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La Teoría del actor-red desde América Latina
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Libro electrónico682 páginas11 horas

La Teoría del actor-red desde América Latina

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La teoría del actor-red (TAR), enunciada inicialmente en el campo de los estudios de la ciencia y la tecnología, constituye uno de los enfoques teórico-metodológicos más recientes y controvertidos en el ámbito de las ciencias sociales. Su carácter relacional determina que la interacción entre actantes (humanos y no-humanos) define y redefine consta
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 mar 2022
ISBN9786075644905
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    La Teoría del actor-red desde América Latina - Leandro Rodriguez-Medina

    INTRODUCCIÓN: EL DIÁLOGO DE LA TEORÍA DEL ACTOR-RED CON LOS CIENTÍFICOS SOCIALES DE HABLA HISPANA

    *

    María de los Ángeles Pozas

    Leandro Rodriguez-Medina

    Lidia Girola

    En América Latina, científicos sociales de diversas disciplinas han adoptado los postulados ontológicos y metodológicos de la teoría del actor-red (TAR) para el análisis de múltiples temas y objetos de investigación. El objetivo de este libro es mostrar la contribución de la región al desarrollo de la teoría. La estrategia para lograrlo consistió en lanzar una convocatoria amplia para presentar trabajos escritos en español articulados en torno a tres tipos de aportaciones: primero, desarrollos teóricos o conceptuales derivados de la TAR dirigidos a la crítica, la comparación y el diálogo constructivo con otras teorías; segundo, estudios empíricos que, haciendo un uso crítico de la teoría, muestren su utilidad y sus limitaciones guiados por la aplicación rigurosa, aunque original, de los conceptos de la TAR; y tercero, estudios de recepción de la teoría en América Latina y otras regiones de habla hispana.

    El primer resultado de este esfuerzo colectivo fue la extraordinaria respuesta a la convocatoria, ya que se recibieron poco más de treinta trabajos provenientes de diversos países latinoamericanos y de España. Ante las limitaciones impuestas por la negociación con la editorial, nos vimos en la penosa tarea de seleccionar entre un conjunto de textos que, en su mayoría, exhibían calidad suficiente para ser publicados. Si bien la selección privilegió la calidad y rigurosidad de las colaboraciones, también se basó en la lógica del diseño del libro y el tratamiento de lo que consideramos las aportaciones más significativas al desarrollo de la TAR en la región. Esperamos que, a pesar de sus limitaciones, el presente libro resulte útil y contribuya a la tarea colectiva de sistematizar la producción científica en torno a la adopción de la TAR en Iberoamérica.

    EXPANSIÓN Y DESARROLLO DE LA TEORÍA EN LAS DOS ÚLTIMAS DÉCADAS

    La TAR es uno de los enfoques teórico-metodológicos más recientes y controvertidos en el ámbito de las ciencias sociales. Fue enunciada inicialmente en el campo de los estudios de la ciencia y la tecnología en Francia y Gran Bretaña por Bruno Latour, Michel Callon y John Law. En la primera década del siglo XXI salió del laboratorio para ser propuesta por sus creadores como una teoría social original; desde entonces, su influencia ha crecido de forma continua. La teoría parte de la crítica sistemática a los conceptos clásicos de la sociología. Su cuestionamiento surge al abrir la caja negra de los fenómenos sociales y rastrear su verdadera naturaleza a través de la red de interacciones que los constituyen como tales. El carácter relacional de la TAR determina que la interacción entre actores humanos y no-humanos define y redefine constantemente a los actores y actantes sociales, por lo que se configuran como actores-red, ya que sus atributos sólo pueden ser definidos por las relaciones que establecen dentro de la red. En este sentido, la teoría constituye una invitación a descubrir el papel activo que desempeña todo tipo de objetos y entidades en la constitución de lo social.

    El interés por la TAR no sólo se ha expandido a distintas regiones del planeta, sino a todos los temas que conciernen a las ciencias sociales, en campos tan variados como educación, arquitectura, estudios urbanos, geografía, política del espacio, economía y arqueología, entre muchos otros.¹ Algunos textos introductorios escritos en lengua inglesa tuvieron un papel clave para la difusión de la teoría en América Latina: en An Introduction to Science and Technology Studies (2009), Sergio Sismondo incluyó la TAR entre los principales desarrollos conceptuales del campo; su libro ha fungido en muchos países como manual de referencia en cursos de grado y posgrado en el tema. El propio Bruno Latour (2005), en Reassembling the Social. An Introduction to Actor-Network Theory, presentó mediante cinco tesis lo que para él constituye el corazón de la propuesta. Recientemente, el libro de Mike Michael (2017), Actor-Network Theory. Trials, Trails and Translations, configura también una introducción a la teoría. Por su parte, Javier Lezaun (2017) contribuyó a un volumen colectivo editado por Claudio Benzecry, Monika Krause e Isaac Ariail Reed, titulado Social Theory Now, en el que se incluye la TAR en el contexto de las más relevantes teorías sociales actuales. David Inglis y Christopher Thorpe (2018) también tienen un capítulo sobre la TAR en su clásico An Invitation to Social Theory. No obstante, es difícil encontrar en español textos comprehensivos sobre esta teoría.

