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Ensayos sobre la historia de Cartagena de Indias
Ensayos sobre la historia de Cartagena de Indias
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Libro electrónico667 páginas9 horas

Ensayos sobre la historia de Cartagena de Indias

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En las últimas tres décadas la historiografía sobre Cartagena de Indias se ha expandido en sus horizontes temáticos, métodos, fuentes y aplicación de disciplinas auxiliares de la historia. 
Este libro contiene una muestra de algunas de las nuevas tendencias en la historiografía de la Costa Caribe colombiana. El lector hallará aquí estudios desde muchas perspectivas: la aqueología, la historía económica, social y política, el desarrollo urbano, la salud pública y las artes. Son trabajos escritos por reconocidos especialistas que tocan todos los períodos de la historia de Cartagena, desde antes de la llegada de los españoles hasta el siglo XX.
Este texto será de obligada referencia para quienes quieran seguir profundizando en el estudio de la historia cartagenera.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 sept 2022
ISBN9789588862866
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    Ensayos sobre la historia de Cartagena de Indias - Universidad Tecnológica de Bolívar

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    Ensayos sobre la historia de

    Cartagena de Indias

    Haroldo Calvo Stevenson

    Adolfo Meisel Roca

    Diana Ricciulli Marín

    EDITORES

    Ensayos sobre la historia de

    Cartagena de Indias

    Universidad Tecnológica de Bolívar

    2021

    Universidad Tecnológica de Bolívar

    Ensayos sobre la historia de Cartagena de Indias / Universidad Tecnológica de Bolívar; editores, Haroldo Calvo Stevenson, Adolfo Meisel Roca, Diana Ricciulli Marín ; autores, Lucero Aristizábal, María Marcela Bernal, Carl Henrik Langebaek, Mónika Therrien, David Wheat, Adolfo Meisel Roca, Angela Granger Serrano, Nicole von Germeten, Jaime Bernal Villegas, Maribel de la Cruz Vergara, Sergio Paolo Solano, Daniel Gutiérrez Ardila, Roicer Alberto Flórez Bolívar, Francisco Javier Flórez Bolívar, María Teresa Ripoll, Isabel Cristina Ramírez Botero, Jorge Nieves Oviedo, Alberto Abello Vives . - - Cartagena de Indias : Universidad Tecnológica de Bolívar, 2021.

    582 páginas : ilustraciones, gráficos, tablas, mapas

    ISBN: 978-958-8862-85-9 (papel) ISBN: 978-958-8862-86-6 (digital)

    1. Cartagena de Indias -- Historia -- Ensayos, conferencias, etc. 2. Cartagena de Indias -- Historia -- Colonia, 1550-1810 3. Cartagena de Indias – Historia – Arqueología 4. Cartagena de Indias -- Historia -- Siglo XIX 5. Cartagena de Indias -- Historia -- Siglo XX I. Universidad Tecnológica de Bolívar II. Calvo Stevenson, Haroldo III. Meisel Roca, Adolfo IV. Ricciulli Marín, Diana V. Aristizábal, Lucero VI. Bernal, María Marcela VII. Langebaek, Carl Henrik VIII. Therrien, Mónika IX. Wheat, David X. Meisel Roca, Adolfo XI. Granger Serrano, Angela XII. Germeten, Nicole von XIII. Bernal Villegas, Jaime XIV. De La Cruz Vergara, Maribel XV. Solano, Sergio Paolo XVI. Gutiérrez Ardila, Daniel XVII, Flórez Bolívar, Roicer Alberto XVIII, Flórez Bolívar, Francisco Javier XIX. Ripoll, María Teresa XX. Ramírez Botero, Isabel Cristina XXI. Nieves Oviedo, Jorge XXII. Abello Vives, Alberto

    986.114

    U58

    CDD23

    Universidad Tecnológica de Bolívar

    Alberto Roa Varelo

    Rector

    Daniel Toro González

    Vicerrector Académico

    María del Rosario Gutiérrez de Piñeres

    Vicerrectora Administrativa y Financiera

    Tania Isabel Jimenez

    Decana, Instituto de Estudio en Desarrollo, Económico y Sostenibilidad IDEEAS

    Jairo Useche Vivero

    Director, de Investigación, innovación y emprendimiento

    Editores

    Haroldo Calvo Stevenson

    Adolfo Meisel

    Diana Ricciulli Marín

    Edición

    Editorial Universidad Tecnológica de Bolívar

    Rocaeditorial@utb.edu.co

    www.utb.edu.co

    Primera edición, 2021

    ISBN: 978-958-8862-85-9 (papel)

    ISBN: 978-958-8862-86-6 (digital)

    Diseño de Portada

    Juan G. Leiva

    Diagramación

    Jaxir Diaz Salcedo

    Cartagena de Indias, Colombia 2021

    Impreso en Colombia - Printed in Colombia

    Campus Casa Lemaitre: Calle del Bouquet Cra 21 No 25-92 PBX (5) 6606041 -42- 43 Fax: (5) 6604317

    Campus Tecnológico: Parque Industrial y Tecnológico Carlos Vélez Pombo Tel: (+57) 323 566 8729/30 /31/33 Cartagena de Indias, D. T. y C. – Colombia

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida de manera total o parcial por cualquier medio impreso o digital conocido o por conocer, sin contar con la previa y expresa autorización de la Universidad Tecnológica de Bolívar.

    PRESENTACIÓN

    En las tres últimas décadas, la historiografía sobre Cartagena de Indias se ha expandido en sus horizontes temáticos, métodos, fuentes y aplicación de disciplinas auxiliares de la historia, llevando a una mayor solidez analítica y documental. En parte, este auge corresponde a un fenómeno más global, el de la nueva historiografía académica sobre el Caribe colombiano. Varios factores han influido en este despertar historiográfico de la región, pero uno de ellos es, sin duda, el sentir de las nuevas generaciones de que nuestra región estaba ausente de lo que se consideraba hasta hace poco como la historia de Colombia. También, por supuesto, empuja en esa dirección la profesionalización de los estudios de historia en las universidades locales, la creación de diferentes centros de investigación en la Costa Caribe, y la demanda de las nuevas generaciones por un mayor conocimiento de nuestras raíces e historia para entender mejor nuestros problemas actuales.

