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Caminando Con El Dios Bíblico: Libertad En La Gracia Vs. Esclavitud Religiosa
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Caminando Con El Dios Bíblico: Libertad En La Gracia Vs. Esclavitud Religiosa
Libro electrónico370 páginas6 horas

Caminando Con El Dios Bíblico: Libertad En La Gracia Vs. Esclavitud Religiosa

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Nuestro caminar en la dirección a nuestro destino puede ser confusa y turbulenta cuando no conocemos al Dios que le servimos; o no entendemos su naturaleza. En una sociedad condenatoria y crítica, es importante entender lo que Él dice sobre si mismo y nosotros. Recibir todo lo que tiene para ofrecer va íntimamente entrelazado con conocer Quién es Él y Cuál es Su carácter.
Cada historia bíblica está diseñada para revelarnos una gotita de saber en relación a Él. Su grandeza y gloria. En toda la biblia no existe una persona que tras conocerle no haya sido cambiado, hecho cosas imposibles y recibido a cambio cosas inimaginables.
Es mi intención presentar con la mayor claridad ante sus ojos al Dios bíblico. No tengo tiempo para hablar de denominaciones o religiones, lo único que importa es que dice la biblia... que dice Dios, acerca de si mismo en las escrituras. Sobre todas las cosas es mi deseo y esperanza que la manera en que ve a Dios cambie y tras entender mejor Su naturaleza sea cobijado bajo la hermosura de la libertad en la gracia. Gracia que cambia al hombre y la mujer; gracia que liberta, gracia que sana, gracia que nos capacita y mucho mas. Esta gracia está disponible para todos, pero para poder disfrutar al máximo de ella... es necesario primero conocer al Dios de la biblia y entender Su naturaleza.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 mar 2021
ISBN9780463457306
Caminando Con El Dios Bíblico: Libertad En La Gracia Vs. Esclavitud Religiosa

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    Caminando Con El Dios Bíblico - Jorge Sanabria

    La hermosura de Dios es manifiesta en la belleza de la creación. Los vívidos colores en el cielo, el resplandor de las estrellas, qué podríamos decir del majestuoso sol y la impresionante luna. La diversidad en la fauna y vegetación, acompañada de indescriptibles escenarios llenos de complejidad y simpleza entremezclándose al unísono, convirtiéndoles en exquisitas, exuberantes obras de artes y todo esto también proviene de la mente del Señor. La impresionante cantidad de detalles en las cosas que vemos y aun en aquellas que no pueden verse a simple vista. Imagine a un Dios que se tomó el tiempo de hacer cada copo de nieve único. Mencionemos las profundidades de los mares, los secretos guardados en ellas y aquellos que la habitan. Adornadas con increíble belleza y esplendor. La variedad de vida microscópica, con tantas y diversas clases de microorganismos.

    Usted es obra de sus manos. No es un error, tiene gran valor e importancia para Dios y un propósito que alcanzar. En toda la creación, con toda su complejidad y hermosura no existe nada con mayor importancia para Dios que usted. Es usted, la mayor obra del soberano Dios, siendo creado a la imagen y semejanza del Dios del cielo. Diseñado para que Dios mismo haga morada en su interior y viva con, en y a través suyo. Si es de los que piensa que Dios no está interesado en usted y le abandonó, le tengo noticias: Dios no le ha abandonado. Cada día que vive es la voz del Señor diciéndole que hay esperanza. De todas las cosas creadas solo para el hombre, Dios utilizo sus manos y puso de su aliento de vida. Si esto fuese poco, solamente con el hombre Dios determinó propósito y potencial, su lugar es arriba y no abajo, tomar dominio sin ser dominado, ser cabeza y no cola. Dios no le creó para existir, fue creado para vivir una vida buena, plena y en abundancia.

    La Biblia declara que la creación nos declara la grandeza de nuestro Dios. Todo a nuestro alrededor es sostenido por su palabra. El mar tiene su límite porque así le fue ordenado por el Señor. El sol en el día, la luna y las estrellas en la noche fue dictaminado por Él. Las estaciones y los tiempos también provienen de Él. Todo lo que vemos tiene su firma y estampa, revelando grandeza, amor, poderío, majestuosidad. Cuando las circunstancias le digan: no hay Dios, mire la hermosura en el cielo, la belleza en el mar y si esto no es suficiente mire al espejo y allí verá una obra de arte creada a la imagen misma de Dios.