    Otras publicaciones recientes que buscaban contribuir a la estabilización de la teoría terminaron por reavivar el debate y abrir nuevos derroteros en el desarrollo de la TAR. Blok, Farías y Roberts (2019) editaron recientemente The Routledge Companion to Actor-Network Theory, y Nimmo (2016) publicó un libro dentro de la serie Sage Benchmark in Social Science Research, titulado Actor-Network Theory Research, que constituyen importantes pasos hacia dicha estabilización. En el primero, Blok, Farías y Roberts estructuran su repaso de la teoría a partir de cuatro ejes: elementos paradigmáticos de la TAR, traducción de la teoría fuera de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, los lugares y la escala de la TAR y los usos de la TAR para el compromiso público y profesional. En el segundo, Nimmo muestra ejemplos específicos del uso de la TAR aplicados a ámbitos tan diversos como la tecnopolítica, los mercados, el cuerpo y la medicina, el arte y la cultura, la geografía y el espacio, y los animales y la relación entre especies. Si bien el libro repasa investigación ya realizada, se puede considerar como una guía de investigación que permite a los interesados en la teoría ponerla en uso frente a la multiplicidad disciplinaria y temática. Los propios fundadores de la TAR han diversificado sus intereses de investigación e incursionado en temas como la economía (Callon, 1998; 2007), la democracia (Callon et al., 2009; Latour, 2005), los métodos y la política de la investigación (Law, 2004), y el cambio climático (Latour, 2018).

    Si bien, como señalamos, los trabajos introductorios y de desarrollo conceptual publicados en América Latina son escasos, este libro muestra que la recepción de la TAR ha florecido en la investigación de la región. El desarrollo de esta propuesta teórico-metodológica en España ha tenido un efecto multiplicador en Latinoamérica. El trabajo pionero de Domènech y Tirado (1998): Sociología simétrica. Ensayos sobre ciencia, tecnología y sociedad, es una referencia ineludible. Allí, los compiladores introducen la TAR en el marco de los estudios de la ciencia, pero también publican en español algunos de los trabajos seminales de Latour, Law, Callon, Michael y Singleton. Por su parte, Sánchez-Criado (2008) publicó Tecnogénesis. La construcción técnica de las ecologías humanas, donde acepta el programa latouriano dirigido a cuestionar la modernidad y, de ese modo, repensar las múltiples formas de existencia con las que convivimos y que (re)producimos. Tiempo después, López y Tirado (2012) publicaron Teoría del actor-red. Más allá de los estudios de ciencia y tecnología, donde muestran la expansión de este marco analítico hacia otros campos disciplinares. La influencia de la TAR se refleja además en la multiplicación de programas de grado y posgrado que incluyen este enfoque en sus cursos de teoría social, dando lugar a tesis e investigaciones empíricas realizadas a la luz de sus postulados, y su publicación en revistas especializadas en diversos campos. Si bien el registro sistemático de este proceso está fuera de los alcances de esta introducción, resulta ya evidente que a lo largo del continente existe una abundante literatura especializada, como este libro busca mostrar.

    La tarea de visualizar los productos académicos derivados de la utilización de la TAR resulta difícil porque la propia red de los investigadores interesados en este enfoque se encuentra en formación. Asimismo, la diversidad temática y disciplinar en ocasiones atenta contra la posibilidad de articular de manera coherente estos productos. El libro que el lector tiene en sus manos busca dar el primer paso para contribuir a subsanar esa carencia al mostrar un conjunto de desarrollos teóricos e investigaciones empíricas que, por su riqueza y variedad, dan un panorama del interés regional en la teoría y del grado de madurez de la reflexión social realizada a la luz de sus postulados.

    La unidad del libro se articula en torno al empleo de los conceptos de la TAR, los cuales imprimen un carácter relacional y dinámico al tratamiento de los fenómenos propios de los campos abordados. En todos los capítulos, el análisis realizado a la luz de la TAR permite hacer visibles interacciones y causalidades nuevas en los temas tratados, lo que da lugar a explicaciones innovadoras a problemas planteados dentro de sus disciplinas. Al mismo tiempo, la apropiación original de los conceptos y su discusión crítica hacen del libro una contribución al desarrollo de esta teoría, independientemente de la disciplina, objeto o región a la que se aplica.

    La organización del libro busca hacer visible esta complementariedad, al ordenar los capítulos con base en su grado de abstracción. En una primera parte: Propuestas epistemológicas y conceptuales en torno a la teoría del actor-red, los autores abordan cuestiones epistemológicas y conceptuales de carácter ontológico. En la segunda parte del libro: La teoría del actor-red en diálogo con otras teorías y áreas del pensamiento social, los capítulos se centran en mostrar la utilidad de ciertos conceptos de la TAR para corregir o complementar categorías en sus disciplinas. Finalmente, la última parte: El potencial heurístico de la teoría del actor-red para la investigación empírica, incluye las propuestas que utilizan los postulados de la TAR y los ponen a prueba en sus áreas de conocimiento.

    ¿DÓNDE RADICA EL PODER DE LA TEORÍA DEL ACTOR-RED?