    Los trabajos incluidos en este volumen, que son una muestra de algunas de las nuevas tendencias en la historiografía costeña, fueron presentados en un Seminario de Historia de Cartagena que tuvo lugar el 27 y 28 de septiembre de 2018. El evento fue organizado por el Banco de la República, Sucursal Cartagena, y coordinado por Haroldo Calvo Stevenson, de la Universidad Tecnológica de Bolívar, y Adolfo Meisel Roca, de la Universidad del Norte. El Centro de Formación de la Cooperación Española patrocinó el encuentro, facilitando sus instalaciones del Convento de Santo Domingo para llevar a cabo las sesiones.

    El lector encontrará aquí estudios desde muchas perspectivas: la arqueología, la historia económica, social y política, el desarrollo urbano, la salud pública y las artes. A diferencia de eventos similares sobre la historia de Cartagena organizados por el Banco de la República en años pasados, el Seminario no tuvo un ámbito cronológico específico, sino que se presentaron trabajos sobre temas que tocan, de alguna manera, todos los períodos de la historia local, desde antes de la llegada de los españoles hasta el siglo XX. La amplia variedad de periodos estudiados es una de las características de esta nueva producción sobre el pasado local, ya que se supera la historia tradicional que ignoraba por completo aquellos donde la concepción heroica de la historia no estaba presente.

    Los trabajos de Lucero Aristizábal, María Bernal y Carl Langebaek sobre las excavaciones en el corregimiento de La Boquilla, y Mónika Therrien, sobre las adelantadas con motivo de la restauración del Palacio de la Proclamación (antigua Gobernación de Bolívar), dan cuenta de investigaciones arqueológicas sobre las poblaciones que ocuparon el territorio antes de la Conquista. En ambas se identifican distintas formas de organización social y de relacionamiento de los individuos con su entorno. En el primer caso, a través del estudio de cerámicas, fauna y restos humanos, se exploran las diferencias sociales entre grupos poblacionales que habitaron el territorio. Los hallazgos en la segunda localización, de otra parte, revelan una relación estrecha de los individuos con el medio ambiente y la presencia de condiciones de vida precarias durante algunos periodos de ocupación.

    El segundo grupo de trabajos, que abarca el período colonial, contiene un conjunto de estudios que ilustran los complejos procesos que vivió la ciudad a partir de la llegada de los españoles, incluyendo el origen y formación de algunas de las principales instituciones de la ciudad en la época, y las dinámicas económicas y sociales que estas desencadenaron.

    Entre las instituciones coloniales estudiadas se destaca la esclavitud. El trabajo de David Wheat explora el papel de Sierra Leona en el tráfico trasatlántico de esclavos hacia Cartagena y la consolidación de la ciudad como principal puerto hispanoamericano de la trata en el siglo XVII. En este mismo ámbito, el trabajo de Adolfo Meisel y Ángela Granger analiza los determinantes del precio de los esclavos en el Caribe neogranadino en el siglo XVIII. El estudio de Nicole von Germeten, por su parte, examina la institución del Santo Oficio de la Inquisición española a través de la descripción de algunos de los castigos típicos y preocupaciones inquisitoriales del siglo XVII.

    Igualmente enmarcados en la Colonia, los tres trabajos siguientes abordan las dinámicas económicas y sociales en varios periodos. En el ámbito económico, Maribel de la Cruz-Vergara estudia el posicionamiento de la ciudad como puerto en el periodo 1780-1810, incluyendo su papel determinante en la articulación del comercio nacional e internacional. Sergio Paolo Solano analiza las condiciones de vida de los trabajadores de los sistemas de defensa de la ciudad entre 1750 y 1810, y Jaime Bernal Villegas relata la llegada de la expedición de la vacuna a Cartagena en los albores del siglo XIX.

    La siguiente sección agrupa dos trabajos sobre el siglo XIX. Daniel Gutiérrez estudia los movimientos contrarrevolucionarios en defensa de la monarquía española que florecieron en Cartagena y otros territorios de la república en 1822 y 1823. A su vez, Roicer Flórez examina la legislación y las campañas adelantadas en la ciudad contra los llamados delitos de la vagancia, la beodez, el juego y el concubinato en el periodo 1821-1853.

    Los trabajos que cubren el siglo XX abarcan temas diversos, desde la prestación de servicios públicos básicos en la ciudad hasta el desarrollo de movimientos artísticos en la literatura, el arte y la música. El primer tema es abordado por María Teresa Ripoll a partir de un informe elaborado por la firma inglesa Pearson & Son en 1915. Por su parte, Francisco Javier Flórez examina la literatura que permitió visibilizar a negros y mulatos en una época en que eran excluidos en múltiples esferas de la vida diaria local. En el campo del arte, Isabel Ramírez estudia el contexto local de mediados del siglo XX desde la perspectiva de los artistas modernos y sus obras presentes en el Museo de Arte Moderno de Cartagena. Jorge Nieves, a su vez, expone los hitos que marcaron la historia de la música en la ciudad desde fines del siglo XX y principios del XXI, en un primer momento asociado a las orquestas, combos, bandas y tríos de los géneros bailables de la música tropical, hasta el posicionamiento de la champeta urbana como género musical de origen cartagenero en el siglo XXI. Y, finalmente, Alberto Abello recrea a Cartagena a través de la vida, obra y memoria de Gabriel García Márquez.