    Dios está interesado en nosotros, la verdad es que está enamorado de nosotros. Él, nuestro Padre y nosotros sus hijos. Estamos esculpidos en la palma de su mano, somos la niña de sus ojos. Toda la atención del Se-ñor está puesta en nosotros. Siempre ha querido hacernos bien, guiarnos a una vida que ni nosotros nos atrevemos a soñar, poner a nuestro alcance cosas que sin Él serian inalcanzables. El Dios revelado en la Biblia es un Dios amoroso, que nos disciplina como un buen padre a su hijo. Siempre presente, veraz y fiel. Nunca nos abandona y nos hará justicia. Nos guiará en el camino y respetará nuestro derecho de elección.

    Durante el transcurso de la historia, la imagen de Dios ha tomado muchas formas. Múltiples denominaciones y entidades religiosas han reclamado poseer la revelación total y exclusiva del único y verdadero Dios. Sin embargo, al estudiar las escrituras con detenimiento llegamos a la conclusión de que lo infinito no podrá ser contenido por lo finito. La Biblia no identifica ni le brinda exclusividad a ninguna institución y/o denominación en ninguna de sus páginas, todo lo contrario, al finalizar establece claramente que todo: en el cielo, la tierra y debajo de ella, fueron creados por Él, por medio de Él y para Él.

    No es la intención de este libro entrar en la interminable discusión de cuál entidad o denominación es la correcta ni cuál posee la revelación absoluta. En adición, no pienso que ninguna entidad, denominación ni persona posea la capacidad de adquirir la revelación total del Dios Todopoderoso. La idea en sí misma es ridícula y limita la grandeza del Creador. Con tan solo revelaciones limitadas, hombres de la fe durante la historia han realizado cosas extraordinarias, imagine las cosas que serían posibles con una comprensión total de Dios.

    Durante las siguientes páginas conoceremos a un Dios amoroso cuyo único deseo es integrarse a nuestra vida diaria y bendecirnos, es mi mayor esperanza que el maravilloso Dios bíblico se desenvuelva ante sus ojos. Siendo cautivado y transformado por su gran amor. Mostraremos los beneficios y resultados de servirle al Dios bíblico vs ser esclavizado por los rudimentos del mundo y la religiosidad. Acompáñeme en esta jornada con la esperanza de experimentar al maravilloso Dios de la Biblia y liberarnos de las cadenas impuestas por esquemas religiosos, los errores, faltas del pasado y las mentiras del diablo. Es mi deseo, esperanza y el propósito de este libro que la imagen de Dios cambie positivamente para usted, que sea alcanzado por el amor del Creador de los cielos, la tierra, el mar y todo lo que la habitan. Sea bendecido en el poderoso nombre de Jesús.

    Parte I

    El Dios bíblico y su naturaleza

    Cada religión tiene su dios(es) y cada uno tiene su nombre(s) que lo identifica, diferenciándolo de todos los demás. Esta práctica es creada por el Dios de la Biblia con la única diferencia de que con cada nombre, el Creador revelaba un detalle sobre sí mismo y su naturaleza divina. En este tópico añadiré algunos títulos que el Señor utiliza para referirse a Él mismo por el rico contenido de luz que arrojan sobre la naturaleza divina.

    Él no tenía necesidad de crear un punto y aparte entre las otras deidades, después de todo, eran creación suya. Nunca se trató de una lucha de poderes equivalentes o en iguales términos, como muchos han intentado de hacerlo ver y hasta el día de hoy persisten en enseñar. La constante lucha entre el bien y el mal o las tinieblas y la luz son el ejemplo de la ilusión religiosa, producto de creer la mentira de Satanás. La verdad bíblica demuestra que la luz resplandece en las tinieblas y las mismas no pudieron contra ella (Juan. 1.5).

