en otras literaturas ibéricas de la periferia al mismo tiempo que continúa siendo casi invisible para el canon castellanocéntrico. El sistema literario portugués, periférico en el ámbito europeo, se convierte, con la emergencia de las otras lenguas peninsulares, en central dentro del polisistema de las lenguas ibéricas, y ciertos autores portugueses influirán en las nuevas hornadas de escritores en las otras lenguas peninsulares con una fuerza similar a la que antes ejercía el sistema literario castellano. Un nuevo centro, pues, en el mismo sentido que las otras literaturas periféricas; un centro que emana novedades y las recibe no de un único punto, sino de una constelación de centros de importancia similar. Es esta postura del sistema literario portugués, como central dentro del polisistema de las lenguas ibéricas, y no como periférico al polisistema de las literaturas europeas (y por tanto, al viejo canon castellanocéntrico ejercido desde el sistema español hacia las otras literaturas peninsulares) la que me interesa en estas páginas.

    Con el cambio de siglo, y como consecuencia de las nuevas dinámicas puestas en marcha con la llegada de la democracia a España, la literatura castellana ha dejado poco a poco de ser el único foco de interés del Hispanismo, que se ha abierto a las literaturas periféricas desde una perspectiva más iberística. Pese a la existencia de obras pioneras como el estudio de Fidelino de Figueiredo Pyrene: ponto de vista para uma introdução à história comparada das literaturas portuguesas e espanholas (publicado en Lisboa en 1935) o a la inclusión de la literatura portuguesa por Menéndez Pelayo en sus estudios de literatura española (que diferenciaba de la castellana; Lourenço y Sáez Delgado, 11), sería la primera década del siglo XXI la que vería cómo aparecían diversos volúmenes que contribuyeron de un modo fundamental a explorar nuevos modelos de lectura de la Iberia canónica y periférica. Reading Iberia, coordinado por Buffery, Davis y Hooper, apareció en 2007. Antes, Helen Graham y Jo Labani habían presentado el pionero Spanish Cultural Studies: An Introduction (1995). Cinco años después, ya en el nuevo siglo, aparecería Contemporary Spanish Cultural Studies (2000), editado por Jordan y Rikki Morgan-Tamasuna. En 2005 se publican Ideologies of Hispanism, editado por Mabel Moraña, y Spain Beyond Spain, a cargo de Brad Epps y Luis Fernández Cifuentes. En 2009 Joan Ramon Resina publicó Del Hispanismo a los Estudios Ibéricos, un auténtico hito de este campo en el que invitaba a ver los estudios ibéricos como una «propuesta federativa para el ámbito cultural» (92). En 2010, se imprimió New Spain, New Literatures, editado por Luis Martín-Estudillo y Nicholas Spadaccini. En 2017 apareció The Routledge Companion to Iberian Studies, editado por Javier Muñoz-Basols, Laura Lonsdale y Manuel Delgado. Estos volúmenes proponen deconstruir el Hispanismo no sólo como disciplina sino también como fuerza política dominante, así como modelo cultural de interpretación y representación, y como paradigma epistemológico (IX), en palabras de Mabel Moraña. Kirsty Hooper subraya, por su parte, el desafío propuesto por Stephen Greenblatt: las nuevas historias literarias que estos grupos están obligados a escribir deben hacer algo más que ponerlos en el mapa; deben transformar el acto de elaborar mapas (2007: 130). Esta nueva perspectiva supone abrir el campo de visión e incorporar a los estudios ibéricos la producción cultural de comunidades que tradicionalmente han recibido el interés casi exclusivo de antropólogos y lingüistas (Arruti, 192). Un paso que supone no sólo incorporar la producción cultural de esas comunidades, sino también reevaluar lo que hasta ahora se entendía como «español», ya que buena parte de lo que hasta ahora se entendía como tal había sido producido en Cataluña, Galicia o el País Vasco sin responder a la idea tópica de España (Crameri, 212). De todos modos, tal y como señalan Martín-Estudillo y Spadaccini, este cambio de enfoque cobra sentido especialmente cuando se tiene en cuenta la sociedad democrática, plurinacional y multicultural surgida del posfranquismo (IX). Ningún acercamiento a la producción cultural de la península ibérica después de la muerte de Franco puede llevarse a cabo desde una perspectiva monolingüe.

    En la actualidad, el campo de los estudios ibéricos está en pleno proceso de asentamiento. Una última y excelente muestra es el número 11 de la Revista de Estudos Literários de la Universidade de Coimbra, titulado «Estudos ibéricos: diálogos plurais», coordinado por António Apolinário Lourenço y Antonio Sáez Delgado.