    Como lo revelan los distintos trabajos recopilados en este volumen, la historia de Cartagena está llena de matices y contrastes, donde la riqueza económica y cultural ha coexistido con las condiciones de vida precarias de amplios sectores de la población. Los autores han hecho un esfuerzo por recoger la bibliografía pertinente así como la más reciente para los temas que tratan. Por esa razón, consideramos que este texto será muy útil para quienes quieran seguir profundizando en el estudio de la historia cartagenera.

    No podemos, finalmente, cerrar esta presentación sin rendir un homenaje a la memoria de Alberto Abello Vives, participante entusiasta del Seminario, cuya muerte repentina en abril de 2019 dejó un gran vacío en los círculos académicos y culturales del país.

    Haroldo Calvo Stevenson

    Adolfo Meisel Roca

    Diana Ricciulli Marín

    Noviembre de 2020

    ARQUEOLOGÍA

    ESTUDIO PRELIMINAR SOBRE ASPECTOS DEMOGRÁFICOS Y SURGIMIENTO DE ALDEAS DEL FORMATIVO CARIBE EN COLOMBIA: EL CASO DE SERENA DEL MAR

    Lucero Aristizábal

    María Marcela Bernal

    Carl Henrik Langebaek

    ¹

    El Formativo colombiano se planteó originalmente como un largo proceso de cambios económicos y sociales que desembocaron en la agricultura y el sedentarismo. Dicho proceso se definió a partir de una cada vez mayor dependencia de plantas cultivadas, más énfasis en el sedentarismo, inicio de la cerámica y cambios en la dieta. No es una sorpresa que el término Formativo, adoptado por Gerardo Reichel-Dolmatoff a partir de clásicas ideas propuestas por Julian Steward, haya sido uno de los aspectos que más ha llamado la atención de la arqueología realizada en el Caribe. De hecho, el litoral caribe es quizá la región de Colombia donde el término es más utilizado, excepto quizás en el Alto Magdalena, lugar donde también se le utiliza ampliamente. Los primeros intentos por definir el Formativo, no solo se refirieron a la necesidad de entender transformaciones en modos de vida que remplazaron a la caza y la recolección, sino que en el fondo hicieron parte del propósito de mostrar que la Costa Caribe hacía parte de un sustrato más amplio, común con Suramérica, Mesoamérica y los Andes Centrales (Reichel-Dolmatoff, 1955a, 1995b, 1961).

    No obstante lo anterior, en los últimos años se ha tenido la necesidad de entender mejor el Formativo en el norte de Colombia en sus propios términos. Quizá no sea sorprendente que los principales aportes al tema correspondan al desarrollo de la cerámica (Reichel-Dolmatoff, 1972; Oyuela, 1995; Pratt, 1999), la movilidad (Oyuela, 1996; Bonzanni, 1997; Legros, 1989; Raymond, 2008), las relaciones con otras regiones con evidencias de procesos similares sobre todo en términos de la adopción de la cerámica (Hoopes, 1992, 1995) y la subsistencia (Álvarez y Maldonado, 2009; Archila, 1983; Bonzanni, 1995; Carvajal, 2013, 2019; Mejía, 2015; Olivera, 2015). El paradigma central ha sido el de la ecología humana, a veces basado en explicaciones lineales entre cambios en patrones de movilidad y subsistencia a partir de variaciones climáticas, aunque dicha tendencia ha sido criticada (Archila, 1983), y no sin razón. En todo caso no sorprende que este haya sido el énfasis, debido a que la misma definición del período implicaba cambios importantes en cada uno de los aspectos estudiados. Otros temas, como por ejemplo la organización social han sido poco estudiados. Para amplias regiones de la costa Caribe hacen falta estudios tan básicos como la reconstrucción de dinámicas de población, o la determinación sobre cuándo surgieron aldeas (Otero, 1998; Langebaek y Dever, 2000), si bien Gerardo Reichel-Dolmatoff (1982: 57) postuló que las primeras concentraciones de población que se pueden llamar aldeas son posteriores a Barlovento.

    El propósito de este artículo es presentar los resultados preliminares de un estudio regional y de sitio llevado a cabo al norte de Cartagena durante los últimos años. La información presentada se concentrará en dos aspectos: por un lado, hacer una descripción de las tendencias de cambio demográfico a lo largo de la secuencia, desde las primeras evidencias de ocupación humana hasta el período posterior a la conquista española y comparando los resultados obtenidos con los descritos para el bajo Magdalena (Langebaek y Dever, 2000). Por otro, una descripción somera sobre la formación de aldeas, uno de los aspectos que se consideran relacionados con la vida sedentaria y la intensificación de la agricultura. Ambos aspectos están relacionados, pero no necesariamente de una forma lineal, ni mucho menos causal. Como explican Peterson y Drennan (2005), la vida en comunidades donde la gente vive relativamente concentrada cambia por completo las reglas de interacción social. Una aldea no es simplemente una concentración de personas que interactúan entre ellas como si vivieran lejos. Hay mayor contacto social, necesidades y conflictos diferentes. Su surgimiento, por supuesto, no implica la existencia de una jerarquía entre ellas. De hecho, en la mayor parte de los estudios regionales, las primeras aldeas parecen corresponder sistemáticamente a comunidades autónomas, tal vez cercanas a lo que Robert Carneiro denominó cultura de villas autónomas. La formación de aldeas se considera relacionada con varios aspectos (Bandy y Fox, 2010). El primero de ellos es la intensificación en la producción de alimentos, lo cual no quiere decir que las primeras aldeas correspondan a sociedades agricultoras de tiempo completo. El segundo aspecto, es que la vida en aldeas se asocia con una reducción de la movilidad, a veces traducida en lo que se podría denominar sedentarismo, aunque no necesariamente. El tercer aspecto, es el demográfico: generalmente la vida en aldeas se asocia con un cierto crecimiento de población a nivel regional, el cual, a su vez, se intensifica considerablemente a partir del establecimiento de esas aldeas, sin que ello se traduzca necesariamente en presión sobre recursos o un desbalance entre ellos y la población. La revolución neolítica -o su equivalente en el caribe colombiano- creó las condiciones para el desarrollo de comunidades centralizadas, pero las trayectorias, condiciones demográficas y tiempos fueron muy diferentes (Drennan y Peterson, 2008). En otras palabras, a veces fueron verdaderas revoluciones, y otras veces no.