    Desde el principio, antes que todo aconteciese, Dios ya lo sabía y tenía un plan (Genesis 3.14-15) que culminó en Cristo Jesús derrotando, no solo derrotando, exhibiendo públicamente derrotados a las potestades de las tinieblas en la cruz (Colosenses 2.15), venciendo no solo al pecado o al diablo sino a la muerte misma (Romanos 6.9), tomando de regreso las llaves del reino (Apocalipsis 1.18) perdidas por Adán o sea nosotros. La supremacía siempre ha estado al lado del Señor sin cuestión a dudas.

    Cap. 1

    Yo Soy

    La palabra yo es un pronombre personal, esta clase de pronombres indica la persona que habla cuando se refiere a sí misma. En la psicología es definida como la parte consciente de la personalidad que controla la conducta; la filosofía lo define como el individuo en cuanto ser pensante en oposición al mundo exterior.

    Lo primero que debemos identificar es que, al hacer uso de un pronombre personal, Dios se revela a sí mismo como una persona. No es una: fuerza, luz, viento, energía ni nada producto de la imaginación humana o por el estilo. Se identifica como un individuo y conforme a esto podemos decir que Dios tiene: un cuerpo [celestial 1 Colosenses 15.40], emociones [amor 1 Juan 4.8 e ira Números 12.9 como ejemplos] y pensamientos (Jeremías 29.8). En adición, el pronombre yo tiene una peculiaridad: identifica a quien ejecuta la acción mencionada en la oración. En este caso, yo, está acompañado de una conjugación del verbo ser, que puede conjugarse de las siguientes maneras: soy (en su tiempo presente), fui (pretérito perfecto simple), seré (futuro absoluto o imperfecto) sería (condicional) y continúa. No es casualidad el uso de un verbo. Un verbo denota una acción y conjuga-do abarca todos los tiempos existentes y posibles (presente, pasado, futuro y consiguientes). Aquí otra cualidad del Señor existe y ve la imagen completa en todos sus tiempos.

    De más está decir que basados en esto a Dios nada le toma por sorpresa, su palabra y promesa no dependen de un tiempo o momento específico ni puede ser alterada por las circunstancias. Al momento que: habló o prometió, tal cosa es un hecho sin posibilidad de ser alterado, ya vio la promesa realizada en todos sus tiempos y posibilidades. Toda oposición ha sido considerada, nuestros errores en el camino han sido vistos y gracia provista. El plan ya creado continúa fluyendo acorde a su tiempo y voluntad sin posibilidad mínima de ser alterado, anulado, atrasado o incapacitado por nada ni nadie. Sin importar los eventos después de recibir la palabra, si las posibilidades están en nuestra contra, aunque ante nuestros ojos pareciese imposible, no importaría. Él es fiel (Deuteronomio 7.9), veraz (Romanos 3.24) y poderoso para cumplir lo prometido (Job 36.5).

    La expresión Yo Soy fue utilizada en varias ocasiones por Dios; en todas y cada una de ellas un evento sobrenatural fue manifiesto, fuerzas incomprensibles operaron manifestando lo imposible en el plano físico. Discutiremos algunas de ellas. Dios (el Padre) se introduce como el gran Yo Soy en su conversación con Moisés (Éxodo 3.2-14). Mientras Moisés pastoreaba las ovejas de Jetro, su suegro, ve la zarza ardiendo en fuego sin ser consumida por el mismo. La historia es rica en simbolismos y enseñanzas, pero el enfoque es la zarza en fuego sin ser consumida. Esto por sí mismo es un milagro, Dios no había dicho palabra alguna y un evento supernatural estaba aconteciendo. Las leyes físicas, me refiero a la ciencia y las barreras del razonamiento, fueron sobrepasadas por este evento mismo. Lo que le quiero decir es: si Dios le dijo o prometió tal o cual cosa, no preste atención a las leyes naturales, refiriéndome a las leyes del mundo físico, cuando el tiempo llegue serán sobrepasadas e incapaces de contener las leyes supernaturales impartidas por Dios.