    Pese a la estabilización de sistemas literarios propios, especialmente tras la transición posterior a la dictadura franquista y el mayor apoyo institucional otorgado a las literaturas no castellanas como consecuencia de la oficialidad de sus lenguas (o de la creación, en su lugar, de leyes de uso y difusión), las literaturas no castellanas se encuentran aún en una situación marginal a la que sus autores se enfrentan de dos modos diversos. Algunos asumen los beneficios de formar parte del sistema literario español (con mayor capacidad económica y acceso a editoriales nacionales, circuitos internacionales, etc.), inevitablemente castellanocéntrico, asimilando sus modelos y aceptando incorporarse a él asumiendo el papel de aquello que es a la vez propio y exótico. Otros, sin embargo, y estos serán los que me interesarán en este libro, se apropian del espacio marginal al que han sido recluidos para establecer desde él una propuesta radicalmente nueva, convirtiéndose en lo que Carla Lonzi llama «Sujetos Imprevistos» (20) al romper su relación dialéctica unidireccional con el canon castellanocéntrico.

    Un elemento esencial de esa ruptura es la asunción de su carácter rural con ambición de vanguardia: lo rural no es ya lo abyecto, lo despreciable, lo marginal, sino el vórtice de una centralidad alternativa que pretende establecer una nueva red de relaciones y contactos entre las diversas literaturas peninsulares y con las otras literaturas europeas y universales. Esta nueva visión recurre a lo que, en términos foucaltianos, podemos llamar una «genealogía», pues no aspira a borrar el árbol genealógico de la tradición establecida, sino a reconstruirlo a partir de una visión propia, a redibujar el mapa de relaciones a partir de la autoconciencia de su ser periférico y a la vez neo-central dentro de un sistema de múltiples centros, recuperando su propia tradición (escrita y oral), renunciando a las jerarquías impuestas y convirtiendo el canon establecido en una especie de menú del que tomar aquello que les interese, evitando a su vez convertirse en meras especias del menú de esa tradición establecida.

    Un enfoque ecocrítico me guiará para entender cómo las periferias desconectan las viejas conexiones centro-periferia para restablecer otras a todos los niveles, nuevas conexiones que borran las distinciones entre naturaleza/cultura, masculino/femenino, humano/no humano, etc. El giro ecocrítico en el contexto peninsular ha desbordado ya los límites del mundo académico, y la conciencia ecológica de la sociedad española y portuguesa es cada vez mayor. Katarzyna Olga Beilin, en sus conclusiones a In Search of an Alternative Biopolitics (2015), un libro que lidia con la actualidad del fenómeno taurino en España así como con las respuestas a la crisis ecológica en la cultura española reciente, subraya con complacido asombro que la conciencia ecológica de los españoles ha alcanzado un punto de madurez tal que tiene sentido hacerse la pregunta: ¿Fue obligado el rey Juan Carlos a abdicar por culpa de un animal? (262), haciéndose eco del escándalo surgido cuando se supo que el rey Juan Carlos I dedicaba sus ocios a cazar elefantes en Botswana, tras lo cual pidió públicas disculpas, primero, y acabó por abdicar. No únicamente como consecuencia del asunto del elefante, ciertamente; pero de algún modo, entre el rey y el elefante, la balanza de la opinión pública se inclinó del lado del elefante, afirma ella. La propia Katarzyna Beilin ha editado junto a William Viestenz el volumen colectivo Ethics of Life. Contemporary Iberian Debates, que es un ejemplo perfecto de cómo la ecocrítica es una herramienta fundamental para desentrañar los mecanismos de algunos asuntos fundamentales de las sociedades ibéricas contemporáneas, desde el desastre ecológico del navío Prestige a la concepción de España como destino turístico durante la etapa final del franquismo.

    Este libro cuestiona dos asunciones predominantes. Por un lado, la asunción de que las literaturas periféricas no son más que imitaciones de las literaturas nacionales, y siguen sus mismos paradigmas a una escala más reducida y con logros menores cuyo valor únicamente es significativo en su propio contexto. Por ello hablaré de literaturas periféricas y no de literaturas menores en el sentido que Deleuze y Guattari dan a ese término². Argumentaré que dichas literaturas crean un nuevo paradigma de relaciones e influencias entre tradiciones diversas, creando una nueva y abundante variedad de sistemas de relaciones y reconceptualizando el espacio ibérico a varios niveles, repensando tanto su geografía cultural como los paisajes simbólicos y sentimentales.

    En segundo lugar, cuestionaré la asunción de que existe un centro centrífugo hacia el que todo movimiento cultural tiende a referirse y al que se dirige. Según esta visión, la literatura castellana sirve a las literaturas periféricas como mediadora con el canon occidental y su tradición filosófica y literaria. Argumentaré que las literaturas ibéricas periféricas no sólo rechazan este movimiento centrífugo hacia el corazón de la cultura europea, sino también que se establecen a sí mismas como nuevos centros interconectados de producción cultural no dependientes, sino interdependientes, transformando la periferia en un lugar privilegiado para la renovación y la formulación de nuevas propuestas políticas y culturales y tendencias estéticas, provocando un cambio de dirección en el flujo de relaciones con el centro: de la dependencia a la influencia.

    El objetivo de mi investigación es redibujar el mapa de relaciones entre las diferentes literaturas de la península ibérica. Un mapa que en la visión castellanocéntrica se parece más al mapa de la red nacional de ferrocarriles españoles, que obliga a que casi cualquier desplazamiento entre zonas alejadas de la Península pase por Madrid. Una vez redibujado dicho mapa, las periferias no dejan de estar conectadas con ese centro, pero no están peor comunicadas entre sí de lo que lo están con dicho centro.