    En este artículo no se dará respuesta a todos estos temas. Nuestro interés, por ahora, es bastante más modesto y se basa en un estudio que aún no ha sido completado. Por ahora, el trabajo se concentra en los alrededores del conocido sitio de Barlovento (corregimiento de la Boquilla), y consiste en un reconocimiento sistemático de un área de 10 Km², complementado con excavaciones de sitio (Figura 1). Sobra decir que se trata de un área muy pequeña, y que los análisis de sitio aún están en curso. No obstante, a partir de los resultados obtenidos se pueden adelantar algunas propuestas interesantes.

    Figura 1: Ubicación área de estudio, Serena del Mar, Cartagena

    Fuente: Elaboración propia.

    En total se hicieron 276 recolecciones en donde las características del terreno lo permitieron, es decir descartando zonas intervenidas, inundables y otras con pendientes pronunciadas donde no fue posible el reconocimiento (Figura 2). El reconocimiento se realizó recorriendo el área en su totalidad sin dejar de revisar un área mayor a 1 hectárea por medio de inspecciones superficiales en áreas expuestas o sin cobertura vegetal debido a remociones antrópicas o naturales, y por medio de sondeos de 40 x 40 cm de lado x 80 cm de profundidad en sitios donde la cobertura vegetal no permitió una revisión superficial y siempre que la topografía permitiera suponer la posibilidad de sitios. Ahora bien, un conjunto de lotes separados entre sí por una distancia menor de 100 m se consideró un sitio siempre y cuando no existieran barreras naturales entre ellos tales como ríos o quebradas de acuerdo con la metodología propuesta por Drennan (1985: 144-8).

    Figura 2: Lotes reconocimiento regional, Serena del Mar, Cartagena

    Fuente: Elaboración propia.

    Adicionalmente al reconocimiento, se llevó a cabo una prospección sistemática más intensiva en cuatro agrupaciones de lotes, uno de los cuales corresponde al sitio de Barlovento (Figura 3), uno de los lugares donde hasta ahora se han concentrado las excavaciones arqueológicas estratigráficas, cuyos resultados están en proceso de análisis y publicación. En este lugar se excavaron dos cortes estratigráficos.

    Figura 3: Prospección intensiva, Barlovento, Serena del Mar, Cartagena

    Fuente: Elaboración propia.

    I. Antecedentes de investigación

    Las investigaciones realizadas en el Caribe colombiano han permitido identificar la ocupación del territorio desde grupos de cazadores-recolectores, sobre los cuales conocemos muy poco, hasta el presente. Como se describió en la introducción a este artículo, los sitios de esta secuencia que más han llamado la atención corresponden al Formativo, especialmente en sus fases más tempranas, cuyas evidencias se encuentran por lo general en áreas aledañas a la costa y al sistema de ciénagas del bajo río Magdalena. Algunos de estos sitios corresponden a concheros en forma de montículos ovoidales; ejemplo de ellos han sido los sitios arqueológicos de Canapote, Puerto Hormiga, San Jacinto II, y Barlovento (Reichel-Dolmatoff, 1961; 1986; Legros et al., 1988; Oyuela, 1987; Carvajal, 2013). Otros, como Monsú y San Jacinto I, no son concheros.

    Brevemente y en orden cronológico, entre los sitios investigados se destacan San Jacinto 1 y 2 excavados por Oyuela (1995), ambos ubicados muy cerca de de Cartagena, en el municipio del mismo nombre. De acuerdo con Oyuela, la ocupación más antigua de San Jacinto 1 se remonta al 5940 AP (Oyuela, 2004: 287). San Jacinto 1 correspondió probablemente a un lugar de asentamiento temporal, asociado probablemente con el aprovechamiento de plantas durante estaciones secas (Bonzani,1995). San Jacinto 2, por su parte, tuvo una ocupación más permanente y probablemente corresponde a una agricultura incipiente.

    Monsú, un sitio con ocupación que se remonta al 5350 AP, fue excavado por Gerardo Reichel-Dolmatoff, quien llegó a la conclusión de que se trató de un asentamiento cuyos habitantes se sustentaban con el cultivo de yuca y otras raíces, complementada con recursos de pesca, la caza y la recolección de frutos y semillas, aprovechando recursos provenientes del mar, esteros y lagunas, además de los bosques y sabanas (Reichel-Dolmatoff, 1986). El sitio muestra relaciones con Barlovento, y dada la presencia de azadas, el autor infirió que se trataba de un período de la ocupación de Monsú que correspondía a agricultura sistemática (Reichel-Dolmatoff, 1985: 196).

    Puerto Hormiga, por su parte, tiene una datación que se remonta al quinto milenio antes del presente (la fecha más antigua es el año 4875 +/- 170 AP). Está localizado a 400 m de un desembocadero en el Canal del Dique, y corresponde a un conchero cercano a zonas pantanosas. El material arqueológico registrado consistió en fragmentos de cerámica, artefactos líticos, restos óseos de fauna, y grandes cantidades de conchas quemadas. A partir de estos hallazgos, Reichel-Dolmatoff sugirió que el sitio fue un asentamiento de recolectores que tuvo como base de su subsistencia recursos como moluscos, peces y reptiles, además de nueces y semillas silvestres (Reichel-Dolmatoff, 1961). Sin embargo, años más tarde, el propio Reichel-Dolmatoff cambió su tesis sobre una sociedad de recolectores y propuso que los habitantes de Puerto Hormiga practicaron una economía mixta e incluso cierto tipo de agricultura rudimentaria u horticultura (Langebaek, 2005).