    Jesús hizo uso de la expresión Yo soy; nuevamente eventos sobrenaturales acontecieron. La primera vez que el Maestro utilizó la expresión sus discípulos estaban en una barca, intentando cruzar al otro lado. La Biblia relata que las olas y vientos azotaban la embarcación con gran violencia. Debemos recordar que la gran mayoría de los doce eran pescadores, sin embargo; eran incapaces de atravesar la tormenta. No era la primera vez que se cruzaban con un fenómeno similar en alta mar. Poseían el conocimiento y habilidades para enfrentar un evento como este. Estaban familiarizados con aquellas aguas, sin embargo, no tenían la capacidad de atravesar o salir de aquella situación. Es mi opinión, no tengo ninguna base bíblica que soporte este argumento, que aquella tormenta tenía algo de sobrenatural en sí misma.

    Repentinamente vieron la imagen de alguien caminando sobre el mar y se turbaron hasta que Jesús les dijo: Yo Soy. Este evento fue tal que, causando una impresión tan marcada, es relatado en tres de los cuatro evangelios (Mt. 14.27; Mr. 6.50, Jn. 6.20). El caminar sobre las aguas no fue el único milagro acontecido en esta ocasión, la tormenta cesó automáticamente cuando Jesús entró a la barca con sus discípulos (Mr. 6.51). Una vez más la historia es rica en su contenido, pero nos enfocaremos en dos cosas. Primer punto: caminando sobre las aguas. Los discípulos se encontraban en el centro del mar. No había un camino que lo llevara hasta ellos, esto no imposibilitó que el Maestro se reuniera con ellos; Él entonces decidió hacer lo imposible, posible, caminar sobre las aguas. La necesidad de un medio natural no será necesaria para alcanzar lo que Dios prometió. Cuando tal momento llegue; donde no había camino: Él creara caminos, proveyendo medios y recursos donde no existen, sencillamente en Dios un acto sobrenatural abrirá la senda por la que cruzaremos.

    Segundo punto en la historia: tan pronto el Señor entró a la barca la tormenta se calmó. No hubo necesidad de hablarle a la tormenta o reprender los vientos, la mera presencia de Jesús en la barca fue suficiente para acabar con ella. Sin importar la oposición u obstáculos nada podrá impedir que lleguemos al otro lado. Todo será removido porque Dios está al control. Las tormentas que vemos hoy, la oposición que experimentamos, las dificultades que sentimos no son algo permanente, tan pronto como el tiempo del Señor sea alineado con el predeterminado. Creará de la nada caminos, entrará a nuestra barca, los vientos desaparecerán como si nunca hubiesen estado presentes y con gran rapidez alcanzaremos aquello que parecía imposible.

    Por último, horas antes de ser crucificado Jesús se encontraba en el huerto con sus discípulos. Judas llegó al lugar con la multitud para aprenderle y entregarlo en mano de los judíos. Cuando le preguntaron, por Él mismo; les contestó: Yo Soy, la multitud retrocedió y cayeron al suelo (Jn. 18.5-6). Nuevamente al pronunciar, Yo Soy, un evento inexplicable acontece. Tan pronto le escucharon decirlo, la multitud, no una o dos personas; todos y cada uno de ellos retrocedió, cayendo al suelo. Esto no fue una coincidencia, pues fue repetido tres veces consecutivas anulando cualquier duda o casualidad. En cada ocasión que preguntaron, obtuvieron el mismo resultado. Levantándose nuevamente para preguntar, recibir la misma contestación: Yo Soy, volviendo a retroceder y caer.

    De primera impresión la multitud dando voces, caminando confiada en dirección a Jesús, con actitud agresiva y violenta podía verse intimidante. Sin embargo, una sola palabra del Maestro fue suficiente para forzarlos a retroceder y postrarlos en el suelo. Las veces que preguntaron no hizo diferencia, levantarse para otro intento no alteró el resultado. La próxima vez que la adversidad llegue a nosotros haciendo ruido en un intento de paralizarnos e intimidarnos; permanezcamos en silencio, confiados. Sabiendo que todo lo necesario es una sola palabra del Señor para que retrocedan y caigan. Sin importar cuanto ni con que persistencia nuestras circunstancias regresen para volver a intentar, no cambiará el resultado final. Alcanzaremos lo que Jesús dijo que alcanzaríamos y eso nada ni nadie lo puede cambiar.

