El caso Scala y otras leyendas del anarcosindicalismo durante la transición
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Héctor A. González Pérez
(Gijón, 1989) Doctor en Historia por la Universidad de Oviedo, es especialista en movimiento obrero y memoria social; ha publicado varias investigaciones sobre el anarcosindicalismo en la transición en diferentes revistas y obras colectivas. Asimismo, es autor de la monografía La CNT asturiana durante la transición española (KRK, 2017).
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El caso Scala y otras leyendas del anarcosindicalismo durante la transición - Héctor A. González Pérez
Índice
PRÓLOGO. DEL MITO A LA REALIDAD, por Carlos Ramos
ABREVIATURAS Y SIGLAS UTILIZADAS
CAPÍTULO 1. LA HISTORIA, LA MEMORIA Y LA CNT
El ejercicio de la historia (frente al de la memoria)
¿De qué va esta ‘historia’?
CAPÍTULO 2. ¿QUÉ ES Y PARA QUÉ SIRVE LA MEMORIA? EL CASO ANARCOSINDICALISTA
La memoria
La memoria del anarcosindicalismo sobre su papel durante la transición
CNT-AIT: construyendo grupo. Elaborando memoria
De CNT-CV a CGT: una memoria a la contra
¿Y para qué sirve este relato? La funcionalidad de la memoria anarcosindicalista
CAPÍTULO 3. UN PUÑADO DE MEMORIAS UNÍVOCAS
La memoria maximalista en los militantes veteranos
La memoria posibilista en los militantes veteranos
Memoria colectiva en las nuevas generaciones de militantes
CAPÍTULO 4. MITO I: LA GRANDILOCUENCIA Y LA CNT EN LA TRANSICIÓN
El movimiento obrero, su contexto y la CNT
A vueltas con los números y las cifras de afiliación
Un contrato en exclusiva: contra los Pactos de La Moncloa
Acerca de la capacidad de movilización cenetista
El anarcosindicalismo visto desde fuera
La izquierda radical, la transición y el mito de la traición
CAPÍTULO 5. MITO II: EL CASO SCALA (O LA EXCUSA ANARCOSINDICALISTA)
El montaje
Una propuesta interpretativa sobre los motivos del montaje
El mito
La realidad I
La historiografía cae en el mito
La realidad II
Anarquismo, violencia y marginación social
Caso Michelin Vitoria
El mito del anarquismo autónomo
Las consecuencias internas
La FAI (re)aparece en escena
El debate sobre la defensa incondicional de los presos
CAPÍTULO 6. MITO III: INFILTRADOS Y TRAIDORES
La bestia negra del anarquismo español
Traidor I: el caballero de la triste figura
Traidor II: el renegado
CONCLUSIONES
ANEXO. LISTADO DE MILITANTES ENTREVISTADOS
BIBLIOGRAFÍA
NOTAS
Héctor a. González Pérez (Gijón, 1989)
Doctor en Historia por la Universidad de Oviedo, es especialista en movimiento obrero y memoria social; ha publicado varias investigaciones sobre el anarcosindicalismo en la transición en diferentes revistas y obras colectivas. Asimismo, es autor de la monografía La CNT asturiana durante la transición española (KRK, 2017).
Héctor A. González Pérez
El Caso Scala
y otras leyendas del anarcosindicalismo
durante la transición
Colección Investigación y Debate
Serie Libre Pensamiento
Diseño de cubierta: Mikel lasHeras
© Héctor A. González Pérez, 2023
© Los libros de la Catarata, 2023
Fuencarral, 70
28004 Madrid
Tel. 91 532 20 77
www.catarata.org
© Confederación General del Trabajo
Calle Sagunto 15, 28010 Madrid
sp-comunicacion@cgt.org.es
El caso Scala y otras leyendas
del anarcosindicalismo durante la transición
isbne: 978-84-1352-745-1
ISBN: 978-84-1352-693-5
DEPÓSITO LEGAL: M-10.142-2023
thema: JPFB/KNXU
impreso por artes gráficas coyve
este libro ha sido editado para ser distribuido. La intención de los editores es que sea utilizado lo más ampliamente posible, que sean adquiridos originales para permitir la edición de otros nuevos y que, de reproducir partes, se haga constar el título y la autoría.