    El sitio arqueológico Canapote fue descrito como otro conjunto de conchales datados como correspondientes al 4000 AP. En este sitio, además de hallar la cerámica distintiva del periodo (desgrasante vegetal), evidenciaron herramientas líticas utilizadas para la molienda y trituración de alimentos (Bischof, 1996).

    El sitio Barlovento, por su parte, fue excavado por Reichel-Dolmatoff en 1954, y su ocupación más antigua se remonta a 3510 +/- 100 AP. La extensión del sitio reportada por dicho autor fue de 1 ha aproximadamente, aunque hoy sabemos que fue bastante más grande, razón por la cual se considera que el sitio correspondía a un sitio de ocupación permanente, pero orientado fundamentalmente a la recolección. El investigador realizó una serie de excavaciones arqueológicas en las cuales pudo identificar la presencia de un mismo tipo de cerámica (Barlovento Rojo) a lo largo de toda la secuencia. La forma de cerámica más común fue el tecomate (vasija asociada usualmente a la preparación de alimentos), aunque también se encontraron otros tipos de vasijas. Debido a la ausencia de manos de moler, machacadores o cualquier otro tipo de evidencia que pudiera ser asociada a la cocción de alimentos basados en el maíz, razón por la cual Reichel-Dolmatoff no dudó en caracterizar el sitio como pre-agrícola (Reichel-Dolmatoff, 1955:266-7). Años más tarde, y al igual que en el caso de Puerto Hormiga, Gerardo Reichel-Dolmatoff aportó otras hipótesis sobre el sitio, indicando la explotación de diversos ambientes y reconociendo un carácter agrícola de la ocupación (Reichel-Dolmatoff, 1985: 56).

    Los sitios descritos corresponden todos al Formativo. En épocas posteriores, y especialmente a partir del primer milenio a.C, se habla de una gradual intensificación de la agricultura y, eventalmente, del desarrollo de sociedades complejas, de orden cacical. Al respecto, Gerardo Reichel-Dolmatoff anotó que los cambios ocurrieron en buena medida gracias a la introducción del maíz desde Centroamérica, pero es cada vez más claro que el grano se introdujo desde mucho antes, e incluso es probable que los habitantes de San Jacinto y Monsú lo conocieran (Mejía, 2015). En realidad, se debe reconocer que las primeras interpretaciones de Reichel-Dolmatoff se acercan más a lo que sabemos hoy sobre el Formativo Temprano, que algunas de sus interpretaciones más tardías. Los datos sugieren cada vez con más énfasis que, al igual que en el resto del país, durante el Formativo Temprano ya se conocían muchas plantas, incluyendo el maíz, y que ya se habían domesticado varias de ellas, sin que se practicara ninguna clase de agricultura intensiva ni vida en aldeas, y manteniendo niveles de población relativamente bajos.

    En el bajo Magdalena se propuso que la vida en aldeas comenzó siglos después de la domesticación de plantas, la aparición de evidencias de explotación de manglares y la aparición de la cerámica. Parte del problema de la arqueología sobre el Formativo de la costa Caribe es que, como se puede inferir de la breve descripción de antecedentes, el énfasis ha sido el estudio de sitios, los cuales han aportado información muy importante, pero no suficiente. Hay una notable escasez de aproximaciones regionales, o que contribuyan a responder otras preguntas, como aquellas relacionadas con aspectos demográficos o de organización social.

    II. Resultados preliminares

    Con fines comparativos, la cronología regional se clasifica de la siguiente manera: la ocupación I corresponde a la parte más antigua del Formativo, caracterizada por cerámica con desgrasante de fibra, la ocupación II se considera propia de la cerámica Barlovento descrita por Gerardo Reichel-Dolmatoff (1955), la ocupación III se asocia con la cerámica Curtiembre descrita por Langebaek y Dever (2000) y es probablemente contemporánea con algunas fechas Malambo, aunque la cronología de este sitio es poco confiable. La ocupación IV, por su parte se asocia con la cerámica prehispánica más tardía, y la ocupación V corresponde a la cerámica post hispánica. En el caso concreto del área de estudio se identifica la presencia de varias de esas ocupaciones, pero no de todas. No hay evidencias de cerámica de la parte más antigua del Formativo, así que la secuencia arranca con la Ocupación II con varias fechas alrededor de 3500 AP. Las formas de cerámica asociadas a esta ocupación corresponden a tecomates, cuencos con borde invertido y recto y a platos. La decoración predominante es acanalada, punteada, impresa e incisa. El segundo período de poblamiento en Serena corresponde a la ocupación IV (1400-400 AP) y se identifica con cerámica relacionada con la alfarería Crespo, descrita inicialmente por Alicia Dussán de Reichel (1956) y caracterizada por la decoración incisa y apliques y formas como ollas, copas, vasijas globulares y platos. Finalmente, el último período corresponde a la ocupación V y por lo tanto al periodo colonial (500 AP en adelante), cuya cerámica ha sido descrita por Monika Therrien (2007). Como se puede apreciar, en la región investigada hasta ahora existe un hiato considerable correspondiente a la ocupación III, aunque es posible que la ampliación de los estudios que se están llevando a cabo den cuenta de una situación diferente.

    Como se puede evidenciar en los mapas de distribución, la ocupación II abarca 18,88 has, lo cual equivale al 1,88% del área total estudiada (Figura 4). La presencia del material cerámico se registró asociada con áreas de concheros y en áreas de lomas y colinas, sobre plataformas de abrasión elevada en caliza, cuya altura promedio oscila entre los 7 y 30 m.s.n.m. Por otro lado, los suelos (LWad) en donde se evidenció la ocupación se caracterizan hoy en día por ser neutros, ligeramente alcalinos, de fertilidad alta y bien drenados, lo cual los convierte indudablemente en mejores comparados con los de las zonas no ocupadas.