    Cap. 2

    Alfa y Omega

    El alfabeto griego comenzaba con la letra alfa y finalizaba con omega. No había letras antes de estas ni después. Todo lo que necesitaban para expresarse verbal, escrito o en cualquier otra forma de expresión estaba contenida entre estas dos letras. Cuando vemos esta expresión en el libro de Apocalipsis, es usada en varias ocasiones por el Señor acompañada de los títulos: el primero y el último (Ap. 1.11-22.13), el principio y fin (Ap. 21.6), el que es, que era y que ha de venir (Ap. 1.8) todas estos poseen el mismo significado. Expresan la grandeza y eternidad de nuestro Dios, como nunca nada existió antes de Él ni existirá después. Las cosas comienzan y terminan en su presencia

    Con frecuencia nos enfocamos en estas descripciones y las enseñamos. Hacemos bien al hacerlo. Sin embargo, si miramos nuevamente estos títulos desde otra perspectiva, nos daremos cuenta de otra realidad escondida en estos versos. De la misma manera que el abecedario griego iniciaba con alfa, finalizando con omega y todo lo demás estaba contenido entre estas dos letras, sucede igualmente con nuestro Dios. Todo lo que necesitamos está en Él. No me refiero solamente a las necesidades de alimento, económicas, físicas, etc. Es imposible expresarse sin las letras necesarias. Una vez el abecedario fue establecido, era imposible omitir una letra sin sufrir un daño en la expresión diaria en todas sus formas. Palabras quedarían incompletas o mal escritas, con el riesgo de perder su significado original, mientras otras serían imposibles de escribir.

    Medite en este concepto y veremos al Señor diciéndonos lo mismo, no me sea añadido ni quitado. ¿No hacemos nosotros esto? Añadimos regulaciones a la naturaleza divina conforme a nuestra creencia. Otros, convenientemente quitamos lo que sirve de tropiezo y confronta nuestra enseñanza con la Verdad que no po-demos ni queremos explicar. La religión ha manipulado el alfabeto a su antojo, mostrándonos a un Dios diluido, amoldado a su conveniencia, incompleto y sacado por completo de su contexto al punto de tergiversarle a un dios incapaz de tener misericordia, enfocado en juicios y condenación. Un dios que puede ser manipulado por promesas que no serán ni pueden ser cumplidas, compromisos imposibles de alcanzar, tiempo de oración, días de ayuno o capítulos leídos. Como resultado, nuestra comunicación con Dios es incompleta, incorrecta y defectuosa; basada en miedo y control en vez de amor. Lo peor de esta situación es que después de tanto tiempo expresándonos con un alfabeto defectuoso nos hemos acostumbrado a ello, adaptándonos a una deficiencia y no vemos la necesidad de hacer uso del mismo por completo. Encontramos la tarea tediosa, retadora y complicada. Cuando alguien se levanta a señalar estos datos le acusamos de blasfemo, falso profeta, lobo rapaz vestido como oveja y el listado continua, en vez de verificar la escritura para ver si es verdad. Florecen los mensajes y enseñanzas desde el altar enfocados en destruir a tal persona y al final suprimimos la conciencia diciendo Dios me dijo o es la voluntad del Señor.

    Estamos en la era de las cosas simplificadas y durante siglos hemos obstinadamente intentando hacer lo mismo con el evangelio, una y otra vez sin cesantía. Cuando Jesús utiliza estos títulos se refiere a sí mismo no solamente como eterno. Incluyamos perfecto, algo que ha alcanzado perfección no tiene necesidad de ser cambiado, no existe un nivel siguiente, es la expresión máxima de una evolución o metamorfosis, etapa máxima de un proyecto, entidad o institución, el sueño ideal perseguido por la ciencia. Espero que siga lo que quiero decirle. Dios no tiene necesidad de ser amoldado por nada ni nadie, es Perfecto. Los discípulos escucharon a Jesús en una ocasión contestarle a los grupos religiosos y dijeron: dura es esta palabra. El Maestro se volvió y en vez de amoldar, cambiar o darle otra escritura les dijo seria y firmemente ¿esto les ofende? (Jn. 6.60-61). La perfección no necesita la aceptación de nadie, no es amoldada a tal o cual cosa, más bien es inmutable, no baja sus expectativas o estándares para ser popular entre las masas. Tampoco oprime a los demás forzándoles a vivir a su nivel, aunque les guía con paciencia a nuevos y mejores niveles de vida. No necesita gobernar por manipulación ni crear esquemas turbios para alcanzar los resultados que quiere. En sí misma es el todo lo que todos quieren tener y ser sin entender.