La Historia, como disciplina crítica, realiza tareas culturales inexcusables, educa a la ciudadanía y contribuye a desmontar los mitos y a explicar la génesis y evolución de la sociedad, promoviendo la comprensión de los distintos legados que la nutren. Los grupos humanos necesitan elaborar una conciencia colectiva de su pasado […] el historiador tiene que ‘aceptar la demanda de memoria, pero solo para convertirla en historia’
¹.
Prólogo
Del mito a la realidad
No es pequeña la aventura que supone este libro de Héctor González. Pocas organizaciones, sean de izquierda o de derecha, se han atrevido a revisar sus mitos y han tenido que ser los estudiosos los que han tenido que hacerlo, con sus aciertos y desaciertos. Y esto no siempre, de manera que algunas organizaciones, ideologías u otras entidades con una cierta trayectoria histórica perviven en el tiempo arrastrando sus mantras, anquilosadas en sus errores, sin haber puesto remedio a sus limitaciones, dejando de servir adecuadamente para el fin para el que nacieron.
Este es el primer valor del libro: abrir un espacio que permite profundizar, más allá de los lugares comunes y de los tópicos, abrir cauces inexplorados o con otra interpretación y, sobre todo, porque abre un proceso poco habitual en el mundo libertario, que es permitir la crítica, la revisión de las versiones generalizadas y admitidas sin más, que se han convertido en verdades históricas
, intocables y absolutizadas por su generalización en los discursos que circulan en los medios libertarios hasta acabar trasladándose a los textos de historia escritos por los adeptos o por otros que, sin serlo, aceptan esas versiones vendidas como verdades históricas
, sin más análisis ni investigación.
En el mundo libertario, sea el anarquista o el anarcosindicalista, este punto de reflexión que supone adentrarse en el descubrimiento y análisis de los mitos que se han generado a lo largo de su historia no ha sido frecuente, me atrevería a decir que no se ha producido a nivel de las organizaciones, aunque sí haya sido promovido/intentado por individualidades en algunas ocasiones.
Pues bien, nos encontramos ahora con una más de esas iniciativas individuales que abre el melón de los mitos en el mundo libertario, para dar pie a una reflexión que ojalá se convierta en colectiva, esta vez referida al proceso de reconstrucción de la CNT en la transición. Y lo hace, en mi opinión, poniendo sobre la mesa los instrumentos adecuados para que sean utilizados por todos los que quieran adentrarse en esta aventura necesaria. Me refiero a las aportaciones que la investigación histórica ha realizado en los últimos tiempos sobre el uso de la historia oral y la memoria como métodos complementarios de la investigación histórica y su adecuado tratamiento, las diferencias entre relato y verdad histórica, el tratamiento antropológico de los mitos o el papel importante de la contextualización histórica para abordar adecuadamente el análisis de situaciones, hechos o acontecimientos. El mismo autor los utiliza y explica cómo lo hace para que podamos evaluar su aplicación.
Lo aquí escrito hasta ahora no quiere decir que esté de acuerdo con todas las afirmaciones recogidas en el texto: soy uno de los que participó en el proceso que se analiza y que vivió de cerca muchos de los acontecimientos tratados y que tiene su opinión sobre estos, a veces, no coincidente con las conclusiones o con algunas afirmaciones hechas por el autor. Pero no puedo menos que felicitarlo por el enorme esfuerzo realizado: la cantidad de entrevistas hechas a militantes de todos los sectores, el rastreo en la inmensa mayoría de los archivos libertarios que podían aportar información sobre el periodo, la consulta de fuentes antes inexploradas…, en fin, la honestidad advertida y buscada en el noble ejercicio del oficio de historiador.
Espero y deseo que este libro ayude a una reflexión serena, formada en la distancia por los que participamos en ese proceso de reconstrucción de la CNT, que pueda permitir entender comportamientos (aunque no justificarlos, necesariamente) y ayudar a profundizar en las auténticas ideas-fuerza del pensamiento libertario, en el valor de la enorme capacidad de adecuación a la realidad de esas ideas sin que pierdan frescura y fuerza, en el convencimiento de que la verdad es poliédrica y no es patrimonio solo de una parte. Y que esto nos permita transmitir a las nuevas compañeras y compañeros los valores libertarios despojados de los mantras y mitos que nos habían trasladado o habíamos adquirido, recuperándolos en la reflexión y el debate serenos a que nos invita el autor con la publicación de este libro.