    Hace varios años, Murray Davis (1986) escribió un trabajo provocativo, That’s Classic! The Phenomenology and Rhetorics of Successful Social Theories. Al analizar las contribuciones de Marx, Weber, Simmel y Freud, Davis expuso que hay, al menos, ocho razones por las que una teoría social se vuelve un clásico. Las teorías sociales clásicas, señalaba:

    1) Proponen un factor novedoso que ha afectado múltiples aspectos de la sociedad moderna, sorprendiendo a quienes no lo habían visto, que muchos efectos que habían percibido habían sido producidos por una única causa; 2) comparan la sociedad moderna ya sea con sociedades previas o con otras sociedades que no han sido afectadas por este factor, para enfatizar la percepción de la audiencia sobre su carácter único temporal y espacial; 3) muestran cómo este factor ha subvertido aspectos de la sociedad y los individuos que la audiencia valora; 4) exageran los miedos de la audiencia al señalar cuánto se han esparcido los efectos perniciosos en más y más áreas de la vida; 5) brindan, sin embargo, esperanza a la audiencia al sugerir nuevas formas de control o, al menos, de vivir con este factor; 6) son lo suficientemente multinivel para atraer a aquellos con diferentes niveles de sofistica-ción: sus conceptos, fáciles de recordar, les dan a los generalistas la sensación de estar familiarizados con la teoría mientras que su núcleo de complejas relaciones les da a los especialistas el desafío de descifrarlos; 7) sus ambigüedades permiten a diferentes grupos apoyar la teoría y permiten a los docentes sintetizarla (artificialmente, si es necesario) para los estudiantes, y 8) su incompletud lleva a los investigadores a demostrar cómo el factor fundamental ha afectado nuevas áreas de la sociedad, especialmente aquellas en las cuales pueden descubrirse problemas inesperados para la naturaleza humana o los procesos sociales (1986: 15).

    Al tener en cuenta estos elementos, caben las siguientes afirmaciones:

    Al introducir la hiper-simetría entre humanos y no-humanos, como respuesta puntual al Programa Fuerte de sociología de la ciencia de Edimburgo, la TAR ubica la agencia de las redes como un factor novedoso. A tal punto llega su novedad, que lleva a sus creadores a plantear que mucho de lo observado, no sólo en ciencia y tecnología, sino también en la economía o en la política, se debe a la arbitraria separación moderna de naturaleza y sociedad (Latour, 1992). Esto tiene dos implicaciones directas. Por un lado, siguiendo a Whitehead, la idea de agencia como efecto (es decir, de agenciamiento y actantes) tiene como resultado una invitación a una ingeniería heterogénea (véase también Law y Mol, 2020), donde entran en juego las diferencias de atributos y capacidades de cada componente. Por otro lado, Latour (1992) plantea aquí una crítica a la falta de simetría de las ciencias sociales, que se evidencia en la cuestionable separación moderna entre naturaleza y sociedad, pero que también incluye la habitual falta de atención a la materialidad que caracteriza buena parte de las ciencias sociales (Schatzki, 2010).

    Bruno Latour señala la insuficiencia de un modelo de explicación histórica conformado en torno a una ruptura por la que el tiempo histórico quedaba partido en dos. Por un lado, las culturas y sociedades de los mundos premodernos en las que la separación entre cosas, objetos, animales y personas se encontraba todavía sin realizar. Por otro, una modernidad que construye sociedades purificadas, en las que lenguaje, práctica y poder se ordenan como dominios separados de límites nítidamente definidos. En este sentido, las sociedades pre-modernas o no-modernas son re-conceptualizadas en un programa que Latour ha llamado antropología de los modernos. Las construcciones dicotómicas de la modernidad son situadas histórica y geográficamente, pero, más importante aún, quedan a merced de un análisis filosófico y antropológico que pretende mostrar las limitaciones de la ontología de purificación, por la cual naturaleza y cultura aparecen como separadas y, en ocasiones, determinándose mutuamente. De este modo, Latour y la TAR han mostrado que lo que hacía únicos a los modernos, no son atributos epistemológicos sobre la superioridad de sus formas de conocimiento —sobre todo de la ciencia—, sino su capacidad técnica, discursiva, política, económica y social de construir una forma de vida: la moderna, que se basa en la purificación ontológica y la reproduce.

    Desde ese programa, la TAR muestra cómo este factor, la agencia de colectivos de humanos y no-humanos, ha contribuido a que se perciba lo social como el ámbito de las ideas y la cultura, y lo natural, como el de la técnica y los no-humanos. Subvertir esta dicotomía, presentarla como las dos caras de Jano, tiene un valor muy alto para una audiencia de expertos y generalistas, que valoraba la intencionalidad y la agencia humanas por sobre cualquier otro ente y que, desde allí, había formulado cierta idea de la realidad (Latour, 1999).

    Entonces, ¿no hay una realidad?, ¿ontologías múltiples y política ontológica? ¿Las cosas tienen agencia? ¿El conocimiento no es más que asuntos de preocupación (matters of concern) estabilizados? ¿Las bacterias no existían antes de Pasteur? ¿El Rey de Portugal realmente incluyó las estrellas en sus estrategias para dominar India? ¿Las vieiras realmente compiten con científicos y pescadores en St. Brieuc por imponer sus intereses? Si de algo se puede enorgullecer la TAR es de haber despertado miedos sobre casi todos los efectos que tiene la hi-per-simetría, sin olvidar, claro, señalar los temores que significa continuar viviendo en el mundo de las dicotomías purificadas, en la aceptada modernidad. Además, los miedos incluyen a los propios sociólogos y científicos, que se ven desafiados más que en el monopolio del conocimiento, en la capacidad de movilizar traducciones y ser voceros de otras formas de existencia.

