Y...Soy Feliz
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Este es un mensaje de inspiración, de sentimientos, de sencillez. Cuando te narro esta pequeña parte de mi vida, quiero decirte que soy una persona real como tú, y que al recordar los momentos difíciles vividos, es para darme ánimo y hacerte ver que se puede salir de ellos triunfante. Cuando el pueblo de Dios (Israel), en la época de Moisés, Josué, pasaron momentos de aflicción, y Dios los liberaba de la prueba con un milagro. Ellos en agradecimiento al llegar a determinado lugar hacían un monumento para recordar la presencia de Dios en el tiempo de su necesidad, y lo celebraron con regocijo. Quiero mirar mi monumento y recordar con alegría lo que me fortaleció, y aprendí de ello, y seguro fue para ser feliz.
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Y...Soy Feliz - Carmen Machicao-Fuentes
Y soy feliz por mi nacimiento
A Lea no la amaron, pero ella trascendió,
fue madre de naciones
Antes de que yo te formara en el seno materno te conocí...
(RVR Jeremías 1:5).
Soy feliz por mi nacimiento, de no haber sido así no sería yo quien escribiera este libro, no podemos acordarnos del momento que despertamos para ver la luz en la que vivirás todos los días de tu vida aunque se dice que en mis tiempos los bebés no abrían los ojos hasta tres días después de nacer, los que querían conocerte vendrían a visitarte después de los tres días, me imagino que deseaban ver si tenías bonitos ojos o no, creo que no hay niños con ojos feos, por lo menos los míos no, eran bellos, sin embargo esto no llamó la atención para que me visitaran, la familia de mi madre se alejó de mí. y como no iban a hacerlo si ella fue la primera en no aceptarme.
Nací en un hermoso lugar, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Aquí el color de la piel importa mucho, por lo menos en ese tiempo así era, mi piel es un tanto oscura (mi padre tenía el mismo color) pero mi madre solía decir que me cambiaron en el hospital, que yo no podría ser su hija (ella es blanca y cabellos rubios) ahora pienso que fue una bella combinación. Mi padre me dio los primeros cuidados y aunque mi madre volvió al hogar
después de un tiempo, la vida fue muy difícil, crecí en un ambiente hostil, con muchos complejos que me acompañaron por mucho tiempo sobre todo era sentirme inferior a todos, me sentía fea, ahora sé que no hay patito feo porque nos podemos convertir en un hermoso cisne y blanco
.
Estábamos un día en el mercado con mi madre, era creo el único lugar que podía ir con ella, debía cargar las bolsas de las compras o más que eso, arrastrarlas, una señora le dice:
—Su hija es igual a usted, solo que es morena.
Ella contestó:
—No lo creo, yo no puedo ser así de fea.
Yo solo tenía 5 años, ¿las marcas se borran? Depende de la continuación, ahora trabajo con niños y veo carencias, trabajo con madres y veo desesperanza. Dónde está ese sentimiento maternal que mueve las entrañas de cada mujer, los padres olvidan lo importante que son para los hijos.
Santa Cruz era difícil para vivir, el nivel cultural muy bajo, aprendes a ser fuerte, pero acomplejada, todos te pisotean y no puedes decir nada, eres fea y no vales nada. pero cuando llegas a sentir que Dios te levanta, y te dices que tú vales mucho y te enteras que el planeó tu nacimiento, y Él tiene planes para mí, no solo salvarme, empiezas a sentir la seguridad de ser una persona especial y que tu vida tiene un propósito, ahora soy feliz y puedo agradecer a Dios por esa madre que me tuvo en su vientre y agradecer a ella por darme la vida. Porque me trajo a este mundo maravilloso, que me haya dado solo la posibilidad de vivir, sólo eso, vivir, lo demás lo haría Dios.
Esto tomó su tiempo, después de intentar un ridículo suicidio de niña, entiendes que la vida tiene claros y oscuros, a pesar de haber luchado tanto, siento que tuve muchas victorias y sí importan los tragos amargos porque son los que te ayudan a crecer y cuando esto sucede estos cambian de sabor, es el momento cuando miras a las mariposas que siendo tan bellas tuvieron que pasar por un proceso de esfuerzo y dolor para llegar a ser lo que son y ellas no buscan la flor más hermosa del jardín sino la más sustanciosa. Recuerdo una clase que daba a niños en la escuela dominical, les mostraba una lámina de la escena bíblica de Daniel y los leones (Daniel 6:16), la figura era impactante, leones furiosos con ganas de devorar a alguien, un niño dijo:
—¡Que miedo sentiría Daniel!
Miramos a los leones, pero no vemos al Dios de Daniel.
Ya a mi edad sé que todos tarde o temprano viviremos momentos difíciles pero también sé que debemos aprender a ser camaleones y tener la destreza de renovar nuestras pieles y así poder adaptarnos mejor a la vida, ahora tengo la seguridad que Dios ha estado conmigo en todas estas etapas de cambios constantes, que Él permitió que yo estuviera en este mundo donde soy una persona valiosa sin importar lo que la gente pueda decir de mí, se dice que solo se tira piedras al árbol que tiene buenos frutos. Tengo la seguridad que el Señor está conmigo como poderoso gigante y mi único temor, el temor divino, solo debe ser a Él. Ahora puedo decir gracias por todo lo que me acercó a Él. Él me dará lo que me conviene, a veces no sé pedir, pero sé que si pierdo un techo ganaré las estrellas.