    Debemos comprender que todo lo que necesitamos para: expresarnos sana y correctamente, alcanzar mejores niveles de vida, tomar control de nuestras circunstancias, tratar a los demás con respeto y justamente, disciplina, aceptación, etc. se encuentran en el Señor. No es solamente el inicio y final de todas las cosas, no es meramente el primero y el último, ni simplemente el que era, es, y viene. Es la fuente, el inicio de todas las cosas. Todo lo que necesitamos está encerrado en Él y nos los da gratuitamente. No es necesario ninguna clase de sacrificio o cosa parecida, lo único que tenemos que hacer es: ¡Aceptar su regalo de la gracia y creer que Él es suficiente, capaz de cumplir lo que prometió!

    Cap.3

    Alfarero

    En el libro del profeta Jeremías (Jer. 18.1-6), Dios se compara con un alfarero. Jeremías en su narración explica que cuando llegó a la casa del alfarero, se encontraba trabajando en el barro (Jer. 18.3). La pieza en la que trabajaba echándose a perder en su mano (Jer. 18.4), el alfarero en vez de tirar el barro y agarrar uno nuevo; le quitó la forma vieja y procediendo le brindo una nueva. El Señor entonces le habla al profeta diciéndole: ¿Acaso no serán ustedes en mi mano como barro en las manos del alfarero? (Jer. 18.6).

    Aunque esta parábola es sumamente corta, la revelación en cuanto a naturaleza divina y los planes del Creador para con nosotros es inmensa. Lo primero que establece es que somos una obra en proceso, no un producto final; el alfarero estaba todavía trabajando en el barro (Jer. 18.) El mero hecho de realizar que lo que hoy somos con fortalezas, errores, faltas y defectos no son el final de nuestra carrera ni alteran el plan de Dios para nosotros es un gran alivio. La necesidad de ser perfectos o aparentar ya no son necesarias. Dios está trabajando en y con nosotros. Entonces ¿Hasta cuándo continuará su trabajo? La palabra deja establecido que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta la venida de Jesucristo (Fil. 1.6). ¿Qué significa eso? Que la obra continuará siendo perfeccionada constantemente, lo que nos da oportunidad para equivocar-nos, caer, levantarnos, aprender la lección y continuar nuestro camino. Es este conjunto de palabras las que componen el proceso de crecimiento y maduración en una persona. Pablo lo expresa de esta manera: cuando era niño hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre dejé lo que era de niño (1 Co. 13.11). De esto se trata, del continuo e incesante crecimiento y maduración en nuestra vida. No viva estresado, lleno de preocupación por un futuro que aún no llega, viva el hoy al máximo. Las enseñan-zas de hoy, son la base del futuro. Además, si continúa creciendo, aprovechando el hoy que Dios le regala; el futuro que imagina hoy no será el mismo que encontrará mañana, no pierda el tiempo preocupado por mañana. Jesús decía que cada día tiene su propio afán (Mr. 6.34). Mantenga su enfoque en lo que verdaderamente importa, no sea distraído por cosas que aún no llegan.

    Otra cosa importante en la enseñanza es que sin importar que suceda siempre existe un nuevo comienzo. El alfarero no tiró el barro cuando la vasija en la que trabajaba se echó a perder en su mano (Jer. 18.4). Dios no le descartará, abandonará, desechará a consecuencia de sus errores. Nada podrá impedir que el Señor cumpla su propósito en nosotros, no hay fuerza que lo detenga, no existe pecado más grande que el sacrificio de Jesús en la cruz, no hay debilidad que no pueda ser fortalecida (2 Co. 2.19). Para resumir, no importa qué tan continuamente nos equivoquemos, qué tan intensa sea nuestra lucha, aun cuando nosotros nos rendimos, no importaría tampoco porque Dios no va a rendirse; al final creará una vasija nueva como a Él mejor le pareciere.