    En un mundo que es más que uno, pero menos que muchos (Mol, 1999), la TAR también llega a aportar esperanzas al sostener que una ciencia social crítica es posible, porque el reemplazo de la epistemología por la ontología o, más bien, por la política ontológica es uno que habilita para construir mundos. Si la realidad en que vivimos no es más —ni menos— que la estabilización cajanegrizada² de relaciones sociales y técnicas que se extienden sin límites, entonces, si se logran estabilizar nuevas conexiones, éstas darían lugar a nuevos mundos con sus respectivas nuevas formas de existir. En palabras de Mol: La realidad con la que vivimos es performada a través de una variedad de prácticas. La consecuencia radical de esto es que la realidad en sí es múltiple. Una implicación de esto podría ser que hay opciones entre las varias versiones de un objeto: ¿cuál performar? (1999: 74).

    La importancia de esta ontología política no puede ser subestimada, porque aquí se encuentra un replanteamiento fuerte de la misma idea de crítica y del propio papel de las ciencias sociales. De hecho, la TAR se articula como una forma de hacer ciencia que, en principio, puede parecer no crítica justamente porque recomienda huir de los atajos de la crítica que toman las ciencias sociales (Latour, 2005). En otras palabras, son las descripciones densas de asociaciones situadas las que explican por qué se produce o no cierto efecto. Por lo tanto, no se debe asumir que la TAR es una teoría crítica al uso, sino otra manera de hacer crítica, es decir, mediante reconexiones, reasociaciones, reconfiguraciones y, en definitiva, nuevas redes.

    La TAR ha provisto tanto al generalista como al experto; dándole al primero ideas básicas (por ejemplo, una agencia no-humana o una antropología de los modernos) y eslóganes (No había bacterias antes de Pasteur) y al segundo, una ontología relacional que, tomando como punto de partida los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, pretende cuestionar postulados centrales de la teoría social. Para el generalista, la TAR puede resumirse en aquel título latouriano: la tecnología es la sociedad hecha para que dure (Latour, 1991), en un postulado elemental que trata de dar visibilidad a lo no-humano —desde especies animales hasta equipo médico— en una época donde la hibridez y la ciborgización³ parecen ampliamente extendidas. Para el experto, la teoría se inserta en una reflexión sobre las nuevas ontologías (Coole y Frost, 2010; Harman, 2018) que, a medida que socava ideas centrales de la teoría social, política, económica y cultural, como la distinción objeto-sujeto, brinda la oportunidad de abrir aquellos colectivos (capitalismo, patriarcado, poder) y observar cómo son los mismos elementos a ser explicados y no simples variables causales.

    Los múltiples niveles en los que la TAR puede operar, desde una descripción de laboratorio hasta una crítica a la modernidad eurocéntrica, no pueden lograrse sino a costa de cierta ambigüedad. Esta ambigüedad, identificada en los análisis críticos de la TAR, también se halla entre sus proponentes principales, quienes a menudo han seguido trayectorias pendulares entre posiciones más radicales, por un lado, y posiciones más articuladas con teorías sociales prexistentes, por otro. Si la agencia es propiedad de las redes de humanos y no-humanos (Latour, 2005), ¿por qué los humanos suelen jugar en ellas papeles más activos (Callon, 1992)? Si la TAR es una teoría gerencial, de la gestión, de la manera en que el poder se ejerce a distancia (Law, 2006), ¿por qué, a veces, no es suficientemente consciente de las relaciones de poder en la sociedad (Haraway, 2004; Winner, 1993; Jasanoff, 2015)? Si no existe nada más allá de las cadenas de traducciones que vinculan elementos heterogéneos (Latour, 1999), ¿dónde podemos hallar los modos de veridicción que se necesitan para producir traducciones y determinar su validez como modo de existencia (Latour, 2013)? Estos pocos ejemplos de ambigüedades, o, tal vez, de conceptualizaciones en constante cambio, permiten que la teoría sea lo suficientemente laxa para tener utilidad al estudiar enfermedades en África, el diseño de aeroplanos, el cambio climático y los instrumentos de los economistas en la construcción de mercados, por mencionar algunos (Lezaun, 2017). Así, la TAR hace siempre un llamado a los investigadores para continuar puliendo los conceptos y las relaciones básicos de la teoría a la luz de los casos de estudio, en una multiplicidad que, a menudo, impide alcanzar una coherencia interna general. Hasta qué punto la ambigüedad de la teoría ha sido un elemento clave en la enseñanza de la misma es una cuestión empírica a investigar. Lo que sí parece claro es que la TAR dio lugar a cambios pedagógicos específicos en el aula, ya que, como señalan Quinlan, Quinlan y Nelson (2013), es sólo a través de métodos de enseñanza innovadores que la TAR puede ser efectivamente explorada en el aula [ya que] la perspectiva performativa […] atenta disolver lo binario que ha sido construido en mucha de la literatura pedagógica entre el campo y el aula (2013: 56-57).