Carlos Ramos
Coordinador de la Fundación Salvador Seguí
y director del archivo de la fundación
Abreviaturas y siglas utilizadas
ABI Acuerdo Básico Interconfederal
AESA Astilleros Españoles Sociedad Anónima
AI Acuerdo Interconfederal
AIT Asociación Internacional de Trabajadores
AMI Acuerdo Marco Interconfederal
ANE Acuerdo Nacional de Empleo
CC AA Comandos Autónomos Anticapitalistas
CC OO Comisiones Obreras
CEOE Confederación Española de Organizaciones
Empresariales
CGT Confederación General del Trabajo
CNT Confederación Nacional del Trabajo
CNT-AIT Confederación Nacional del Trabajo-Asociación Internacional de Trabajadores
CNT-CV Confederación Nacional del Trabajo-Congreso
de Valencia
CNT-R Confederación Nacional del Trabajo-Renovada
COS Coordinadora de Organizaciones Sindicales
CRAS Comunas Revolucionarias de Acción Socialista
CSI Corriente Sindical de Izquierda
CSUT Confederación Sindical Unitaria de Trabajadores
EMK Movimiento Comunista de Euskadi
EPOCA Exèrcit Popular Català
ETA Euskadi Ta Askatasuna
FAI Federación Anarquista Ibérica
FIGA Federación Ibérica de Grupos de Anarquistas
GRAPO Grupos de Resistencia Antifascista Primero
de Octubre
HOAC Hermandad Obrera de Acción Católica
LC Liga Comunista
LCR Liga Comunista Revolucionaria
MC Movimiento Comunista
MCL Movimiento Comunista Libertario
MIL Movimiento Ibérico de Liberación
OICE Organización Izquierda Comunista de España
OLT Organización Libertaria de Trabajadores
ORT Organización Revolucionaria de Trabajadores
OSE Organización Sindical Española
PORE Partido Obrero Revolucionario de España
PSOE Partido Socialista Obrero Español
PIB Producto Interior Bruto
PT Partido del Trabajo
PTE Partido del Trabajo de España
PCE Partido Comunista de España
PCE (r) Partido Comunista de España (reconstituido)
SIT Sindicato Independiente de Trabajadores
SOC Sindicato de Obreros del Campo
SOC Solidaridad de Obreros Cataluña
SOV Sindicato de Oficios Varios
SPCN Secretariado Permanente del Comité Nacional
SPCR Secretariado Permanente del Comité Regional
STV Solidaridad de Trabajadores Vascos
SU Sindicato Unitario
UCD Unión de Centro Democrático
UGT Unión General de Trabajadores
USO Unión Sindical Obrera
UTS Unión de Trabajadores Sindicalistas
Capítulo 1
La historia, la memoria y la CNT
El trabajo de historiador debe tener como móvil, como razón final, los problemas reales que, de una u otra forma, tienen que ver con las vidas de los hombres y mujeres, de ayer y de hoy, con el propósito de aportar conocimientos que sirvan para mejorar su suerte, aunque solo sea, que no es poco, contribuyendo a crear en ellos una conciencia crítica. La ‘ciencia’ que nos permite alcanzar un conocimiento más seguro del pasado es la herramienta que empleamos para ello, no el objeto ni la finalidad de nuestro trabajo
².
El 23 de marzo de 1944 la resistencia italiana emboscó en Roma a un grupo de soldados alemanes, provocando la muerte de 32 de ellos. Automáticamente las fuerzas nazis ejecutaron a centenares de personas a modo de represalia. Por cada alemán abatido, el ejército del III Reich decidió fusilar a 10 italianos. En menos de 24 horas, 335 personas fueron asesinadas en lo que se conoce como la masacre de las Fosas Ardeatinas. Los alemanes no realizaron investigación alguna sobre el suceso hasta meses después y tampoco informaron a la población sobre la represalia que iban a llevar a cabo. Simplemente actuaron. Acerca de este episodio hay abundante documentación oficial y varios testimonios directos. Sin embargo, si uno pregunta en Roma sobre lo sucedido, la versión que cualquier viandante contará será sustancialmente diferente: los alemanes habrían tardado días e incluso meses en consumar su venganza y previamente habrían ofrecido a los partisanos su entrega voluntaria, so pena de socializar la represión con el conjunto de la ciudadanía romana, como finalmente sucedió. Incluso habrían pegado carteles informativos por la ciudad. Al no obtener satisfacción a sus demandas, los nazis habrían procedido a la ejecución de cientos de encarcelados. Este relato, por cierto —insertado en la polémica memoria italiana sobre la resistencia al fascismo y la refundación de su democracia—, convierte a los héroes de la resistencia en culpables de la matanza por mor de su cobardía³.