    Figura 4: Ocupación II, Serena del Mar, Cartagena

    Fuente: Elaboración propia.

    Por otro lado, la Ocupación IV (1400 – 400 AP) corresponde a un aumento significativo tanto en frecuencia material como en área ocupada, la cual alcanza 131 has, equivalentes a un 13,1% del área total (Figura 5). La ocupación fue más dispersa, aunque se registra concentración y continuidad en algunos sitios que corresponden con la ocupación II. Nuevamente se observa la preferencia por ocupar zonas elevadas (entre 3 y 34 m.s.n.m.). Los suelos asociados a esta ocupación son similares a los de la Ocupación II, caracterizados por ser fértiles, neutros, ligeramente alcalinos y bien drenados; con excepción de 4,3 ha que se ubicaron sobre suelos poco fértiles y con tendencia a encharcamiento hoy en día. En los archivos se encuentra alguna información sobre la economía de los grupos que encontraron los españoles. Se sabe que sembraban maíz dos veces al año, y que también tenían yuca, ahuyamas y frutales, además de algodón (AGN Vis.Boy 10 f 26r-v). Algunos documentos sugieren que la pesca era una actividad importante, así como el aprovechamiento de miel (AGN Vis.Boy 2 24v, f 801r).

    Figura 5: Ocupación IV, Serena del Mar, Cartagena

    Fuente: Elaboración propia.

    Durante la Ocupación IV se registró una disminución tanto en la frecuencia de cerámica como en el área ocupada, pasando a 101,3 ha (10,13% del área total) (Figura 6). Los suelos son homogéneos a las ocupaciones anteriores, con alta fertilidad y bien drenados. La preferencia por ocupar zonas altas continúa siendo evidente. Deteniéndonos un poco en el período Colonial, es pertinente recordar que, durante este periodo, se dio el establecimiento de grandes haciendas con diferentes fines económicos explicando quizás la reducción de frecuencia material, pero continuidad en las áreas ocupadas. Fue evidente el descenso de la población después de la conquista, como ocurre en la mayor parte de los estudios regionales realizados en el país. En el caso concreto del área de estudio, se registraron 3 hornos coloniales para el procesamiento de cal, elemento fundamental en la construcción de fortificaciones y edificaciones de la ciudad amurallada (Segovia, 2013).

    Figura 6: Ocupación V, Serena del Mar, Cartagena

    Fuente: Elaboración propia.

    Para hacer los cálculos de cambio demográfico, se ha tenido como punto de partida, la propuesta de Robert Drennan (1985), basada en la frecuencia de cerámica y el área ocupada por periodo, así como la duración de cada uno de ellos. Por supuesto, se debe aclarar que además de lo aproximado del método, los resultados son muy tentativos, primero por lo pequeño del reconocimiento, y segundo porque futuros estudios podrán refinar la cronología. El cambio entre las tres ocupaciones es bastante notorio (Tabla 1). En la primera (ocupación II), la densidad de población fue muy baja. Luego, en la ocupación IV, se aprecia un aumento considerable (del 987%), siendo esta la mayor densidad poblacional alcanzada en la región. Finalmente, durante la ocupación V, correspondiente a la época posterior a la llegada de los españoles, se presentó una reducción en un 41% con relación al área ocupada.

    Tabla 1: Estimación demográfica, Serena del Mar, Cartagena

    Nota: Los cálculos de población no tienen en cuenta la ausencia de evidencias de la ocupación III en el área de estudio.

    III. Discusión

    La comparación con los resultados obtenidos en otro reconocimiento regional realizado en el Bajo Magdalena (Langebaek y Dever, 2000), es interesante. En ese estudio se hicieron cálculos de dinámica de población basados en información obtenida mediante dos estrategias distintas (Figuras 7 y 8). Primero, un estudio regional alrededor del sitio de Galapa y, segundo, un transecto entre Sabanalarga y Barranquilla. Comparando el porcentaje de área ocupada por período en relación con el total de área ocupada en cada una de las tres muestras estudiadas, es decir el mencionado transecto, el reconocimiento de Galapa y Serena, se encuentran algunas diferencias y similitudes. Lo primero es que las evidencias de la parte más antigua del Formativo son muy reducidas y, de hecho, se limitan a un pequeño sitio del transecto. Esta información es coherente con la idea, no solo de una baja cantidad de pobladores, sino también la existencia de sitios que -como se ha documentado en San Jacinto I- fueron ocupados temporalmente por poblaciones reducidas y altamente móviles. Por supuesto, también se debe tener en cuenta que sitios de semejante antigüedad pueden estar sepultados bajo sedimentos, aunque la existencia de un hiato correspondiente a la ocupación III, y abundante evidencia de la ocupación II, hace sospechar que no se trata de ese caso.

    La ocupación II muestra un importante crecimiento de población, desde cualquier punto de vista. En el área de estudio corresponde a las primeras evidencias de ocupación humana, mientras en Galapa y en el transecto corresponde a la mayor ocupación del sitio. De acá en adelante se encuentran las diferencias más importantes. Después del hiato correspondiente a la ocupación III, la población de Serena aumenta considerablemente, la población del bajo Magdalena comienza a descender, aunque sin hiatos. En Serena, la mayor ocupación corresponde a los últimos siglos anteriores a la invasión española. En el bajo Magdalena parece que esa ocupación fue mínima (se encontraron unos pocos fragmentos, que representan un porcentaje mínimo de área ocupada).

    Figura 7: Comparativo área de ocupación Serena del Mar vs Bajo Magdalena (porcentaje área de ocupación)

    Fuente: Elaboración propia.

    Figura 8: Comparativo frecuencia de fragmentos cerámicos Serena del Mar vs Bajo Magdalena (porcentaje fragmentos cerámicos)

    Fuente: Elaboración propia.