    Los factores centrales de la TAR están siendo explorados incluso por sus defensores originales, para descubrir no sólo problemas específicos (como la democratización tecnológica o el cambio climático), sino también para arrojar luz sobre las reconfiguraciones de lo humano y lo social en un contexto de crisis apremiantes (Lezaun, 2017). Así, Latour (2018) se ha enfocado en la crisis ecológica, el antropoceno y el papel de la dicotomía naturaleza-sociedad en dicha problemática; Muniesa y Callon (2007), en la construcción de mercados como forma de construcción social; Law y Lien (2012), en la relevancia de una ontología empírica para construir mundos posibles y aún irrealizados; y Mann y Mol (2019), en las limitaciones etnocéntricas en la conceptualización del cuerpo y la percepción. Al mismo tiempo, la TAR ha emprendido la labor de mostrar cómo los ámbitos de la sociedad que hasta ahora quedaban fuera de su alcance (o, al menos, de sus aplicaciones más directas) también pueden comprenderse de una forma original a partir de esta perspectiva. En este sentido, Race (2020) propone la necesidad de postular una TAR queer; McCormack (2020) argumenta sobre la potencialidad de la TAR para dar cuenta de atmósferas afectivas, y Rosa (2020) apunta a relacionar la TAR con las sociologías del sur, dándole relevancia a la emergencia de ontologías no occidentales, como las sugeridas por Viveiros de Castro (2012) y De la Cadena (2015).

    El poder de la TAR, como el de otras teorías, radica, entonces, a) en la novedad de los factores que se escogen como centrales de la sociedad; b) en su capacidad de establecer comparaciones con otras sociedades previas o actuales; c) en poner de relieve los efectos positivos y negativos de tales relaciones; d) en enfatizar ciertos miedos o temas problemáticos que, en ocasiones, se articulan con agendas extra-científicas; e) en proveer herramientas de acción y formas de conceptualizarlas; f ) en brindar explicaciones a diferentes niveles para múltiples actores y con diversos efectos; g) en reconocer una ambigüedad que le da vigor empírico y teórico, y h) en su capacidad heurística de continuar abordando áreas de la vida social que, por ahora, habían quedado al margen de sus intereses principales. Es en este contexto que el presente libro se inserta en una tradición teórica fecunda e innovadora.

    TRAYECTORIA Y TENDENCIA A LA CONSOLIDACIÓN DE LA TEORÍA

    La teoría del actor-red establece que el mecanismo de avance y estabilización del conocimiento científico son las controversias que el hecho científico suscita cuando es puesto en circulación, ya sea como un artículo científico publicado, o en otros formatos. En su libro Ciencia en acción. Cómo seguir a los científicos e ingenieros a través de la sociedad (1992), Latour señala que las controversias parten del cuestionamiento de enunciados muy específicos contenidos en los artículos científicos, pero que, conforme las controversias se van multiplicando, se vuelven cada vez más complejas, porque quienes los ponen en duda rara vez se refieren al enunciado original, es decir, son réplicas a la réplica de la réplica.

    La modalidad de los nuevos enunciados que se generan, mientras duran las controversias, puede ser negativa o positiva, es decir, negar o aceptar la validez del enunciado, pero también puede conceder en parte y cuestionar otra parte. Latour (1992) concluye que un enunciado dado no demuestra por sí mismo un hecho, sino que son los enunciados posteriores los que lo convierten en tal. "Con cada réplica añadida al debate, se modificará el status del descubrimiento original" (cursivas del original) (1992: 25). Si la propuesta explicativa sobrevive a la descalificación por parte de la comunidad científica, este hacer y rehacer colectivo del conocimiento científico conduce a la estabilización y el consenso, pero los enunciados que pasan a formar parte de su acervo ya no son idénticos a los originales.

    La trayectoria de difusión y apropiación de la TAR constituye en sí misma una confirmación de este proceso. Pocos planteamientos teóricos en las ciencias sociales han suscitado recientemente tal caudal de controversias y cuestionamientos, dando lugar a una constante necesidad de precisión de sus enunciados originales. En este sentido, la caja negra de la TAR está todavía abierta⁴ y quizá no es de suyo llegar a constituir jamás un paradigma o un programa de investigación totalmente articulado.

    Los capítulos en este libro se integran desde los países de habla hispana a la red de la teoría y su cauda controversial, y contribuyen en conjunto a su permanente redefinición. Por ejemplo, el capítulo de Sergio Pignuoli Ocampo se dirige a la tarea de precisar, cuestionar y corregir sus conceptos, al comparar la TAR con la teoría de Luhmann, mientras que el de Francisco J. Salinas rastrea la filiación fenomenológica de sus enunciados. En su aporte, Gonzalo Correa cuestiona y precisa algunos de sus conceptos fundantes, a la vez que las contribuciones de Fernando García Selgas, Lidia Girola y Olga Sabido Ramos buscan analizar la complementariedad de los conceptos de la TAR con los de otros desarrollos teóricos. El capítulo de Arthur Arruda Leal Ferreira y Jimena Carrasco Madariaga emplea los conceptos de la TAR para cuestionar y corregir concepciones teóricas en distintas corrientes de su disciplina. Leandro Rodriguez-Medina, María de los Ángeles Pozas, Carolina Peláez González y Xavier Oliveras González muestran cada uno, en sus respectivas colaboraciones, cómo se emplea la TAR para realizar investigación empírica, dando cuenta del potencial heurístico de sus enunciados. Tanto el capítulo de Jorge Castillo-Sepúlveda y Francisco Javier Tirado como el de Eliel Francisco Sánchez Acevedo y María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera muestran el potencial performativo de protocolos, reglamentos y sistemas normativos. Finalmente, la colaboración de Antonio Arellano Hernández y Laura Maria Morales Navarro cierra el libro ilustrando, a partir de un estudio de caso, la temprana recepción de la teoría en América Latina.