    En este libro considero en primer lugar cómo la emancipación de las literaturas periféricas tiene como consecuencia una nueva concepción tanto del espacio como de las relaciones espaciales en el contexto ibérico. Me centro en diferentes obras de escritores contemporáneos en diferentes lenguas peninsulares: el autor leonés Julio Llamazares (1955), el novelista vasco Íñigo Aranbarri (1963), el escritor asturiano Xuan Bello (1965), el autor portugués Valter Hugo Mãe (1971) y la poeta gallega Olga Novo (1975).

    La pregunta que guía mi investigación es: ¿Consiguen las literaturas periféricas reconfigurar la percepción del espacio ibérico tradicionalmente construido desde el canon castellano?, y, como consecuencia, ¿cómo afecta esto no sólo a la ideología subyacente a los textos literarios, sino también a la configuración de los propios géneros literarios, y, a su vez, al funcionamiento del sistema literario? Los autores cuyo trabajo examinaré se definen a sí mismos como escritores en los márgenes conectados a una tradición universal. Sin embargo, esa tradición universal no es ya un canon fijado anticipadamente desde el centro; más bien se convierte, en su escritura, en un menú a la carta. Elaboran lo que Michel Foucault define como una genealogía; una combinación entre el conocimiento erudito y el saber popular. En palabras de Foucault, una genealogía es una insurrección de saberes contra los efectos centralizadores ligados a la institucionalización y los métodos de cualquier discurso científico organizado en una sociedad como la nuestra (9). La insurrección de las literaturas periféricas y su consecuente emancipación supone un cuestionamiento del canon occidental armado con criterios supuestamente objetivos, y aspira no tanto a eliminarlo como a reformularlo de una forma más abierta, renunciando a cualquier pretensión de objetividad y afirmando el poder renovador de la múltiple subjetividad. Una identidad vista, pues, no de una forma supuestamente objetiva impuesta por un centro, sino acordada por visiones subjetivas negociadas.

    Mi hipótesis es que mientras que Llamazares y Aranbarri intentan reconstruir la memoria perdida de las periferias en sus novelas (que consideraré parte de un subgénero que denominaré «novelas del pantano», dado que ambas tratan el asunto de las aldeas sumergidas como consecuencia de la construcción de presas), Xuan Bello y Olga Novo rediseñan el mapa del espacio ibérico mediante el establecimiento de nuevos centros simbólicos y nuevas redes de relaciones. Valter Hugo Mãe, por su parte, propone en sus novelas una nueva relación entre periferias que evita la mediación del centro.

    En el primer capítulo examino lo que llamo la «novela del pantano». Me centro en Zulo bat uretan (Cavando el agua, 2011), de Íñigo Aranbarri, y Distintas formas de mirar el agua (2015) de Julio Llamazares, para examinar cómo construyen lo que Evodio Escalante, escribiendo acerca de Pedro Páramo de Juan Rulfo, llama una «comunidad arqueológica» (678). En estas novelas, el paisaje perdido de las aldeas sumergidas como consecuencia de la construcción de embalses se convierte en una geografía fantasmagórica que funciona como una imagen superpuesta al presente. En estos textos, la memoria del pasado rural afecta de forma directa a las percepciones del presente, recordando que no hay futuro (modernidad) posible sin recordar el pasado (lo rural, la tradición propia de la periferia). Mi acercamiento a las «novelas del pantano» será esencialmente biopolítico. Giorgio Agamben señala en Homo Sacer cómo la ordenación del espacio es, ya desde Schmitt, un elemento constitutivo del nomos soberano. No es que la vida de los desplazados por la construcción de los embalses no merezca ser vivida, pero sí que no merece ser vivida «aquí». Sus vidas son vidas «disponibles», en el sentido de que sus derechos no son eliminados, pero sí alterados, transplantados. Las aldeas en las que vivían son anegadas mientras sus habitantes son trasladados a otras de nueva planta, con viviendas de aspecto uniforme y «racional». Si en el capítulo séptimo de Homo Sacer Agamben señala el campo de concentración como nuevo paradigma biopolítico occidental que viene a sustituir a la ciudad como espacio concebido para representar el estado de excepción, pocos locativos ejemplifican mejor ese cambio de paradigma que las aldeas artificiales, impersonales, construidas para albergar a los desplazados por la construcción de los embalses. Los desplazados son sacrificados en pro del bien común, como si alguien en otro lugar del mundo hubiera hecho sonar la campanilla del relato de Eça de Queirós «O mandarim» y al hacerlo se hubiera quedado con todas sus posesiones.

    En el segundo capítulo analizo cómo Xuan Bello redibuja por completo el mapa de las relaciones en el espacio ibérico en su libro Hestoria Universal de Paniceiros (2002). Bello lleva a cabo una reconstrucción mítica de la memoria de su aldea, Paniceiros, a la que

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