Mi madre aún vive, oro mucho por ella, la amo profundamente, sé que no es la madre que hubiera querido tener, pero es la madre que Dios me dio, no debo amar a mi madre por sus cualidades, sino porque es parte mía y por eso soy feliz, porque aprendí a no cuestionar a Dios y sus decisiones en mi vida. Lo que haga conmigo siempre será lo mejor. Lo más importante es que el Señor me enseñó a perdonar y aunque aún se puede ver la cicatriz, está ya no produce dolor y los recuerdos son enseñanzas que Él provee para hacemos mejores personas. No estaba en el lugar exacto el Señor me cambió de sitio, para no alimentarme de tristezas conviviendo con el pasado ya que este debe ser un trampolín y no una hamaca para mecernos, ahora sé que siempre caminaremos por senderos de piedras, arena, lodo, cemento o maleza pero no podemos negar que el mayor trecho de nuestro caminar encontramos pastos verdes y bien alimentados, recordemos lo que el Señor nos dice que si le amamos y dependemos de Él, todo será para bien nuestro.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien
(RVR Romanos 8:28).
Puede ser que en el momento de la prueba no lo entendamos, pero llega el tiempo que comprobamos que el Señor hizo lo correcto. Y sea corta o larga nuestra vida, las cosas buenas que vivimos, las que diariamente nos alimentan con su poder de amor, son las que prevalecen hasta el fin.
Miraba mis protectores de pantalla en la computadora, paisajes bellísimos en extremo, otros no tan bellos, pero ambos están allí para ser observados y deleitamos la mirada.
A lo largo de estos años he regresado muchas veces a Santa Cruz, siempre será mi refugio predilecto, disfruto a mi familia que aún permanece allí, siempre los recuerdos vienen a mi mente como caminar en esas arenas calientes, sin zapatos, la lluvia cayendo sobre nuestras cabezas, comer el delicioso pan saliendo de un homo de leña, ese es un manjar de dioses
y soy feliz. Sin contar las frutas exóticas que no las produce otra parte del mundo.
Y soy feliz por vivir en el Perú
La voluntad de Dios es que yo saliera
de mi país (Abraham)
Jehová con sabiduría fundo la tierra; afirmo los cielos con inteligencia
(RVR Proverbios 3:19).
El mundo está allí para todos, me pregunto por qué existen las fronteras. Las condiciones de vida en Santa Cruz, Bolivia eran muy simples, podría decirse una aldea, aunque no se puede negar que cuando se es niño te sientes libre en lugares con tanta vegetación, puedes tomar fruta de los árboles que crecen por todas partes, el pan se hacía en hornos de ladrillos y con leña, inolvidables sabores del campo, mucha ganadería y sin la necesidad de las comodidades actuales se podía vivir sin luz eléctrica y sin agua potable, caminar en la arena bajo un calor de 35 grados centígrados, sin horarios que controlan nuestra vida, sin transporte vehicular que dependemos ahora y la delicia de sentarse a conversar en los diminutos balcones de las casas después de las seis de la tarde. En este momento añoranzas, fui muy feliz.
Pero... que, de las carencias, eran muchas, materiales y afectivas. A los doce años salgo de la casa a trabajar ayudando a cuidar a una niña de una familia rica
mis hermanas eran pequeñas, sobre todo la menor sentía mucho mi ausencia, se diría que la acostumbré a mis cuidados, me dividía entre el trabajo, la escuela y la casa para ir a hacerla dormir cada noche para luego regresar al trabajo. Hay momentos en que las imperfecciones de las personas se hacen más reales, la indiferencia de sentimientos de mi madre y mi abuela eran reales, en esos momentos yo sentía que la vida me debía algo, pero Dios se encargó de pagarlo después.
Al tiempo llegó mi padre quien ya vivía en el Perú, tuvo que irse a trabajar porque las posibilidades en Santa Cruz no eran buenas, al irse me hizo la promesa de regresar por nosotros en cuanto pudiera y Él estaba allí, tomando su primer periodo de vacaciones para cumplir con esa promesa, casi de inmediato se hicieron los preparativos para hacer el viaje, así fue que un día como hoy y digo como hoy porque los días no cambian, los cambiamos nosotros, salí de una hermosa ciudad llamada Santa Cruz de la Sierra para llegar a un país más hermoso aun. Y se llama Perú
, Huancavelica fue mi destino y... que destino; me nacionalicé huancavelicana. sin dudas, todo lo contrario, salimos allá pero, en realidad nunca importó el lugar, hubo mucha alegría solo saber que estaríamos con mi padre. Esta sería la mayor bendición, aunque no conocía este calificativo. Ahora puedo confirmar que sí lo era. Aunque extrañaba