    A tal punto la falta de estabilización de la TAR es evidente que algunos de sus teóricos fundadores, como Latour, han intentado contextualizarla en debates más amplios sobre la antropología de los modernos (Latour, 2013). Quizá uno de los puntos más relevantes de dicha contextualización es la inclusión de los modos de existencia como una especie de guiño teórico hacia las teorías sociales para las cuales la división en dominios (lo económico, lo político, lo religioso) suponía compromisos ontológicos más profundos. El hecho de que varios de los capítulos de este libro se nutran de esta contribución reciente de Latour da lugar a dos asuntos importantes. Por un lado, que la teoría, para uno de sus pioneros, aún requería reelaboraciones ontológicas, en parte, en línea con muchas de las críticas recibidas en las últimas décadas. Por otro lado, que la TAR sigue mostrando su capacidad heurística a la par que se cuestionan sus supuestos teóricos fundacionales. Más que ver los modos de existencia como un paso atrás de la TAR, Latour (2013, 2018) intenta que sirva para dar un largo salto hacia adelante.

    Como señalamos antes, desde su origen la TAR hace un cuestionamiento radical a la concepción ontológica de lo social, así como a los postulados epistemológicos de diferentes enfoques de la filosofía y la sociología del conocimiento; pero, a diferencia de otros cuestionamientos similares, el diseño abierto de sus conceptos ha probado su potencial para actuar como modificadores epistemológicos. La variedad disciplinaria de las colaboraciones en este libro refleja a su vez la diversidad de los mecanismos de apropiación que la vocación abierta de los conceptos de la TAR propicia. El propio Latour (2013) señala que los conceptos de esta teoría pueden ser considerados adverbios capaces de modificar o realizar correcciones ontológicas a conceptos clásicos de la teoría social, e incluso a saberes especializados, como la arquitectura, la educación o la economía, entre muchos otros.

    CONTENIDO DE LOS CAPÍTULOS

    En el capítulo de Sergio Pignuoli Ocampo, el autor coteja los conceptos de actualidad de Bruno Latour y de Niklas Luhmann en busca del establecimiento de diálogos y articulaciones que permitan sustentar la elaboración de interfaces entre sus respectivas teoría del actor-red y teoría general de sistemas sociales. Examina a tal efecto los conceptos de traducción y de operación de uno y otro programa, en los cuales la concepción de actualidad es planteada y desarrollada. Sugiere la hipótesis de que ambos autores convergen en la elaboración de un núcleo teórico que sintetiza acontecimiento y evento, presente y determinación, en el concepto de actualidad. Después examina las proyecciones de estos núcleos en los conceptos de estructura (red en Latour y auto-organización en Luhmann) y de proceso (trayectoria en Latour y recursividad en Luhmann), con el propósito de consolidar la plataforma de interfaces entre ambos programas en materia teórica y epistemológica, robusteciendo con ello el diadismo sociológico y la fuerte temporalización de la actualidad. Para llevar a cabo la comparación adopta la perspectiva sistemática de los programas de investigación multinivelados.

    Francisco J. Salinas sostiene que el contraste entre las concepciones de Latour y Heidegger acerca de la tecnología deja en claro que la fenomenología de la complicación latouriana es una poderosa herramienta para realizar investigación empírica, pero, en opinión del autor, se construye desde una teoría que tiende a marginalizar ciertas entidades conceptuales. Leer las intuiciones filosóficas en los trabajos de Latour, señala, da cuenta del sacrificio de ciertos conceptos, lo que nos invita a pensar y a tener una actitud alerta respecto de las posibles consecuencias que tienen sus perspectivas teóricas en nuestra praxis como investigadores de las ciencias sociales.

    Gonzalo Correa enfrenta la discusión acerca de cómo el uso de la distinción humano y no-humano, acuñada en muchos de los trabajos de la TAR como forma de incluir a las cosas en la política, acabó por formalizar en el lenguaje una separación que se intentaba restituir en la acción, produciendo, casi sin querer, un efecto de sustancialización de las relaciones en juego en los ensamblajes que hacen a un actor-red. Esta suerte de sustancialización se expresa con fuerza en la manera de concebir la distribución de la agencia, la cual parte como crítica al supuesto de que la acción es monopolio de un sujeto humano. Así la idea de la distribución no hizo más que admitir que ésta había estado en manos de los humanos y que, lo que la teoría comenzó a hacer, de allí en más, no fue otra cosa que democratizar esa potencia. En definitiva, lo que nos propone este capítulo es la revisión del lenguaje y de algunos conceptos de la TAR relacionándolos con los debates contemporáneos acerca de las relaciones que componen el vivir en el mundo.

    Fernando J. García Selgas muestra que, siguiendo las principales propuestas de Latour sobre cómo concebir al objeto de la tecnociencia y su desarrollo crítico a manos de algunas feministas

    (Star y Puig de la Bellacasa), podemos asumir de un modo flexible que dicho objeto, además de ser resultado de un proceso socio-técnico, es parte activa de él: es un devenir-con, mutua, pero diferencialmente, constituido con el agente del conocer.