El 18 de marzo de 1949, también en Italia, concretamente en Terni, Luigi Trasulli, un joven siderúrgico de 17 años que participaba en una movilización contra el ingreso de Italia en la OTAN, falleció a causa de un disparo de la policía en el transcurso de un enfrentamiento con fuerzas policiales. El incidente ocurrió a las puertas de la factoría en la que trabajaba el joven cuando los agentes dispararon varias ráfagas de metralleta contra los trabajadores. Al igual que en el caso anterior, existen multitud de pruebas sobre los acontecimientos: notas y artículos de prensa, atestados policiales, instrucción judicial y, por supuesto, testimonios orales. Pero también, de la misma manera, la memoria sobre el luctuoso suceso se desvía notablemente de la realidad. De entre todas las distorsiones hay una notoriamente significativa: muchos entrevistados sitúan la muerte de Trastulli en 1953, cuatro años después de la fecha real, en el transcurso de unas movilizaciones contra la reconversión siderúrgica que destruyó 2.000 empleos en apenas dos años. Este relato ha llegado a hacer fortuna incluso en libros históricos. La explicación de este cambio de fecha viene motivada por la significación y la trascendencia de las diferentes movilizaciones para el conjunto de la ciudadanía de Terni: las manifestaciones y las huelgas contra la reconversión y los despidos fueron, desde luego, más importantes y traumáticas que la lucha contra el ingreso en la OTAN. Por tanto, un suceso tan duro e impactante como la muerte de un joven trabajador encajaba mejor en unas movilizaciones agónicas que afectaron a toda una comarca, relacionadas con el futuro de industrial de miles de familias, que con unas manifestaciones netamente políticas⁴.
Los casos anteriores reflejan una conducta muy humana: la tendencia a acomodar e interpretar los sucesos del pasado en función de las necesidades o inquietudes posteriores de una manera más o menos consciente. Es lo que se ha dado en llamar equivocaciones significativas
, esto es, tergiversaciones o traslaciones temporales de acontecimientos para dotarlos de un significado, para que encajen en la memoria y los relatos de los diferentes grupos⁵. Y es que esta característica no es exclusiva de los italianos, sino que es transversal a cualquier sujeto colectivo, desde los Estados y las naciones —que se llevan la palma a este respecto— hasta las organizaciones políticas y sociales. Por supuesto también las anarquistas. Desde luego también la CNT.
El anarcosindicalismo, como cualquier otro grupo humano, no está exento de relatos e interpretaciones que se desvían de la realidad. Analizar, explicar y, por último, desmontar estos relatos memorísticos es el fin del presente libro. La historia del anarcosindicalismo español es prolífica a este respecto. Por ejemplo, aún a día de hoy se sigue repitiendo que fueron los anarquistas quienes fundaron la CNT, a pesar de que la cuestión es mucho más compleja, tal y como demostró hace ya cuatro décadas Antonio Bar⁶.
Podría escribirse un libro mucho más extenso que el presente, pero no será así, al menos en mi caso. Me conformo con abordar los años de la transición a la democracia y la década de los ochenta, la década de la lucha por las siglas entre las diferentes organizaciones que las reclamaban para sí. ¿Por qué solo estos años? La respuesta más sencilla sería que porque es la época que mejor conozco, pero al margen de esta anécdota hay algunas cuestiones de relevancia que convierten a la CNT de la transición en un objeto de estudio interesante en términos memorísticos. La primera de ellas es que en esta etapa hay una serie de episodios que han llegado convertirse en mitos universales, extendidos y asumidos por toda la sociedad —toda la sociedad que conozca algo sobre la CNT y la transición, claro—. El más evidente de todos ellos es el Caso Scala y su influencia en el devenir posterior del anarcosindicalismo. El montaje habría provocado el hundimiento de la confederación, del cual ya no se habría recuperado nunca. Esta afirmación, a partir de la que se articula todo el relato sobre la CNT en la transición, ha calado muy hondo entre las filas anarquistas y anarcosindicalistas, pero también lo ha hecho en la historiografía y en el conjunto de la sociedad. Todo aquel que conoce el suceso añade inmediatamente que fue el motivo por el que la CNT se vio condenada al ostracismo. Y no es que no sea cierto, es que es absolutamente falso.