    Aquí el Padre celestial nos revela su propósito para con todos nosotros: crear algo nuevo. Pablo enseñaba: que si alguno está en Cristo nueva criatura es; las cosas viejas pasaron he aquí todas son hechas nuevas (2 Co. 5.17). Como puede ver, ese hábito con el que tanto lucha no importa, Dios lo quita. Lo mismo se aplica a la enfermedad, práctica pecaminosa y cualquier cosa que intente interponerse entre usted y el plan de Dios para su vida. La palabra declara: los enemigos que ves hoy, no los volverás a ver nunca jamás (Ex. 14.13). Desde hoy, camine confiado sabiendo que Dios no tiene intención alguna de desecharnos. Confíe que no im-porta cuántas veces nos echemos a perder en su mano, Él formará una vasija nueva. Descanse en la confianza de que nada podrá impedirlo. Esté convencido que las cosas viejas pasaron y cosas nuevas vienen en camino.

    Cap. 4

    Maestro

    Otra forma en la que Dios se presenta a sí mismo es como un maestro. Como sabemos, esta profesión es responsable por educar, enseñar e instruir, preparar individuos responsables, brindándoles las herramientas necesarias para enfrentar los retos futuros, desempeñarse eficazmente en aquello que estudiaron y alcanzar fruto agradable de su ardua labor. De igual manera que un maestro; el Señor no espera que tengamos todas las contestaciones, comprendamos totalmente la materia y sepamos todo lo relacionado a nuestro destino. La ver-dad es que cuando hablamos del destino solo unos pocos tendrían más o menos una idea sobre el mismo. La gran mayoría estaríamos perdidos en el espacio, intentando dar una contestación que tenga, de ser posible, un poco de sentido lo que casi nunca acontece.

    En la antigüedad un maestro era algo distinto a nuestra era. Cuando un maestro aceptaba un discípulo, era responsable totalmente del mismo. La vida misma del estudiante estaba en las manos de su maestro y este sería llamado a cuentas por su discípulo. Jesús nos confirma esto en el huerto de Getsemaní, al momento de ser arrestado pidió que dejaran ir a sus discípulos (Jn.18.8). Nuestro Maestro no es solo responsable por educarnos; sino de nuestra vida misma y por ello entregó su vida para preservación de la nuestra. El Maestro tenía la responsabilidad de cambiar la visión de su discípulo hasta hacerle ver las cosas de la misma perspectiva que él poseía. Para alcanzar un cambio en la visión de la vida, es necesario que ocurra primero un cambio en la mentalidad de tal individuo. Si un cambio mental no acontece, alcanzar un cambio en la visión es imposible.

    La palabra declara que a nosotros se nos ha entregado la mente de Cristo (1 Co. 2.16). Ahora que un cambio mental ha sido efectuado en nosotros por el sacrificio de Jesús mediante la práctica, comenzaremos a desarrollar nuestros sentidos hasta alcanzar la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo (Heb. 5.14); esto cambiará la perspectiva de nuestra vida, impactando directamente nuestra visión, que a su vez influenciará nuestra toma de decisiones. Consiguientemente, esto progresará ramificándose en nosotros hasta alcanzar cada aspecto de nuestra vida. Repentinamente entenderemos que algunas cosas que practicamos deben cambiar y así sucesivamente.

    La mejor noticia de este proceso es que no estamos solos. El Espíritu Santo será el responsable de: dirigirnos a toda verdad, hacernos saber que es lo próximo (Jn. 16.13), enseñarnos las escrituras con su entendimiento y aplicación (1 Jn. 2.27), convencernos de que estamos equivocados o en pecado (Jn. 16.8), interceder por nosotros (Ro. 8.26), revelarnos las cosas de Dios (1 Co. 2.11). Como puede ver, el Maestro no solamente transfirió su mente a nosotros, nos dio el Espíritu Santo para que nos guiara y capacitara en el camino.