    Como se puede observar en la Figura 8, los resultados obtenidos comparando el porcentaje de cerámica por ocupación en relación con el total de fragmentos obtenidos, es muy similar. Los resultados preliminares, entonces, se podrían resumir de la siguiente manera: en el área de Galapa y en el transecto Sabanalarga-Barranquilla las ocupaciones más tempranas, especialmente la ocupación II es la más grande, pero con el tiempo tiende a disminuir. En Serena la ocupación II marca el inicio de la secuencia, lo cual sugiere que a nivel regional amplio estamos hablando de un importante crecimiento de población. La diferencia, sin embargo, es que, en Serena, después de un hiato, la ocupación prehispánica más tardía fue considerablemente mayor que en el área de Galapa y en el transecto Sabanalarga-Barranquilla. Se debe señalar, sin embargo, que la ocupación III en Galapa y en el transecto disminuyó también. Es muy interesante obtener resultados tan distintos en las tres muestras, lo cual reafirma la necesidad de llevar a cabo estudios regionales más amplios. Las tres muestras son pequeñas. Los dos estudios regionales corresponden a áreas muy limitadas (10 km² cada uno), lo cual quiere decir que estamos lejos de poder hablar de dinámicas regionales a partir de estudios de área satisfactorios. Esto quiere decir que lo que podemos decir hasta ahora de dinámicas regionales es poco, aunque sugerente como hipótesis. Este es uno de los aspectos en que el proyecto se encuentra trabajando actualmente: la ampliación del estudio regional.

    Hay otro aspecto en el cual se pueden proponer hipótesis: el surgimiento de aldeas. En el estudio regional de Galapa, las primeras aldeas surgen durante la ocupación II. Se encuentran sitios como Sierra donde hay evidentes señales de concentración de población (Langebaek y Dever, 2000: 42). Esa misma característica está presente en la ocupación II en Serena, razón por la cual podemos plantear que Barlovento es contemporáneo con el desarrollo de aldeas en un momento que coincidió con tres fenómenos: por un lado, un período de más lluvias y con la ocupación de zonas fértiles; por otro, cambios en la alfarería que sugiere más énfasis en las actividades de cocina en relación con los períodos anteriores (Langebaek y Dever, 2000). Barlovento, a diferencia de lo planteado originalmente por Reichel-Dolmatoff no es un conchero, sino una amplia aldea, de probablemente mínimo cuatro hectáreas que a su vez coexistió con otras concentraciones de población cercanas. Al lado del conchero se encontraron evidencias de postes de vivienda, entierros y artefactos tales como machacadores, manos, metates y golpeadores probablemente asociados al procesamiento de plantas (Figuras 9 y 10).

    Figura 9: Líticos Serena del Mar

    Figura 10: Líticos Serena del Mar

    Todos estos aspectos sugieren poblaciones para las cuales la agricultura era cada vez mayor. Estudios llevados a cabo en diversas regiones del país sugieren que a partir de hace 3500 años comenzó la vida en pequeñas aldeas en varios lugares, las cuales invariablemente tendieron a ubicarse también sobre los suelos más fértiles. Si nuestra generalización es válida, se debe mencionar que el surgimiento de aldeas es bastante más tardío que en otros lugares del norte de Suramérica, como por ejemplo Real Alto (para el cual se habla de aldeas hace 4900 años), pero similar a las fechas obtenidas en el sur de Estados Unidos, sur de México (Clark, Gibson y Zeidler, 2010: 205) y el Valle de Oaxaca (Marcus y Flannery,1996: 71). Parece un aspecto común en las primeras aldeas en el norte de Suramérica su ubicación cercana a suelos fértiles, como es el caso de Ilama en calima, Herrera en los Andes orientales y la ocupación Neguanje en las bahías del Parque Tairona, aunque no todas se desarrollan al mismo tiempo y especialmente las ocupaciones Herrera y Neguanje son más tardías.

    Los estudios sobre dieta en Barlovento están aún en proceso, pero sugieren que la agricultura se complementaba con otros recursos. Entre los restos de fauna excavados se destaca que por amplia mayoría corresponden a peces, seguidos de moluscos y crustáceos, y muy de lejos de mamíferos y aves. Se debe mencionar el hallazgo de un individuo excavado al lado del conchero, del cual se ha obtenido alguna información. Se trata de un adulto masculino, de unos 30 años aproximadamente, que muestra evidencias de frecuente posición en cuclillas. Los indicadores en las vértebras lumbares y torácicas como osteofitos, porosidades, labiación, permiten inferir compresión en la zona torácica lumbar ejercida por fuerza desde la parte superior de la columna. Las piezas dentales presentaron desgaste general en grado moderado y severo. Si bien a partir de los restos óseos no se evidenciaron patologías asociadas con una dieta deficiente, en el caso de los dientes, sí se pudo establecer ciertas patologías dentales relacionadas comúnmente a una dieta con una ingesta alta de alimentos ricos en almidones y proteínas. No obstante, el grado y plano de desgaste identificado en este individuo (avanzado, con formas principalmente redondeadas) ha sido asociado usualmente al consumo de alimentos duros y fibrosos como frutas, vegetales y frutos secos, de igual forma, con la fuerza ejercida durante el proceso masticatorio. En este caso el individuo analizado presenta piezas con fracturas de la corona que pueden ser sugerentes sobre este último aspecto. Otra observación interesante fue la ausencia de caries, patología que ha sido asociada al consumo elevado de alimentos ricos en hidratos de carbono y azúcares, de textura pegajosa, aunque la evidencia de consumo de alimentos duros y ásperos pudo ser uno de los factores que ayudó a disminuir la presencia de caries.