    El capítulo de Arthur Arruda Leal Ferreira y Jimena Carrasco Madariaga sobre la diversidad de los saberes psi es otro ejemplo donde los autores emplean los postulados de la TAR para criticar y corregir la dicotomía subjetivo/objetivo que sustenta las contradicciones entre, por ejemplo, el psicoanálisis y el conductismo. En la discusión incluyen los aportes de Isabelle Stengers, Vinciane Despret y la epistemología política, y en la segunda parte revisan críticamente la viabilidad de estos enfoques para los saberes psi.

    Lidia Girola, por su parte, muestra también el potencial modificador de los conceptos de la TAR al complementar los hallazgos en el campo de los imaginarios sociales con los planteamientos de este enfoque teórico. Como la propia autora señala: la perspectiva de la TAR acerca del mundo y de cómo la acción humana no puede pensarse separada del mundo material, nos abre a una concepción mucho más fructífera que la habitual consideración de lo mental, lo simbólico y la naturaleza y la tecnología como ámbitos o dominios autónomos y con lógicas propias. Si a los imaginarios sociales sólo puede accederse a través de las representaciones, sean éstas discursos, imágenes, estereotipos o artefactos, entonces, lo simbólico y lo relacional y lo material están estrechamente articulados y unidos en el mundo. Por ello la TAR es un recurso heurístico fundamental para de-construir las redes de relaciones entre esos diferentes aspectos de la realidad.

    El objetivo del capítulo de Olga Sabido Ramos es presentar los aportes de la teoría del actor-red de Bruno Latour para el abordaje y análisis del cuerpo y sus sentidos, así como algunos recursos metodológicos que esta perspectiva provee en el marco del giro sensorial. El punto de partida relacional de la sociología de Latour coincide con el de otros autores y autoras para quienes una característica fundamental para comprender el cuerpo es su condición de afectar y ser afectado. Además, la TAR contribuye en tres aspectos significativos a considerar en el marco de estos debates, a saber: a) que existe un aprendizaje para ser afectado o, en otras palabras, que aprendemos a sentir; b) que dicho aprendizaje no sólo implica a otros humanos, sino también a otras entidades no humanas, y c) que ciertos objetos y tecnologías se convierten en una extensión del cuerpo y contribuyen al aprendizaje sensorial. Se ejemplifica este último aspecto con algunas reflexiones sobre ver, tocar, oler y escuchar desde la perspectiva de la TAR. El capítulo concluye con algunas claves metodológicas significativas que ofrece la TAR y que enriquecen las estrategias de investigación en la línea del giro sensorial en sociología.

    Leandro Rodriguez-Medina explora el concepto de programa de acción dentro de la TAR. Argumenta que esta noción permite, por un lado, mantener el énfasis en la dimensión positiva del poder (poder de acción) que se evidencia en los procesos de descajanegrización. Por otro lado, los programas de acción limitan el rango posible de opciones de todo actor, siendo así factores clave en una noción negativa del poder (poder de impedir). Ejemplifica la utilidad de esta doble visión del poder a través de observar el proceso de gentrificación de la ciudad de Monterrey en México.

    En su capítulo, María de los Ángeles Pozas se interesa por las prácticas de comunicación que se desarrollan en el laboratorio cuando los investigadores provienen de distintas disciplinas. El trabajo revela que la comunicación interdisciplinaria se realiza a partir del diálogo de modelos que reflejan prácticas científicas diferentes, diseñadas para modelar cierto tipo de interacciones, y no otras. Mediante la creación de un modelo matemático, el físico busca sintetizar la información y reducir la complejidad al máximo. Sin embargo, el diálogo interdisciplinario con el biólogo permite al físico saber qué información no se puede borrar del modelo cuando se trata de moléculas biológicas. La investigación basada en la minería de datos muestra que la investigación dirigida por datos (data driven research), como opuesta a la investigación guiada por hipótesis (hypothesis driven research), no revela dos formas distintas de hacer investigación, sino dos momentos, dos movimientos distintos de todo proceso de investigación científica, lo que conduce a abrir la caja negra de la epistemología.

    La aportación principal del capítulo de Carolina Peláez González es mostrar el potencial de análisis que tiene el estudio de las controversias desde la TAR como herramienta teórico-metodológica útil para observar el cambio social a partir de un estudio de caso. El rastreo de las controversias es una estrategia para aprehender el entramado de conexiones sociales entre humanos y no-humanos, al situarnos en los momentos de (des)estabilización de la red de actores que, en este caso, constituyen un mundo laboral.

    Francisco Javier Tirado y Jorge Castillo-Sepúlveda muestran la forma en que la elaboración de protocolos como guías sobre procedimientos y tratamientos para el cáncer, dirigidos a los profesionales de la salud, da el poder a quienes los elaboran para definir enfermedades, procedimientos y tratamientos. La mayor parte de los profesionales de la salud los siguen como un mecanismo de defensa frente a posibles demandas. No obstante, los sociólogos encuentran que se han levantado voces que cuestionan la transparencia en su elaboración y denuncian la posible participación de empresas farmacéuticas, agencias políticas y otras entidades. Además del interés que puede presentar para especialistas del tema, el capítulo ilustra la manera en que los protocolos son un medio de circulación de consensos en la red y la forma en que se construye la coordinación de la misma a partir de pequeñas universalidades.

