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Solo hay una clase de monos que estornudan
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Libro electrónico119 páginas1 hora

Solo hay una clase de monos que estornudan

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Impresionante colección de relatos de tinte lorquiano que parten de la realidad costumbrista de la Zamora contemporánea del autor para alcanzar cotas mágicas, fantásticas, maravillosas y siempre oníricas. Personajes que trascienden su miseria y sus lamentaciones para descubrir, tras el velo, una humanidad honda y tan real que parece querer salir de estas páginas. Una antología única.-
IdiomaEspañol
EditorialSAGA Egmont
Fecha de lanzamiento27 feb 2023
ISBN9788728396087
Solo hay una clase de monos que estornudan

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    Solo hay una clase de monos que estornudan - Ezequías Blanco

    Solo hay una clase de monos que estornudan

    Copyright © 2019, 2023 Ezequías Blanco and SAGA Egmont

    All rights reserved

    ISBN: 9788728396087

    1st ebook edition

    Format: EPUB 3.0

    No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

    www.sagaegmont.com

    Saga is a subsidiary of Egmont. Egmont is Denmark’s largest media company and fully owned by the Egmont Foundation, which donates almost 13,4 million euros annually to children in difficult circumstances.

    Prólogo

    Conozco a Ezequías Blanco desde los lejanos años de estudiante de Filología Románica en la Universidad de Salamanca. Durante mucho tiempo pensé que su nombre era Zacarías, pues en el círculo de amigos todos, o casi todos, lo conocíamos por ‘Zaca’, si bien es cierto que había quien le decía ‘Quías’. Su natural bonhomía hacía que jamás desdijese a nadie que se acercase hasta él con tales apelativos. Y es que ‘Zaca’, ‘Quías’, o sea, y en rigor, Ezequías, invariablemente se conduce con afabilidad y aquiescencia, sin nunca corregir a su interlocutor en lo anecdótico, aunque demostrando cuando toma la palabra tan pacientemente aguardada su valía humana e intelectual y siempre, eso sí, sin afectación, petulancia o pedantería alguna.

    Le perdí algo la pista a Ezequías al finalizar la carrera. Retomamos el contacto más tarde, a finales de los años 80, cuando él ya andaba enredado con la puesta en marcha de la revista poética Cuadernos del matemático. Desde un instituto de Getafe, localidad al sur de Madrid, el amigo compañero de estudios universitarios iniciaba en 1988 la construcción de esa magnífica y, parecía por entonces, quimérica empresa.

    Como es norma en él, poco a poco, sin casi hacer ruido, como quien no quiere la cosa, logró que la Revista, por su inmensa calidad, se hiciera un hueco en los círculos más elevados de la cultura española e internacional. Sin lugar a dudas los logros alcanzados por Cuadernos del matemático en sus treinta años de historia no habrían sido posibles si Ezequías Blanco no hubiese estado desde el principio al timón.

    Vive Ezequías en un lugar especial llamado Literatura. Sus conocimientos al respecto son inmensos y su producción abundante y muy temprana. Él es sobre todo poeta. Su primera publicación es una recopilación de poemas, Limitación del vuelo (1979). Diez años más tarde, en 1992, ve la luz Palabras de la Sibila (en edición completa el año 2000) en mi opinión esta es la obra donde comienza a mostrarse el auténtico ser del autor, un hombre que con ironía contrapone la sabiduría emocional, contenida en el hermoso pasado literario, con el duro, atroz y mostrenco presente. De este choque surge el reconocible tono humorístico de sus textos nacidos del encontronazo entre el vitalismo cotidiano, por una parte, y el nihilismo negacionista, por otra.

    Su obra poética se completa con En medio del desierto (1996), Archivo de imágenes-Imágenes de archivo (1999), Objetos del amor lejano (1999 y 2005), Los caprichos de Ceres (2004 y 2005), Construirte un abismo (2008), Una ceja de asombro (2010), Doce musas (VVAA, 2012), La realidad desentendida (Antología 1978-2012) (2013), Los evangelios de Chamu (VVAA, 2013), Bare nostrum (con fotografías de Evaristo Delgado, 2017), El cuenco de manteca (2018).

    En prosa, Ezequías ha publicado hasta hoy dos novelas (Tres muñecos de Vudú, 2001; e Islandia, 2004, 2008) y una edición crítica de Las aventuras de Pinocho de Carlo Collodi (Edelvives, Zaragoza, 2004). Y tres son por ahora los volúmenes en los que ha agrupado los relatos cortos escritos a lo largo de su carrera: Memorias del abuelo de un punk (1996 y 1997, ahora vuelto a reeditar); Tienes una cabeza apuntando a tu pistola (2009); y el tercero, éste que tenemos en nuestras manos titulado Sólo hay una clase de monos que estornudan.

