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El misterio de Cornish
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El misterio de Cornish
Libro electrónico28 páginas16 minutos

El misterio de Cornish

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Información de este libro electrónico

La señora Pengelley visita a Hércules Poirot porque sospecha que su marido la está envenenando. Cuando el detective Belga llega a la casa para investigar el caso, al día siguiente, descubre que es tarde porque la señora Pengelley ha muerto. Poirot se siente tan responsable por no haber dado crédito a las palabras de la señora Pengelley que llegará hasta las últimas consecuencias a la hora de resolver este intrincado caso.
IdiomaEspañol
EditorialMB Cooltura
Fecha de lanzamiento1 mar 2023
ISBN9789877447910
El misterio de Cornish
Autor

Agatha Christie

Agatha Christie is the most widely published author of all time, outsold only by the Bible and Shakespeare. Her books have sold more than a billion copies in English and another billion in a hundred foreign languages. She died in 1976, after a prolific career spanning six decades.

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    Capítulo 1

    —La señora Pengelley —anunció nuestra casera. Y se retiró discretamente.

    Muchas personas insólitas acudían a consultar a Poirot, pero, en mi opinión, la mujer que se detuvo, nerviosa, junto a la puerta acariciando la boa de plumas que llevaba en el cuello, era de las más comunes. Representaba unos cincuenta años, delgada y descolorida, llevaba un traje sastre y sobre los cabellos grises se había puesto un sombrero que no la favorecía casi nada. En un pueblo de campo uno se cruza todos los días con muchas señoras Pengelley. Poirot, se adelantó y saludó amablemente, al notar su evidente consternación.

    —Madame, siéntese, por favor. Mi colega, el capitán Hastings.

    La señora tomó asiento y preguntó:

    —¿Usted es monsieur Poirot, el detective?

    —A su disposición, señora.

    Todavía muda, la visitante suspiró, se retorció las manos, se puso cada vez más roja.

    —¿Puedo servirla en algo, madame?

    —Sí, señor... Creo... Me pareció que...

    —Continúe, madame, por favor.

    La señora Pengelley intentó calmarse usando toda su fuerza de voluntad al sentirse animada por mi amigo.

    —El caso es, monsieur Poirot... que no quisiera tener nada que ver con la policía. ¡No, no pienso acudir a ella por nada del

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