Por otro lado, los años setenta son lo suficientemente cercanos a nuestros días como para que una gran parte de las personas que los vivieron en su juventud estén todavía vivas y hayan podido transmitir sus recuerdos y experiencias a las generaciones posteriores ¿Y por qué tiene interés este particular? Porque permite acceder a testimonios directos sobre los hechos que evidencian cómo el paso del tiempo hace mella en los recuerdos, no ya difuminándolos, sino directamente transmutándolos, provocando que en ocasiones las personas recuerden cosas que realmente no sucedieron. Asimismo, esta cercanía temporal permite observar cómo se transmite esta memoria entre generaciones.
El ejercicio de la historia
(frente al de la memoria)
La Historia implicaría mantener una posición ‘exterior’ a los acontecimientos, mientras que la memoria se ubicaría en el ‘interior’ de los mismos; el objetivo de la Historia sería la ‘verdad’, y el de la memoria —como dice Ricoreur— la ‘fidelidad’
⁷.
Este ha sido un libro muy difícil de escribir. Me explico y justifico. Desde que me interesé por el anarcosindicalismo, el movimiento obrero y la transición, para mí la CNT era lo mejor de la época, y además eran los míos. Más aún, eran los herederos de los revolucionarios de 1936, que eran todavía más míos que los de la transición. En lo tocante a los años setenta me fascinaba la reconstrucción, las fotografías de los multitudinarios mítines, la huelga de gasolineras, las conversaciones en las que compañeros mayores me hablaban de los locales llenos, las asambleas abarrotadas de gente, las huelgas, su rechazo a integrarse en el modelo sindical, etc. Luego estaban las disensiones internas, crisis, escisiones, el Caso Scala… temas que desde luego no me provocaban entusiasmo, aunque sí curiosidad.
Tal fue el interés que me generaba la época que decidí orientar hacia ella mis investigaciones. Cuando me puse a ello, entre otras muchas cosas comencé a percatarme de una verdad de perogrullo: mucho de lo que me habían contado no era así. Evidentemente, tampoco podía serlo. Pero también descubrí que mucho de lo que había leído, incluso en libros e investigaciones serias, caía en lugares comunes que se correspondían muy poco con los hechos, generándome la necesidad de matizarlos o, directamente, de refutarlos.
Por eso me ha resultado difícil, porque las páginas que siguen rompen esquemas muy asentados. Atacar ideas previas ampliamente asumidas no resulta sencillo y no por falta de información, que hay de sobra, sino porque estas se insertan dentro de recuerdos muy personales, transmutados, pero recuerdos al fin y al cabo. Decirles a las personas que muy amablemente abrieron las puertas de su casa y compartieron sus recuerdos desinteresada y apasionadamente que una parte de ellos son falsos, cuando los creen firmemente ciertos, no resulta sencillo, sobre todo por escrito. Explicar que este es un proceso universal, y que a los romanos les pasa igual que a los cenetistas, barrunto que sirva de poco consuelo, en el caso de que sirva para algo.
No obstante, si uno se dedica a la historia y cree en esta no le queda otra. Por un sentido de la honestidad, en primer lugar, pero también porque es un campo en el que se puede ganar, aunque a veces haya que replantearse algunos saberes tomados como ciertos. A memorias, deformaciones y falsedades los de abajo siempre llevaremos las de perder. Ahí está el mito del anarquista terrorista para demostrarlo y libros tan rigurosos como parciales para corroborarlo⁸.