    Forman este tercer volumen 19 relatos cortos que, aunque nacidos la mayoría de ellos del mundo real, vivido, habitado o conocido por el propio escritor, trascienden el mismo y se elevan hasta un universo tocado todo él por el duende literario en el sentido lorquiano. Y es que, al acabar de leer muchos de los relatos de este libro, percibimos que algo en nosotros ha mutado, se ha transformado, de manera que la comprensión de lo que sea el mundo ya no es igual a la de antes de iniciarlos.

    Lo sorprendente de la literatura de Ezequías es que para lograr lo anterior no toca ni ahonda en sesudos, abstrusos e impenetrables asuntos sino que para mostrar y acercarse al auténtico ser humano se fija en sus pulsiones primarias como esa fuerte atracción que el sexo tiene sobre las personas; también en sus temores, bien a ser tomados por quienes no quieren ser aunque en verdad ignoren si lo son, o bien en la inevitabilidad de aquello que no se desea que acaezca y por ello, paradójicamente, acaba teniendo lugar; asimismo pone la atención en su condición natural de animales racionales evidenciada en frecuentísimos alivios escatológicos; otro tanto se percibe cuando resalta la importancia de la bebida bien como instrumento para fraguar esa amistad tan necesaria entre los humanos, bien como deleznable medio conductor de violencia precisamente sobre aquellos a quienes se dice amar; y tampoco deja de señalar la estupidez humana tan visible con frecuencia en el ámbito laboral volcado demasiadas veces en la realización de tareas absurdas...

    Los temas o asuntos arriba señalados los presenta fundamentalmente a través del humor, en especial de la ironía y el sarcasmo. Es un humor cargado de inteligencia que juega con la literatura y que entra con frecuencia en la metaficción, un humor culturalista por demás en contraste muchas veces con el espacio y el asunto de la propia ficción. Así en el cuento Bodas de oro o Invención Domitila la adolescente Elenita al ver a Ramonín llamar de nuevo a su puerta se quedó como Anajárate y la mujer de Lot juntas a la par, o cuando ese Omero Antón del cuento El club británico andaba en contacto con una prostituta rusa para que viniera un día al club británico a recitar en pelotas ‘El cántico espiritual’ y, de paso, sirviera como estímulo e inspiración a sus feligreses del taller literario. El contraste como se ve es enorme, y precisamente es en el mismo donde reside la ironía. Así, si el culturalismo es ingrediente principal en la presentación y composición de muchos asuntos, también el humor escatológico se enseñorea en varios relatos: cuescos, ventosidades, regüeldos, meadas, pirulas, gargajos, etc., son recurso importante y divertido para caracterizar a no pocos personajes. Pero sin duda alguna el humor en Ezequías se muestra en su más alto nivel a través de los juegos de palabras, a través de la semántica, del valor polisémico doble e incluso triple que tienen algunos términos (el cuento El huevo de Colón es claro ejemplo de esto).

    Muy cercano al tono humorístico en que se embeben la mayoría de estos cuentos e ingrediente principal del estilo de Ezequías, está el léxico empleado. Al respecto cabe hacer dos distingos: Por un lado estaría esa retahíla de nombres de persona poco habituales hoy día (Laurentino, Acacio, Domitila, Evencio, Liborio, Salustio, Matea Maniega, etc.) que nos apartan mágicamente de nuestra inmediatez temporal; y por otro, el dominio del vocabulario específico de un mundo rural, desaparecido o en vías de desaparición, ajeno a la vorágine de la gran ciudad (‘prado del tamaño de una borona’, ‘gato de la noria’, ‘bandullo’, ‘corquete’, ‘garrotillo’, ‘emprender el dos’, ‘bodoques’, ‘polisón’, ‘cerandas’, etc.).

    Decía antes que Ezequías vive en Literatura; en el mundo real, sí, pero tocado todo él por la literatura. En estos relatos muchos de los referentes metafóricos así lo muestran, lo mismo que muchas de las humoradas se apoyan en intertextos literarios. Tal sucede en el cuento El otro cuervo en el que el tutor del taller literario al que acude Acacio le contesta utilizando las mismas palabras que usa el cuervo de Edgar Allan Poe en el poema del mismo título. Muy humorístico y revelador de los ‘peligros’ del consumo de literatura es el cuento El club británico en el que los personajes tienen la cabeza perdida por su culpa y dialogan empleando textos de Borges, el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz, o el cuento ‘Lázaro’ de Leónidas Andreiev.... Muy mágico también es ese encontrarse con personajes de los cuentos infantiles como le sucede a un peregrino que va a Santiago de Compostela en A Pulgarcito le sale un viaje gratis.

    La vida, los quehaceres, la dedicación y los afanes del autor se adivinan en estos cuentos. Así su interés por los asuntos educativos y ese rebelarse, como hace don Evencio en Un Cristo saliendo del armario, frente al trabajo absurdo y burocrático decretado por los servicios educativos en detrimento de otros más necesarios como el puramente didáctico. Del mismo modo he querido ver a Ezequías en el Liborio de Ya se lo olían las cotorras cuando el

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