    Para terminar, es importante recordar el carácter preliminar de los resultados obtenidos hasta ahora. Si bien creemos que el estimativo sobre cuándo se establecieron las primeras aldeas es bastante confiable, y que los resultados del estudio demográfico son valiosos, especialmente este último puede y debe ser complementado con nuevos estudios. Por supuesto un poco más de 10 km² de estudio regional es bastante mejor que nada, pero sigue siendo un área muy pequeña. Como retos inmediatos del proyecto que estamos llevando a cabo se encuentran los siguientes: el estudio detallado de las primeras aldeas para comprender mejor su organización interna, el estudio de fitolitos en herramientas y cerámica Barlovento, y la excavación de otros entierros al lado del montículo de Barlovento, la cual podrá aportar información adicional sobre dieta y calidad de vida.

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    Los autores son, en su orden, coordinadora de la Unidad de Arqueología Preventiva y Rescate de la Universidad de los Andes, investigadora de la Fundación Gue Quyne y profesor titular e investigador de la Universidad de los Andes. Correos electrónicos: l.aristizabal48@uniandes.edu.co, mm.bernal424@uniandes.edu.co y clangeba@uniandes.edu.co. Agradecen a Rafael del Castillo por su generosidad para poder llevar a cabo este proyecto. También reconocen una deuda de gratitud con Adolfo Meisel, el primero en llevar personalmente a gente del equipo al sitio de Barlovento y señalarnos la importancia de investigarlo de nuevo.

    ARQUEOLOGÍA URBANA DE CARTAGENA, O 25 HALLAZGOS PARA CONTAR SU HISTORIA

    Monika Therrien

    ¹

    I. Espacios de contacto y convergencias

    Es indiscutible que Cartagena de Indias, dada su localización caribeña en el litoral de la bahía de su mismo nombre, es un lugar donde históricamente han confluido individuos de múltiples orígenes (americanos, europeos, africanos y del Cercano Oriente), con conocimientos, prácticas, creencias, oficios y habilidades diversas (que en términos coloquiales se traduciría en ideas, mañas, terquedades, religiones, astucia, voluntades, destrezas, etc.), conjugado con aspectos físicos, cuerpos, sensibilidades y sensorialidades diferentes (lo que, a su vez, se traduciría en aptitudes para las artes o manualidades, tener mejor percepción, vista, olfato, tacto, adaptación al calor, etc.).

    Esta multiplicidad, diversidad y diferencia entre los individuos, generalmente se hace manifiesta y consciente cuando entran en contacto entre sí. En Cartagena de Indias, estos contactos han sido variables en el espacio y en el tiempo, acorde con los escenarios y la convergencia de grupos de ellos, dando lugar a la construcción y adaptaciones del territorio, su geografía y sus urbanismos, que continuamente la han configurado. La bahía, los montículos, el agua pura, las calles, plazas, edificaciones comerciales, institucionales, domésticas, el puerto, las estructuras defensivas y los templos, entre muchos otros, se convierten en escenarios para habitar, de trabajo, aprendizaje, conflicto, represión, rito y celebración, donde los individuos interactúan y despliegan sus diferencias.

    Las interacciones en los espacios de contacto pueden ser cortas, de toda una vida y de largo plazo. De ellas derivarán continuidades, apegos y seguridades, pero también nuevos conocimientos e intercambios, equilibrios y desequilibrios, ajustes y transformaciones, e inevitablemente desigualdades. Si tenemos en cuenta la simultaneidad de contactos y con duraciones disímiles, encontraremos que habrá cambios perceptibles y otros imperceptibles en el tiempo; sin embargo, esto depende en buena medida de las maneras en que se narran las historias sobre la ciudad. Sobre Cartagena de Indias existe una extensa producción de narrativas e imágenes, quizás las más grandilocuentes descripciones o las más majestuosas representaciones de la ciudad, han llevado a definir qué es lo perceptible o imperceptible, y con ello se han forjado líneas históricas que destacan unos eventos sobre otros y a unos individuos de otros; generalmente privilegiando al dominante, la autoridad y las capas altas de la sociedad y su cultura material.

    Desde una arqueología de los espacios de contactos, busco contar las varias historias paralelas (con duraciones distintas) de Cartagena de Indias y poner en evidencia los cambios que ocurren en distintos tiempos; es decir, mostrar que no existe una sola línea histórica que incluya y represente a todos los individuos. Para ello, abordaré esta historia arqueológica a partir de 25 objetos, entre los que se incluye el llamado Palacio de la Gobernación o Palacio de la Proclamación, con los cuales quiero narrar los contactos, interacciones y cambios vividos por los individuos que allí convergieron en la construcción, ocupación, transformación y las actividades del lugar, a lo largo de más de 500 años de vivencias develadas en este sitio de la ciudad en particular.

    II. Cultura material (la materialidad arqueológica)

    La cultura material de los espacios de contacto, desde el territorio mismo, hasta el más pequeño de los objetos, incide en los individuos y las actividades del lugar, a la vez que, es resultado de las interacciones de quienes convergen allí. De esta manera, una edificación, incluso un volumen de esta edificación, constriñe o provoca interacciones específicas y los objetos que haya en esta significan, forjan y median el contacto entre los individuos.

    El estudio arqueológico de la materialidad de los objetos es, a la vez, amplio y profundo, en tanto puede abarcar el análisis de los elementos componentes (químicos, minerales, ADN, células, aglutinantes, etc.), su origen o procedencia, las técnicas de manufactura, los usos y los contextos de producción, el descarte, su modificación, los estilos y tendencias, además de otra infinidad de datos. De la misma manera, interesa al arqueólogo establecer cuándo fueron usados los artefactos (cronología) y entender su significado y simbolismo en contextos de interacción. Con base en estas premisas, han sido analizados tanto el Palacio de la Gobernación como los miles de objetos excavados, la mayoría de ellos rotos, quizás antes de ser descartados, cuando fueron desechados o con ocasión de las adecuaciones del edificio.

    Así como sucede en la narración de los eventos históricos, en el caso de los 25 objetos seleccionados, algunos representan a un conjunto numeroso de procesos y correlatos, otros son objetos singulares,

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