    Ahora, como en cualquier colegiatura, en cualquier materia y concentración, los exámenes harán su magistral aparición. La tensión, largas noches sin dormir, repitiendo el mismo ciclo sin cesantía para pasar con buenas calificaciones. Es mi deber informarle que en la concentración de la fe también tenemos exámenes o mejor llamados pruebas. El principio es el mismo de uno académico, poner en práctica nuestro conocimiento en la materia probada. Si pasamos, que bueno no hay problema; habremos ganado madurez y alcanzado otro nivel. Pero, si no lo hacemos, tendremos que repetir la materia. Lleva algún tiempo enfrentando los mismos problemas, distintas situaciones mismo concepto que provoca tal o cual falla casi automáticamente, se encuentra en un examen y hasta que no lo pase con honores, no irán a ninguna parte. En el salón de clase nos dan una forma, sea de papel o electrónica, con el examen; en la vida del creyente, llegan como situaciones adversas. Tormentas que aparecen de la nada retando nuestra fe. Podría ser en forma de una persona que nos ofende, hiere, menosprecia y en fin el listado continúa. Emociones que se rebelan en contra de nuestra paz como la ira, contiendas, enemistades, etc., pensamientos que nos incitan a poseer lo que no es nuestro, sea material o espiritual. El principio que deseo que entiendan es simple, nuestros exámenes son ejecutados en la vida diaria, manifestados en las cosas cotidianas. Cada falla trae consigo consecuencias, más de toda obra mala nos librará el Señor (2 Ti. 4.20; 2 Co. 1.10). Nada que llegue a nuestra vida pone en riesgo la salvación de nuestra alma. El mero hecho de sugerir tal cosa sería denigrar el sacrificio de Cristo en la cruz. Tener la osadía para declarar que un pecado es más grande que la gracia de Dios sería lo mismo que declarar el diablo venció a Jesús. Sufriremos las consecuencias de nuestros errores, mas Dios preservará nuestra alma, aunque nuestro cuerpo sea destruido (1 Co. 5.5).

    Cap. 5

    Dios de dioses

    Aquí encontramos otra descripción de nuestro Señor. En hebreo hacían uso de dos vocablos para la palabra dios. ’el era uno de ellos y es el mismo utilizado en la expresión dios, el Dios de Israel (’el lohim yish-rael). Normalmente el término ’él, aparecía solo, pero podía ser acompañado de otras palabras, ahora forman-do una imagen más clara de la deidad y su naturaleza. El segundo vocablo era utilizado más frecuentemente en los escritos arameos,’ͤlah que era el equivalente al termino hebreo’ͤlŏah que era solamente utilizado al hablarse de Dios. Mientras el primero ’él podía utilizarse con otros dioses o deidades,’ͤlŏah era exclusivamente utilizado con Jehová Dios. Esto nos lleva forzosamente al politeísmo (adoración y culto a múltiples deidades o dioses) y el monoteísmo (adoración a un solo dios o deidad).

    Sin importar a cuál de estas prácticas nos refiramos, Dios dice de Él mismo que es el Dios sobre todos los dioses, entidades y deidades en el universo. En otra parte dice crudamente y todavía llama al pueblo como testigo de tal declaración: no hay dios antes de Mí, ni lo habrá después de Mí (Is. 43.10). Aunque esto pueda parecer obvio para nosotros, los que creemos en Jesús y la trinidad. Lo crea o no, para muchas personas esta declaración pudiese parecer sumamente agravante, ofensiva e imprudente. Aun así, el Creador, se auto declara el único Dios soberano que reina sobre cualquier entidad que decida llamarse a sí misma dios. Clarificando que solamente Él tiene el control sobre todo lo que pasa con su creación y su dominio es absoluto.

    Sin embargo, esta declaración tiene otra manera de ser interpretada. Definitivamente escandalizará la visión de muchos. Antes de entrar de lleno al punto en cuestión. Es importante establecer algunas cosas. Primero no patrocinamos la doctrina de pequeños dioses, no creemos ni patrocinamos que el hombre es divino y mucho menos que seamos capaces de hacer todo lo que Dios hace. Cada una de las palabras a continuación son

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