    Eliel Francisco Sánchez Acevedo y María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera en su capítulo buscan interpretar el sistema normativo de una comunidad indígena náhuatl desde el enfoque de la teoría de las ausencias y la TAR. Señalan que dos sistemas normativos, el prehispánico y el católico colonial, se encuentran presentes en la comunidad y están en conflicto. Proponen que la TAR es un referente teórico que permite analizar como legítimo el sistema normativo de las comunidades indígenas, además de la forma en que es desestimado por el sistema normativo oficial al considerarlo como de usos y costumbres.

    Xavier Oliveras González conceptualiza en su capítulo el espacio (o, más concretamente, determinadas configuraciones espaciales) como actante político en los proyectos y conflictos territoriales, que devienen también ontológicos. Esto se explora a partir de la agencia del Río Bravo/Grande, un curso fluvial fronterizo entre México y Estados Unidos, que emerge en la disputa por el muro fronterizo (entre los procesos de fronterización y de resistencia).

    Antonio Arellano Hernández y Laura Maria Morales Navarro exponen en su capítulo la experiencia científica de un equipo de investigación universitaria en México, visible y distinguible en la práctica de la TAR a partir del modelo de la rosácea de la historia de las ciencias. Se trata de un ejercicio de mapeo reticular heterogéneo y de auto-reflexión sobre las actividades y los resultados de investigación, publicaciones, colaboraciones reticulares y vinculaciones del pequeño Laboratorio Tecnociencia-Sociedad, que ha aportado elementos para el estudio de la construcción simultánea de conceptos, técnicas y de colectivos desde la perspectiva de la TAR en América Latina.

    A manera de conclusión no podemos más que enlistar las dudas que la disfrutable labor de editar este volumen nos presentó. ¿Existe, a la luz de lo mucho producido a partir de la TAR en español, una tradición propia, diferente de la francesa o la anglosajona? Esto demanda una revisión completa y exhaustiva de la bibliografía, que excede los objetivos de nuestro proyecto. Responder a dicha pregunta es, por tanto, tarea pendiente pero necesaria, ya que permitiría abrir la puerta para reflexiones sobre las formas activas de recepción teórica que vuelvan visible la creatividad de los estudios regionales basados en la TAR. No obstante, consideramos que este libro da un primer paso en esa dirección al mostrar, de entrada, la cuantiosa diversidad en la producción de los autores incluidos. ¿Es la TAR un paradigma, un programa de investigación, un método, una sensibilidad, una genealogía, o una simple —aunque poderosa— teoría? No hay en estas páginas ni en los capítulos que siguen una respuesta inequívoca. En este sentido, podría afirmarse que la TAR tiene una naturaleza diaspórica (Law y Hassard, 1999) que constituye una invitación a llevarse los conceptos a otros sitios y desde allí transformarlos. Esas transformaciones, como afirma la propia teoría, no consistirían solamente en refinaciones conceptuales sino, quizá esto es lo más relevante, en una multiplicación de actantes situada en el entorno hispanoparlante. No por casualidad Law y Mol (2020) han reconocido recientemente el papel central de lo decible en cada lengua, dentro de la naturaleza performativa de lo social, y De la Cadena y Martínez Medina (2020) han ilustrado para el caso específico del idioma español. Lamentablemente, un análisis de estos desplazamientos de la TAR al interior de Hispanoamérica es una deuda que este volumen no podrá saldar, pero la entusiasta respuesta que recibió este proyecto constituye un buen punto de partida para seguir trazando el derrotero de la teoría en esta región del mundo.

    Queremos destacar que esta obra no estaría viendo la luz sin la labor encomiable, profesional y rigurosa de la Dirección de Publicaciones de El Colegio de México y de Logos Editores. Las editoras queremos reconocer a Claudia Priani, Pablo Reyna, Nelly Morado Galindo, Fernando Cruz Benítez, María de Lourdes Escobedo Muñoz, Beatriz Espriella Ramírez, Sofía Ramírez Maya y Claudia Pacheco, por su dedicación a este proyecto, por sus correcciones precisas y oportunas y por la calidez con la que han aportado su saber. Este libro en sí mismo puede ser visto como un actor-red y no sería siquiera imaginable sin su talento y trabajo.

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    ANEXO. ARTÍCULOS Y LIBROS QUE ILUSTRAN LOS CAMPOS DE APLICACIÓN DE LA TEORÍA DEL ACTOR-RED

    Desarrollo de políticas públicas

    Greenhalgh, S. (2008). Just one Child: Science and Policy in Deng’s China. Berkeley: University of California Press.

    Mosse, D. (2004). Cultivating Development: An Ethnography of Aid Policy and Practice. Londres: Pluto Press.

    Tsing, A. L. (2005). Friction: An Ethnography of Global Connection. Princeton: Princeton University Press.

    Construcción de identidades nacionales

    Candea, M. (2010). Corsican Fragments: Difference, Knowledge, and Fieldwork. Bloomington: Indiana University Press.

    Oppenheim, R. (2008). Kyôngju Things: Assembling Place. Ann Arbor: University of Michigan Press.

    Gobernanza y formación del Estado

    Carrol, P. (2006). Science, Culture, and Modern State Formation. Berkeley: University of California Press.

    Curtis, B. (2001). The Politics of Population: State Formation, Statistics and the Census of Canada, 1840-1975. Toronto: University of Toronto Press.

    Mukerji, C. (2009). Impossible Engineering: Technology and Territoriality on the Canal

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