Señala Henry Kamen que el mito y la realidad son aceptables por igual, porque cada uno tiene un papel reconocible en la forma en la que elegimos construir, es decir, inventar el pasado
⁹, y está en lo cierto, al menos en la primera parte de su afirmación. El mito condiciona la realidad en la que nos desenvolvemos como personas o colectivos. También acierta Fernando Ventura cuando, por boca de Lu Tao, afirma que hay que desterrar a los historiadores y decapitar a alguno de cuando en cuando porque los soldados matan a los vivos y los historiadores a los muertos. Dicen que buscan la verdad de lo que pasó, ¡ja!, ¿y qué es la verdad? No encontrarás a dos que estén de acuerdo en algo…
¹⁰. Pero que los mitos sean una realidad palpable en nuestra sociedad y que algunos historiadores merezcan mal final por su falta de honestidad no es óbice para desmontar ciertos relatos considerados como inamovibles. Sobre todo porque servidor no se resigna a correr la suerte de María Antonieta. Y en historia, para evitar el riesgo de la decapitación, no hay nada mejor que comprometerse con la disciplina de manera honesta, tratando de poner datos encima de la mesa que la avalen frente a la memoria. Así, si alguien quiere cortar una cabeza, tendrá el problema de que quizá esta esté demasiado erguida.
La memoria y la historia son cosas diferentes. Aunque hoy día llegan a confundirse en demasiadas ocasiones, por lo que puede definirse como un supuesto derecho de imposición o de asimilación de la memoria hacia la historia —algo así como esto yo/nosotros lo recordamos así y por tanto así es, o al menos es tan válido como cualquier otra interpretación
—, la primera solo pretende ser verosímil, entender el pasado, modelarlo como tradición y enderezar sentimientos. La historia pretende ser exacta, cierta, aclarar embrollos y revelar formas del pasado
¹¹. La memoria es inherentemente conflictiva, pues genera choques entre multitud de grupos contrapuestos, mientras que la historia, en teoría, solo debiera ser una, con independencia de la variedad de interpretaciones que puedan surgir en su seno¹². La memoria es, además de subjetiva, una construcción abierta y en permanente transformación, lo que debe obligar a la historia a poner distancia sobre aquella, usándola sin rechazarla de plano, pero después de haberla cribado en una verificación objetiva, empírica, documental y factual, señalando, si fuese necesario, sus contradicciones y trampas
¹³. Y es que la memoria relata los hechos desde posicionamientos de escasa profundidad, maniqueos, simplistas y que solo muestran una parte de la historia. Y lo hace, además, de manera deliberada. A pesar de ello, pretende hacerse pasar como un ejercicio de rigor histórico por parte de sus autores, interesados y condicionados por las circunstancias que rodean su elaboración¹⁴. Algo que podrá observarse claramente en los capítulos que siguen. En resumen, diferenciar entre la historia y la memoria, en este caso la de un sujeto concreto como fue el anarcosindicalismo durante la transición, es la voluntad de este libro.
En la memoria anarcosindicalista ciertos apartados alcanzan un grado de distorsión superlativo. En algunos pasajes no se trata únicamente de una simplificación maniquea y distorsionada del pasado histórico que responda a unas necesidades concretas del colectivo, sino que, directamente, se narran relatos fabulosos sobre acciones de seres que encarnan de forma simbólica determinados aspectos de la condición humana¹⁵. Otros son relatos prácticamente imaginados que alteran las cualidades de sucesos y personas, otorgándoles un valor mayor del real¹⁶.
El primero de los casos se asemeja profundamente al relato que la memoria anarcosindicalista ha desarrollado sobre el papel de la CNT durante la transición; una organización que, además de revolucionaria y libertaria, tuvo como cualidades la valentía, convertida en superlativa por mor de su soledad; la fuerza para hacer temblar a todos sus enemigos y la honradez y la dignidad para no venderse. En el segundo caso, los relatos imaginados con cualidades magnificadas son las diversas infiltraciones ideológicas, el papel estatal y, en última instancia, el Caso Scala.
Tras la memoria aparecen los mitos. Si el recuerdo distorsionado del pasado histórico constituye la base para la aparición de la memoria, la distorsión de la propia memoria supone la deformación del pasado en un grado tal que puede definirse como mito. Aunque la frontera que separa ambos términos puede llegar a ser difusa, la fuerte presencia de los elementos memorísticos en el saber popular anarquista, e incluso entre en la historiografía, y la mediatización que estos han ejercido en